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6. Sonidos

Continuación.

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Mientras Jimena alistaba sus cosas, Isabel decidió echarle un vistazo a la casa, era grande y muy bonita.

En la planta alta habían tres recamaras y la habitación principal, en las primeras se encontraban llenas por cajas de mudanza. Abajo, una cocina equipada, la sala y un pequeño espacio donde habían libros, documentos y un piano en perfecto estado. Algunas partituras se notaban encima con correcciones y apuntes, que suponía los escribió Jimena.

Dejaban en visto la dedicación que le tenía a ese instrumento musical.

...

—Tienes una bonita casa, Jimena —mencionó cuando iban en el auto.

—Enserio, gracias.

—¿No te sientes sola ahí?

—No, mucho. Casi no estoy en casa. Generalmente solo la ocupo para dormir.

—Oh, y ¿Tus padres? —Volvió a preguntar con imprudencia.

Jimena pareció ignorar lo que dijo, se quedó en silencio, más luego de un rato respondió.

—Ellos… emprendieron un largo viaje. Hace años que deje de verlos. Esta casa es un... regalo de ellos hacia mí —no dijo nada más.

—No quise ser imprudente, lo siento. No volveré a preguntar —habló al notar el cambio de voz en ella.

—No te preocupes, no estoy molesta —suspiró—. Es sólo que a veces los extraño.

—Deberías intentar buscarlos, llamarles. Al menos para saber que están bien —intentó motivarla.

—Lo… tomaré en cuenta, Isa. —apenas mostrando una entrecortada sonrisa.

Decidió cambiar el ambiente triste e incómodo, desconocía de los gustos musicales de Jimena, por lo que optó por buscar en el celular algo de su repertorio.

Conecto el celular y para suerte suya la primera canción que comenzó a sonar no era mala. Al principio nadie comento nada, pero cuando empezó la canción Isabel se dispuso a sacar una sonrisa a la otra chica, cantando emotivamente, mientras Jimena la veía extrañada.

...

Eres para mi me lo ha dicho el viento
Eres para mi lo oigo todo el tiempo
Eres para mi me lo ha dicho el viento
Eres para mi

La sombra que pasa la luz que me abraza
Tus ojos mirándome la calle que canta
Su canto de diario el mundo moviéndose
Y yo se que tienes miedo y no es un buen
Momento para ti y para esto que nos viene sucediendo

Pero eres para mi me lo ha dicho el viento...

...

Después de un rato, Jimena comenzó a seguirle el ritmo animandose a cantar con ella. No era algo que solía hacer a menudo pero parecía ser entretenido y nuevo para si.

No lo había notado, pero había un poco de indirecta en la canción.

—¿Es una buena canción no lo crees, Isabel? —habló sonriente.

—Oh, no le había prestado atención cuando la puse, pero si, tienes razón. Es buena —respondió sonrojada.

Después de veinte minutos de viaje llegaron. El edificio era amplio, mucha gente entraba y salia, algunos para tomar clases otros en las zonas de descanso. Caminaron de cerca hasta llegar al auditorio principal.

—Isabel, estaré solo una hora. Si gustas me puedes esperar en aquellos asientos, luego de eso ¿Te gustaría ir al zoológico?

—Si, me encantaría —respondió enérgica.

—Okay, entonces ya quedamos. Te veo en un rato.

Dejó que Isabel se acomodara y se dirigió al escenario con sus compañeros reunidos. Un grupo reducido, conformado por cuatro hombres y dos mujeres.

Desde lejos, Isabel notó cuando a la otra chica se le iluminó la mirada una vez notar la presencia de Jimena.

Dado que estaba en la parte media del auditorio le era difícil escuchar de lo que hablaban, no tardó mucho cuando el director de la compañía interrumpió para dar inicio a lo que sea que harían.

Todos bajaron del escenario para tomar asiento, la chica sujetó a Jimena del brazo como si se tratarán de las mejores amigas hasta sentarse juntas y decirle algunas cosas muy de cerca.

Jimena, por el contrario no le prestó mucha importancia y dirigió su mirada hasta donde su director se encontraba.

—Chicos, vamos a dar inicio a su último ensayo para la presentación que tendrán en dos semanas —mencionó el director.

—En esta ocasión iniciaremos con Jimena.

Se levantó del asiento para dirigirse al escenario en donde un piano la aguardaba.

—Cuando gustes —habló el director.

Tomó asiento frente al piano y trás un gran respiro dio inicio.

No sabia que estaba interpretando, la melodía que tocaba reflejaba un sentimiento de tristeza. Se quedó observándola hasta notar el dolor con que lo hacía. Era emotiva, tanto, que lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Isabel.

Tenía una mirada apagada, mientras sus manos hacían magia con cada nota que salía del piano.

Al termino de su interpretación, el público o por lo menos los seis que se encontraban viendola se pusieron de pie para darle un gran aplauso. Ella agradeció los elogios y descendió del escenario.

Luego de eso el director llamo al siguiente. Ninguno de ellos era de interés para Isabel.

Inmersa en sus pensamientos no se dió cuenta que Jimena estaba a su lado, al verla le sonrió.

—Hola —mencionó a Isabel.

—Hola —respondió contenta.

—Y...¿Qué te pareció?

