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Capítulo 12


SCOTT


Scott atravesó la puerta del apartamento de Ruby y apenas la vio sentada en el sofá sintió que sería un día jodidamente estresante.

¡¿Qué demonios le pasaba?!

Tenía el mismo aspecto desastroso de hace días, pero peor: ojerosa, pálida y además con la mirada fija y perdida en algún punto del vacío. Sobre ella flotaba una nube de desequilibrio, de angustia, de tormento. Al frente, en la mesita de la sala, había una botella ya casi vacía de alcohol y un vaso usado lo cual delató que había estado bebiendo toda la noche.

Scott sintió una punzada de molestia. Ya sabía que a Ruby le sucedía algo extraño, pero seguía sin entender por qué no se esforzaba en superarlo. No, ella sólo inventaba cosas, decía mentiras, traía asuntos pasados, y ni hablar de la locura de la fotografía que había soltado unas horas atrás mientras colocaban las cámaras. Qué disparate.

Esa actitud tenía que acabar.

Scott se sentó a su lado, se inclinó hacia adelante y apartó las botellas de mala gana. Cuando cayeron al suelo produjeron un ruido que sobresaltó a Ruby y la despertó de su ausencia.

—Empezaremos a monitorear a Dylan —le avisó él, y colocó sobre la mesita la laptop que traía bajo el brazo —. ¿Qué has estado haciendo?

Ella se removió sobre su lugar para enderezarse y se frotó los ojos cansados y enrojecidos. Tenía cara de todo menos de querer hacer algo además de quedarse inmóvil mirando el vacío.

—No mucho —murmuró—. Bebí un poco.

Sí, hasta allí le llegó el aliento del alcohol.

Scott le arrojó una mirada dura.

—Bebiste bastante —le corrigió.

Un silencio se extendió entre ellos. La expresión de aflicción que apareció en el rostro de Ruby hizo que se viera torturada.

—Lo necesitaba, no lo sé... —confesó ella algo bajo, con cierta vergüenza—. No sé qué me pasa. Lo que sucedió en el apar...

Ruby se trabó, como si no supiera cómo explicarse, pero Scott no tenía ganas de hablar sobre lo que había sucedido, así que le cortó:

—Pues yo tampoco lo sé, pero espero no sea que otra vez estás teniendo esos malditos ataques de culpa que no soporto.

Ella asintió apenas, con la mirada fija en el suelo. Scott sintió dentro de sí más molestia. Solía pensar que Ruby era su mejor cómplice, incluso mejor que Lisa, pero por más que quería entender qué le sucedía, no podía. Tampoco ayudaba el hecho de que no era muy tolerante. Para él, todo se resolvía y debía resolverse rápido.

—Acordamos que jamás lo mencionaríamos, ¿no? —le recordó él, rompiendo el pequeño silencio de la sala.

—Sí...

—Entonces déjalo atrás y concéntrate en lo de ahora. —Para que no se pusiera a la defensiva, agregó un tono menos duro que la tranquilizarla un poco—: Y ya verás que te empezarás a sentir mejor.

—Sí.

Ruby se encogió contra el sofá, como refugiándose. En frente, la laptop ya estaba por completo encendida. Scott buscó la aplicación que su amigo le había instalado para poder ver mejor las transmisiones de las cámaras instaladas en el apartamento.

—¿Has visto a Lisa? —aprovechó él para preguntar—. ¿Te enteraste de algo?

—La vi ayer, pero no dijo mucho —suspiró Ruby—. Se fue rápido.

Scott arrugó los labios, obstinado.

—Esta mierda me tiene harto —soltó—. Todavía ni me ha respondido los mensajes, y cuando me paso por su apartamento no está ahí. ¿Qué demonios hace?

—No lo sé... —dijo Ruby, sin ánimos.

Pero él no le prestó atención y solo siguió descargándose con rabia:

—Lo peor es que cada vez que me topo con ese imbécil de Dylan en las escaleras o en el ascensor tiene en la cara esa maldita sonrisita que me cabrea.

—Uhum...

