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10. Inicios III

Continuación

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Siendo tarde, la cena—baile estaba llegando a su fin.
Los padres de Jimena decidieron retirarse antes, luego de haber convivido con su hija. Necesitaban descansar un poco para antes del viaje de trabajo que tenían que realizar.

Natalia se ofreció a llevarla después a casa, aunque entre sus planes no estaba ir allá pronto. 

Cerca de la media noche condujó de retorno a casa. Antes de "pasar a dejar" a su novia, le pidió que la acompañara a casa de la otra chica. 

—Okay… estás muy misteriosa está noche, amor —mencionó Jimena sonriente.

—Sólo un poquito, ya lo verás.

Entraron a casa de Natalia, la convenció de quedarse ahí, excusandose que el auto estaba fallando.

Estando en la sala, Natalia se apresuró a servir entre sonrisas cómplices un par de copas de vino como celebración al día.

Con un gesto más ameno, se quedaron sentadas en el sofá platicando de lo genial que había sido todo. La fortuna de al fin haber presentado a sus padres y que estos respondieran asertivamente al noviazgo de su única hija. Ambas eran dichosas por ello y sentían que ahora que las cosas conducían a su favor, no habría adversidad que las pudiera separar.

—Me esperas un momento, vuelvo enseguida —subió a toda prisa al segundo piso.

Jimena echó un vistazo a su silueta cuando está se iba. Si, adoraba tanto a esa mujer. Nunca se imaginó que por un accidente encontraría a alguien tan especial, como lo era ella. Había estado con algún par de chicas antes de conocer a su novia y jamás, con ninguna de ellas, sintió la misma conección como lo hacía con Natalia.

—Me gustas tanto… —susurró entre labios. Un ruido en la planta de arriba hizo sacar de sus pensamientos, se preocupó y decidió subir a cerciorarse que todo estuviera bien.

En su camino, las luces fueron apagadas, algo no estaba bien. Intentó llamarla por el nombre pero no obtuvo respuesta, caminó hasta el final del corredor siendo el lugar que se encontraba iluminado.

—¿Nati…? —tocó la puerta pero nadie respondió. Se animó a girar el picaporte cuando sintió que alguien la abrazaba por la espalda sacándole un pequeño susto.

—Perdón ¿Te espante?

—Descuida —soltó el mango de la puerta y se aferró en las cálidas manos de Natalia —Tardaste un poco y me preocupe.

—Deseaba que subieras —le besaba la mejilla con total ternura —¿Ya te dije lo linda que te vez, cariño?

—Siempre lo haces —sonrió.

—Es que lo eres. Te puedo decir un pequeño secreto.

—Te escuchó.

—De alguna u otra forma, estoy agradecida por haber sufrido ese accidente con la moto.

—¡Pero que dices! Casi pierdes la vida, no puedes sentirte así.

La tomó de las manos para girar su cuerpo y tener su rostro frente a ella.

—Lo sé, y aunque malo nunca lo cambiaría. Ese día cuando casi te atropellaban, yo ya te conocía.

—¿Cómo? —se mostró confusa.

—Bueno, me refiero de vista. En una ocasión fuí a la plaza para despejarme un poco, mi trabajo y la universidad me estaban agobiando y necesitaba distraerme. Aún así mis preocupaciones seguían presentes. Agotada, decidí salir de ahí pero cuando lo hice tropecé y dejé caer mi bolso, un par de chicas pasaban en ese momento sin prestar atención en lo sucedido, a excepción de una. Se detuvo un instante con el único propósito de ayudarme. Lo hizo y cuando la ví sentí que algo en mí se encendía. Era, es muy hermosa y me sonrió. Quise decir algo pero no pude, más luego salió de vuelta en dirección a sus compañeras.

—¿Era yo? Perdón, no lo recuerdo.

—Quizá porque paso mucho tiempo de eso, pero cuando te ví caminando por el parque, sentí que la oportunidad volvía a mi vida. Traté de acercarme cuando ibas cruzando la calle y entonces… pasó el accidente.

—Yo…

—Amor —la tomó de las mejillas—. Me enamoré de tí desde la primera vez. Y no hay día que no deje de agradecer el que te volviera a ver. Pudiste dejarme en la ambulancia e irte, olvidarte de mi, pero no lo hiciste. Tal vez sentías culpa y demás, pero el echo es que me mostraste un lado que pocas personas tienen.

—Natalia… —susurró enternecida y con lágrimas en los ojos.

—Y si corrieras peligro de nuevo, daría mi vida por tú bienestar —la atrajo hacía ella, sintiendo el calor de su cuerpo. Dejó ir un pequeño sollozó, sus palabras habían sido tan reales que se sintió que no merecía nada de lo que decía la otra chica.

