11. Tú Mirada
No le quedó más remedio que tomar asiento de vuelta. Por fortuna no se había retirado las gafas y evitaba así, tener contacto visual con ella.
La manera en que Isabel movía sus manos, daba a notar su nerviosismo. Jimena entendió y en su fuero decidió extender una mano hasta la de la otra chica para que se tranquilizara, lo logró.
Isabel intentó tomar la batuta del momento. Respiró hondo apenas consiguiendo relajarse.
—Escucha, Jimena —empezó a hablar—. No sé que hice para que tomarás la decisión de dejar de hablarnos…
—Isabel —quizó interrumpir.
—Pero está bien —prosiguió— te entiendo de cierta manera. Nunca eh sido buena mostrando mis sentimientos y a veces eso suele causarme problemas. Lo acepto —suspiró—. Sólo quiero que sepas, que a pesar del corto tiempo conociéndonos. Te volviste alguien especial para mí. Adiós Jimena.
Aunque quiso seguir estando junto a ella los ojos comenzaban a cristalizarse, se levantó antes que lo hiciera la otra, y se marchó del establecimiento de vuelta a casa.
Por lo menos pudo cerrar un capítulo en su vida.
—Tú… también eres especial para mí —susurró en medio de un nudo en la garganta cuando Isabel ya se había ido—. Pero no quiero volver a sufrir por amor.
…
Las semanas pasaron. Para fortuna de Isabel ya se encontraba con mejores ánimos y hasta podría decirse que todo estaba en el olvido.
Aunque no podría ser así, aún.
Ese día se haría la presentación de piano en el que Jimena participaría. A pesar de que tenía muchas ganas de asistir, el temor a que la viera y se hiciera incómodo fue grande por lo que prefirió no hacerlo.
Pero no contaba con que sus amigas la convencerían de ir.
El auditorio se encontraba medianamente lleno, muchos eran familias de los que participarían y algunos otros invitados o evaluadores. En medio del ajetreo, decidieron sentarse en la parte céntrica para disfrutar del evento que pronto daría inicio.
Los pianistas fueron pasando hasta hacerlo al fin, Jimena. Decir que se veía espectacular era poco, vestía un hermoso vestido azul con perlas alrededor de la cintura. Su cabellera negra a la que siempre estaba acostumbrada a llevarlo suelto se encontraba perfectamente sujeta para esa ocasión.
No dejaba de sorprenderle la manera en que conducía cada nota musical entre sus manos. Se podía sentir las emociones que expresaba justo en ese momento.
—¿Qué era lo que pasaba por tu mente, Jimena? —se preguntó Isabel. Por lo que pudo conocer de ella, era una mujer muy extrovertida, Solía relacionarse bien entre la gente, pero todo eso representaba una máscara. Había algo que le causaba, ¿Miedo? No podía describirlo bien, guardaba sus secretos y eso estaba bien, pero algo en ellos la dejaba ser selectiva y poco confiada—. Lastima que todo haya terminado —suspiró resignada.
Después de ese día, ya no hubo marcha atrás. Comenzaría a dejar aquello que muriera por la paz. Por ahora tenía cosas más importantes en que pensar, entre ellas los exámenes finales y algo que funcionaría de terapia, sería el viaje de fin de curso que se acercaba.
El último mes paso volando, las calificaciones del semestre ya estaban entregadas y trás muchos días de desveló logró concluir satisfactoriamente sus materias.
Lo único que restaba sería lo referente al viaje. Una semana en la que incluirían algunas visitas a museos y al que sería el motivo principal del viaje, la convención de biodiversidad al que debían asistir.
Todos se encontraban emocionados por la salida, prepararon maletas y sin más espera, aquella mañana salieron desde el acceso de la universidad a su destino en esa ciudad.
Cerca de la media tarde arribaron al hotel, apenas pisar fuera, una brisa de calor invadió los cuerpos de los estudiantes que venían usando ropa abrigadora dado la temperatura de su natal ciudad.
