Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XV.

Estaba sentado al lado de la ventana con muchos papiros extendidos a lo largo del escritorio frente a él.

Suspiró agotado y regresó su mirada a la puerta. Shimon había salido en busca de algo que, según el sacerdote, lo ayudaría a aprender más cosas, pero el Príncipe ya no quería aprender nada más.

Una cabeza se asomó, entonces, a su lado. Su cabello desordenado y castaño resaltó sobre su rostro sucio, pero sus ojos verdes siguieron siendo lo más llamativo en ella incluso cuando sonrió.

Atem casi saltó de su silla cuando la vio.

—Hola, desconocida —la saludó sacando su cabeza por la misma ventana y encontrándosela tratando de no perder el equilibrio.

—¡Mou~! ¡Ya te he dicho que ese no es mi nombre! —replicó la niña frente a él.

Atem frunció los labios en un mohín.

—¡Pero ni siquiera me has dicho tu nombre! —dijo él en defensa propia apoyándose contra el alféizar.

Ella solo rió.

—¡Cierto! ¿Quieres salir a jugar? —le preguntó dejando rápidamente atrás el tema de su nombre.

Señaló hacia los papiros.

—Tengo deberes —contestó, pero ella solo rodó los ojos y tomó su brazo en un rápido movimiento, sorprendiéndolo —. ¡O-Oye!

La niña volvió a reír.

—¡Vamos, vamos! ¡Eres un niño! ¡Los niños no tienen deberes, mucho menos trabajo!

Atem frunció el entrecejo resistiéndose inconscientemente a ser sacado del palacio. Aunque, para ser sincero, quería saltar con ella.

—No de dónde eres, pero aquí en Kemet hay niños que, de hecho, tienen trabajosreplicó —. Sobretodo yo.

Ella parpadeó e inclinó la cabeza. Atem se exasperó ante su falta de comprensión.

—Pero no pareces necesitar dinero.

—No es por dinerosuspiró.

—¡Entonces puedes tomar un descanso! —ella insistió —. ¡No deberías estar tan tenso! ¡Mi papá dice que no es bueno que un niño trabaje tanto!

La miró curioso. ¿Quién era esta niña tan extraña que lo trataba como si fuera uno más?

—¿Acaso no sabes que yo-...? —no terminó su pregunta en cuanto oyó los presurosos pasos de su tutor acompañado de alguien más.

¡Rayos! Si alguien la veía, estaría en problemas. No solo por estar indebidamente dentro de los terrenos del palacio, sino por acercarse a él mismo.

—¿Huh?

No le dio tiempo a preguntar cuando saltó por la ventana y aterrizó a su lado. Ambos terminaron exactamente bajo el borde de la ventana con Atem tapándole la boca para que no hablara y mirando furtivamente hacia arriba en caso tuviera que dar alguna excusa si los encontraban.

Oyó a Shimon llamarlo, la otra persona que lo acompañaba quizá era Aknadin, o su padre mismo, pero no quiso averiguarlo.

Por fin, después de oír un «tal vez era mucha tarea», volvió a escuchar la puerta cerrarse y pudo respirar tranquilo.

¿En qué momento había aguantado la respiración?

Escuchó a la niña reírse en cuanto la soltó.

Sus mejillas se calentaron y su entrecejo se frunció. No se estaba burlando de él, ¿o ?

—Eh...

—¡Por fin te relajaste! —ella exclamó dando un salto para levantarse y, posteriormente, extender una mano hacia él —. Ya que tus profesores te han dejado libre, ¡vamos a jugar, ¿está bien?!

Libre...

Abrió los ojos de manera repentina una vez que dio su sueño por finalizado. Llevó una mano a su cabeza y se sentó al borde la cama.

¿Por qué estaba recordando eso ahora?

De hecho, no era como si exactamente lo recordara.

¿De quién se trataba esa niña...?

Suspiró antes de cubrirse con las sábanas. Un ligero dolor de se acentuó en la parte posterior de su cabeza y una mujer gruñó a su lado al mismo tiempo que también se despertaba.

Atem la miró unos segundos frunciendo los ojos listo para llamar a los guardias antes de rememorar los hechos de la noche pasada. Ah, claro, la bailarina, recordó rodando los ojos.

La celebración de sus 19 años no había sido exactamente memorable. Muchos hombres borrachos a excepción de sus sacerdotes así como muchas mujeres semi-desnudas bailando e insinuándose.

¿A quién se le había ocurrido la maravillosa idea?

Ah, sí. A él.

—¿Durmió bien, su Majestad? —preguntó la bailarina acurrucándose un poco más cerca de él.

Atem se levantó de pronto evitando su toque. Una noche había sido más que suficiente.

—Sí. Vístete y ya vete. Tengo cosas que hacer —ordenó.

La chica pareció ligeramente herida, pero no se opuso ante su mandato y prontamente ya estaba solo en su habitación otra vez.