Se separaron, pero sólo un instante cuando Natalia se acercó a su rostro para plasmar en su boca un beso que mostraba todo lo que sentía por su chica.

No hubo pausas, ambas lo sentían, se amaban y estaba más que demostrado con palabras. La tomó de la cintura y sacando la lleve de sus bolsillo abrió la puerta que tenían de frente.

Una oleada de emociones recorrieron sus cuerpos cuando Natalia encaminó a su novia adentro. Lo primero que captó Jimena al entrar fue la escencia a vainilla que desprendían las velas exparcidas por la habitación, le gustaba. Al igual que la hermosa cama en el centro, y regadas sobre de esta una línea de pétalos de rosas que lo hacían aún más romántico. Pero algo que la dejó sin aliento, fue la pequeña escena del fondo, en la pared se encontraban pegadas algunas de las fotografías más simbólicas de su relación, las primeras salidas, haciendo gestos, los viajes improvisados, todo había en ese muro que le recordaba el profundo amor que se tenían.

—¿Te gusta? —preguntó Natalia quién se había esforzado porque todo estuviera perfecto.

—Es hermoso. Siempre quise que mi primera vez fuera así de especial, no tanto por el lugar sino por la persona con la que lo haría. Te Amo Natalia.

Se fundieron en un beso que derritió sus corazones, poco a poco el deseo en ambas comenzó a crecer.

Jimena era nueva y no conocía nada sobre el sexo. Pero no importaba porque Natalia estaba ahí para indicarle y guiarla hacia el nuevo camino en que se adentraría.

Entre sonrisas y coqueteos se desnudaron mutuamente. Por un momento Jimena sintió dudas sobre su cuerpo, ¿Le gustare? ¿Me veré mal? Muchas cosas invadieron sus pensamientos. Sintió las manos de su novia en sus hombros desnudos y sin más, la acercó hasta sentir su piel unida a la suya.

—Eres perfecta mi vida —susurró en su oido. Fue suficiente para calmar su mente y dejarse llevar por lo que sentía hacia esa mujer.

La recostó sobre la cama, recorrió con ternura su cuerpo y se inclinó de vuelta a sus labios. Jimena comenzó a tocar en principio con miedo cada parte de su piel desde el cuello, deslizando por la espalda hasta sentir el comienzo de su cintura. Tenía una piel tan suave y cálida. Se fue acostumbrando a la sensación hasta conectar con las manos de Natalia. Dejó que ella tomara la batuta y al ser así, comenzó a descender en un camino de besos hasta sus pechos donde con suaves mordidas comenzó a acariciar hasta exponer los primeros goces de placer. Se dió cuenta que era una zona muy sensible y le gustó que Natalia fuera quién lo hiciera.

Siguió su camino hasta encontrar otro lugar que pedía atención.

Volteó a ver a Jimena y está con las mejillas rojas asintió para que siguiera explorando. Así lo hizo. Se colocó en medio de su chica y comenzó a dejar tiernos besos en sus piernas hasta llegar a su entrepierna. Volvió a subir para seguir besándola, deseaba que la primera vez que entraría en Jimena está la estuviera viendo. Con delicadeza introdujo dos dedos sientiendo lo estrechó que era ahí, comenzó de vuelta a besarla al mismo tiempo que bolbeaba con lentitud su entrada.

Todo era delicado, Jimena lo merecía.

De vuelta esa sensación placentera comenzó a surgir, está vez comenzó a causarle estragos, se sentía tan bien que sus labios soltaban pequeños jadeos que callaba Natalia con su boca.

La chica comenzó a sentir un calor creciendo en su vientre, su cuerpo comenzaba a agitarse y sin más su respiración acelerada comenzó a aumentar cuando el punto más alto la hizo explorar en un orgasmo.

—Te amo, Jimena —acarició su rostro removiendo algunos cabellos rebeldes de este.

—Te amo, mi Natalia.

—Mi Jimena —la beso con más fervor.

[Un año más tarde]

Era Navidad. Cómo había sucedido desde hace un tiempo sus familias se reunían para celebrar las fiestas.

Jimena ya se encontraba en la universidad, recién terminaba su primer año y no podía estar más feliz por eso. Mientras tanto, Natalia había iniciado su propia empresa y aunque pequeña comenzaba a irle  bien.

Esa noche Natalia había invitado a todos a un restaurante exclusivo. Pues según ella, ese día representaba uno tan especial para todo los presentes que los acompañaban.

En especial para ella, le propondría matrimonio a Jimena.

Al término de la cena pidió tomar la palabra. Agradeció a todos los que lo acompañaban ese día y ante un suspiro hondo se preparó para lo que haría.

