4. Encuentro
Por Jimena
Toda la semana no pude comunicarme con Isabel. Por mala suerte mis contactos se eliminaron del celular y desconocía donde guarde la nota que me había dado.
Lo único que me quedaba por hacer, fue esperar alguna llamada o mensaje para registrar nuevamente su número.
...
La semana transcurrió y ningún mensaje de ella, por lo que supuse que no tenía interés en seguir hablándome.
Aunque me sentía molesta, tratar de ignorarlo era lo mejor.
...
Siendo jueves, mi amigo Joel y dos conocidas más decidimos salir. Arribamos cerca de las once de la noche, el sitio se veía bien para pasar el rato divirtiéndonos.
Una de las chicas con las que iba no paraba de coquetearme, admitía que era hermosa, pero me sentía un poco indispuesta para intentar algo más. Probablemente se debía a la sofocante semana que tuve, entre el trabajo y la escuela, necesitaba dormir un poco.
Aún así, la chica era lista e intentaba en cada oportunidad que tenía, robarme algún beso que accedí sin ganas a dárselo mientras bailabamos.
Después de bailar un rato, fuí de vuelta a nuestra mesa, me senté un momento para relajarme en lo que alguien notaba mi ausencia.
Revise mi celular y ví un mensaje nuevo de un número desconocido.
Recibí una foto cosa que me intrigó, al mirarla más de cerca, noté que venía de Isabel y para mí sorpresa fue tomada en "The Bronx", y ¿Cómo es que sabia eso?
Yo me encontraba en el mismo lugar.
Pero algo en su foto andaba mal, ella se veía tomada, me dirigí a buscarla por todo el lugar acompañada de Joel.
Entre la pista y los sitios cerrados no lograba localizarla, hasta que tal vez estuviera metida en los baños.
Estaba en lo correcto, logré visualizarla cuando salió de este. Una sonrisa escapó de mis labios cuando la ví de lejos, hermosa aún bajo la escasa luz, tal vez aún más de lo debido, me dejaba embelesada.
¡Qué linda! —pensé. Sonreí de nuevo pero esa sonrisa se borró casi al instante cuando observé a un tipo cerca de ella, intentando besarla.
¡Qué maldito!
Furiosa, corrí hasta ellos y sin pensarlo tanto arremetí con un puñetazo en la cara del tipo que la tenía entre sus brazos.
El sujeto estaba tan borracho, que ni siquiera pararse podía, quise seguir golpeándolo pero Joel lo impidió. Ignoré su estado y fuí hasta donde Isabel de hallaba.
Tal vez por la situación del momento se aferró a lo primero que vió cerca abranzandose con intensidad de mí, sentía su cuerpo temblar al tiempo que mi corazón bombeaba agitado.
Poco después llegaron dos amigas de Isabel y preguntaron por la situación. Yo me dirigí hacia ellas y pedí llevarme a Isabel a casa para que descansará.
Sus amigas al ver que Isabel estaba bien y que no mostraba desconfianza de mi, decidieron acceder.
Espere a que ella se despidiera de sus amigas y una vez hecho la llevé hasta mi auto.
Una vez dentro, se quedo dormida, probablemente el alcohol y la situación vivida, la dejaron agotada.
Siendo ya las dos de la mañana arribamos a su casa, Isabel no se encontraba bien, el alcohol ya había hecho efecto y no tenía conciencia de sus actos.
En una breve conversación con ella, me comento que sus padres no se encontraban en casa y que había pedido permiso de quedarse con su amiga.
Yo la odie por un momento ya que ni sus amigas sabían o recordaban eso.
—Y ahora, ¿Qué hacemos Isabel? —pregunté enojada.
—No sé —respondió divertida.
—Esto no es gracioso.
—Puedo ir a tu casa —dijo al instante, mientras me abrazaba, se estaba comportando muy melosa.
No era mala idea. Aunque el hecho de llevarla conmigo, lo hacía tentador y malo. Nunca antes había llevado chicas a mi departamento salvó por Joel, pero tenía que hacerlo, no podía dejarla a su suerte, sobre todo en estas condiciones.
—Esta bien Isabel, te llevaré a mi casa —respondí con voz nerviosa.
...
Al fin habíamos llegado a mi casa, la pequeña princesa seguía dormida y me costó hacerla volver en si.
Seguía mareada, demasiado a mi parecer. Cómo pude la tomé de la cintura llevándola hasta mi habitación.
Lo malo de los borrachos, era que tarde o temprano buscarían la forma de hacerte perder la cabeza, está no fue la excepción cuando de la nada, se deciso de todo el alcohol que su pequeño cuerpo contenía almacenado.
