Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

7. Cierre

_______________

Isabel causaba en Jimena una serie de enredos emocionales. En ocasiones sus actitudes le hacían pensar que ella le gustaba, mientras que en otros todo lo contrario. Era muy frustrante esa situación y hasta cierto punto, no le hacia nada bien.

Tal vez, lo mejor seria que la dejara ir, alejarse de ella.

No quería sufrir más. No otra vez.

Y ¿Si la confronto? Podría salir de dudas de una vez —pensó.

—Me voy a volver loca —sacudió la cabeza, abrumada.

***

Le pidió un consejo a Joel quién le dijo que guardara distancia un tiempo. Así, puede que logre despejar su mente y saber si en realidad ella era alguien que quisiera para bien.

—Entonces, ¿Tengo que hacerle la "Ley del hielo"? —preguntó a Joel

—No tanto así, sólo trata de no estar demasiado tiempo con ella porque la puedes hostigar. Si quieres aclarar un punto este es el momento de ver como reacciona y como te sientes tú al respecto. Si después de este tiempo no sucede nada más, entonces yo creo que deberías decirle adios y continuar —respondió.

Aceptó y evitó llamarla. Era extraño, pero nunca se había sentido tan ansiosa por algo que había hecho. 

Pasó el fin de semana y ninguna llamada de Isabel, ningún mensaje, nada de nada. Eso la hizo molestar mucho, parecía que no le importaba.

Transcurrieron los días. Ya no tenía tiempo de pensar en esa niña, y aunque le frustraba, no tenía de otra, su orgullo era mucho mas grande. 

Siendo jueves salir en la noche con Joel y las dos chicas de la vez pasada sonaba bien. En esa ocasión fueron al bar "San José".

Jimena quería divertirse y era todo lo que importaba. La noche fue mejor tras cada minuto, la botellas vacías comenzaban hacer acto de presencia.

La chica que no dejaba de coquetarle en una ocasión atrás, está vez fue correspondida. Accedió a seguirle el juego, dejándose llevar por el calor del momento.

Los toqueteos sutiles, las miradas cómplices y las atenciones con ella, todo lo valia. Había cierto grado de erotismo que poco a poco encendía una mecha hasta hacerla estallar.

Jimena lo disfrutaba, se sentía como de costumbre cuando salía a divertirse sin importar nada más que su propia satisfacción.

Y le encantaba.

Ya no podía aguantarlo más.

Se disculpó con su amigo para irse del bar, no se inmutó siquiera de oír respuesta cuando abordó el auto en compañía de su conquista al hotel más cercano.

Era tanto su deseo por tenerla en la cama que esa noche no pensaría en nadie más.

Se dejó guiar por sus instintos al querer hacerlo con esa chica.

¿Cómo es que no le había dado entrada desde antes? —pensó Jimena.

Apenas con la tenue luz de la habitación podía ver la silueta de sus cuerpos. La mujer se veía jodidamente sensual postrada frente a ella, sin nada más que piel. Observándola con absoluto deseo mientras esperaba su siguiente movimiento.

Por una noche era suya.

Suya y de nadie más.

Su Dulcinea.

Aquella noche el cuarto de hotel fue inundado de melodiosos y potentes gemidos que en todo momento no dejaron de escucharse.

El espectáculo que daban sus dedos en cada estocada era magistral, no paraba de venirse entre jadeos cumplidos y súplicas por continuar.

Sabía lo que hacía, cada movimiento recorrido en su cuerpo, los puntos exactos para tocarla, las caricias sutiles en su piel y la temperatura adecuada, todo lo tenía perfectamente estudiado Jimena.

Conocía a las mujeres.

Desde que pasó aquello con su novia, no hubo día que dejara pasar para experimentar con el cuerpo de las chicas que desfilaban frente a ella cuando salía buscando diversión.

¿Se sentía mal usándolas así?

Para nada. Después de todo, ella también había sido usada de la misma manera.

Entonces, ¿Porqué no hacer lo mismo?

El amor estaba sobrevaluado y nada de eso tenía importancia cuando podía satisfacer sus deseos con otras sensaciones más… placenteras.

La mañana siguiente fue como muchas otras.

Vacías.

Porque aún si tuviera gente que estuviera dispuesta a salir para divertirse, que la siguiera o compartiera tiempo un rato. Nadie podía comprender cómo se sentía.

Y sólo en esa ocasiones echaba de menos a sus padres.

Sí tan solo pudiera regresar el tiempo y evitar que se accidentaran.

Seguirían con vida, a su lado.

Prefirió dejar las lamentaciones para otra ocasión, lo mejor era salir de ese lugar antes de que la otra chica despertara.

No era su estilo dormir con sus conquistas, había esperado a que ella se durmiera para irse cuanto antes del hotel.

Habiendo llegado a casa, dejó sus cosas en el suelo y subió a la habitación. La cabeza comenzaba a dolerle, luego de todo lo que ingirió no era para menos.

Se acostó como pudo en la cama intentando retomar el sueño, pero cuando lo quiso hacer el recuerdo de Isabel en su cama apareció de repente.

Suspiró agotada, ¿Cómo era posible seguir pensando en ella?

