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Capítulo 5

KEANU.

Hora: 9.00 a.m.

Ubicación : campus universitario.

Status: sudoración al 80%.

Causa: @Aria57

Keanu caminaba por el campus y sostenía con fuerza su móvil. En los últimos dos días, él le había enviado más de una docena de mensajes al correo electrónico de Aria y a todos sus perfiles en las distintas redes sociales. Había seguido un patrón nervioso contabilizando likes, emojis, saludos, fotos y textos, y después había repasado cada chat anterior. El número final todavía era el mismo: catorce mensajes, y ella, su propia novia virtual, aún no respondía nada.

Esperaba al menos una vibración que lo tranquilizara, pero al no obtenerla hizo el mismo repaso casi maniático y volvió a confirmar horarios entre mensajes. Había dejado al menos dos horas entre intentos de comunicación para que ella no lo sintiera como un pesado, pero la pantalla le devolvía un desesperante "leído". Sus fotos no tenían comentarios de Aria, y ni siquiera sus emoticones resultaban efectivos.

No dejaba de pensar que algo muy malo había ocurrido: ¿Aria lo había dejado?

Que ella lo ignorara parecía ser un hecho, y Keanu se preguntó por qué. Trató de recordar si había utilizado mayúsculas en algún texto, o si había hecho algo que la hubiera enfadado, pero el historial no arrojaba nada relevante.

La impaciencia lo atacó, abrió la aplicación del navegador y comenzó a buscar noticias en línea sobre Venezuela, en donde Aria vivía. Consideró que quizás a causa de los cortes de luz, el país ahora había pasado a una revolución social y que ella podría estar en serios problemas. Siempre era muy romántica y cariñosa, y sí, estaba en otro país a un Océano de distancia, pero ellos no habían discutido y eso indicaba que todo en su relación marchaba a la perfección.

¿Y si ella estaba en peligro? ¿Cómo podía ayudarla? ¡¿Qué podía hacer él desde allí?!

Keanu temió lo peor por unos segundos. No había supuesto nada de eso hasta ahora. ¿Por qué Aria no podía responderle? ¿Acaso habían bloqueado las conexiones a internet para declarar oficialmente una dictadura? Su mente nerviosa y extremadamente activa maquinó en un segundo una decena de posibles hipótesis, mientras sus dedos, cubiertos de transpiración, empezaban a escribir un nuevo y desesperado mensaje...

De pronto, Keanu escuchó un claro y directo llamado a sus espaldas:

—¿Keanu Shmitt?

Envió el mensaje en un rapto de sorpresa, empujado por ese llamado inesperado. Al instante se arrepintió del súbito envío, ya que solo lo había chequeado dos veces y ni siquiera confirmó que hubiesen pasado dos horas desde el mensaje anterior.

De todas formas se dio vuelta, automática y nerviosamente. Las gafas incluso se le deslizaron hacia la punta de la nariz y se torcieron levemente por lo brusco de su reacción. Tuvo que acomodarlas con torpeza para enfocar en las dos personas que tenía enfrente: chico y chica.

Al tipo no lo había visto antes, lo cual le generó al instante un remolino adicional de sudoración y desconfianza, pero a esa chica de cabello azul eléctrico y muchos aros y tatuajes en el cuerpo se la había topado varias veces en las escaleras del complejo residencial Knickweg, y la recordaba porque era imposible olvidar su aspecto.

Por un segundo no creyó que le estuviesen hablando a él, pero luego su mente inició un exhaustivo input de todos los random Keanu Shmitt que había desperdigados por el mundo. Casi al otro instante, la baja probabilidad de que esos sujetos estuvieran allí, le generó un output inequívoco de 43 millones de resultados...

Sí, él era el Keanu que buscaban.

Debía responder.

Con profunda dificultad asintió con la cabeza para indicar que sí era Keanu Shmitt. En frente, el tipo también asintió y sonrió, muy amigable. Tenía toda la pinta de alguien que no se juntaría con él, pensó Keanu, ni siquiera detrás de la fila del comedor. Si le hubiese hablado por alguna red social habría sido más fácil. Ahora estaba nervioso y un "system error, system error, system error" titilaba en su cabeza.

—Mi tutor de tesis me ha hablado de ti —comentó el tipo con mucha naturalidad y confianza—, así que estuve buscándote.

La mente de Keanu procesó una respuesta rápida pero el mensaje de system error seguía titilando, así que su mente quedó sufrió un lag durante unos microsegundos adicionales, hasta que finalmente se reseteó, y con toda la intención de sonar amable, las palabras le salieron más con un aire nervioso:

—Bien, acá estoy.

—Pasa que necesito un programador que haga una especie de software o demo que permita catalogar microgestos —explicó el tipo, e hizo un gesto como de que, vergonzosamente, esa era un área que él no dominaba—. ¿Tendrías algunas horas de tiempo para echarme una mano con eso?

Keanu no sentía que sirviera para explicar cosas. Era complicado enseñar algo a alguien si de vez en cuando tartamudeabas o apenas podías sostener la mirada, tal como le pasaba a él. Era malísimo socializando, y tampoco era que le gustara mucho la proximidad física. Su mundo se resumía a: Aria y lo virtual.

Estuvo a punto de decir que no, cuando el tipo agregó:

—Por cierto, me llamo Dylan.

Y le extendió la mano para que la estrecharan, como era debido entre dos personas adultas que recién se conocían.

