Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 31

RUBY

—Ruby, tranquila —exclamó el falso Scott, y la miró directo a los ojos—. Eres más fuerte de lo que piensas. Solo tienes que creer en algo más por un momento. 

De nuevo le sucedió algo raro, como cuando habían estado esperando al desconocido y luego él la tocó. Sintió como un calor muy ligero que la recorrió hasta estallar como una bomba sedante. Y no supo qué la impulsó, pero asintió, porque después de todo ya había aceptado el plan. Ahora solo quedaba esperar indicaciones, ya que el falso Scott se mostraba seguro de saber lo que hacía.

De inmediato, él soltó sus hombros y entonces le ofreció su brazo en un gesto caballeroso para que caminarán juntos. Ruby tragó saliva. Ese brazo idéntico al de Scott que tantas veces había tocado y que él jamás le había ofrecido de esa forma…

Se enganchó a él, medio temblando, y ambos avanzaron en dirección a las puertas del banco.

Mientras, Ruby se sintió caminando sobre algo que no era suelo. Como flotando sobre la superficie de la incertidumbre, el temor y la extraña calma que le había infundado. Entraron. El falso Scott tenía bajo control toda la situación. Se dirigió con ella hasta una de las ventanillas de atención al público. La mujer que atendía les sonrió, y él le devolvió el gesto con la usual maliciosa coquetería de Scott. Durante unos minutos todo fue bastante bien, las preguntas eran sobre sus datos personales, pero de pronto:

—¿Todo el dinero? —preguntó la mujer, mirándolos con curiosidad por encima de las gafas que usaba.

Los nervios que invadieron a Ruby la paralizaron. Pensó que el falso Scott estaba cometiendo un error y su paranoia la llevó a considerar los peores escenarios, como que descubrieran que ese era un impostor y ella su cómplice…

—Mi novia y yo nos vamos de viaje —respondió Scott, y miró a Ruby tomando su mano dulcemente.

La mujer alzó las cejas con curiosidad.

—Oh, ¿de verdad? ¿a dónde?

—Pasaremos unas semanas en una isla del mar Caribe —dijo él, animado—. Ella ha estado muy estresada últimamente y siento que necesita despejarse.

—¿Desde cuándo están juntos? —siguió la mujer, curiosa. Algo que sorprendió a Ruby fue que la respuesta de él fue muy rápida, sin pensarlo:

—Desde hace tres años.

Y algo que la sorprendió por sobremanera fue que ese cálculo era exactamente el tiempo que ellos dos llevaban juntos. 

—Un viaje a una playa desierta suena bastante romántico —sonrió la mujer, totalmente convencida. 

—Lo será —asintió él—. Y tengo muchas sorpresas preparadas.

—Se nota que la amas.

Entonces, el falso Scott giró la cabeza hacia Ruby y le dedicó una mirada que la impactó muchísimo.

—La amo. Haría lo que sea por ella.

Aquello la dejó en shock.

Tras unas firmas, Ruby vio asombrada cómo él logró retirar en efectivo todo el dinero que Scott tenía guardado en su cuenta bancaria, ese que les había ocultado. Dejó la cuenta con un saldo de 0.11. Sería un golpe potente, ¿qué adoraba Scott más que nada? El dinero. Su dinero. Si dejaba de tenerlo, las posibilidades de que se volviera loco eran altas. ¿Eso era parte del plan?

Terminado todo el proceso, Ruby se fijó en que él le entregó a la mujer una tarjeta que tenía símbolos extraños. Ni la mujer ni ella entendieron por qué. Luego salieron del banco. El falso Scott sostenía el maletín en la mano izquierda y sujetaba la suya con la derecha. “¿Es que nadie se dio cuenta de nada?” se preguntó Ruby para sí. Intentó seguir caminando por precaución, pero por un momento sus piernas se sintieron tambalear, estaba demasiado débil y tuvo que detenerse.

—Él nunca me llamó “su novia” —salió de su boca en un susurro afectado—. Tampoco dijo jamás que me… amaba. 

—Porque nunca te trató como lo mereces —le dijo él con voz suave—. Nunca quiso y no tiene ninguna intención de hacerlo ahora. No siente eso por ti ni por nadie, ni nunca lo sentirá.

Oír ese tono compasivo con la voz de Scott fue nuevo para ella. Ni siquiera habría soñado con que él pudiese hablar así, como si la entendiera. Un montón de sensaciones contradictorias la abrumaron, y por un momento se sintió enojada.

—¿Cómo estás tan seguro? —respondió de mala gana—. Solo eres… una copia, o eso creo.

—Puedo copiar su aspecto, sí —admitió él con tranquilidad— pero también he leído sus sentimientos, su pasado, su vida entera. Y Scott nunca ha querido darte lo que siempre has deseado. Lo que sueñas es lo que te ha perdido, porque crees que lo obtendrás de él y no es así. 

Tan realista sonó aquello que los ojos se llenaron de lágrimas. Por un momento fueron por sensibilidad, por la profundidad de la herida, pero al otro segundo fueron por rabia, porque ese tipo… lo que sea que fuese, había dicho exactamente lo que ella presentía pero evitaba afrontar. Ese sujeto conocía el tiempo que llevaban juntos y muchos detalles más de su relación con Scott, no podía estar mintiendo. Además estaba muy claro que todo era cierto. Scott nunca la había tratado de la forma en la que ese falso Scott lo había hecho, y tal vez siempre lo supo, pero siempre lo ignoró.

—La pregunta es: ¿vas a seguir mintiéndote a ti misma? —añadió el falso Scott, de nuevo como si hubiese leído su caótica y abrumada mente.