—Dios, muero de calor —mencionó Sofía. Sus amigas asintieron de igual forma.
A la mañana siguiente salieron rumbo al primer destino, el museo interactivo. Constaba de un enorme edificio en forma de media esfera, a sus alrededores un extensa superficie de arboledas acompañaba el recinto.
La visita duró cerca de tres horas que fue el tiempo en que concluyó el recorrido. Pronto, se encontraron comiendo en algún restaurante cercano al hotel. Después de eso, tenían la tarde libre para salir a los alrededores y regresar al hotel antes de cierta hora.
—Propongo que salgamos esta noche de fiesta, a Isabel le caerá bien despejarse —habló Linda.
—Si, ¡Vamos! —reafirmó Sofia.
—No lo sé, nos podemos meter en problemas.
—Descuida. Además puede ser una buena oportunidad para que te quites ese estrés que te cargas. Ya olvida a tú novia y mejor salgamos a divertirnos.
—Jimena no es mi novia.
—Yo no dije nombres —Linda rió cómplice.
—Esta bien —asintió resignada.
Concluida la plática, decidieron alistarse junto con algunos otros amigos de su grupo y esa noche sin que los profesores se dieran cuenta, salieron hacia la zona de bares y discotecas.
De inmediato localizaron un lugar que parecía ser de los más populares entre los turistas, no hubo problemas y de inmediato se encontraron adentro disfrutando de la buena música mientras se divertían.
Todos parecieron gozar de la velada, era pasada de la media noche y muchos acordaron en desvelarse y disfrutar la madrugada a la orilla del mar. Una vez afuera buscaron un sitio que fuera tranquilo para pasarla bien, prepararon una fogata y se sentaron al rededor de esta mientras algunos contaban una que otra anécdota vivida.
Isabel decidió salir un rato a caminar cerca, llegó hasta el rompe olas a unos escasos metros de la vista de sus amigas y se sentó sobre unas rocas sintiendo la brisa golpear su rostro y escuchar el sonido pacífico del imponente mar.
Sin entender porque lágrimas comenzaron asomar en sus ojos y está sin inmutarse dejó que fluyeran. Se sentía aún triste, era tonto decirlo pero lamentaba que las cosas con Jimena no terminarán bien, aún así ya nada se podía hacer, hacía unas semanas desde la última vez que se vieron y de ahí no había vuelto a aparecer.
—¡Basta Isabel! —se recriminaba—. Debes olvidar y comenzar a cambiar tú manera de interactuar con los demás —estaba frustrada.
Una vez más tranquila, se levantó de donde se hallaba, dió un último vistazo al lugar para luego regresar de vuelta al hotel. Envío un mensaje a sus amigas para que no se preocuparan.
Al cabo de una hora, luego de haberse duchado, se recostó, hasta conseguir conciliar el sueño.
…
Siendo de día, debían alistarse a su siguiente destino una reserva acuática localizada en una región a unas dos horas de la ciudad, ahí permanecerían lo que resta de la semana. Además esa misma tarde comenzaría la convención en la que debían de asistir obligatoriamente.
Se distribuyeron en secciones luego de regresar del la reserva ahí, los maestros asignaron los horarios para las conferencias a las que debían entrar y así no tener aglomeraciones.
Tanto Sofía, Linda e Isabel fueron separadas en distintos grupos.
El primer grupo que fue en donde se encontraba Isabel fue asignado al área de tecnologías renovables. Sonaba bien para la chica y decidió aprovechar la oportunidad para conocer de qué iban los temas.
Era entendible que siendo un evento de esa magnitud, las salas de encontrarán llenas y los lugares escasos.
Dió una vista rápida encontrando algunos lugares disponibles en la parte del centro y algunos más enfrente, los primeros como era de esperarse fueron acaparados por compañeros que tomaron ventaja de la lentitud de los demás. A Isabel no le quedó de otra que tomar su lugar hasta adelante.
