12. Comienzo
Continuación
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Luego de unos minutos arreglándose, estaba lista para salir y esperar a Jimena. Por fortuna sus amigas habían salido a bailar con otros compañeros y ella fingiendo que se sentía mal optó por quedarse.
Claro que todo eso pasó antes de saber que Jimena la invitaría a salir.
Se encontraba nerviosa, después de mucho tiempo sin saber de Jimena, ese día por fin saldrían en una ¿Cita? No, no sería así. Sólo sería una simple salida y no tenía porque hacerce de falsas ilusiones o pensar de más.
Entonces, ¿Porqué se sentía inquieta?
Escuchó vibrar su celular, al revisarlo un mensaje de Jimena avisaba su llegada al hotel.
Se encontraron en el estacionamiento, Jimena lucía tremendamente hermosa, su larga melena rizada obscura caía suelta por su espalda, vestía unos shorts de mezclilla, un top negro que hacía juego con la camisa blanca semi abierta. Se encontraban en la costa y la opción de usar algo más abrigadora era algo casi impensable.
Por el contrario Jimena quedo embelesada ante la chica que tenía enfrente. Vestía un vestido veraniego azul cielo apenas a la altura de las rodillas. Su cabello rubio se encontraba atado en una coleta alta dándole un aire casi infantil.
¡Dios que bella! —pensó Jimena.
—Nos vamos —aceptó Isabel y juntas se fueron a algún lugar de la zona.
Entraron a uno de los pocos bares tranquilos que había. Tomaron asiento cerca de la barra y ordenaron algo de tomar. Ambas un poco nerviosas pues cada una tenía diferentes perspectivas de lo que sería su cita.
—Y… ¿Cómo has estado? —preguntó para iniciar la plática Jimena.
—Creo que bien —se tomó un segundo para hablar—. Yo, debo decirte que sigo sorprendida que nos hayamos encontrado aquí. Después de la última vez que nos vimos, pensé que nunca más querías volver a verme.
Se tornó pensativa, eso último la hizo meditar sobre esa ocasión y una sonrisa vacía apareció. Habían sucedido muchas cosas después de decir lo que dijo y por mucho que lo intento no dejaba de pensar en la chica que tenía enfrente.
—Estos días en que estuvimos lejos, la culpa no me dejaba descansar. Se que la forma en que te pedí que terminara todo no fue la adecuada pero en ese momento no encontré las palabras exactas para hacerlo.
—Te dije que no te guardaba ningún rencor.
—Lo sé, lo sé. Pero aún así, no tenías la culpa de nada.
—¿No comprendo?
—Isabel, aquella mañana en que fuiste a mi casa, tú ibas con una intención. ¿Cuál era?
—Eso no importa ahora.
—Por favor. Ni siquiera te deje hablar, pero creo que era muy importante.
—…
—Anda, dímelo.
Sabía que no tendría otra oportunidad como esa, pero decirle que le gustaba ¡Dios de solo pensarlo sus mejillas se encendían.
—Entiendo —respondió desanimada Jimena.
Con la mayor fuerza que pudo reunir, trató de controlar sus miedos y le tomó la mano a Jimena.
—Aquella vez, había ido a tu casa porque… quería que supieras, bueno… yo quería decirte.
—¿Yo te gusto? —preguntó Jimena, tomando por sorpresa a Isabel.
—…
—Por favor.
—Si.
El corazón de Jimena vibró, si bien Isabel podía ser poco expresiva con sus emociones, su mirada, los gestos que hacía, hablaban por si solos.
—Esa mañana cuando nos vimos, trate de decírtelo pero... me dejaste en claro que no sentías lo mismo por mi.
—Isabel… —susurró al verla.
—Tú… me gustas.
***
[Una semana antes]
—Jimena, la jefa quiere verte mencionó la secretaria.
Asintió de inmediato.
Buscó unos papeles que de paso entregaría y fue hasta su oficina.
