Mía estaba mirando por la ventana, se veía su reflejo, unos ojos verdes protegidos por unas gafas y un pelo rojo que hacía que sus ojos resaltasen más de lo que ya lo hacían, observaba cada animal que pasaba por la carretera de camino a su pueblo, desde gatos, hasta ciervos, la voz de su amiga la sacó de sus pensamiento
-¿Estás bien?- Era la primera vez que Mía llevaba a Mar a su pueblo, Mar era preciosa, tenía ojos azules y un pelo negro que le llegaba por las caderas, lo único que Mar sabía sobre el pueblo eran las muchas leyendas que le había contado durante el año, pero la más famoso era aquella leyenda sobre desapariciones y decía así
Cada madrugada del 11 al 12 de Agosto un animal desconocido se llevaba a un habitante del pueblo como señal de su enfado ya que un cazador mató a su familia
-Solo estoy pensando- dijo sin muchas ganas de hablar, Mar paró el coche -¿Qué haces? así nunca llegaremos al pueblo- Mar la miro
-No quieres ir ¿Verdad?- Mar la conocía muy bien, a Mía nunca le había gustado mucho su pueblo, nunca se llegó a sentir realmente aceptada en el y más hace dos años, pero tenía ganas de ver a su amiga Emma
-Vuelve a arrancar el coche y vamos no quiero que se haga de noche- no dijo una palabra en lo que quedaba de trayecto solo miraba por la ventana
-Hoy es 11 de Agosto- Mía la fulmino con la mirada
-Dime que no te crees aquella leyenda que te conté cuando éramos pequeñas- Mar se sintió avergonzada -Mar, no va pasar nada, son historias que se cuentan a los niños pequeños para que se porten bien al menos una vez al año, es como el hombre del saco, pero version pueblo- Mar estaba con un leve enrojecimiento en las mejillas de la vergüenza, al cabo de media hora llegaron al pueblo, al entrar se encontraron con la mirada de todo el que iba caminando
-Como se les ocurre venir a un día del 12 de Agosto- comentaba uno
-Están locas- le respondía el otro
-Ellos sí que están locos por creer en esas cosas, que lo crean los niños pequeños está bien, pero que ya tenemos una edad- comentó Mía para su amiga Mar solo la podía mirar, llegaron a la casa y las recibió Emma
-Mía por fin estás aquí- dijo su amiga mientra la abrazaba -¿Quien es ella?- ese tono de voz no le gustó nada a Mar, pero no dijo nada, al fin y al cabo no era su pueblo, ni era su amiga
-Me llamo Mar- dijo en el tono más amable posible, subieron las maletas a la casa, era bastante grande, tenía dos plantas, en la primera planta se contraba el comedor, la cocina, y tres habitaciones, en el planta de arriba se encontraban las otras tres habitaciones, lo que menos le gustaba a Mía de esa casa eran las arañas, habían cientos y ella las detestaba, Emma se fue a la suya y Mar se metió en la ducha, sin saber qué hacer Mía se fue a dar una vuelta por el pueblo, era pequeño, tenía como mucho 100 habitantes, era un pueblo bastante viejo, solo tenía casas antiguas y algunos parques, el centro cultural era los más actual del pueblo, pero lo más bonito era ver el atardecer en el campo, Mía escuchó a alguien hablar detrás de ella
-¿Por qué has venido hoy y no el 13 como te dije?- se giró sobresaltada, era Emma
-Porque no me creo esa estúpida leyenda, tenemos ya 20 años como para seguir creyendo en esas estupideces- Emma empezó a gritar
-¡No son estupideces!- debido a los gritos todo el pueblo se acercó a ver que estaba pasando -¡Por eso nadie te quiere aquí!- continuó gritando, todos la miraron como si estuviera loca, Mía no se podía creer lo que su amiga la acababa de decir
-Emma no puedes hablarla así- se escucha a un pueblerino decir
-Ella es tu amiga, ¿Por qué la haces esto?- se escucha a otro
-Nadie de vosotros la queréis aquí, yo solo estoy diciendo lo que todo el mundo está pensando, es mejor que se vuelva a su gran ciudad y nos deje a nosotros con nuestras estúpidas creencias como ella dice- esas fueron las últimas palabras de emma, en ese mismo instante se fue sin mirar atrás, Mía se quedó paralizada rodeada de toda le gente del pueblo podía escuchar lo que murmuraban "Pobrecita" era la palabra estrella en ese momento, Mía se fue corriendo a casa para contarle todo a su amiga, después de contarle todo y de tomarse una tila salieron para que Mar conociese el pueblo, Mía se dio cuenta de que todas y cada una de las personas del pueblo estaban mirando mal a Emma, no de preocupación y simplemente de ignorar, era una manera extraña, como si todo el pueblo la odiase de un momento al otro, Mía no sabía cómo sentirse, estaba feliz ya que por fin sentía que el pueblo la defendía pero odiaba ver como todos estaban odiando a su amiga, más que dolor sentía temor, esas miradas no eran normales, sin querer Mía se chocó con un hombre alto de ojos y pelo marrón, era Miguel el detective del pueblo, estaba acompañado de dos hombres, uno era de pelo negro y ojos marrones, el otro tenía pecas, ojos verdes y era pelirrojo
-Hola Mía no sabía que habías llegado ya al pueblo- Miguel era la persona más amable del pueblo
-Debes de ser el único- dijo Mía entre risas
-¿Por qué dices eso?- preguntó preocupado
-¿Tú eres a la que su amiga empezó a gritarle?- dijo el chico de ojos verdes, perfecto ese desconocido ya sabía todo
-Perdon que no os presenté, él es Zacarías- dijo señalando al chico de pelo negro -Y este es Jon- dijo señalando al chico de pelo rojo
-Ella es Mar- dijo mía señalando a su amiga -Si no os importa tenemos que irnos a casa, se está haciendo de noche- dijo sonriendo
-Claro, nos vemos mañana- dijo Miguel con una sonrisa
-¿Tu como te llamas chica extraña?- dijo Jon
-Mía, me llamo Mía- dijo mientras se alejaban
Llegó la noche, ya todos estaban dormidos, todos menos Emma, de la cual nadie escuchó sus gritos