XI.
Ishizu recibió una llamada, por enésima vez en el día, antes de comenzar a comer su almuerzo. Solo que esta vez, al mirar la pantalla, no se trataba de alguno de los arqueólogos o trabajadores del museo de su familia, sino de su hermano Marik.
—Dime —saludó volviendo a tomar asiento frente a su delicioso almuerzo.
—¿Mana está contigo? —fue directo al punto.
El corazón de Ishizu saltó, al igual que ella de su silla.
—No. ¿Por qué? ¿No ibas a recogerla tú? —cuestionó cual interrogatorio.
—Lo iba a hacer, pero Yūgi dice que ya se fue hace rato —contestó Marik.
Ishizu se mordió el labio inferior mirando hacia la puerta preocupada.
—¿No crees que-...?
—¡Sólo han pasado unos días! Ella no-...
Pero no tuvo tiempo de seguir objetando cuando la puerta de su hogar se abrió repentinamente dejando ver a una Mana completamente empapada y agitada, como si hubiese estado corriendo desde hacía horas.
Ishizu no colgó la llamada, pero dejó caer su brazo con el teléfono móvil.
—¡Mana, ¿qué crees que-...?!
Mana la miró.
—Afuera está lloviendo —señaló despreocupada con el pulgar antes de continuar su camino hacia el segundo piso —. Voy a estar en mi habitación, o en la biblioteca.
Ishizu la observó desaparecer tras subir las escaleras y suspiró llevando su celular a su oído una vez más.
—Ya la oíste —dijo y unos segundos después, agregó: —. Marik, estoy preocupada.
Marik tardó muchos segundos en responder.
—Yo también.
—¿Debería hablar con ella? —sugirió Ishizu mordiéndose el labio inferior.
Si tuviera a su hermano menor frente a ella, probablemente lo vería negar lentamente con la cabeza.
—Yo lo haré. Hay algo que quiero preguntarle.
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Hora tras hora. Minuto tras minuto. Libro tras libro. Hoja tras hoja. Mana no encontró nada sobre Dioses, cosas místicas y viajes en el tiempo que se relacionaran entre sí.
Incluso le rogó al collar de la madre de Atem por si acaso éste tuviera algún poder mágico oculto, pero nada sucedió más allá de sentirse completamente torpe e inútil.
¿Quizá ella estaba equivocada? ¿Quizá todo a su alrededor estaba como tenía que haber sido desde un principio y ella era la que estaba mal?
Quizá solo eran pequeños precios a pagar por la realidad...
¡NO!, se gritó a sí misma y volvió a llenarse de energía.
—¡No sé qué hacer! —exclamó tirando todas sus cosas al suelo, entre todo, el collar.
Rápidamente se agachó y lo tomó entre sus manos.
Atem... ¿Qué hago?
—¿Algún problema? —escuchó la voz de Marik desde la puerta.
Mana abrió ligeramente los labios y se levantó de un salto escondiendo sus manos con el collar detrás de su espalda.
Retrocedió unos pasos hasta dar con la mesa de su escritorio y sonrió.
—Marik —saludó.
Él le devolvió una suave sonrisa y se acercó a recoger los libros que había tirado, observando cada uno con una incómoda atención.
Una vez que tuvo todo listo, lo dejó al lado de Mana.
—Son mucho libros de historia —comentó —. ¿Qué tal te fue en tu exposición?
Mana lo miró confundida unos segundos y luego todo cayó como piezas de dominó.
—¡Oh, lo siento mucho! —exclamó moviendo las manos y olvidando casi por completo el collar —. Tuve problemas con... Todo y se me olvidó que-...
—Lo sé —Marik la interrumpió y sus ojos dejaron las facciones de Mana para dirigirse a la joya entre sus dedos —. Es un lindo collar, aunque creo que es muy ostentoso para tus gustos.
Mana parpadeó y rápidamente intentó volver a esconder el objeto, aunque se dio cuenta que era inútil.
Suspiró y se sentó sobre su cama mientras que Marik volvía la mirada a todas las hojas y cuadernos sobre su escritorio, todo en un pesado silencio.
—Yūgi me comentó sobre tu arrebato en la universidad...
Mana desvió su mirada al suelo a pesar de que sabía que Marik no la estaba mirando y apretó el collar en su mano izquierda.
La herida había sanado casi por completo, pero todavía llevaba un parche.