—Oh, ¡Demonios, Isabel! —intente contener mi enojo cuando ella como pudo intentó disculparse mientras contenía su risita.
Esta chica me saca de mis casillas.
...
Una vez arriba, dado los acontecimientos anteriores debía cambiarle la ropa.
Aquel embrollo no parecía afectarle en lo absoluto, hasta podía decir que le gustaba.
Isabel no era buena con la bebida, eso me quedaba claro.
Suerte que estábamos en el mismo sitio —pensé.
—Isabel, deja de moverte. Coopera —en un intento por quitarle el vestido.
—Esta bien —me dió la espalda y tomó su cabello con ambas manos, pidiendo en tono dulce desabrocharle el botón del cuello y bajar su cierre.
Tragué saliva, ésa carita de inocencia podía ser en extremo peligrosa con las palabras correctas.
—De... de acuerdo —accedí. Comencé a hacer lo que me pidió. Tome con ambas manos la parte superior del vestido para poder desabrocharlo.
Con mucho cuidado bajé su cierre teniendo un sutil rose a su cuerpo desnudo que estaba bajo el vestido.
La situación me ponía algo excitada. La idea de tenerla frente a mi, y sobre todo en mi habitación, hacía desearla más.
Pero una cosa tenía claro, a menos que así lo deseara ella yo podría tomarla, de lo contrario, no lo permitiría.
...
Me encontraba tratando de controlar mis impulsos, tratando de pensar en algo más, sin embargo ella decidió jugarme sucio.
—Bien, Jimena, si tanto me deseas... —dijo sorpresivamente. Giró hacia mí, con ambas manos me arrojó al centro de la cama para luego regresar a su misma posición.
Qué pretendía Isa... —dejo a mitad mis palabras cuando la ví darse la vuelta y con delicados movimientos monto un mini espectáculo sensual mientras se quitaba la ropa frente a mí.
¡Joder, qué está chica es dinamita!
No tenía palabras para lo que estaba pasando. Se veía tremendamente sexi. ¿Quién lo diría? Está chica podía ser atrevida cuando se lo proponía.
Dejó finalmente caer el vestido poniendo al descubierto únicamente lencería. Conteniendo el aliento la observé, hermosa, suspiré ante maravilloso monumento de mujer, piernas espectaculares y un cuerpo de los mil demonios que... dejaban en jaque mi cordura.
Comenzó acercándose a mí, con una mano acarició mi pierna desnuda por la falda que traía puesta. Subió a mi cama por encima mío haciendo que por reflejos me acostara ante su seductor cuerpo.
Me deje llevar por las caricias que Isabel dejaba a su paso en su camino para subir a mi.
Traviesa, sabía lo que provocaba y me encantaba.
Nuestras miradas conectaron por una fracción de segundos, tiempo suficiente para quebrantarse todos los principios que me había planteado. No podía soportarlo más, ella estaba aquí y me estaba pidiendo a gritos tenerla.
Comenzó a descender en busca de mis labios, yo estaba ansiosa y deseaba que siguiera con ello.
Cosa que no fue así, al notar su rostro a un costado de mi cara.
—Te deseo tanto, pero no será tan fácil para tí, tenerme —susurró en mi oído—. Antes quiero que esto —señalando mi corazón—, me pertenezca. Es un riesgo que estoy dispuesta a correr —besó mi mejilla para luego acostarse sobre mí y dejarse envolver por el sueño al fin.
Tarde en reaccionar ante lo sucedido. ¿Quería que la enamorará?
Esta chica era increíble.
Una sonrisa se iluminó en mi rostro. Me deje llevar, la abrace sin malicia, el calor de su cuerpo me hizo sentir una paz que tenía tiempo de no experimentar. Su aroma delicado me dejaba sin aliento y me incitaba a querer protegerla.
¿Podía aceptar su deseo? ¿Qué tan capaz era de hacerlo?
La simple idea me causaba escalofríos, no sabía si estaba preparada para enamorarme de nuevo.
Tenía miedo de... volver a sufrir.
Pensativa decidí acostarla a mi lado y arroparla. Permanecí a su lado, observándola en su pasible descanso sin contemplar que en mí, había dejado todo un remolino de emociones.
Ella era alguien que llegó para desestabilizar mi mundo a su voluntad.
Me dejó sobre las cuerdas aún sin siquiera luchar.
¿Valía la pena intentarlo?
Francamente no lo sabía.
Me acerqué a su rostro y como un deseo propio me permití robarle un beso de sus labios.
Isabel era alguien especial, no se merecía daño alguno.
Ella lo tenía todo.
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Nos leemos luego. √(".")×(".")\
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