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9. Inicios II

Continuación

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Sonaba insólito que después de meses sin saber de Natalia, ahora la tuviera frente a ella. Increíble que aunque haberla visto una sola vez, la reconociera al instante.

Por otro lado, le daba gusto ver que su salud había mejorado, se veía sana y eso era bueno.

—Te vez mejor, Natalia —se sentó a un costado—. Fuí al hospital al día siguiente de que despertaras pero me dijeron que te habías ido de ahí.

—Mi familia arreglo todo para viajar hasta nuestro estado. No hubo tiempo de avisar a nadie.

—¿No eres de aquí?

—No. Me mudé desde que estudiaba la preparatoria, de eso ya pasaron algunos años y ahora me encuentro trabajando aquí.

—Vaya, a sido mucho tiempo sola —habló sin pensarlo, lo que provocó una sonrisa en Natalia.

—Para nada —probó su comida—, tengo amigos, habló con frecuencia con mis padres y… estás ahora tú.

Jimena sonrió ante el comentario de ella. Decidió ignorarlo y siguió comiendo hasta terminar por completo su hamburguesa.

Después de aquella comida, recorrieron por un rato la plaza platicando animadamente sobre ellas. Natalia estaba terminando de estudiar Ingeniería Civil, su familia era dueña de una constructora por lo que encontrar trabajo no era un problema, aunque dado los sueños y aspiraciones que tenía, esperaba encontrar algo con sus propios medios. Es por ello que había tomado la decisión de vivir lejos, en otra ciudad.

Una chica fuerte, decidida y comprometida con lo que quería en la vida. Tanto que ahora se encontraba   trabajando en una constructora pequeña para adquirir experiencia.

Un ejemplo a seguir, porque siendo realistas Jimena aún se debatía en lo que deseaba para en el futuro.

—No te mortifiques —le tomó la mano—, eres joven, es normal sentirse así. Todos pasamos por lo mismo, lo importante es saber cuándo aceptar los retos que la vida nos pone y porque no, quién sabe algo de eso te ayude a encontrar tu camino para realizar lo que quieres —sonrió para animarla—. Por el momento, lo que yo quiero hacer, es llevarte a casa ya que al parecer… se nos hizo de noche.

—Tienes razón —aceptó con gusto—, y gracias por lo que dijiste.

—No tienes que agradecer. Andando.

Caminaron al estacionamiento para ir a casa.

No demoraron tanto en llegar a casa. Aquel encuentro tomó tiempo, era probable que sus padres se molestarán por la hora de llegada, pero no importaba, se había divertido hablando con Natalia.

Una vez haberse marchado, entró a casa. Por fortuna nadie se encontraba.

A punto de ir a dormir, el sonido de su teléfono la hizo despertar del naciente sueño.

Era un mensaje de su nueva amiga.

Natalia: Fue una grata coincidencia el volverte a ver, Jimena. Me divertí.

Jimena: Sólo comimos, no fue la gran cosa. Pero… tienes razón, me encanto verte y saber de vuelta que ya estas bien.

Natalia: Espero poder seguir coincidiendo contigo.

Jimena: Eso sería genial. Además, aún siento que te debo tanto. No he podido hacer nada por tí.

Natalia: Es verdad, aun debes saldar una deuda conmigo.

Jimena: Entonces, dalo por hecho que así va a ser. Bonita noche, descansa.

Natalia: Igualmente, descansa.

Su nombre era Natalia la futura dueña de su corazón.

[Un año más tarde]

El tiempo paso volando, ni siquiera supo como fue que los sentimientos para con Natalia saltarán de una bella amistad a algo más profundo.

Sé sintió irreal que alguien como ella logrará conquistarla hasta colarse en sus pensamientos. Nunca antes había experimentado esas emociones y siendo franca aún le resultaban intrigantes. Sí, a Jimena le gustaban las mujeres, pero con ninguna había sentido esa conexión como lo tenía con ella.

Un peldaño más en sus estudios, ahora estaba en el último año de preparatoria, hasta ese punto su gusto por las matemáticas la inclinaron en el área de ingenierías.

Tardó un poco pero lo consiguió, después de tanto analizarlo optó por estudiar Arquitectura. Era una carrera difícil pero, vamos que nada que valiera la pena iba a ser fácil.