—Nada mal —respondió indiferente, pero luego dejó ir una sonrisa para continuar hablando—. Tocas muy hermoso, y aunque lo que tocaste era muy triste, lo que transmitias era muy bello.

—Gracias Isabel. Lo que toque se llama Suicide de Lucas King. Es una melodía emotiva para mi gusto, y él es de los pocos pianistas que me gustan.

—¡Wow! Eso es genial. Pero y ¿Por qué algo de ese estilo? Me refiero a la melodía triste.

—No lo considero así, más bien lo que reflejo es la pureza de la pieza. Tocar esto me hace sentir tranquila y lo disfrutó mucho cuando lo escucho. Me trae recuerdos buenos y algunos no tanto pero que forman parte de mi ser.

—Es lindo el como lo proyectas, Jimena —sonrió—. Gracias por invitarme.

—Gracias a ti por acompañarme.

El director interrumpió cuando anuncio a la siguiente persona, se trataba de la otra chica del grupo.

—¿Quién es ella? —preguntó Isabel esperando que no lo tomara mal.

—Lucía, es también muy buena pianista —habló con respeto.

—Ah, que bien —dijó cortante.

—Acaso ¿Te interesa ella?

—¡¿Que?! No, para nada ¿Cómo puedes pensar eso?

—Jajaja... Entonces.

—mmm… es solo que son las únicas mujeres y tenía curiosidad de la relación que tienen, al parecer se llevan muy bien.

—¿Tú crees? No es para tanto, somos amigas tenemos ya tres años de conocernos —respondió mostrando seriedad.

Justo en ese momento, Lucía interrumpió cuando comenzó a tocar. A diferencia de Jimena el estilo de la chica era por completo distinto, como su polo opuesto mientras arrastraba las teclas a un sin fin de melodías que te transmitían a un verano paradiseaco.

Isabel notó a Jimena muy concentrada en la presentación de Lucía. Sintió un poco de envidia el que tuvieran algo en común, más de lo que ella pudiera tener apenas con la ligera noción de saber tocar unas cuantas cosas en su flauta.

Al término de su presentación continuaron dos chicos más.

El tiempo paso rápido, en un abrir y cerrar de ojos ya habían finalizado las presentaciones.

Luego de eso, el director llamó a todos al escenario, al parecer les daría unas últimas observaciones. El director se encontraba muy contento por el progreso del grupo.

Mencionó algunos errores técnicos de dos de los tres chicos presentes mientras que a Jimena y Lucía no dejaba de aclamarlas por tan excelente presentación.

—Continúen ensayando. La presentación​ es muy importante para aquellos que se quieran dedicar a esto. Estarán presentes muchos directores de compañías importantes. Den su mejor esfuerzo —concretó el director.

Todos comenzaron a guardar sus cosas para irse, Jimena caminó hasta donde Isabel la esperaba pero no avanzó mucho ya que fue interceptada por Lucía.

Con mucho valor, Isabel se levantó y fue hasta donde las chicas estaban. 

—Jimena, ¿Qué harás hoy? Te gustaría ir a ensayar un rato a mi casa, luego de eso podríamos hacer algo divertido —habló Lucía quién parecía querer seducirla.

—Gracias por la oferta, Luci. Pero ya tengo planes. En otra ocasión será.

—¿Nos vamos Jime? —mencionó Isabel, ubicándose al lado de ellas, sonriendo al notar el rostro de Lucía.

—Si, vámonos —respondió guiñándole él ojo.

Más adelante, Jimena condujo por una hora directo al zoológico.

Entre bromas y risas el día siguió su curso. El sitio era bonito, recorrieron muchos lugares para luego ir a comer.

—¿Te gusto el recorrido, Isabel? —preguntó Jimena mientras conducía de regreso a casa.

—No —respondió seria.

Despegó la mirada del camino para observar a Isabel.

—¡Qué! ¿Por qué? —preguntó confundida.

—No me gusto. Me encanto —respondió con risita pícara.

—Eres mala, mujer —fingió su enojo. La chica sólo la miró y rió cual niña pequeña por su reacción.

Pronto llegaron a casa de Isabel, estacionándose cerca en lo que se decidía a bajar de él.

—Entonces... —dijó Jimena

—Entonces... —la volteó a ver—. Creo que ya me tengo que ir.

—Si, así parece —sonrió al observarla directo a los ojos.

Nadie sabía que decir, ni que hacer. El ambiente se sentía tenso. Jimena deseaba acercarse para besarla pero no estaba segura si ella le correspondería igual. Por otro lado, Isabel sentía la necesidad de abrazarla, quería sentirla cerca, y tampoco sabía si reaccionaría bien.

Pero no pudo hacerlo.

Lo único que su instinto se le ocurrió en ese momento fue decirle adios y salir casi huyendo. Ni siquiera volteó a verla para observar su reacción que supuso había sido de molestia.

—Ahh... Soy una tonta —se golpeó la cabeza.

Esa noche no recibió ningún mensaje de Jimena. Quizá lo merecía. Pensó tal vez en marcarle, pero no se atrevió hacerlo.

Después de eso, no tardo mucho a caer en sueño.

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Nos leemos luego. ( ゚ヮ゚) (^̮^)

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