Capítulo 36
RUBY
Lisa, Ruby, Keanu y Nitty habían vuelto a su punto inicial.
Habían ido a buscar a Dylan a su apartamento hace unas horas, pero no habían encontrado a nadie y tampoco había rastros de Scott. Tras el fracaso, sabían que nadie conciliaría el sueño esa noche.
El clima era tenso y nadie hablaba, la televisión estaba encendida y generaba ruido en el ambiente. Nadie le prestaba atención, pero había un pacto tácito de mirarla y simular que todo estaba bien.
¿En dónde estaba Scott?
¿Y Dylan?
El celular de Lisa sonó con una notificación de un mensaje. Lisa se quedó dura y gritó por Ruby. Nitty y Keanu también se acercaron y se colocaron detrás de las gemelas, en segunda fila.
—¿Es Scott? —preguntó Nitty.
—Es Dylan —dijo Lisa con sorpresa.
—Tenemos que avisarle que Scott está furioso y que lo busca —añadió Keanu.
—¡Pero lee el mensaje en voz alta! —pidió Ruby sin mucha paciencia, que miraba a su hermana e intentaba ver la pantalla del teléfono.
Lisa abrió el mensaje enseguida y lo leyó para todos:
—Dice: "Lisa, siento mucho que esto tenga que suceder así, pero no hay otra opción... En las cámaras de mi apartamento tendrán lo que falta para liberarse de Scott de una vez por todas.".
Al escuchar lo de las cámaras, tanto Nitty como Keanu quedaron confundidos y se miraron extrañados sin comprender nada. Ruby pasó muy rápido de la verguenza a la culpa. Recordó que Scott y ella las habían puesto en el apartamento de Dylan para espiarlo, y ahora era obvio que Dylan sabía sobre ellas.
—¿Las cámaras? —preguntó Lisa, aún analizando el mensaje—. ¿No había otra opción de qué? No entendía nada.
—Espera, ¿Dylan tiene cámaras en su apartamento? —preguntó Keanu, medio asombrado.
—Al parecer —murmuró Lisa, también perdida.
—Pero, ¿para qué? —añadió Nitty, unida al club de la confusión.
Ruby dio un paso atrás. Ahí fue cuando su conexión con su gemela se activó. Lisa solo tuvo que voltear a verla para entender que esa expresión contenida de vergüenza era porque su hermana sí sabía qué sucedía.
—Ruby, ¿tienes una explicación? —le exigió, y como la pelirroja no dijo nada, insistió con mayor severidad—: ¡Ruby! ¡Acordamos ya no mentir! ¿O aún quieres seguir haciéndolo?
—¡No! —se defendió Ruby, medio alterada. Dio algunos pasos con inquietud. A pesar de que sus nervios y la costumbre de mantener los secretos de Scott le decían que no hablara, luchó para no dejarse dominar y lo soltó en un impulso—: ¡Scott y yo pusimos cámaras hace tiempo para espiarlo!
Todos la miraron, boquiabiertos.
—Eso no está bien —susurró Lisa, impactada.
—¡Sé que no! —Ruby se alteró más—. ¡Ya sé que nada de lo que hice está bien!
Ruby les dio la espalda y se rodeó con sus brazos, también avergonzada de su propia crueldad. Avergonzada de haberse dejado manipular, de que nunca había tenido mente propia y de que tampoco había batallado para tenerla. Supuso que ahora los demás se enojarían y la excluirían, era lo lógico, ¿no?
—Creo que eso ya no importa ahora —suspiró Nitty al notar lo afectada que estaba—. Importa lo que Dylan quiere que veamos. Ruby, ¿cómo accedemos a las cámaras?
Se giró, entre asombrada y conmovida por no haber sido rechazada y juzgada de nuevo. ¿En verdad la consideraban una amiga a pesar de lo que había sucedido? Qué distinto era todo fuera del círculo de dominación de Scott... Se sentía bien...
Ruby no se negó a ayudar. Tuvieron que ir a su apartamento para buscar su laptop. Se sentaron todos en el mismo sofá a mirar. Ella la encendió e ingresó la contraseña en el sistema de vigilancia que había instalado con Scott. Lisa parecía muy ansiosa por ver a qué se refería Dylan. Estaba sumamente preocupada, lo cual también le dejó ver a Ruby que sí, su gemela estaba bastante enamorada.
Cuando aparecieron las imágenes grabadas, todos quedaron espantados, porque lo primero que vieron fue una escena de terror. Dylan, que había sido atado a una silla, estaba tirado en el suelo, inconsciente. A su alrededor había un gran charco de sangre.
—No, no puede ser... —salió de la boca de Lisa en un aliento pasmado.
Ruby, fría y muy asustada por el temor de que Scott hubiera hecho lo peor, rebobinó la grabación. Solo llegaba hasta un momento en el que él estaba parado frente a Dylan, apuntándole con un arma. Se le veía muy asustado, desorientado y furioso. Gritaba cosas con desespero. Y unos segundos después, vaciaba el cargador en el pecho de Dylan. Después salía corriendo del apartamento.
Un escalofrío le recorrió la espalda. Sí lo había hecho él... La persona que ella había "amado", había matado de nuevo.
—¡Maldito asesino! —soltó Keanu, horrorizado.