—Sí, bueno, yo...
Marik la miró.
—Mana, ¿realmente estás bien? —quiso saber.
—Estoy realmente harta de escuchar esa pregunta —confesó y le devolvió la mirada —. Yo estoy bien. Es solo que-... Desde que volví nada tiene el sentido que recordaba. Todo-... Todos tienen algo diferente para mí. Algo que nadie más nota... —suspiró cansada —. Como un rompecabezas con piezas de otro puzzle.
Marik asintió lentamente paseándose por la habitación.
—¿Y... Eso tiene que ver con Atem?
Mana negó.
—No, Atem es-... —frunció el entrecejo y se levantó de un salto mirando a Marik directamente a la cara, dándose cuenta de lo que había dicho —. ¿Qué-..? —tragó saliva.
—Mana, ¿quién es Atem? —la interrumpió Marik.
Mana apretó los labios.
—¿Cómo sabes de Atem? —preguntó ella, mas no obtuvo más respuesta de la que ella dio.
Marik la taladró con su mirada. Como si fuera un interrogatorio. Como si hubiese hecho algo malo y quisiese meterse dentro de su mente para saber el porqué lo hizo.
—¿Él fue quien te dio ese extraño collar? —cuestionó. Mana no respondió. Estaba perpleja. Sorprendida. Anonadada. Y todos los sinónimos posibles que se pudieran encontrar para la definición —. ¿Desde cuándo lo conoces? ¿Quién es Atem? ¿Es por él que te fuiste? Mana, ¿acaso él te-...?
—¡NO! —por fin Mana reaccionó ante todas las preguntas de su hermano, aunque no de la mejor manera posible —. No sé qué es lo que estás pensando, ¡pero definitivamente no es así! ¡¿De dónde sacaste ese nombre?! ¡¿Por qué de pronto tantas preguntas sobre él?!
—¡No son de pronto! —contestó Marik con la misma potencia en la voz.
Mana pudo oír los pasos presurosos de Ishizu al subir las escaleras, pero ninguno se molestó en hacerle caso cuando llegó a la puerta de la habitación.
—Desde que regresaste hace doce años, todos nos hemos hecho la misma pregunta, Mana —Mana parpadeó confundida. ¿Eh? ¿Doce años? —. ¿Quién diablos es Atem? ¿Por qué después de tus dos desapariciones, haces lo mismo?
—¿Lo... Mismo? —Mana repitió y entonces Ishizu ingresó con pasos seguros hasta ubicarse al lado de Marik y ponerle una mano en el brazo para calmarlo.
Su hermanastra mayor la miró.
—Tanto hace doce años como ahora, siempre dices su nombre en sueños, Mana —dijo —. «Atem».
—¿Desde hace tanto tiempo? ¿Por qué no dijeron nada?
—Porque creíamos que si lo hacíamos, podíamos desencadenar algún factor estresante, o lo que sea que dijo el doctor —gruñó Marik quitándose la mano apoyo de Ishizu —. Pero ahora que lo hemos hecho, no parece que Atem fuera algo malo en tu vida.
Mana tragó saliva.
—No... Atem no es-... —se obligó a corregirse —. Atem no era una mala persona.
No en mi línea de tiempo, ni cuando lo conocí, al menos.
—Ya lo veo —dijo Marik.
Entonces ambos hermanastros dejaron su habitación sin decir mucho más que «buenas noches» a pesar de que no pasaban de las 4 pm.
Mana nunca había visto tanta rabia y preocupación mezcladas en los ojos de sus familiares; sin embargo lo que realmente resaltó en sus brillantes miradas fue la decepción.
No sabía si eso era un efecto, o si solo se estaba obligando a sí misma a pensar en ello como uno.
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Durante el resto de la tarde y hasta el día siguiente, Mana no vio ni a Marik ni a Ishizu. De hecho, ellos no la buscaron y ella no los buscó.
Suspiró y miró alrededor de su casa vacía.
Era tan... Solitario.
Tomó el collar de la madre de Atem que ahora descansaba en su cuello. Era cierto, no era para nada su estilo. Muy dorado y llamativo para su gusto, pero...
No me desagrada.
Se sentía bien llevarlo. Se sentía como si fuera su lugar... De alguna forma
Con el fin de buscar alguna solución a su problemática mente, Mana tomó su bolso y salió de su casa. Tenía planeado ir a su universidad y buscar algo, lo que sea, que le sirviera aunque sea como pista para regresar al pasado.