Suspiró y un puñado de sirvientes entraron a vestirlo.

¿Qué era lo que estaba haciendo? ¿Desde cuándo lo hacía?

Apretó los puños hasta sentir sus propias uñas clavándose en su propia piel. Su mandíbula se tensó y pronto los siervos que lo habían vestido huyeron al comprender su estado de ánimo.

Ya recordaba. No quería evocarlo.

Al salir de sus aposentos, lo primero que vio fue a los guardias bajar la cabeza para saludarlo y lo segundo, fue a Mahad apoyado en una de las columnas del palacio.

Quizá sonrió al ver a su amigo, pero había olvidado lo que se sentía al hacerlo.

Dramático.

—Buen día, Mahad —saludó a su más leal amigo y sacerdote.

El sacerdote sonrió agraciado logrando que el Faraón frunciera el entrecejo.

—Por la posición de Ra, quizá lo correcto sería decir «buenas tardes» —corrigió.

Oh, Ra.

¿Cuánto tiempo había dormido? Sin duda, el vino no era una buena opción para él.

Atem movió la cabeza para que ambos continuaran el camino hacia el comedor ignorando aquel incómodo tema.

Mahad le comentó sobre algunos asuntos del palacio, así como sobre un pleito que hubo entre dos mercaderes y sobre el Sumo Sacerdote Seto frecuentando a una plebeya.

—Espero que él sea feliz con ella —fue lo único que comentó Atem al respecto.

Mahad lo observó en silencio por varios segundos y Atem tuvo que mirarlo para que quitara esa extraña expresión.

—Habla de una vez, Mahad —ordenó —. ¿Hay algo que el jefe de seguridad del palacio quiera decirle al Faraón?

Dudó. Atem lo notó con solo darle una mirada a cómo apretó los labios e inclinó la cabeza de forma pensativa.

—Mahad —insistió.

El sacerdote le devolvió la mirada, entonces, enderezando la espalda y levantando la quijada.

—Uno de los guardias que vigilan el pueblo ha regresado temprano. Al parecer ha visto al Rey Ladrón a las entradas de Tebas.

Atem respiró hondo.

—Ya veo, así que el infeliz que trató de robar la tumba de mi padre ha regresado —comentó.

Mahad asintió y volvió a dudar antes de agregar:

—Además...

—¿Además? —Atem lo miró curioso.

Esta vez Mahad respiró hondo y detuvo sus pasos. Atem tuvo que hacer lo mismo con lentitud. La mirada de Mahad era ciertamente extraña, estaba preocupado, pero no quería transmitírselo, quizá porque no se trataba de algo que atentara contra su salud física.

Lo miró directamente a los ojos.

—Los aldeanos dicen que se le ha visto con una-...

Mas no pudo continuar cuando uno de los guardias corrió directo hacia Atem bajando la cabeza y pasando a Mahad. El sacerdote lo miró realmente sorprendido, pero Atem solo lo atribuyó a la urgencia del aviso.

Lo perdonó solo por eso.

—Su Majestad —el guardia se arrodilló. Atem no recordaba su nombre, por lo que solo asintió para que continuara —. Hay alguien que quiere verlo. Hemos tratado de persuadirla, pero no para de insistir. Dice que es muy importante y que se conocen.

Alzó una ceja interrumpiéndolo.

—¿Alguien? —repitió —. ¿Y qué tan importante es este «alguien» como para exigir mi presencia? ¿O como para que ustedes, los guardias de mi palacio, tengan que, de hecho, recurrir a mi presencia?

El guardia presionó los labios tardando notables segundos en contestar. ¿Por qué parecía que todos dudaban hoy?

—Dice que su nombre es Manet y encaja casi perfecto con la descripción que se nos dio hace tiempo —dijo —. Bueno, falta algo, pero-...

Los ojos de Atem, que habían estado fruncidos hasta el momento, se abrieron a la par al escuchar ese nombre y sintió algo que hizo que su corazón golpeara fuertemente contra sus oídos y se sintiera justo en su garganta, sin embargo este sentimiento no era exactamente el mismo que había tenido hacía estaciones.

Miró a Mahad y el sacerdote desvió la mirada. Él lo sabía. Seguramente el guardia del pueblo lo había mencionado en su informe.

¡¿Por qué diablos no lo había dicho antes?!

Entonces la comisura de sus labios se curvó hacia arriba. Era muy gracioso. Ciertamente divertido volver a oír su nombre después de tanto tiempo.

Apretó la mandíbula y la sonrisa desapareció.

Era divertido, pero no estaba feliz.

〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰

Atem caminó rápidamente por los pasillos. Sabía que el mismo guardia y Mahad lo estaban siguiendo de cerca, pero había dejado de escuchar sus palabras desde que comenzó a caminar.

Un alboroto en las puertas se escuchaba aun cuando él no estaba ni cerca.