Una vez adentro notó que Tatiana, su jefa se encontraba en una llamada, le dió una vista rápida señalando que no demoraría.
Espero a que terminara, dió un vistazo al lugar. Se veía como de costumbre en perfecto orden. Su jefa solía ser una mujer que le gusta el control, no se permitía encontrarse en medio del desorden. Además era una mujer muy hermosa, sensual con un porte imponente que la hacía más irresistible. Y si, aquello último era muy peligroso en toda la extensión de la palabra.
Recordó la primera vez que tuvo un encuentro poco profesional con Tatiana cuando recién se habían conocido, hace ya un par de años.
La fiesta de la constructora sería el detonante, una semana antes de aquel evento ambas comenzaban a relacionarse en su trabajo, quizá a Jimena no le importaba tanto que se tratara de su jefa pero tenía unas inmensas ganas de acostarse con ella. La mujer era guapa, se dió cuenta de los intereses de Jimena, que no fue problema aventurarse a algo así.
Ese día en medio de una reunión aburrida, ambas dejaron que sus instintos salieran a flote para cumplir con sus deseos.
Después de ese encuentro, hubieron más y sus salidas se hicieron más frecuentes.
Aunque hubo un tiempo en que después de muchos encuentros sexuales, considero a Tatiana para algo más serio, ella era una buena persona sólo que sentía que era un tanto posesiva, y no le gustaba ese mucho que se comporta así. Decidió desertar de considerarlo como novia y la rechazó cuando ella se lo propuso.
No obstante sus encuentros no dejaron de ser y sin importar el lugar, si podían se sucumbían en complacer sus deseos.
Si esas paredes hablaran…
Cómo fuera, aquello llegó a su fin, cuando empezó a conocer a Isabel. Fue difícil conseguir que Tatiana dejara de intentar algo con ella, evitarla era una de sus opciones y en cualquier ocasión Jimena buscaba que le asignarán proyectos con algún otro ingeniero.
La llamada concluyó, Jimena volvió a su lugar y retomó su postura sería.
—¿Qué pendientes tienes la semana siguiente? —preguntó Tatiana.
—Estamos concluyendo con los preparativos fiscales del tercer semestre, así que sólo serán revisiones.
—Perfecto. Necesito que te alistes para viajar. Iremos a una convención a las afueras de la ciudad. Quiero que presentemos el proyecto piloto de las casas inteligentes.
Entendía que era un proyecto muy importante, pero el simple hecho de escuchar que viajaría con ella lo hacía peligroso.
—¿Sólo nosotras? —preguntó deseando que no fuera así.
—Si, ¿Hay algún problema? —cuestionó
—Ninguno —suspiró con resignación.
—Bien, entonces preparate serán sólo tres días de trabajo más un día libre.
Ese último día sonaba excelente pero el solo pensar que estaría con ella no le hacia sentir así.
—Si, gracias. Bueno… si es todo me retiro —se levantó para ir a la salida, apenas iba a tocar el picaporte cuando sintio el cuerpo de su jefa atrás de ella. Muy cerca. Su pecho chocaba en su espalda y su respiración caliente hizo que se le erizara la piel.
—Entonces, te veo en la playa, querida. Muero por tenerte de vuelta en la cama —su voz sonaba seductora. Y sus manos traviesas dieron un rápido recorrido a su cuerpo apretando sin soltura uno de sus pechos, haciendo que un jadeo doloroso saliera sin precio aviso.
No pudo continuar seduciendo a Jimena cuando alguien llamó a la puerta, a regañadientes tuvo que separarse dejando a la chica libre para irse de inmediato de la oficina.
Era un hecho que Tatiana estaría sobre de ella todo el tiempo y aunque no tenían problema con eso, ya no sentía la misma pasión para tener algo sexual con ella.
Todo por Isabel.
Después de apartarse de ella intento con todas sus fuerzas olvidarse de la chica. No lo consiguió, más al contrario sus deseos eran más y comenzaba a extrañarla al grado de pensar llamarle.