Sin embargo no esperó, al abrir la puerta y llegar a la acera pública, encontrarse con cierta pelirroja sonriente, apoyada en el capó de un auto plateado.
Mana se aguantó las ganas de exhalar su exasperación.
—No me digas que Marik te envió a hablar conmigo, Serenity —casi gruñó con el entrecejo fruncido, aunque su enojo no iba dirigido a nadie en especial.
Ella sonrió y negó.
—Para ser precisa, lo único que me dijo ayer fue: “No entiendo a tu amiga.” y cuando habla acerca de ti como «mi amiga» y no como «su hermana», es mi señal para intervenir —explicó.
Mana rodó los ojos con gracia.
—¿No te molesta que te llame para hablar de sus problemas familiares? —quiso saber.
Serenity se encogió de hombros.
—Para eso estamos las parejas, ¿o no? Para apoyarnos mutuamente.
Suspirando y desviando la mirada, Mana inclinó la cabeza.
—Yo... ¿Supongo?
Serenity rió y entonces unos cuantos segundos de silencio por parte de Mana pasaron.
Ella nunca había odiado a Serenity. La chica Wheeler era en realidad una buena persona y con creces, pero Mana nunca se había puesto a conversar sobre sus intereses, o siquiera se había detenido a preguntarle la hora. Le costaba imaginar cómo había iniciado su relación que ahora era tan cercana.
Pronto, ambas se encontraban caminando hacia ninguna dirección en particular. Serenity había traído su auto, pero no le parecía lo indicado.
Serenity respiró hondo antes de hablar.
—Marik e Ishizu te quieren. Lo sabes, ¿no? —mencionó.
Asintió y alzó una ceja, entre divertida y sintiendo todo absurdo.
—¿Sabes que no necesitamos a alguien que haga de «madre» mediadora, no? —replicó.
Serenity volvió a reír.
—Lo siento. Lo siento. Es solo que a todos nos afectó mucho tu desaparición. De alguna manera entiendo el cómo quieren protegerte. Eres su mundo, después de todo.
Y esas eran unas de las razones por las que Mana tan culpable se sentía.
No le devolvió la mirada.
—Créeme que entiendo perfectamente todo eso.
Serenity suspiró... ¿Aliviada?
Mana la miró confundida.
—Me alegro de que lo hagas. Realmente no me va el papel de madre —bromeó —. Soy tu amiga y, como tal, puedes contarme más cosas que a una madre. Como por ejemplo...
Le lanzó una mirada de esas en clave que solo las mejores amigas podían entender.
Sin embargo Mana no supo qué hacer.
—¿Por ejemplo...? —instó a que continuara.
Serenity dio unos pasos más rápidos y se ubicó frente a ella antes de volverse con el dedo índice en alto y señalar el collar de Mana.
—Quien te lo dio... ¿Es guapo? —quiso saber.
Mana casi se atoró con su propia saliva y respiración.
—¿Eh? ¿Cómo sabes que me lo dio un «él»? —evadió su pregunta lo mejor que pudo.
La prometida de su hermano soltó una risita.
—Entonces sí lo es —dijo y se echó para atrás devolviéndole su espacio personal —. Marik puede ser mi prometido, pero él sin duda es similar a mi hermano mayor en muchos sentidos.
—¿Joey? —Mana adivinó y Serenity asintió.
—Síp. Antes de salir con Marik, realmente me espantó a muchos pretendientes. Siempre excusándose con que yo merecía lo mejor y todo eso —rodó los ojos —. Pudo haber sido pesado, pero lo hacía porque me en verdad me quiere. Es por eso que puedo comprender cómo te sientes y cómo se siente Marik al respecto.
Mana parpadeó un par de veces y luego achicó los ojos escaneando casa el rostro de Serenity.
—¿Te gusta mi hermano porque te recuerda a tu hermano? —quiso saber más por el chisme y la curiosidad que porque estuviera ofendida.
Serenity rodó los ojos una vez más.
—Dicen que nos enamoramos de personas que nos recuerdan a nuestra infancia —comentó y sonrió —, pero Marik es Marik y Joey es Joey. No hay punto de comparación.
Mana asintió pensando en lo dicho por Serenity. Por algún motivo se arraigó bastante profundo en un espacio de su mente.