¿Lo haría?  

El falso Scott aprovechó que había un pequeño callejón cerca, se ocultó un momento en las sombras que proyectaban las paredes y cuando volvió a aparecer ya no era Scott, sino ese desconocido amigo de Dylan que había aparecido para “ayudar”. Entonces, prosiguieron a buscar a Lisa, quien debía de estar esperando en Knickweg. Él no le había explicado demasiado, solo le había pedido que los esperara allí. 

Y lo hizo. Cuando llegaron, Lisa estaba ansiosa. No comprendió qué pasaba hasta que Ruby y el desconocido se sentaron junto a ella en la sala del apartamento de Ruby. Él puso el maletín sobre la mesita y les mostró lo que había en el interior. Un montón de billetes. Bastantes. Era una escena de película.

Lisa miró los billetes, perpleja, y luego lo miró a él.

—Es el dinero de la cuenta bancaria de Scott —explicó el desconocido, y luego cerró el maletín.

—Pero, ¿cómo lo obtuvo si solo Scott puede acceder a su cuenta? —preguntó Lisa, aún más atónita—. ¿Se lo robaste?

—Cómo lo obtuve no es lo importante —contestó él—. Lo importante es que ya he hecho mi parte y ahora ustedes dos deben hacer la suya.

Entonces les explicó que debían cortar la relación con Scott, sobre todo Ruby. Les dio ciertas instrucciones, pero en cuanto terminó de hablar, había más confusión e inquietud en el rostro de Ruby que en el de su hermana.

—¿Qué lograremos con eso? —preguntó ella, contrariada—. Él puede buscarnos, él puede hacer lo que sea…

—No es algo grande, lo sé —asintió él, comprendiendo su punto. Scott no obedecía a nadie— pero es el primer paso. ¿O quieren seguir estando involucradas en sus acciones?

—No, claro que no —dijo Lisa de inmediato.

—Pero es que, ¿cómo estaremos seguras de que se alejará de nosotras? —preguntó Ruby.

—Es que ese no es todo el plan —reveló el extraño, para sorpresa de ambas—. Como dije, es solo algo necesario para seguir adelante.

—¿Qué pasará después? —quiso saber Ruby.

Esperó una respuesta clara, pero de pronto el tipo solo exclamó:

—¡Ah, ya debo irme!

Y justo en lo que se levantó del sofá, unos violentos toques a la puerta resonaron en el apartamento. Y ni siquiera le dio tiempo a alguna de ellas de ir a abrir, porque Scott, que tenía llave, entró a toda furia. Ruby temió que Scott, con toda su malévola inteligencia, ya supiera todo, lo del dinero, lo de la transformación… ¿era posible? ¿o era su paranoia?

El desconocido, ya con el valioso maletín en mano, actuó de forma muy inteligente.

—Entonces espero que se animen a comprar esta colección de enciclopedias —habló como si fuera un simple vendedor ambulante mientras se encaminaba hacia la puerta—. Todos los universitarios la necesitan. Gracias por su tiempo. —Justo cuando pasó junto a Scott le hizo un saludo muy normal y cordial—: Buen día, caballero.

Y salió, cerrando la puerta.

Un segundo después, Lisa también se levantó del sofá, dispuesta a todo:

—Escucha, Scott, no puedes entrar a este apartamento de esa forma —le reclamó—. Entrégame la llave ahora mismo.

Scott la observó como si estuviera loca.

—¿Qué demonios te pasa a ti ahora? —replicó, sin intenciones de entregarle la llave u hacerle caso en lo absoluto.

—Pasa que estamos hartas de tu manipulación, de tus juegos sucios y sobre todo de tus mentiras —Lisa dejó en claro—. Así que se acabó. Ruby y yo no te queremos cerca de nosotras. Nunca más. Dame la llave y vete.

A pesar de que lo dijo con muchísima decisión, Scott no le prestó la más mínima atención, como si su palabra no tuviese ningún valor por ser totalmente inferior.

—Mejor cállate, los tres tenemos que hablar sobre Keanu —fue su respuesta.

Otra vez, Lisa demostró que no pensaba retractarse. Avanzó hacia Scott y se le plantó en frente. Una movida peligrosa de haber estado solos, e incluso muy arriesgada en ese momento.

—No hay nada de qué hablar —se negó, aún más decidida—. Entrégame la llave. Ya.

Y extendió la mano a la espera.

Scott miró la mano con los ojos semi entornados, luego miró a Lisa. Ruby pudo percibir la rabia en la forma en la que tensó la mandíbula. Se impresionó incluso porque recordó al falso Scott y lo amigable que había parecido hablando con la mujer del banco. Nada comparado a este que parecía capaz de soltar mil gritos.

Cuando el silencio pareció demasiado denso y peligroso, como si Scott explotaría, él hizo todo lo contrario. Deslizó la vista hacia Ruby y la fijó en ella. Ella estaba paralizada, sentada en el sofá. En su interior, nerviosa, asustada, dudosa, pero herida. Herida por el hombre que ella había idealizado y adorado. Se tensó ante la mirada.

—¿De verdad, Ruby? —le preguntó directamente Scott—. Dímelo tú, porque este es tu apartamento.

El enfrentamiento y la valentía de Lisa habían sido magníficos, pero como había dicho el falso Scott en sus instrucciones, Ruby era la ficha fundamental en el juego contra Scott. Dependía de ella.

—Díselo Ruby —asintió Lisa, ahora mirando a su hermana también en un claro: vamos, tú puedes, yo creo en ti.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro