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Capítulo 16

RUBY.

 
Después de media hora, ya solo faltaba el cabello.

Se había vestido con una camisa y un jean que Lisa había dejado en su apartamento hace tiempo, se había hecho un delineado sobre los ojos igual al que su hermana siempre lucía, y lo mejor era que Ruby conocía todos los gestos y las actitudes que Lisa solía hacer y podía ejecutarlos a la perfección.

Se agachó junto a su cama y extendió el brazo por debajo hasta que sus dedos tocaron una gran caja rectangular. La deslizó hacia ella, la colocó sobre el colchón y quitó la tapa. Una peluca rubia, perfectamente natural, la esperaba en su interior. Se la colocó frente al espejo. Cada mechón armonizó con su rostro y en tan solo un minuto se convirtió por completo en su gemela. Nadie podría diferenciarla, solo la propia Lisa, y ese día estaría muy ocupada en la universidad.

Ella había estado controlando sus nervios y su reciente e inexplicable paranoia. Todavía le temblaban un poco las manos y seguía teniendo problemas para dormir, pero estaba haciendo su mayor esfuerzo por disimular que toda esta situación la afectaba.

Tan pronto pensó en Scott, un mensaje de texto activó su teléfono: 

“¿Estás lista?”

“Sí, todo listo” respondió ella rápidamente.

“Perfecto. Termina de una puta vez con este tipo¨.

Ruby se dio los toques finales en el cabello, revisó de nuevo su atuendo, suspiró ante el espejo y salió hacia el apartamento de Dylan. Antes de tocar a la puerta miró de costado a las cámaras, intuyendo la presencia de Scott al otro lado. Tocó el timbre del apartamento y cuando se abrió la puerta le sonrió  simpática y encantadora.

—Hola —saludó él, algo extrañado— pensé que estarías en clases.

Un inevitable pensamiento cruzó su mente: “debo estar loca para estar aquí nuevamente…”, pero al instante, consciente  de que Scott observaba todo, se obligó a quedarse en el personaje de su hermana.

—La profesora no asistió —mintió Ruby con una alegría fingida— y no tengo nada mejor que hacer.

Dylan sonrió, comprensivo.  

—Pasa.

Se hizo a un lado. Ya dentro del apartamento, Ruby avanzó con fluidez. Volvió a sentir la ligera inquietud que le producía pisar ese lugar. Incluso le vino el recuerdo de la fotografía de Cindy, o mejor dicho la confusión de realidad, y tuvo que esforzarse muchísimo para no desconcentrarse.

—Ey ¿recuerdas que mencioné que me gustaría que hagamos una selección de tus fotos? —soltó Dylan, entusiasmado y de forma espontánea.

Ruby pensó  “mierda”. Obviamente no sabía nada sobre eso porque no era Lisa. ¿Y si era algo que su hermana nunca había dicho? ¿Y si era una prueba para confirmar que no era la gemela correcta?

Se puso nerviosa.

Pensó.

Decidió arriesgarse.

—Claro —asintió.

—Pues podríamos  hacerlo ahora, ya que estás aquí —propuso Dylan tomándole la mano con una sonrisa—. ¿Qué dices?

Ruby sintió un fresquito de alivio, a la vez que la invadió una sensación placentera, eso debía ser lo que Dylan parecía producir en Lisa. Ningún chico, nunca, ni siquiera Scott, la había hecho sentirse así  de… lindo.

Por un momento se sintió extraña, como… como… si no tuviera que estar haciendo eso.

Sacudió sus dudas y se exigió concentrarse.

—No, escucha: debemos hablar —fue al grano, liberándose de su mano.

Dylan se detuvo en la sala. Soltó una risa divertida.

—Siempre hablamos.

—Sí, pero esta vez es algo muy serio —aclaró ella.

A pesar de que sí era algo serio, Ruby trató de suavizar el tono. Ya había notado que cuando Lisa se dirigía a él, lo hacía con suavidad y coquetería: 

—Quisiera que sigamos siendo amigos —añadió Ruby, y fingió algo de vergüenza. 

El rostro de Dylan adquirió un aire de confusión.

—No entiendo.

Ruby utilizó un viejo recurso y dio algunos pasos por la sala, solo para no quedarse quieta y evitar que Dylan captara detalles. Lo imaginaba algo así como cuando en las películas añadían luces parpadeantes o sombras intensas para disimular un poco los efectos especiales y que se vieran más reales.

—No tengo ninguna intención de empezar algo serio con nadie —aclaró ella entonces—. No sé si es que eso creíste, pero seguramente fue porque suelo ser muy cariñosa con todo mundo, y en ocasiones los chicos se confunden. 

Y añadió una sonrisa de pesar como toque final.

“Aquí viene” pensó ella “cualquier tipo odiaría que le dijeran esta verdad a la cara”.

Se preparó para un estallido de molestia, tal vez un ataque de indignación o incluso que entrara en la negación. Pero Dylan no dijo nada por un momento, y luego solo asintió con lentitud, como si estuviera entendiendo poco a poco el punto.

—Entonces esto significa que… —pronunció él.

—Que ya no quiero jugar así contigo —completó ella— porque no es justo para ninguno.

“Vamos, sácalo” pensó “explota, grítame, culpa a Scott, lo que sea”.

Dylan continuó asintiendo y observándola en un silencio que no asomaba ningún estallido. Que la mirara tan fijo, empezó a poner a Ruby un poco nerviosa, pero se confiaba en que no había modo de que supiera que no era Lisa. Se habían intercambiado muchísimas veces de pequeñas. De adultas, tenían cada detalle idéntico, y Dylan solo las conocía de hace semanas.

—¿Estás segura de que no fue algo que hice o…? —preguntó él, dudoso, pero todavía tranquilo.

Admitió que eso era algo que no le había oído decir a ningún tipo. Mucho menos a Scott.

—No, no, tú eres genial, amable, increíble —aclaró ella y con toda intención arrojó algo sin piedad—: Solo… me aburrí.

Con eso no había modo de que mantuviera su actitud serena. Era algo que podía alterar o entristecer a cualquiera. El plan de Scott para lastimarlo parecía funcionar. Debía funcionar.

No funcionó.

Dylan le sonrió pacíficamente. Ruby tuvo la impresión de que había un aire relajado y alegre en su rostro, su reacción era limpia, genuina, sin malicia, sin doble sentido. Joder, tenía la sonrisa más hermosa del mundo.

—Bueno, supongo que eso pasa a veces, ¿no? Estoy sorprendido porque creí que lo que estaba sucediendo entre nosotros te gustaba de verdad —admitió, caballeroso— pero lo entiendo totalmente. Me mantendré al margen si eso es lo que quieres.

Quedó ultra sorprendida. Tan pero tan sorprendida que tuvo que abofetearse mentalmente para reaccionar y no quedarse ahí parada como una tonta a la que no le había servido nada.

Sonrió coqueta y alegre, como Lisa.

—Genial —aceptó—. ¿Quedamos bien entonces?

—Claro que sí, Lisa —asintió Dylan—. Estoy aquí para lo que necesites. Y contrario a lo que sientes, a mí sí me gustaría mucho tener algo más contigo.

Última vez: noqueada.

Medio rígida sintió que, debía terminar de una vez por todas  la relación, así que abrió la boca para soltar la ruptura definitiva.

Pero, de repente, no salió nada. 

Fue muy raro. Ruby se quedó como paralizada, como rígida, como si aunque hubiese querido decir algo, ninguna palabra le brotaba. Pensó en Scott del otro lado de las cámaras, seguramente estaría pensando que lo arruinaría, así que volvió a intentarlo. Pero de nuevo, no salió nada de su boca. 

—¿Estás bien? —la animó Dylan, que también esperaba las palabras. 

Ruby hizo un movimiento de labios. No se oyó palabra alguna. Luego lo intentó otra vez. Volvió a mover los labios y en esa ocasión lo que se escuchó no fue algo entendible, sino algo parecido a un tartamudeo.  

Aún así, ella siguió tratando de hablar:

—Es… yo… te… vine… es… por…

Que no lograra completar una oración porque sólo musitaba, que se viera tan rígida, que pareciera haber perdido de pronto toda habilidad para comunicarse, fue muy raro. Imaginó nuevamente a Scott, ahora con cara de: ¿eh? 

—Yo… y… tú —siguió ella.

Tras ese fallo, el temor la hizo palidecer, y pasó a verse asustada. 

—Oye, ¿estás bien? —intervino Dylan tomando su mano nuevamente.

En ese instante, Ruby retomó el control de sí misma, fue como si el contacto con Dylan la ayudara a dar fin al abrupto descontrol.

—Sí, sí —soltó ella con brusquedad y al instante con angustia soltó—: No. No. Sí. 

Dylan pareció no entender si era un sí o un no. Ruby quiso volver a corregirlo, pero lo único que le arrojó su mente fue un: largate ya. 

Y de forma inesperada pasó muy rápido junto a Dylan y salió de ahí. .

Avanzó hacia las escaleras con las piernas empeñadas en huir  y ya en el piso de abajo, se apoyó en una pared. Soltó aire.

Mierda, había sido más difícil de lo que había esperado. Siempre se le había hecho fácil fingir ser Lisa. ¿Por qué había empezado a actuar así? ¿Qué demonios había sucedido con su boca y su capacidad de hablar? 

Además… Dylan no había actuado como los tipos que conocía ante la ruptura No había culpado a Scott o a la propia Ruby. No la había insultado o se había enojado. No había suplicado. Qué extraño… Su celular vibró de pronto en el bolsillo. Lo sacó al instante. En la pantalla, había un nuevo mensaje de Scott, que la dejó confundida:

“Tenemos que visitar a esa bruja que mencionaste”.

 

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