¡Bienvenidos a mi primera novela El misterio de Alphonse: En busca de lo desconocido!

Hace aproximadamente 3 meses, 12 semanas, 90 días, 2160 horas, 129,600 minutos y 7,776,000 segundos que comencé con este nuevo proyecto. No es mi primera incursión en la escritura, ya que mis primeros manuscritos los redacté durante mi juventud, cuando acababa de entrar a la secundaria y prácticamente no sabía nada sobre técnicas para escribir una historia o novela, y tampoco conocía los diversos tipos de narración y el vasto mundo literario del cual carecía de experiencia en ese entonces.

Fue en el mes de agosto cuando mi mente visualizó rápidamente la trama original de la historia durante una singular y profunda conversación con mi tía materna. Hablábamos sobre cómo los niños adoptados descubren, de una manera a veces devastadora, que fueron criados por personas que no son sus padres biológicos, y no necesariamente por sus padres adoptivos.

Aquella conversación fue una de las primeras que realmente me dejaron emocionalmente agotado y marcado. Me hizo reflexionar sobre el impacto de los vínculos familiares, las conversaciones, los lazos y todo lo relacionado con el ámbito familiar. En mi decidida búsqueda por entender cómo alguien, ya sea adoptado o no, se identificaría de alguna forma con la trama, encontré inspiración.

En ese momento, me enfrenté a algunos problemas. Había eliminado mi cuenta en esta plataforma durante mi juventud en un arrebato de frustración, y posteriormente pude identificar ese sentimiento como el síndrome del papel en blanco, que me afectó considerablemente. Este obstáculo se sumó al hecho de que nunca antes había escrito una historia de suspenso o misterio de tal magnitud, lo que sabía que llevaría tiempo y que también implicaría drenar mis emociones debido a la carga emocional de la trama. Decidí dejar atrás esas razones infundadas y embarcarme en este proyecto.

Fue en el primer día de agosto que tomé mi ordenador y comencé a escribir uno de los primeros borradores de la historia. Pude visualizar a Alphonse caminando por las avenidas principales de Londres, visiblemente desorientado y clamando a viva voz a un padre que lo había abandonado. Fui capaz de deducir algunos de sus pensamientos y cómo ese reclamo despertó mi interés por la trama y su entorno. Pocos días después, decidí que Alphonse no debía estar solo. En mi mente surgió Emma Brown, quien le ayudaría en sus momentos más difíciles, añadiendo un toque romántico a la historia que permitiría algunos respiros en la trama.