Dos semanas exactas han pasado desde que Frank se fue a ese retiro en las afueras. Comenzaba a echarle de menos, pero esta tarde de mayo regresa y nada me hace más feliz.

He dispuesto todo en su habitación para que pueda notar cuánto me ha molestado su ausencia; aunque reconozco que quizás, ha sido un poco excesivo el desgarrar todas sus bonitas camisas nuevas. ¿Qué puedo decir? No estuvo bien abandonarme de esa forma tan grosera; sin previo aviso, sin un hasta pronto, amigo.

Sin embargo, no importa, este es un gran día, incluso para esa novia tan tonta suya, que no ha querido escucharle cuando habla, medio histérico, sobre mí. Hoy, no tendrá más remedio que prestar atención.

¡Ya han llegado!

He oído ese sonido tan característico que hacen las puertas del garaje al abrirse, como si el compresor suspirara de alivio conmigo. Estoy tan emocionado.

Solo falta el toque final para la bienvenida perfecta. Puedo imaginar la cara que pondrán cuando suban a la habitación y me escuchen rascando el suelo, mientras mis largos brazos asoman bajo la cama y finalmente, vean escrito en el vaho del espejo ese hermoso: Hola Frankie. ¿Me extrañaste?