—Este año ha sido uno de gran dicha, nuestra familia  está reunida para celebrar un año más. Uno se acaba entre todos los eventos que aconteció considero este como la cereza del pastel —giro en dirección a jimena—. La vida me a puesto a una mujer especial, una que lucha incansablemente, y de la que nunca me arrepentiré de haberla conocido. Nuestro amor sobrepasa los límites que no puedo imaginarme una vida sin ella, por eso…

Se arrodilló frente a ella y en automático muchos comenzaron a emocionarse por lo que estaba por suceder.

—Por eso —siguió hablando—, aquí frente a todos, hoy te pido: Jimena, ¿Quieres casarte conmigo? —mostró un anillo en su mano.

Fue como si el mundo por un instante dejara de respirar, se sintió el vertigo en el aire, hasta que una emocionada Jimena asintió en respuesta a tan hermosa pregunta.

Esa noche como bien lo dijo Natalia, fue más especial con la noticia de tan hermosa unión.

[Cinco meses después]

Aprovecharon las vacaciones de verano para que fuera en esa fechas la boda. Las chicas compartieron todo lo referente a la preparación aunque las más entradas en ese rollo fueron las madres de las novias.

Sólo faltaba un día para la tan esperada fecha en donde al fin unirían sus vidas en matrimonio.

Los amigos de ambas decidieron hacer algo especial para ellas por separado. No es que se llevarán mal pero era algo de "la novia no verá a la novia antes de la boda" a regañadientes aceptaron.

Un mensaje nuevo le llegó a Jimena por la tarde.

Natalia: cuento las horas para que seas mía ante la ley.

Jimena: Ya quiero verte, amor.

Natalia: Yo también. ¿Estás con tus amigos?

Jimena: Si, pero no será por mucho tiempo. Pronto iré a casa para descansar, quiero estar lista para mañana.

Natalia: Si, amor. Yo… saldré con los chicos en la noche. Quieren que vayamos a tomar algo. Descuida solo serán unas copas.

Jimena: Está bien, amor. Cuídate.

Natalia: No olvides que te amo.

Jimena: Nunca lo haré. Besos.

Se despidió de ella y siguió prestando atención a los anécdotas del grupo. Tenían en mente salir a bailar pero tras poner de excusa un dolor en el estómago decidieron que lo mejor sería irse para descansar.

No creía tanto en las supersticiones así que sin más, decidió conducir hasta la casa de Natalia para pasar la noche con ella.

Moría de ganas de verla, tal vez se sorprendería pero si la convencía de no salir con sus amigos quizá esa noche podrían darse una excelente despedida de solteras. Eso último le pareció excitante y condujó más a prisa para llegar de inmediato.

Quizó darle la sorpresa y entro sin avisarle, por suerte aún se encontraba en casa, las luces encendidas indicaban que no había salido y eso era genial. Dejó las llaves sobre la mesa del corredor y notó en la esquina un par de vasos semi vacíos. Probablemente algún amigo había estado en casa.

Escuchó un ruido en la planta alta y decidió subir. Estaba feliz que no se percató de la ropa que se encontraba en el corredor. La puerta estaba entreabierta probablemente su novia ya se encontraba dormida. Así que la sorprendería.

Pero todo fue lo contrario.

Un gemido fuerte hizo detener de seguir abriendo la puerta, se asomó por el rabillo solo para observar lo que nunca se imaginó que sucedería.

Natalia estaba teniendo sexo con otra mujer.

Sus gemidos sonaban violentos, estaba montando a la otra chica mientras tenían las piernas cruzadas, con bruscos movimiento sus cuerpos chocaban, provocando que la mujer no dejará de gritan lo mucho que disfrutaba que la dominarán.

Aquellas imágenes consumieron todo el amor que sintió por Natalia. Lágrimas comenzaron a brotar a cantaron provocando un sollozó fuerte que llamó levemente la atención de las mujeres. Natalia volteó apenas y sólo lo hizo para mostrar una sonrisa perfecta y seguir dándole duro a quien tenía en la cama.

No hubo descripción para lo que sintió Jimena al ver los ojos de su novia observarla y que no sé inmutara siquiera en detenerse.

Salió lo más rápido de la casa, en el auto estalló en llanto hasta secar sus ojos mientras se perdía conduciendo por las calles de la ciudad.

Había sido un golpe bajo para su relación. ¿Qué tan mal estaba para hacer algo como eso? ¿De verdad la amaba? Eso último fue estúpido pensarlo, pues alguien que ama jamás lastimaria a su pareja como lo había hecho Natalia.

Precisamente, un día antes de su boda. 

....

[Actualidad]

...

Intentó salir huyendo del lugar pero Isabel la tomó de la mano.

—Tan sólo permíteme unos minutos y si tú quieres, ya no te molestaré más —expresó Isabel.

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I M P A C T A D A

Nos leemos luego.

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