Es... Una bonita forma de pensar, sonrió entendiendo porqué a Marik le gustaba esta chica.
—Por eso —continuó ella —, si tienes algún problema relacionado con chicos, siempre puedes venir a mí —dijo —. No soy una experta ni mucho menos, pero puedo aconsejarte sobre cómo sobrellevar a un pesado hermano mayor. Somos amigas, después de todo.
La sonrisa de Mana flaqueó por unos instantes imperceptibles.
—Mis problemas van más allá de un chico y un hermano mayor —se le escapó de pronto, pero no pensó en corregirlo.
—Hm... —Serenity pensó —, pero tiene que ver con los problemas que tienes ahora, ¿no?
Mana asintió sin mirarla.
Entonces Serenity la detuvo una vez más.
—... Creo que deberías regresar al inicio de todo.
Mana inclinó la cabeza, contrariada por lo dicho y curiosa después de un tiempo.
—¿Regresar al inicio? —repitió y Serenity asintió.
—No puedo decirte cómo resolver los problemas que tienes desde que no los conozco, pero puedo darte un camino a la solución —explicó y señaló el collar presionando ligeramente su dedo contra el rubí —. ¿Cómo se inició el problema? ¿Cuándo inició? ¿Quién lo inició? Resuelve esas preguntas y encontrarás una manera de solucionarlos.
Mana inhaló al darse cuenta de que lo que Serenity decía tenía ciertamente mucho sentido.
En silencio analizó todo. Si bien Atem no pintaba mucho al caso, mucho menos Marik, lo demás encajaba realmente bien.
¿Quién causó todo esto? ¿Cuándo se inició?
Lo habían iniciado tanto Bastet, como Hathor, ¿o no? De eso no había hesitación, pero en cuanto a «cuándo».
Podría decir que fue durante su viaje, pero...
Mana cerró los ojos unos segundos. Había una fecha en la punta de su lengua, así como en el fondo de su cabeza, que sabía debía ser el punto de quiebre.
Esa fecha se la habían dicho tantas veces que había perdido la cuenta. Una fecha que desencadenó todo incluso antes de que se diera cuenta.
Abrió los ojos en cuanto lo descubrió.
Claro... Si de un inicio se trata... Si es una fecha aproximada, o exacta...
—¿Mana? —Serenity la llamó en cuanto giró sobre su eje en otra dirección.
Mana la miró con una sonrisa.
—Me has ayudado muchísimo, Serenity, ¡gracias! —exclamó dando media vuelta con energía y tomando las manos de la pelirroja ignorando sus dudas del pasado —. ¡Tanto el papel de madre como el de mejor amiga te quedan bien, no lo olvides!
Serenity le devolvió el apretón.
—No decepcionaría a mi primera real amiga —comentó y antes de que Mana soltara sus manos para seguir su camino, Serenity la jaló más de cerca, como para decirle un secreto —. ¿Sabes? Marik no es tan cabezota como mi hermano. Él entenderá lo que debas decirle.
Mana asintió sabiendo que era mejor que Serenity creyera lo que creyera. Esa amistad que tenían sin reparos era un buen hecho. Realmente esperaba poder recrearla cuando volviera a su línea de tiempo original.
Si lograba hacerlo, en realidad.
Se despidió con una mano en alto y corrió hacia una dirección a la que nunca había ido antes en lo que llevaba de regreso.
El museo de su familia.
Esperaba poder hallar algo que la ayudara.
Llevó una de sus manos al collar.
Tenía que conocer la historia completa. La verdadera historia. Desde el inicio. No permitiría que todo siguiera como estaba. Ya no pensaría en lo que estaba bien y en lo que estaba mal desde su punto de vista. No permitiría que el nombre de Atem fuera manchado por su culpa.
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🎶 ¡Y... Vive en una piña debajo del mar! 🎶
~¿qué tal? ¿Lo cantaron?~
Jajaja.
Solo quería decir lo feliz que estoy de haber terminado este capítulo. Realmente quería poner un poco de la relación de Mana y Serenity en esta línea de tiempo y me salió mejor de lo que esperaba :D
DannakawaiiYGO, CuteMeliJones y Sheblunar.
¡Gracias por dejar sus adorables comentarios y votos! ¡Espero seguir viendo sus teorías y opiniones!
❤
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