—Esa sonrisa parece como si... —Scott apretó la mandíbula, conteniendo la rabia—... como si supiera algo que nosotros no, como si estuviera un paso adelante.

—Uhum...

—Hay algo que me dice que él intenta jugar con nosotros. No sé de qué forma, no sé por qué, pero lo hace y en todo caso hay que ganar.

—Uhum...

En cuanto se dio cuenta del tono monótono de las respuestas de Ruby, giró la cabeza y le echó una mirada fulminante. Por supuesto, ni siquiera estaba prestando atención. Tenía los brazos cruzados y los ojos cerrados, a punto de caer en un sueño profundo.

—¡Que espabiles! —le gritó con exigencia.

Ella abrió los ojos al instante y se enderezó con rapidez.

—¡Ya, estoy despierta!

Scott sacó paciencia de lugares que no sabía que existían.

—Ve a hacer café —le ordenó con severidad—. Estaremos aquí un buen rato.

A duras penas, Ruby se levantó del sofá y fue a la cocina. Scott por su parte hizo doble clic sobre el programa. Tras un minuto de carga apareció ante sus ojos una ventana que mostraba la sala del apartamento de Dylan en directo y con una definición impresionante.

En esa habitación no había nadie, así que pasó a la siguiente cámara: dormitorio. Allí estaba Dylan, sentado en el borde de la cama. Alrededor tenía una variedad de fotografías, lentes de cámara y otras cosas de ese tipo. Sobre la misma cama, apoyado contra la cabecera, estaba Keanu usando una laptop sobre las piernas. Junto a él, boca abajo, mirando más fotografías, estaba Nitty.

Hablaban sobre la tesis, que si la fecha de entrega, que si los recursos a usar, que si la estructura, que si algunas cosas que faltaban. Nada interesante o importante. Pero Scott miró. Observó fija y calculadoramente la imagen con la intención de captarlo todo, de entender mejor el entorno de Dylan, de no perderse ni un detalle que luego pudiera servirle para apartarlo del camino.

Poco después, Ruby llegó con el café, casi arrastrando los pies. Le ofreció una taza humeante. Scott bebió sin dejar de mirar la pantalla. Ruby, a su lado, también se volvió una espectadora, aunque él tuvo la impresión de que una parte de ella seguía lejos, solo que lo ignoró para no enfadarse.

Los minutos pasaron y pasaron. La conversación era tan aburrida que Scott agradeció no ser tan patético como todos ellos. Llegó a pensar incluso que no obtendría nada interesante de ahí hasta que de repente Keanu emitió un sonido de frustración, dejó de mirar la laptop y se alzó las gafas para frotarse los ojos. Al parecer había hecho algo mal.

Nitty, que movía los pies con aire infantil, lo miró con curiosidad.

—Estás bastante estresado, eh —le comentó.

—¿Te exijo demasiado, Keanu? —preguntó Dylan con esa voz insoportablemente amigable—. Porque no es mi intención, puedes tomártelo con calma.

El tonto de Keanu sacudió la cabeza.

—No es tu culpa, Dylan —le aclaró. Por un momento dio la impresión de que confesaría algo, pero se retractó y solo añadió—: Son otras cosas que tengo en mi cabeza.

Nitty pareció intrigada.

—¿Cómo qué? —quiso saber.

Keanu alzó los hombros, dando a entender que era cualquier cosa. Sin embargo, Dylan emitió una risa tranquila mientras hacía cosas inentendibles para Scott con su cámara.

—Seguramente es su novia digital —comentó con un aire más divertido—. Siempre son las novias.

Nitty alternó la mirada entre ambos y hundió un poco las cejas, medio confundida y medio interesada.

—¿Novia digital? ¿Cómo es eso?

Frente a la pantalla, Scott y Ruby compartieron una mirada. La de ella fue preocupada, pero la de él fue cautelosa. Maldijo internamente a Dylan por mencionar ese tema.

Keanu se acomodó las gafas, algo incómodo.

—Bueno... —Carraspeó la garganta—. Nosotros nos conocimos en un foro y nunca nos hemos visto, pero hablamos por chat todo el tiempo y somos fieles el uno al otro. Es igual a una relación normal.

Nitty pestañeó y miró a Dylan. Él, con su maldita sonrisa pegada en la cara, se encogió de hombros.

—¿Y la parte de tocarse o convivir juntos que es lo más importante? —preguntó Nitty—. ¿No piensan llegar a eso?

Keanu jugueteó con las teclas de la laptop. No lucía muy cómodo hablando de ello. Scott deseó que lo cortara ya.

—Pues yo quiero conocerla en persona, solo que ella ha estado distante —confesó el chico, inquieto—. No hablamos desde...

Se silenció sin más, como si no quisiera decirlo, pero ya tanto Dylan como Nitty estaban sumidos en la conversación, así que lo animaron:

—¿Desde qué?

—Desde que me pidió todo ese dinero —suspiró Keanu, abatido— porque la pasa muy mal en su país y ella en serio lo necesitaba... pero yo no lo tenía.

—¿Cuánto te pidió? —preguntó esa vez Dylan, algo preocupado, como intuyendo algún desastre.

En lo que Keanu reveló la cantidad, tanto Dylan como Nitty abrieron los ojos de par en par, asombrados.

Scott se inclinó levemente sobre el sillón de cara a la pantalla, como si ver más cerca ayudara a intervenir en lo que estaba sucediendo en el cuarto de Dylan.

—Demonios, eso es mucho —dijo Nitty, aún sorprendida—. ¿Para qué lo quiere?

—No lo sé, pero es algo muy importante para Aria, y tan pronto como lo tenga se lo estaré enviando porque la amo y sé que ella me ama también —contestó Keanu con decisión.

Scott quiso soltar una risa de burla, pero estaba demasiado concentrado como para hacerlo. Concentrado y preocupado.

—Si te ama como dices, ¿por qué no te ha hablado? —inquirió Nitty con cierto ingenio—. Sospecho que lo que ama es la idea de otra cosa...

Keanu la miró sin entender a qué se refería.

—¿De qué?

—Pues de que le envíes dinero —soltó Nitty con simpleza, sin filtros— es muy obvio.

Eso dejó impactado a Keanu, con una cara de estúpido monumental. A Scott ya no le pareció nada divertido, nada para burlarse. De hecho, quiso poder entrar allí y sacarlos a todos a patadas. Tenían pensado sacarle más dinero al chico, no podían perderlo solo porque esa chiquilla de cabello colorido era un tanto inteligente y un tanto metiche.

—Las cosas a distancia son bastante difíciles —suavizó Dylan, con una opinión menos dura—. Keanu, ¿por qué simplemente no viajas a su país y la conoces personalmente?

—Si es que existe... —canturreó Nitty.

Otra vez, Keanu la observó sin comprenderla, o sin querer comprender.

—¿Eh?

Nitty se acomodó en la cama, ahora sentada.

—Dime, ¿la has visto por videollamada? —le preguntó a Keanu como si fuera el punto número uno.

—No, es tímida.

Ella hizo un gesto de obviedad.

—Ahí está —señaló, más claro que nunca—. Todos saben que hoy en día hay muchos catfish y que la primera pista de que lo son es que no se muestran por llamadas.

Scott sabía lo que era un catfish, claro que sabía y por eso se tensó todavía más. Era una conversación peligrosa.

Keanu negó con la cabeza, firme, ciego, engañado.

—No es un catfish —aseguró, y en su voz sobresalió una nota de molestia.

—Entonces proponle la videollamada muy en serio —replicó Nitty, simple—. Si no lo es, aceptará. Si lo es...

—Es una buena idea —secundó Dylan—. Solo piensa en lo mejor que puede pasar.

Scott sabía que pasaría lo peor: nunca vería a ninguna Aria.

Pero por lo visto, Keanu sí se dejó llevar por la imaginación y la idea de cosas mejores, porque asintió.

—Sí, lo haré —aceptó, aunque medio nervioso—. Lo haré y les demostraré que no miente.

Nitty le sonrió con calidez.

—Me disculparé de ser así.

Keanu, que se había molestado un poco por lo del catfish, pareció tranquilizarse.

El timbre del apartamento sonó de repente. Dylan se levantó para ir a atender. Nitty y Keanu se quedaron hablando todavía sobre la novia digital, cosas como su nombre, edad y aspecto que tenía. Scott se concentró tanto en eso que no pasó a la cámara de la sala sino hasta que a través del altavoz se escuchó la voz conocida:

—¡Hola! ¿En qué andas?

Cambió de imagen muy rápido. Por supuesto, quien había aparecido era Lisa. Ni siquiera le sorprendió, pero sí le molestó.

Dylan la hizo pasar y cerró la puerta. Le dijo que estaba con Nitty y Keanu haciendo cosas para la tesis. Lisa, con una voz en extremo alegre, preguntó si les podía ayudar en algo y él contestó que siempre se necesitaba ayuda, así que se unieron todos en la habitación.

Scott notó que Lisa y Dylan se sentaron uno al lado del otro, cerca. Luego también notaron otras cosas y tanto Scott como Ruby quedaron boquiabiertos. No porque Lisa fuera a ver a Dylan, sino porque Lisa empezó a bromear, reírse, conversar y aparentemente disfrutar de estar con esos tontos, algo que nunca se habría esperado de ella.

Scott no supo a quién estaba viendo, porque esa no era la Lisa que conocía. Ni siquiera la había visto reír tanto. Ni siquiera la había visto ser tan agradable. Estaba impactado.

—Tal vez deberíamos ir de nuevo a esa cafetería —mencionó de pronto Nitty—. Quiero probar todo el menú.

Lisa asintió, comentó algo sobre los muffins de arándanos y la ridícula conversación siguió por un camino de opiniones sobre sitios en los que habían estado.

Scott giró la cabeza con brusquedad hacia Ruby. Ella estaba observando la pantalla con asombro y algo de horror.

Ruby pestañeó, estupefacta.

—Creo que sí...

Algo parecido a una onda caliente y cargada de ira se expandió por el cuerpo de Scott y lo obligó a levantarse con las manos hecha puños tensos y brotados de venas. Si a veces enojado quería golpear cosas, lo que quería ahora mismo mientras le zumbaban los oídos de la indignación era destruir todo lo que se le atravesara, destrozar a cualquiera que tratara de impedírselo y al final no dejar nada con vida.

En la pantalla, Dylan cogió una fotografía y la alzó de tal modo que todos pudieron contemplarla.

—En esta foto Keanu tenía vergüenza —indicó, señalando el rostro del chico retratado—. Era cuando hablábamos de su novia.

Lisa miró con interés y ligero asombro.

—Sabes leer muy bien eso de los gestos, ¿no?

Dylan emitió una de sus risas.

—Puedo reconocer las verdaderas emociones que se ocultan en ellos —admitió.

Lisa cogió otra de las fotografías. Esa la mostraba a ella sonriendo. Para enseñarsela a Dylan, se inclinó un poco hacia su lado. Sus hombros rozaron.

—¿Qué ves aquí? —le preguntó. Scott reconoció el sutil tono en su voz: segura de sí misma, insinuante.

—Entusiasmo, interés, atracción... —enlistó Dylan. Alzó la vista hacia ella y con los nudillos de su dedo índice y medio le hizo una caricia pequeña en la mejilla—. Veías con deseo.

Scott observó fijamente con un odio latente cómo ella soltaba una risita para darle a entender que lo que había visto era a Dylan. Nada quiso más que borrar la de ese tipejo a golpes.

Por suerte, la naturaleza lo había dotado con la habilidad de seguir pensando con algo de astucia a pesar de estar enojado, así que se dio cuenta de algo que no había notado antes y que agradeció notar ahora.

—El imbécil de Dylan se está convirtiendo en un fastidio —le soltó a Ruby

—¿Piensas hacer algo? —preguntó ella.

—Todavía no sé cómo —asintió él— pero lo sacaré del camino. 

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