Luego de su decisión, deseó compartir la noticia a Natalia. Esa noche tenían planeado salir y sonaba un buen momento para hacérselo saber.

—Pasaré por ti a las 8:00 pm —habló Natalia por la línea.

—Si, estaré lista. Ya quiero verte, quiero contarte algo.

—Ah si, ¿De qué se trata?

—Hey no caeré en tu juego, es sorpresa.

Sonrió por la respuesta. —jajaja.... Okay, okay no insistiré. Espero con ansias que llegue la noche. Yo también te quiero decir algo.

Algo en esa reunión, prometía que sería inolvidable. Cada una guardando sus expectativas de lo que sucedería, no querían pensar tanto en ello, pero era inevitable no hacerlo.

El timbre sonó en casa de Jimena, la chica se apresuró a bajar de las escaleras, una vez haberse despedido de sus padres salió a recibir a Natalia.

—Hola, señorita Hills. Su auto a llegado —dijó con seriedad.

—Oh, en verdad que ha sido rápida, mi linda chofer —respondió siguiéndole el juego.

—Usted no se queda atrás señorita. Se ve hermosa.

—¡Basta, ya! Me sonrojas. Mejor vámonos.

—jajaja... Bien, vamos.

...

La noche fue muy amena, el lugar que escogió Natalia era hermoso, se trataba de una hacienda a las afueras de la ciudad. Por dentro, un lustre salón dividido en distintas secciones según la privacidad de sus clientes. Afuera un enorme jardín abastecido con un sin fin de distintos tipos de flores y en el centro de este se encontraba un pequeño puente muy llamativo adornado con claveles.

Era una vista espectacular.

La noche pintaba tranquila por lo que al término de la comida, salieron a caminar por el jardín.

—¿Qué te pareció el lugar y la cena, Jimena?

—¡Todo fue maravilloso, Natalia! Gracias por invitarme.

—No tienes nada que agradecer, lo hago porque quería venir a un sitio especial, siendo un día tan importante.

—¿De que se trata? —preguntó ansiosa. Ambas caminaban en dirección al puente. 

—Como alguna vez te dije, las casualidades existen.
No sabemos si serán buenas o no, eso depende de nosotros. Para mí fortuna, el que nos hayamos conocido por accidente reflejo la dicha de entender que algo especial saldría de aquí. Te convertiste en alguien especial para mí que siento que esto que crece en mi corazón es mutuo —mencionó al tiempo en que se detenía en medio del puente. Tomó uno de los claveles que adornaba el lugar y frente a ella se arrodilló extendiendo la flor.

—Nati… —gesticuló entre la emoción del momento.

—Jimena Hills, ¿Te gustaría aceptarme como tú novia?

Ni siquiera dejó que terminara de hablar, al responderle con un 'si' en medio de la conmovedora propuesta.

Ambas se abrazaron, otorgando para sí, el tan esperado beso que deseaban tanto sentir.

De regreso en su camino, Jimena le contó sobre su decisión de estudio, quería que fuera la primera en enterarse y así lo hizo. Estaba nerviosa por el gran reto que le aguardaba, pero como se lo había dicho Natalia, estaría a su lado apoyándola.

Siempre.

[Graduación preparatoria]

—¡Jimena...! Vamos tenemos que tomarnos fotos con los demás —mencionó Carolina mientras tiraba de su mano.

Después de tres años vividos en esa preparatoria, por fin todo estaba por concluir. Una nueva etapa en su vida comenzaría y convencida de lo que le esperaba, sin duda sería la mejor experiencia de su vida.

La ceremonia siguió su ritmo, acompañada de amigos y compañeros, se esmeró en disfrutar cada minuto del día. Sabía que a muchos dejaría de ver, cada uno con un sueño distinto y caminos por seguir.

Se sentía nostálgica. Carolina, su mejor amiga se iría a estudiar al extranjero. Pasarían algunos años hasta que las dos se volvieran a ver y eso la ponía cabizbaja.

—¿En que piensas? —preguntó su amiga.

—En todo. Sé que este momento algún día llegaría pero ahora me doy cuenta lo rápido que se fue el tiempo. Te irás a otro lugar y todo será distinto.