Recostada de lado, acarició la almohada que alguna vez Isabel uso. Era tonto decirlo pero sentía aún su aroma en la habitación.

¿No puedo seguir así? —dejó escapar unas lágrimas.

Ya no quería sufrir más, pero por más que lo intentará, parecía que el destino se empeñaba en hacer lo contrario.

Y con ese pensamiento, dejó envolverse en un profundo sueño. Aunque no durara tanto por el ruido proveniente de el timbre.

Fingir que no lo escuchaba no podía ser una buena opción hacía más de media hora que quien sea que estuviera afuera tocaba y no daba indicios de querer irse.

—Maldita sea —se cubrió con la almohada en un intento por disminuir su enojo —Joel —musitó. Lo conocía y era muy probable que se trataba de él.

De mala gana bajo sólo para gritarle algunas cosas a su amigo. Se lo merecía, luego de despertarla con apenas un par de horas de poder dormir.

¡Cómo se atrevía! —pensó.

—¡Qué demonios quieres Joel! —habló de inmediato cuando abrió la puerta. Pero no era quien se imaginó —¿Isabel?

—Hola, Jimena.

***

El problema de Isabel, es que tiende a evadir los conflictos, cuando se siente abrumada por cualquier cuestión salir huyendo e ignorar su problema es su primera opción, como si con eso se pudiera solucionar todo.

Se sentía mal porque simplemente dejó que pasara el tiempo, en el cual no pudo siquiera enviarle algún mensaje.

Claro que Jimena estaría molesta —se dijo.

Tardó mucho pero al final acepto que debía ofrecerle disculpas por su comportamiento infantil, y es que si era sincera, por primera vez en toda su vida pensaba que lo debía hacer, afrontar sus temores e inseguridades a alguien que la hacía sentir toda una cascada de emociones.

"Pensar menos y actuar más", tal como lo habían dicho sus amigas.

Si quería aclarar dudas de sus sentimientos por Jimena necesitaba buscarla y hacerle saber sobre ello.

Entonces, ahí estaba.

Era muy temprano, las calles estaban sólidas pero no importaba porque lo que trataría sería de frente, pese a que estuviera aterrada.

Logró llegar hasta la casa de Jimena apenas recordando el camino. Llevaba casi media hora tocando el timbre pensó que no se encontraba pero alcanzaba a ver por la rendija lateral parte del auto de ella. Era obvio que tenía sueño muy pesado pero no sé iría hasta hablar.

Al menos hasta que su valentía se esfumara.

La puerta se abrió y fue recibida con un sonoro disgusto por parte de Jimena, se sorprendió tanto encontrarla en ese estado, parecía que no había dormido nada, de su cuerpo emanaba un ligero aire de alcohol y que decir de su cabello.

—¿Qué haces aquí? —preguntó extrañada.

—¿Estás bien, Jimena? —se preocupó al mirarla así.

—Estoy bien no tienes de que preocuparte —habló seca—. No me has respondido ¿Qué haces en mi casa?

Respiró profundo—. Yo, vine a verte, quería saber cómo te encontrabas, eh… hablar contigo ¿Puedo pasar?

Pensó unos segundos y asintió.

Isabel tenía la sospecha que no había pasado la noche en su casa pero no le cuestionaría nada, era libre y podía hacer lo que quisiera aunque le intrigada de en donde pudo estar para llegar así.

Esperó en la sala en lo que Jimena subía a alistarse para el trabajo. No tardó mucho tiempo en ello, bajó arreglada y un tanto apresurada buscando unas carpetas que debía llevar. Fue directo a la cocina una vez atendido lo primero, sirvió dos vasos de jugo llevándolo de vuelta a la sala.

Jimena estaba nerviosa por la visita de ella, y pensar que sus dudas existenciales había resurgido por la presencia de Isabel.

—Y bien ¿Qué es lo que querías decirme? —habló con firmeza. En ningún momento dejaba de observarla, era bonita, desde que la vio en aquel paradero le pareció así. Pero ahora por mucho que lo fuera, necesitaba alejarla de su vida para ser completamente feliz.

O sólo para no hacer creer aquel sentimiento extraño que surgía cuando la tenía cerca.

—Te escuchó —reafirmó Jimena.

Por su parte Isabel quedó paralizada, había llegado tan lejos que ahora parecía irreal que estuviera de nuevo en esta situación. Respiró hondo hasta calmar su agitado corazón y poder decir lo que había pensado tanto.

Jimena suspiró resignada, sabía que nada bueno saldría de ahí si seguía con ella en la misma habitación. Aunque le agradará lo mejor era terminar y seguir con sus vidas como hasta antes de conocerla.

—Jimena, yo querí…

—Mira Isabel —la interrumpió resignada, debía hacerlo, por su propio bien—, eres una niña muy linda, me divierte platicar contigo y todo eso. Pero… creo que esto no me está llevando por buen camino, las cosas no están bien en mí vida ahora y no quisiera envolverte en esto. Por lo que… lo mejor es que dejemos de frecuentarnos —mencionó con la mirada más seria del mundo.

El nudo se le formó en la garganta, no le había pasado siquiera la idea que Jimena le dijera eso.

Estaba dando por terminada su amistad si es que así le podrían llamar.


____________________

Nos leemos luego



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro