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6. Amor

Quería matarte...

Aquellas palabras se habían sentido como el principio de una maldición, como cuando alguien dictamina la sentencia de muerte de un condenado y este simplemente debe quedarse a esperar a que aquel día llegue.

Trunks no podía asimilar las palabras que habían salido de la boca de su amada, cuyos hermosos ojos se habían inundado de lágrimas mientras cubría su boca, sintiéndose completamente aturdida por la cantidad de pensamientos que inundaban su cabeza.

—Por una fracción de segundo... consideré como un juego el eliminar a cada uno de ellos —una de sus manos se dirigió hacia su cabello, tomándolo con desesperación— y dejarte a ti al final para hacerlo más divertido...

—¡Ya es suficiente! —Trunks la tomó por los hombros y la sacudió con un poco de fuerza— Giin, si esto es una especie de broma enfermiza...

—Trunks... —la mirada que le dedicó fue la respuesta que necesitaba— tengo miedo... de lastimarte.

Lo único que él pudo hacer en ese momento fue tomar a la chica y abrazarla, sintiendo como ella comenzaba a sollozar y temblar, pero en su mente solamente se preguntaba si el haber dejado que su dulce Giin matara a ese sujeto fue el desencadenante de aquellos oscuros deseos de destrucción.

¿Como podría ayudarla ahora?

—"Si 17 la encuentra y la controla... estamos acabados —pensó sin dejar de acariciar su cabello— debe haber algo que se pueda hacer"

—Trunks... por favor prométeme algo —susurró entre sollozos, abrazándolo con fuerza.

—¿Que cosa?

—Si algo llega a pasar... si hago algo que pueda llegar a lastimarte o lastimar a otros —apoyó su cabeza contra el hombro del pelivioleta—... por favor mátame.

—¡¿Que has dicho, Giin?! —él la alejó de su cuerpo, rompiendo aquel abrazo y mirando el rostro lloroso de la chica que amaba.

—Debes hacerlo —dijo con dolor en cada una de sus palabras—... sabes lo que pasaría si 17 y 18 vuelven a encontrarme, tu viste que no tuve oportunidad alguna para defenderme, prefiero morir antes que unirme a ellos —miró a esos ojos azules que tanto amaba— eres el único que puede destruirme.

Trunks la miraba con miedo y dolor, al mismo tiempo que una lágrima traicionera se escapaba de sus ojos, tenía razón, por mucho que odiaba todo lo que le estaba diciendo, ella tenía razón, pero...

—No me pidas renunciar a lo único bueno que me ha dado esta mierda de futuro —pidió juntando su frente con la de la fémina, soltando algunos suaves sollozos— no puedo soltar a lo único que he amado con toda el alma... Giin, 108, no puedo perderte a ti también.

—Trunks...

Él no la dejó continuar, atrapó sus labios en un profundo y apasionado beso, dejando en este todos los sentimientos que acarreaba su corazón, no podía, no quería vivir en un mundo donde aquella hermosa chica de ojos tan profundos como la noche no existiera.

Giin simplemente correspondió a aquella muestra de amor que le quitó el aliento, con cuidado colocó ambos brazos alrededor del cuello de su prometido y con la respiración algo agitada abrió la boca, permitiendo ingresar su cálida y húmeda lengua, haciendo más profundo aquel beso.

Lo amaba, amaba cada parte de él, amaba todo lo que habían logrado juntos, y era precisamente ese enorme amor que sentía por Trunks, que deseaba que fuera él quien acabara con ella.

Por qué era el único ser vivo que tenía el poder de desarmarla y volverla a construir cuando lo deseara, se lo estaba demostrando en ese preciso momento mientras le retiraba su blusa y devoraba su cuello con aquellos dulces labios.

—Giin, te amo —susurró en su oído, provocándole varios escalofríos que recorrieron su cuerpo. Ella no hizo otra cosa más que abrazarlo y dejarse guiar por él hasta terminar en la cama.

Sus ojos captaron como su prometido... no... su esposo, se retiraba la chaqueta junto con la musculosa, quedando relegados a simples trapos que adornaron el suelo de aquella habitación.

Ella no pudo contener su deseo de explorar aquella nívea piel con sus manos, a pesar de haberlo hecho varias veces en el pasado nunca tenía suficiente, y siempre terminaba dedicándose a delinear las pequeñas cicatrices que adornaban su ancha espalda.

Cicatrices producto de combates anteriores y entrenamientos duros, pero para ella, eran parte del hombre al que amaba, por lo que siempre se tomaba su tiempo tocándolas mientras el muchacho se extasiaba besando, tocando, probando y amando cada rincón de aquella delicada y femenina anatomía.

Ambos se encontraban en una situación desesperada, pero aquellos momentos dónde solo eran los dos en su propio mundo, eran mágicos e inigualables, al menos eso era lo que pensaban mientras sus cuerpos se unían en una mezcla de pasión, éxtasis, sudor y amor.

Los leves suspiros y agudos gemidos llenaban la habitación al compás de los movimientos de sus cuerpos en una sinfonía erótica que tenía como protagonistas a dos jóvenes que se amaban con locura, habían vivido el infierno en persona varias veces, pero que encontraban el paraíso en los ojos del otro.

Sus labios se encontraban incontables veces mientras aquellos movimientos aumentaban su fuerza y descontrol, indicando aquel tan ansiado climax, las manos femeninas se aferraban a los hombros contrarios, mientras que los labios masculinos besaban cada parte que quisieran, ambos demostrándose el amor más puro y leal que nunca iban a conocer.

Hasta que un movimiento final desencadenó toda una ola de éxtasis entre ambos cuerpos que, agotados por la reciente actividad, cayeron rendidos sobre la cama, él buscando refugio sobre el cuerpo de su amada.

—Tienes esa mirada, de cuando sientes que algo malo va a pasar... —comentó la joven trazando con sus dedos figuras aleatorias sobre la piel desnuda del muchacho.

—No lo haré —respondió confundiéndola—... sobre matarte, no lo haré, encontraremos otra forma, pero no renunciaré a ti.

—¿Y si de nuevo siento ese deseo de destruir? —preguntó mientras Trunks se acomodaba en su pecho, a pesar de no sentir un corazón latiendo, a pesar de que arriesgue su vida al estar tan cerca de la bomba que el maldito de Raichi le había colocado.

Aquel era su lugar favorito.

—¿Que harás si cuando vuelva a ver a Goku quiera acabar con él? —preguntó mientras jugaba con un mechón de su cabello violeta.

—No lo sé —respondió cerrando los ojos ante la placentera sensación— pero de lo que estoy seguro es que no eres una máquina asesina... hace años, cuando Gohan te encontró, peleaste a su lado contra 17 y 18, te revelaste contra tu objetivo principal que era unirte a ellos y te mantuviste firme, y la última batalla que tuvimos contra ellos, no te importó el casi haber sido destruida, lograste escapar del control de 17... no sé cómo, pero yo sé que encontrarás una forma de liberarte por completo de la patrulla roja... ambos lo haremos.

Y con esa promesa silenciosa, dos jóvenes volvieron a unir sus cuerpos en una demostración de deseo y pasión, dónde solo la silenciosa noche era testigo de sus suaves suspiros y declaraciones de amor del uno hacia el otro.

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Culpo a la universidad y a la ToMan por distraerme :)

Pásense por mi libro de Tokyo Revengers 🤭

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