La música instrumental de fondo dejó de sonar indicando con ello que daría inicio la primera hora de conferencias. Según los folletos que tomó antes de ingresar, el tema que se abordaría serían "casas inteligentes" impartido por una constructora de prestigio, cuyo fundador hablaría del proyecto.
Una vez anunciar a los presentes que daría comienzo, subieron a la tarima una de las conferencistas. La ingeniera hablaba de una forma muy coloquial, captando la atención muchos espectadores y especialistas. Sin duda era una mujer bastante hermosa y elegante, probablemente de unos treinta años.
Al cabo de media hora pidió a su compañera continuar con la siguiente mitad del tema. La chica asintió y se abrió paso hasta colocarse al lado de su compañera quién le extendió en medio de una sonrisa el micrófono.
¿Qué fuerza sobrenatural existiría en el mundo que fuera capaz de juntar a dos almas en un mismo lugar? —fue la primera cosa que cruzó su mente. No había reparo en lo que sus ojos estaban viendo. Jimena era una de las conferencistas y ahora mismo se encontraba en frente de todos.
Las mejillas de Isabel se ruborizaron siendo una chica de piel clara era muy notorio el cambio.
¡Por el amor de Dios, que no me vea! —pensó Isabel. Aunque fue muy tarde para eso, cuando sus miradas cruzaron en medio del público que veía atenta a la chica de cabello negro.
Jimena esbozó una sonrisa hacia la chica y trás darse unos segundos, continuó con la exposición.
¿Qué hacia Isabel, aquí? —se preguntó. Aún con todo eso, no pudo evitar sentirse feliz, luego de no haberla visto después de mucho tiempo.
Finalizado el tiempo de exposición las ingenieras agradecieron a los presentes para luego bajar y tomar asiento pues la siguiente exposición daría inicio.
—Dios qué bueno que acabo… —susurró la chica.
—Hola, Isabel —escuchó la voz de alguien saludarle sentándose de igual manera al lado suyo. Se asustó al notar la presencia de Jimena.
—Ah… hola —mencionó con seriedad.
—No sabía que andabas por aquí. Acaso ¿Me estás acosando?
Pero que demonios, primero me pide que me aleje y ahora me habla así de repente —pensó Isabel. Aquello le hizo sentir una especie de furia ¿Quién se creía para llegar y hablarle como si nada hubiera pasado?
Se levantó de inmediato, para irse de la sala. Jimena quedó desconcertada más luego reaccionó siguiéndola afuera.
—Espera, Isabel ¿Qué sucede? —alcanzó a tomarla de la mano una vez llegar hasta donde se encontraba.
—Hago lo que me pediste, alejarme.
—Isabel, vamos. Fue una grata sorpresa encontrarte aquí. ¿Por qué no hacemos las pases?
—¿Qué?
—Si, podemos seguir frecuentando y…
—Jimena, a veces no te entiendo. Primero me pides que me aleje, ahora dices que no ¡Es qué acaso quieres que me vuelva loca!
Lo dicho por Isabel pareció dejar extrañada a Jimena aunque sólo por poco tiempo, cuando una candorosa carcajada salió de la boca de Jimena.
—¡Ahora que sucede! —cruzó los brazos Isabel.
—jajaja… no nada, es que te ves linda cuando pones esa cara de enojada.
—Jimena… —masculló entre líneas.
—Pero, te entiendo —cambió su postura—. Las cosas conmigo han sido... difíciles. Por favor, te pido me perdones. Me gustaría que volviéramos a intentarlo, es decir ser amigas, tú sabes.
—No lo sé Jimena, yo…
—Por favor.
Suspiró resignada. —Esta bien, seamos amigas —dijó sintiendo una especie de paz en su alma. Ambas regresaron a la sala para tomar de vuelta los asientos, escucharon con atención la exposición, de vez en cuando se daban una sonrisa mutua y volvían a lo suyo. Cada una por dentro pensando, ¿Si, era lo correcto seguir con esto?