—Lo sé —suspiró con añoranza—. Sabes, echaré de menos el salir contigo. Espero no te olvides de mí.

—No lo haré. Te extrañaré —rodeó su brazo por sobre su hombro.

El evento pronto concluiría, de vez en cuando daba una rápida vista a donde los invitados estaban, sus padres como era de esperarse se encontraban sentados en la parte céntrica del auditorio. Aunque más bien, Jimena tenía interés en la llegada de alguien más.

Natalia no había podido llegar por la carga de trabajo que tenía. Aún así, conservaba la leve esperanza de que su novia apareciera aunque sea en el último minuto.

Pero no fue así.

Al final, la ceremonia había concluido, todos los graduados e invitados abandonaron el lugar entre música instrumental y los murmullos de las personas que buscaban entre el mar de gente a sus familiares graduados.

  —Nos vemos en la fiesta, amiga —gritó Carolina, refiriéndose al evento que habría en celebración del día. Jimena asintió.

Sus padres se acercaron cuando vieron a su hija libre.

—¡Felicidades, mi pequeña! —su padre se acercó con alegría y entre la emoción, cargó a Jimena en un abrazo abrigador—. Se que te convertirás en una gran arquitecta —dejó un beso en la mejilla de su padre para luego ir con su mamá y recibirla con abrazos.

—Mamá, papá, ustedes han sido mi motor en este duro camino. Tengan por seguro que no los voy a defraudar.

—Estamos orgullosos de ti, corazón —habló su mamá.

—Y bien... —mencionó el hombre, observando a su alrededor—. ¿En dónde está esa persona que nos presentarias?

Jimena tenía planeado presentarles a Natalia cómo su novia durante la ceremonia. Ambos estaban enterados de las preferencias de su hija y no tenían problemas por eso. Pero dado que no pudo asistir, tuvo que declinar a la idea y se las presentaría en otro momento.

—Tendrá que ser en otra ocasión —completó Jimena.

Mientras sus padres platicaban con algunos conocidos, Jimena aprovechó en tomarse fotos con amigos y maestros con los que conservó amistad.

—Toma —se escuchó la voz infantil de alguien atrás de ella.

—Hey, pero si tienes un admirador —habló Roberto, uno de sus compañeros al observar que el pequeño niño le extendía una flor a la chica.

—Hola, pequeñito. ¿Es para mí? —preguntó Jimena siguiendo el juego.

—Si, y dijo que te veías muy bonita —completó el pequeño.

Aquello le intrigó y sin más decidió indagar. —mmm… ya veo. Puedes decirme, ¿Dónde esta la persona que te envió?

—Allá —se volteó en la dirección a dónde se había quedado esperando pero ya no estaba, el niño comenzó a buscarla por todos lados pero no la localizo —No está —masculló el pequeño. 

—¿Me buscaban? —se escuchó por detrás de Jimena y el niño, ambos sorprendidos por la presencia tan misteriosa de la persona. Se inclinó en dirección al pequeño y le regaló un caramelo con aprobación de su buena madre que observaba todo desde una considerable distancia. El niño salió corriendo hacia la señora y se fueron enseguida, dejando a las dos mujeres a solas.

—Siempre es grato trabajar con niños —sonrió con felicidad viendo al pequeño irse. Jimena, por el contrario se encontraba estoica pero luego de unos segundos esbozó una sonrisa a la mujer que tenía de frente.

—¡Llegaste Natalia! —la abrazó con total cariño.

—Son para tí, siento llegar tarde —extendió un fresco ramo de jazmines, las favoritas de Jimena.

—Esta bien. Sólo porque son mis favoritas, quedas perdonada —le regalo un tierno beso de pico.

Obviamente Natalia no se perdería la graduación de su novia. Entre las cosas que la detuvieron se encontraba la sorpresa que planeaba para esa noche.

Tuvo la dicha de conocer a sus padres al fin, trás una plática formal con ambos, aceptaron el noviazgo con su hija siempre y cuando la cuidara y supiera darle su lugar. Aquello le pareció redundante a Jimena dado que Natalia tenía un instinto de protección muy marcado que en pocas ocasiones le llegaba a molestar.

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