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El pasillo largo infinito y las taquillas verdes a los lados estaban a la vista. Los estudiantes paseaban alrededor y ellas dos se quedaron en medio del gran espacio que había. Unos estaban guardando los libros y otros simplemente charlaban o se hacían bromas los unos con los otros.
Siguieron avanzando y se acercaron al tablón de anuncios, que estaba colgado enfrente de conserjería. Ambas esperaban que les tocaran en la misma clase, como había sido desde los 8 años. No obstante, no todas las ideas que pensamos suceden realmente. Irene había caído en 4ºESO B en el aula B-14 y Laura en 4ºESO A en el aula B-18. Esto desconcertó un poco a la protagonista, aunque no le echó demasiada importancia a ese pequeño detalle. Miró a su amiga, que se acariciaba un mechón de su pelo rubio con los dedos nerviosamente. Laura le devolvió la mirada y esta vez no le sonreía.
-Te voy a echar de menos, amiga. Ya verás como este año nos comemos el mundo en cero-coma –le comentó Laura para que Irene no viera que no estaba lo bastante feliz como para decir eso.
La chica pelirroja abrazó a su amiga, apretándola muy fuerte. Laura era entonces más alta que ella. Medía 1'70 cm y ella 1'60 cm. Eran diez centímetros que muchas veces se diferenciaban en cierto sentido. Ahora comenzaba otra etapa más de sus vidas, pese a que ya no estén siempre juntas en las asignaturas, ese obstáculo no iba a hacer que permaneciesen separadas.
Entonces se oyó la canción ''Cophenage'' de Vetusta Morla en el pasillo. Ya era la hora de entrar a la primera sesión. Los demás se iban yendo cada uno a su clase correspondiente e Irene se apartó del abrazo y se despidió de ella con la mano. Laura finalmente le sonrió e Irene se perdió a la vista. Estaba convencida de que la planta B, era la segunda por lógica. Sin embargo, no pudo encontrar su clae y no supo si preguntar o seguir buscando por su cuenta.
Por allí apareció un chico moreno con gafas dando vueltas igual que ella. Llevaba un chándal azul que le hacía destacar con sus zapatillas blancas. Se cruzaron con la mirada e Irene decidió preguntarle para no perder más tiempo.
-Hola¿Sabes dónde está el aula B-14? Sé que está en la segunda planta pero no consigo encontrarla y me estoy agobiando un poco –preguntó Irene, haciendo ademán para que el chico le ayudase.
El chico moreno se ajustó las gafas y no pudo evitar forzar una tímida sonrisa. Esperó 10 segundos antes de responder y señaló con el brazo derecho.
-Está a tu izquierda. Este año han cambiado las aulas. Ahora las A,C y D están arriba y las B la han dejado en la planta baja. Aún tienes tiempo de entrar antes de que tu tutor/a te pille en el pasillo –respondió el muchacho, que había vuelto a sonreir.
La protagonista se sintió un poco tonta al principio, pero recapacitó de los hechos y las consecuencias y le susurró <gracias> un poco avergonzada al chico. Éste asintió con la cabeza y siguió a su avío.
Irene abrió la puerta de su izquierda lentamente. Había entre 20 y 25 personas en la clase y todos estaban al fondo con sus mochilas. Ésta entró, cerró la puerta y caminó hasta allí con los demás.
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