—¿Que te pareció la presentación? —habló Jimena , refiriéndose a su exposición, al cabo de unos minutos.
—Impresionante. Es un gran proyecto, promete mucho en las energías limpias.
—Me alegra que te guste. Lo mismo esperamos nosotros.
De vuelta siguieron prestando atención a la exposición. Faltaba poco para que terminara, Isabel saldría de la sala y luego ¿Qué sucedería?
Jimena se acercó un poco a su cuerpo y le susurró sobre si quería quedarse a su lado en la siguiente conferencia.
Isabel asintió.
...
La conferencia concluyó, ambas mujeres salieron caminando cerca del lugar. En eso un mensaje llegó al celular de Jimena. Isabel notó que no dejaba de revisar su celular y en ocasiones hacía gestos de molestia.
—¿Todo bien? —preguntó Isabel.
—Si, sólo ah, creó que debo irme. Mi jefa me espera.
—No te preocupes, entiendo. Yo… debo regresar con mi grupo al hotel.
—Esta bien, Isabel —le tocó la mano—. Me dió gusto que nos encontramos aquí. Te eche mucho de menos.
—Tambien yo —respondió ruborizada.
Permanecieron un momento muy cerca una de la otra, hacia tiempo no se habían visto que ahora pareciera que necesitaban compensar la lejanía.
—Ahí estás —una tercera persona cruzó camino entre ellas, se trataba la jefa de Jimena, Tatiana. Una mujer alta, cabellera castaña, con un porte muy elegante. Tenía el ceño fruncido, parecía estar molesta o al menos eso aparentaba.
—Te dije que iría en un momento —contestó sin reparó Jimena.
—Bueno, yo creo que debo irme —interrumpió Isabel—. Me… dió gusto verte de vuelta Jimena.
—Claro, a mi tambien —caminó hacía ella, dándole un beso en la mejilla, sin importar que su jefa la estuviera viendo—. Te veo pronto.
Isabel asintió, se despidió de ambas, Tatiana no se inmutó en responder a su saludo. Lo que causó molestia en Jimena.
—Dijiste que nos quedaríamos aquí hasta tarde, no entiendo cuál es la prisa —volteó a ver a Tatiana.
—Sabes que debes permanecer a mi lado, no son vacaciones. Ahora vámonos, tenemos un compromiso —concluyó la discusión y caminó de regreso a la sala.
Tatiana podía ser un dolor de cabeza cuando se lo proponía —pensó Jimena.
***
Luego de esa tarde, Isabel no volvió a saber de Jimena. En su intento de olvidar a la chica, el que volviera a aparecer lo complicaba demasiado. Le gustaba mucho y sabía que ella no sentía lo mismo. Entonces, ¿Podía conformarse con su amistad?
No lo sabía con exactitud.
Para la noche estando en la habitación, un mensaje de un número desconocido llegó a su celular, al abrírlo notó que era de Jimena.
Jimena: ¿Qué haces?
Isabel: Acabó de salir de tomar un baño.
Jimena: Eso suena bien.
Se acomodó mejor en la cama. Y volvió a recibir otro mensaje.
Jimena: ¿Seguirás en la ciudad?
Isabel: Si, cuatro días más. ¿Y tú?
Jimena: Sólo un par de días. Oye, ¿Te gustaría salir esta noche?
Pasaron un par de minutos, luego del último mensaje. No hubo respuesta.
Jimena: ¿Sigues ahí?
Isabel: No creo que sea buena idea. Jimena, se que prometimos volver a iniciar. Pero yo realmente…
Jimena: Por favor. No me rechaces.
Jimena: Anda.
Entre la duda, sus ganas eran más y terminó por aceptar.
Isabel: Enseguida te envío mi ubicación.
Sería una velada muy interesante.
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Nos leemos luego.
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