—¡No nos apresuremos, podría estar vivo! —Ruby se levantó desesperada—. ¡Podríamos ir a ayudarlo!
—Es muy peligroso, también es posible que Scott esté ahí todavía —dijo Keanu en un arranque de valor—. Mejor quédense aquí y llamen a la policía. Yo iré a revisar el apartamento.
Nitty se acercó con preocupación a él para impedirlo.
—¡Eso también puede ser peligroso para ti!
Él dudó por sus inseguridades y por su personalidad tan nerviosa, pero en otro impulso le tomó a Nitty las manos con las suyas. Ya era obvio que tenían una conexión.
—Lo sé, pero ustedes deben estar a salvo —le dijo, y tras tomar aire añadió—: No puedo ser más un cobarde.
Ruby se le unió.
—Keanu, sí debo acompañarte —insistió—. Si Scott aún está ahí, yo podría tratar de hablarle y retenerlo. Soy la que más lo conoce.
Lisa no dijo nada, seguía en su shock. Nitty continuó dudosa, pero no se interpuso porque sabía que Keanu necesitaba esa evolución.
—De acuerdo —aceptó Keanu—. Vamos.
—Nitty, márcale a la policía y pide que vengan rápido. —Ruby le dejó la tarea.
Ruby y Keanu fueron rápido al apartamento de Dylan. Entraron con cuidado, como si no supieran que lo encontrarían tirado sobre un charco de sangre. Pero aunque revisaron cada cuarto, no había ni rastro de Scott, así que solo corrieron hacia Dylan y se agacharon a su alrededor para tratar de comprobar si respiraba, sin tocarlo.
Pero parecía muerto. Estaba tieso y sin color. No podían ayudarlo.
—De verdad lo mató... —susurró Ruby, perpleja.
—Scott no tiene alma... —murmuró Keanu, triste.
Luego fue como si estuviera pactado. Keanu se levantó en el momento justo con la intención de volver con Nitty y Lisa, pero captó algo por la ventana del apartamento: un hombre corriendo con una mochila.
—¡Es Scott! —avisó, alerta—. ¡Está huyendo!
—¡Intenta alcanzarlo! —soltó Ruby.
Juntos, Ruby y Keanu corrieron fuera del apartamento, rumbo a las escaleras. Las probabilidades de atraparlo parecieron bajas, aunque Scott había perdido tiempo de seguro reuniendo cosas importantes en la mochila antes de tratar de escapar. Pero aún así lo intentaron.
Tal vez fue porque Keanu era alto y tenía piernas largas, pero logró salir más rápido que Ruby. Solo cuando Ruby atravesó las puertas de entrada del edificio vio que Keanu se había lanzado contra Scott para detenerlo y que ahora los dos estaban en el suelo, forcejeando, y que, por supuesto, Scott tenía la ventaja porque era más experto en golpear.
Pero Keanu no estaba dispuesto a dejarlo ir. Aunque recibía golpes, servía como impedimento porque se aferraba a la ropa de Scott con fuerza. Solo que Scott también parecía tener toda la intención de molerlo a golpes para liberarse y ya Ruby sabía que era capaz de matar varias veces.
Por lo que Ruby, sintiendo que le debía a Keanu más de lo que podría devolverle, decidió ayudarlo. Era lo justo.
Aprovechó que Scott estaba tan sumido en la pelea con Keanu, tomó un trozo de tronco que estaba sobre la grama del área de entrada, y muy rápido se acercó. Scott ya estaba a horcajadas sobre Keanu dándole golpes, así que le dio un golpe en la nuca.
No fue tan fuerte para dejarlo inconsciente, pero lo tumbó al suelo, adolorido y desorientado.
—¡Traidora! —le gritó Scott a Ruby, con las manos en la cabeza, aturdido y enojado—. ¡¿Crees que tú sí te vas a salir con la tuya solo porque ahora estás del lado de ellos?! ¡Mereces lo mismo que yo, Ruby!
Eso fue duro para ella, sin embargo, por primera vez no permitió que las palabras de Scott la vulneraran. Sí, también había cometido errores, pero se había dado cuenta de ellos, y nunca, pero nunca más los repetiría. ¿Cómo los pagaría? No sabía aún, pero ya no más.
—No importa en dónde termine yo mientras tú termines en donde debes estar: pudriéndote en la cárcel —le dijo a Scott.
En ese momento, un par de policías entraron al área con el arma alzada. En cuanto Scott los vio, intentó escapar, pero ya no tenía salida. Uno de ellos lo alcanzó y lo retuvo sobre su estómago en el suelo con los brazos cruzados por detrás para esposarlo.
—Está bajo arresto —le dijeron.
—¡¿Por qué demonios si no hice nada?! —se quejó Scott.
—¡Mató a alguien! —lo delató Keanu, que intentaba recuperarse sentado en el piso.
El segundo policía fue a revisar. La ambulancia llegó también. El equipo de paramédicos corrió hacia el apartamento de Dylan, y Ruby los siguió. Encontró a Lisa abrazada al cuerpo. Trataron de apartarla, pero lloraba sin parar e intentaba hacer reaccionar a Dylan.
Cuando consiguieron que ella les diera espacio, chequearon su pulso. Luego lo anunciaron:
—Hora de defunción: seis de la mañana, y cinco minutos.
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