***
Qué sorpresa tan grande fue encontrarla en el mismo lugar. Fue casualidad o el destino que quizó jugar con ellas. Sea como fuera se presentaba como una oportunidad que bien podría aprovechar y salir lastimada. O ignorarla y seguir extrañandola, cualquiera que fuera su decisión el dolor estaba de por medio.
Entonces ¿Valía la pena una segunda vez?
…
Se mantuvieron en un silencio abrumador, sin saber que decir una a la otra. Isabel decidió levantarse para irse del bar.
El chico de la barra observó la situación y en un gesto cortes se acercó para animarla.
—¿La dejaras ir?
—Yo…
—Hey, sabes en esta vida pierde la persona que se no atreve a arriesgarse. No sé lo que suceda pero te interesa mucha aquella mujer. ¿No es así?
—Si.
—Entonces, anda por ella.
Entre lo que cruzaba por su mente, se dejó embriagar por esa sensación especial que sentía cuando estaba Isabel con ella.
Dejó que sus emociones la envolvieran y a toda prisa salió para alcanzarla.
La perdió de vista por unos minutos hasta hallarla sentada a la orilla de la playa. Se acercó con cautela hasta donde se encontraba, sin decir nada, ambas se dedicaron a observar el pacífico mar en medio de esa noche cálida.
Hasta que Jimena comenzó a hablar.
—Hace años, me enamore de una mujer, su nombre es Natalia. Fue alguien… muy importante para mí vida. La relación era tan real que estuvimos a punto de casarnos.
Isabel escuchó con atención.
—La amaba, o al menos eso creí. No sé en qué momento terminó su amor por mí. Pues un día antes de la boda me fue infiel, y la imagen de verla con alguien más es algo que me ha atormentado todos estos años.
—Jimena…
—Despues de ese día, decidí cerrar cualquier sentimiento de amor. Tenía miedo, aún sigo sintiéndolo. Me he relacionado con personas pero no es igual, se siente… vacío —la volteó a ver—. Debo ser sincera contigo, la primera vez que te ví, deseé tanto llevarte a la cama. Divertirme como con todas las demás.
La miró con sorpresa.
—Sé que suena tan cliché pero al estar contigo, ¡Dios, no podía hacerlo! No podía jugar contigo. Intenté reprimir mis emociones y te alejé, pero entre más pasaba el tiempo, te extrañaba como no te imaginas.
—… —No sabía que decir Isabel.
—Lo que intento decir, es que… realmente aún tengo miedo. Miedo a sentir esto de vuelta y que nos hagamos daño. Pero si tú me aceptas y sientes lo mismo por mí. Me esforzaría porque esta relación funcionase —le tomó las manos—, ¿Te gustaría ser mi novia?
—… —¿Novia? Pensó Isabel, sonaba irreal. Es decir ¡Jimena le pedía ser su novia! Pero, ¿Estaría a la altura para tener una relación con ella? Era muy abrumador darle una respuesta, estaba demás decir que le gustaba demasiado pero… sus dudas.
Entre el silencio de la chica, Jimena pensó que tal vez no había sido un buen momento. Se disculpó y le pidió olvidarse de ello.
***
Después de un rato el frío se intensificó, Jimena le brindó su suéter para caminar de vuelta al auto.
—Hace una linda noche ¿No lo crees? —mencionó Jimena observando el oleaje del mar.
—Si, me gusta la tranquilidad de aquí.
—A mi también —se acercó más a la otra chica. Un silencio volvió a tornarse. A pesar de ello se sentía bien, permanecer así. Al menos hasta que una idea le surgió—. Hay que meternos al mar.
—¿Qué? ¡Estás loca!
—¿Por qué no hacerlo? Estamos en la playa —tiró de sus manos para llevarla de regreso—, ¡Vamos!