—¡Les estoy diciendo que no habrá problema, Ouji no se molestará!

—¡Espere tranquila, por favor, ni siquiera sabemos a qué se refiere!

Si había tenido dudas, estas ya ni siquiera parecían haber existido. Esa era ella. Esa era su voz. Y ese era el extraño apodo que le había dado.

Apretó las manos en puños.

Es ella.

Tenía que verla por sí mismo.

—¡Abran paso! —ordenó al tumulto de guardias que se había formado.

Escuchó a Mahad pedirle que se calmara y que pensara un poco, pero solo lo ignoró.

Sintiéndose como si fuera poco a poco, pero siendo lo más rápido en realidad, cada guardia se hizo a un lado con la espalda erguida y mirada al frente.

Atem los atravesó con rapidez hasta que la vio de espaldas a él gritándole a un pobre guardia que ya no sabía cómo tranquilizarla.

El guardia de mediana edad solo tuvo que alzar la mirada hacia él para que Manet se detuviera en sus argumentos e hiciera lo mismo.

Sus ojos se conectaron y podría jurar que aquellas esmeraldas, que en algún momento pensó que eran lo más hermoso dentro de Egipto, soltaron incontables brillos.

Le dio asco.

—¡Ouji! —ella se precipitó hacia él casi tropezando con sus propios pies —. ¡Tengo tantas cosas que decirte! ¡Escucha, el-...!

No la dejó terminar cuando vio que una de sus manos se iba a posar sobre su brazo.

La sacudió antes de siquiera pensarlo.

Y entonces, con sólo una señal, Manet ya tenía a varios guardias sujetándola con fuerza por los brazos.

—¡¿Que-...?!

Atem dio media vuelta ignorando la indiscreta mirada de Mahad, así como obligándose a pensar que la mirada sorprendida y herida de Manet no afectaba en lo absoluto a su corazón.

Sí. Él estaba convencido de eso.

〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰

¿Eh?

Mana no pudo evitar resistirse.

¿Qué está pasando?

Podía jurar que ni siquiera lo guardias entendían lo que estaba sucediendo.

Buscó respuestas en Mahad, pero él ni siquiera se dignó a devolverle la mirada.

Mucho menos Atem, que ya estaba caminando de regreso cuando dio la orden:

—Llévenla a las mazmorras.

¡¿EH?!

—¡O-Ouji! ¡¿Qué estás-...?!

—¡Yo soy el Faraón! —la interrumpió con tanta fuerza que Mana pensó por un momento que la golpearía —. Nada menos que el más cercano a los Dioses en este momento. No oses llamarme de otro modo si no quieres que mande a ejecutarte ahora mismo.

Mana sintió su garganta se secaba mientras que sus ojos se humedecían.

—¿De-De qué estás hablando? ¿Ejecutarme? —trató de no tartamudear —. ¿Por qué?

Él sonrió y la miró por sobre el hombro.

Una fina curva en sus labios. Nada más.

—«¿Por qué?», preguntas —repitió con un tono peligrosamente afilado antes de llamar a uno de los guardias con la mano —. Llama al escriba y dile lo siguiente —el guardia asintió. Mana juró que lo vio temblar —: «Hoy, el vigésimo día de Shemu*, la mujer de nombre Manet será encarcelada por cometer traición en contra de la familia Real.» —miró a Mana otra vez —. Que venga a buscarme para aclarar lo demás.

Mana tragó saliva.

Lo demás...

Le sostuvo la mirada con firmeza, intentando buscar respuestas a sus interminables preguntas, pero los ojos de Atem estaban tan vacíos que no encontró ni una pizca de simpatía.

Por esos segundos en los que ambos se miraron, Mana tuvo una sensación realmente similar a cuando estuvo junto a Bakura.

Ella tuvo una resolución en ese momento.

Este no era exactamente el Atem que ella conocía.

Este era el Atem destinado a ser odiado por su pueblo y a ser asesinado por el Rey Ladrón.

Este era el Atem que ella había creado tras su ida.

Ahora entendía a qué se refería Bastet cuando comentó que no sería fácil.

Todo esto era su culpa.

〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰

(Me dio pereza hasta "copiar y pegar", por lo que hay dos SS sobre las temporadas/estaciones del Egipto antiguo)

¡Y aquí estoy otra vez!
Debo decir que me costó un poco escribir este capítulo. Realmente me da pena que ya esté en la recta final, todo fue tan rápido que casi me arrepiento de publicar tan seguido.

Solo casi.

En fin, quedé satisfecha con el capítulo. ¿Qué tal ustedes? ¿Les gustó? No olviden dejar sus opiniones en los comentarios. ¡Amo leerlos!

Gracias Sheblunar, CuteMeliJones y DannakawaiiYGO por comentar en el capítulo anterior, así como a todos los que votaron.

¡Sin ustedes no tendría tanto ánimo!

¡Hasta el próximo capítulo!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro