II. Nueva búsqueda dentro del abecedario
Nuevamente ambos entraron a la oficina la cual estaba casi desolada, Lemes era el único que estaba ahí, mirando un pizarrón con las dieciséis fotos, nombres y fechas, en las que habían encontrado los cuerpos, así mismo, también estaban las horas aproximadas de muerte de cada uno. Mi vista viajo a la mía y no sabría decir si era correcta o no, porque ese lugar siempre estaba a oscuras, solo había un rayo de sol durante la mañana y luego solo parecía oscurecerse. Quedando pequeñas piscas de luz durante el resto del día hasta que anochecía o desaparecía.
—¿Por qué tienes las cosas de mi caso? —La pregunta de Joseph me saco de mis escasos recuerdos y note que estaba despojándose de su saco y lo dejaba en el respaldo de su silla.
—Nuestro, el jefe me mandó a trabajar contigo. Así que, compañero. ¿Algo nuevo? —su pregunta salió acompañada de una media sonrisa que a simple vista era irritante.
—Doc. encontró un indicio y, al parecer, es un asesino en serie. Ahora el caso se llama 'el asesino del alfabeto'.
—¿El asesino del alfabeto? —preguntó con burla y sin entender.
—Sí, en el reporte forense verás que Doc. anoto que, en el tobillo izquierdo, del lado derecho, en cada una de las víctimas, hay una letra y un número...
—¿Y eso que tiene que ver? —interrumpió.
Joseph rodeo los ojos y contestó: —Están todos en orden alfabético y todos tienen la particularidad de que el número es uno, sin contar con la víctima número quince.
—¿Cuál es la diferencia? —se dio la vuelta, dejando de mirar el pizarrón y decidió prestarle verdadera atención.
—En vez de tener una nueva letra, solo tenía un nuevo número —a la par que decía las palabras se levantó de su silla y camino hasta el pizarrón en donde tomo un plumón y escribo las primeras quince letras del abecedario. —Como puede ver, todas son en orden alfabético, mientras que el número quince tiene la particularidad de tener escrito "A2" —concluyó.
—Estas intentado decir que algo tiene que ver su la primera letra con el alfabeto —consultó queriendo llegar a añadir más información al reporte. Así, posiblemente, el jefe no les reclame la explicación en el papeleo.
—A decir verdad, parece que algo tiene que ver. Pero es raro, porque ninguna de las víctimas tiene algo relacionado a la letra que se les asigna.
» Por ejemplo, hay dos 'e', dos 'l', dos 'm'. Hay varias letras repetidas y ninguna tiene concordancia con la letra que tiene en el talón. Si estas estuvieran ordenadas por el alfabeto tendríamos pocas letras y muchos números, pero tenemos al revés, más letras y pocos números. Así que, tiene que haber mucho más en quienes son las víctimas, en si en verdad se llaman así y nosotros hemos estado mirando mal las cosas.
—A pesar de que me gustaría contradecirte o cambiar algo de tu razonamiento, tienes razón. Porque es rarísimo que ninguno tengo parientes en la zona, que ninguno tenga familia que viva cerca y que todos tengan letras que no corresponden a su lugar —Lemes hizo una pequeña pausa que lleno de silencio el lugar. —O también puede ser que haya más cuerpos y nosotros no sepamos de ellos por alguna razón —y con esas últimas palabras por su parte el silencio reino el lugar.
Ambos se quedaron pensando en lo último. Magallanes se movió y comenzó a buscar en los expedientes que estaban registrados en la computadora sobre accidentes similares y que allá algo raro en la escena o en el cuerpo de la víctima o fallecido.
—Siéntate y ayúdame a buscar en los expedientes a ver si encontramos algo en otros casos que tengan algo en común con estos —pidió el encargado del caso sin pensarlo dos veces mientas entraba, leía y salía de páginas de accidentes de tráfico, antiguos suicidios, entre otros. —Si tenesmos algo mal tenemos que corregirlo y seguir esa pisa —agrego.
—Esto será algo largo —fue lo único que murmuro Cesar, empezando a revisar los casos de viejos homicidios para ver si estos tenían algo relacionado y se les haya pasado.
—A decir verdad, tiene varias cosas mal, pero no se preocupen, confió en que las descubran —soltó la joven adulta mientras se sentaba sobre la mesa de Lemes y movía sus pies con aburrimiento.
©xxHOLAMORTExx
Las horas pasaron mientras ambos hombres, acompañados de la chica fantasmal, revisaban diversos tipos de expedientes. Cuando quisieron darse cuenta, la hora de salida llego y los estómagos de ambos clamaron comida casi al mismo instante. Se despidieron y dejaron las cosas para el día siguiente, aunque si bien Magallanes quería quedarse y seguir revisando, sabía que era mejor ir y descansar para llegar al día siguiente con la cabeza fresca y relajada.
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