Entre queriendo y no, acepto. Vió a Jimena avanzar a prisa y la soltó cuando ya estaban cerca de la orilla del agua, se agachó para desatar las agujetas de sus tenis, para luego desabrocharse el short. Se quitó la camisa quedándose únicamente en top y unos diminutos boxer femeninos. Aquello causó un leve sonrojo a Isabel por lo que de inmediato desvió la vista a otra dirección hasta que Jimena entró al mar.
—¡Uff! El agua está en su punto —se sumergía para bañar todo su cuerpo—. ¡Qué esperas, Isabel!
La chica sintió escalofríos tan sólo de tocar con los pies el agua fría.
¿Cómo podía siquiera pensar en meterse con semejante frío?
—¡Ven!
Estoy loca —pensó. Observó a Jimena quién la veía sonriente, tenía pensado ir por ella si no se atrevía a meterse por si cuenta . Resignada se giró de espaldas y comenzó a desabotonarse el vestido, una vez logrado lo deslizó por su cuerpo hasta caer sobre la arena, quedando en ropa interior.
La imagen de Isabel en poca ropa sacó un sonrojo a Jimena quién no dejaba de verla al notar su piel de porcelana desnuda.
Trago saliva y decidió optar por mirar a otra dirección para no incomodarla.
Aunque hubiera preferido seguir viendola.
Isabel, fue metiéndose poco a poco, sintiendo como la piel se le ponía chinita, prefirió tener medio cuerpo en el agua. Jimena se acercó con una sonrisa traviesa y en un atrevimiento la comenzó a atacar con manotazos de agua, dejándola completamente empapada.
—¡Jimena! ¡No! —mostró una rabieta de disgusto, sacando una risa burlona de la otra chica.
Una pequeña ola hizo desbalancear a Jimena. Isabel cómo buena nadadora que era, aprovecho esa oportunidad para zambullir a la otra en venganza.
—No, no, me rindo —se reía mientras intentaba tener el control de su peso.
—Eso te pasa por mojarme —la soltó y siguió nadando.
—Bien, me lo merezco —se pasó el cabello de la cara hacia atráa, otra idea vino a su mente—. Te reto a nadar hasta esa banderola. Si gano tendrás que cumplir una petición mía.
—¿Qué pasará si pierdes?
—Si pierdo, cosa que lo dudo. Yo tendré un castigó.
—mmm…
—¿Qué dices?
Isabel sonrió. —Digo que vas a perder.
Se dieron una mirada, cuando una de ellas terminó de contar, ambas salieron nadando en dirección hacia la bandera blanca del otro extremo de la orilla.
Jimena no tenía buena técnica por lo que constantemente tragaba agua lo que hacía que su rendimiento fuera disminuyendo. Por el contrario Isabel tenía un braseo preciso era amplia la ventaja que no costó trabajo ganarle a la otra.
—jajaja… te gané.
Se acercó agotada. —Bien, eres mejor nadadora. Lo admito.
Isabel intentó bailar un extraño baile de la víctoria provocando una carcajada de la otra chica.
—Esta bien, te reto ahora de regresó.
Ni siquiera dejó que Isabel lo pensara, cuando Jimena ya más recuperada nadó de vuelta. Dado que avanzó un tramo amplió la otra no pudo hacer mucho y está vez fue la perdedora.
—¡Yey, gane! —se acercó braseando más despacio.
—Eres una tramposa.
—Una victoria, es una victoria.
—Okay.
Se acercó a Isabel. —Entonces… ¿Cuál será mi castigo?
—mmm… te lo cobraré después —Jimena, asintió.
—Esta bien, pero yo sí quiero pedirte el mío —nadó un poco más cerca de ella, suavizó su voz—. Se que te pedí que lo olvidarás, pero… de verdad me gustaría saber tú respuesta.
El corazón de Isabel latía a prisa. Tuvo tiempo de pensarlo mejor. Y más relajada se animó a responder.