Durante una fracción de segundo, Keanu se quedó mirándola. Le llegó a la mente la imposibilidad de estrechar su mano sudorosa con la de este sujeto Dylan, y se preguntó si aquel sería el Dylan que habían mencionado las molestas gemelas del Knickweg .

"¿Existirán muchos Dylan en la universidad?", pensó, y rápidamente volvió a representar una búsqueda de posibilidades y algoritmos: 299 resultados posibles. Claro que podría ser otro sujeto, pero ese Dylan estaba allí con la chica de cabello azul y ella también vivía en el edificio, así que las probabilidades indicaban que...

De acuerdo, la mano del tal Dylan seguía esperando, por lo que Keanu secó disimuladamente su palma con el pantalón esperando bajar al mínimo la transpiración, y dio el apretón con vergüenza e incomodidad.

Algo extraño sucedió. El apretón fue rápido, pero al momento del contacto Keanu sintió que una leve pero agradable sensación de calidez envolvía todo su cuerpo. Luego la calidez se transformó en extrema confianza, cosa que nunca antes había experimentado y que luego consideró que tal vez podía ser lo que comúnmente llamaban "seguridad".

Sí, era eso. No conocía a Dylan en lo absoluto como había supuesto la gemela de cabello teñido de rojo —quién sabía por qué— pero tuvo la seguridad de que era un tipo agradable. Incluso pensó que quizás no era mala idea aceptar su propuesta. Después de todo, Keanu no tenía amigos analógicos, y tras un análisis rápido recordó que estaba demostrado que el 90% de los sujetos que pasaban más de la mitad de su vida consigo mismos en aislamiento y soledad terminaban con una dudosa salud mental.

De repente, tuvo una revelación: debía hacer un esfuerzo por reducir su digitalidad; después de todo, Aria ya no le contestaba sus mensajes y seguramente -una posibilidad que no había deslizado nunca- tenía estrecha relación con eso: ella había percibido la desproporción de su mundo virtual en relación con su mundo analógico.

Keanu trazó un gráfico de coordenadas en su cabeza: quizás, si igualaba ambos mundos podría nuevamente reconectar con ella en un punto de equilibrio.

—Por si necesitas saberlo, somos un grupo pequeño —añadió Dylan ante el silencio dudoso de Keanu—. Justo ahora solo estoy trabajando con Nitty.

Keanu esperó la mano, pero por alguna razón, la chica del aspecto extravagante no se la ofreció para estrecharla. Ella solo la alzó en modo de saludo junto a una amplia y amigable sonrisa. Keanu hizo lo mismo por gesto automático, aunque su sonrisa fue más bien una mueca forzada y temblorosa.

—Nos la pasaremos bien, te lo aseguro —ayudó ella, bastante animada.

A Keanu le agradó que ella no lo invitara obligatoriamente a tocarla con el apretón de manos. En cierto modo lo llevó a recordar a Aria, porque ella entendía sus problemas para conectar socialmente. Solo que, entrando en comparaciones, Aria era muy diferente a esa chica.

Por ejemplo, las fotografías que Aria le enviaba demostraban que era más femenina, delicada e incluso más hermosa. Tenía un cabello castaño muy largo y un cuerpo curvilíneo. Tenía tantos detalles atractivos que de repente se sumió en pensamientos acerca de ella y lo admitió en su mente: Dios, estaba tan enamorado de esa chica, ¿por qué rayos no le contestaba los mensajes? ¿no quería hablar con él? ¿en qué momento lo había arruinado? Era tan estúpido...

—Mañana se suma Lisa —habló Dylan, sacándolo de sus pensamientos sobre Aria—, pero en verdad sería genial que te nos unieras. Necesito un técnico programador con tus conocimientos, y además, si te animas hacemos unas fotos también. ¿Qué dices?

Solo en ese momento Keanu notó que a Dylan le colgaba una cámara profesional del cuello y se le ocurrió que tal vez, solo tal vez, él podría hacerle alguna fotografía de esas tan geniales que se acomodaban con un poco de Photoshop. Luego podría enviársela a Aria, y así ella vería que ambos combinaban a la perfección.

No supo de dónde se le ocurrió eso, era algo fuera de su personalidad, pero le pareció una magnífica e impulsiva idea para llamar la atención de Aria, que era todo lo que quería.

—De acuerdo —aceptó Keanu finalmente, pensando solo en su novia virtual y en cómo recuperarla—. Dime en qué estás trabajando.

Dylan y Nitty ampliaron la sonrisa al máximo, entusiasmados y complacidos. La genuinidad de esas reacciones fue algo que Keanu no se esperaba, que lo tomó por sorpresa y que lo desconcertó un poco. Entonces admitió que nunca nadie se había mostrado tan emocionado de tenerlo de su lado, y la verdad fue que no recordaba haberse sentido tan bien en muchos años.

Analizó su panorama: ya esa tarde no se la pasaría pegado a su ordenador creando código, no, la pasaría con ellos. Sería nuevo, analogico, distinto e interesante.

Claro que la falta de respuesta de Aria lo tenía muy preocupado, y de eso no podría olvidarse. De todas formas, miró otra vez el último chat por un momento. Seguía en "leído" sin respuesta alguna. Su nuevo mensaje estaba a medio terminar, pero apagó la pantalla, guardó el móvil en su bolsillo y empezó a caminar junto a Dylan y Nitty en dirección a la salida del campus.

—¿Sabes? —le comentó Dylan de pronto, amigable y emocionado—. Creo que tú y yo somos vecinos... 

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