—Esta bien, cierra los ojos —así lo hizo. Isabel se acercó más a la otra y con un suspiro cargado de nerviosismo susurro a su oído las palabras que deseaba escuchar—. Si, si quiero.
Una pequeña sonrisa esbozó Jimena cuando sintió los labios de Isabel en su mejilla.
El simple roce de su piel tocando su rostro le provocó una cálida sensación en su pecho.
La atrajo hacia sí, manteniéndose abrazadas sintiendo el calor de sus cuerpos bajo el agua.
—Gracias, Isabel.
***
Media hora más tarde ya se encontraban de vuelta en el hotel de Isabel. Se estacionó cerca y acompaño a su nueva novia hasta la puerta de su habitación.
—Me divertí mucho, hoy —se ánimo a decir Isabel.
—Yo lo hice más —se detuvieron una vez estar frente a su puerta.
Pensó si sería una buena idea el que la invitará a quedarse. Por fortuna su compañera de habitación se quedaría esa noche con su novio así que estaría sola.
Era el momento de ser un poco más atrevida.
—Entonces creo que es momento de irme para que descanses.
—En realidad —comenzó a decir—, tal vez tú quisieras… es decir si se puede, no lo sé, que te quedarás conmigo hoy.
Se sorprendió un instante pero dándose una rápida solución, y pese a que tal vez Tatiana la estuviera esperando para terminar lo que no logro hacerle. Aceptó.
Ambas entraron al cuarto, tomaron un baño por separado. Mientras Isabel se bañaba, encendió su celular, de inmediato una llamada entrante la hizo tornarse inquieta, se trataba de Tatiana.
—¿Donde estás? Te eh estado marcando.
—Sali con una amiga.
—¿Con qué amiga? ¿Estás con alguna zorra?
—No es de tú incumbencia. Llego mañana temprano.
—Jimena, no me puedes dejar sola.
—Te deje en claro que lo nuestro había terminado. Lo siento. Estaré lista, adiós.
—Fin de la llamada.
Dejó a un lado el celular, respiró hondo. Probablemente mañana sería todo un infierno.
A como diera lugar debía hablar con Tatiana para dejarle en claro que lo que tuvieron aunque divertido permanecía al pasado. Sería difícil, el temperamento de su jefa era muy intenso, y podría traerle problemas en el trabajo. Así que para evitar problemas futuros renunciaría apenas regrese a trabajar a la empresa
Sería un día muy pesado —pensó.
…
Luego de estar más abrigadas, se acostaron en la cama, manteniéndose cerca una de la otra.
—¿Te gustaría ir a una cita, conmigo? —preguntó Jimena, cuando el silencio se hizo notorio.
—Me encantaría.
—Perfecto. Se me complica venir a verte mañana y pasado pero podemos aprovechar mi día libre para salir.
—¿Estarás en la convención?
—Si, Tatiana mi jefa tiene que arreglar con clientes del proyecto, me traerá de un lado a otro sin descanso.
—Uff , suena a que es una tirana.
—jajaja… si, un poco. Es muy estricta cuando se lo propone, pero es buena persona.
—Claro y muy guapa —susurró por lo bajo pero Jimena si logro escucharlo, causándole una risita.
—Acaso, ¿Notó una pizca de celos?
—Ah, no, no para nada —intentaba escusarse, le parecía sumamente tierna al verla así.
—Escucha, sé que tenemos pocas horas de profesarnos amor, pero de verdad me gustas Isabel —le acarició la mejilla—, y eso no cambiará pronto —la atrajo a su cuerpo para besar su frente. Aún no se atrevía a besarla en la boca por miedo a que se sintiera incómoda Isabel, aunque esperaba que eso pronto cambiará.
—Bueno… al menos te darán un día libre.
—Sip, y quiero pasarlo contigo, cariño —se aventuró a llamarla así esperando que no se molestará, pero no dió indicios de ser así. Al contrario se mantuvo abrazada más a ella y pronto ambas calleron rendidas en un sueño profundo.
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Nos leemos luego.
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