Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

1. Jean, despiertas mi obsesión.

No era la primera vez que nos veíamos por esos lares.

Los baños en las estaciones de trenes, era uno de los muchos puntos de encuentro para homosexuales, que lo único que buscamos era una boca o un culo dispuesto a saciarnos.

La primera vez que lo vi andaba solo y no prestaba atención a nadie. Pasaba como un fantasma, ignorando las habladurías del resto. Esa vez tampoco me dio importancia, y yo ya había satisfecho muy bien mi necesidad con un crío que recién cumplió los 18.

Jean me miró justo antes de que arribe al carro. Se detuvo algunos segundos, quizás estaba estudiando mi costoso carro que pago a plazos, o quizás me estudiaba a mí.

La segunda vez que nos vimos yo andaba algo apurado. Se me había olvidado que dentro de nada tendría una reunión aburrida a muerte con mi familia.

Ese día llovía y como mi necesidad era mucho más fuerte que mi voluntad, me di una escapada.

Encontré las calles desiertas y el suelo lodoso. No iba a tener suerte. Justo cuando me resignaba, lo vi doblar la calle. Parecía que buscaba algo a alguien, no le di mucha importancia ya que a primera vista no era de mi tipo y yo no era el suyo.

Justo cuando estaba a unos metros de él se le acercó otro crío de su misma edad, este le tiró a la cara una chaqueta de jeans de segunda. Jean no le dio importancia, cogió la chaqueta del suelo y siguió su camino. El otro crío le gritó algo que no entendí y se fue por donde vino.

La lluvia empeoraba mi visión y tuve que detener el carro.

Abrí la ventanilla y el frío invadió al igual que la lluvia. A lo lejos pude ver que Jean seguía caminando. Un par de veces intentó detener un coche pero no tuvo suerte.

―¡Malditos! ¡Putos! ―gritó.

Jean se empapaba y comenzaba a temblar. Yo que bajé del coche me fui acercando a él, pero no se daba cuanta de mi cercanía.

―¿Quieres uno? ―le ofrecí un cigarro. Jean giró hacia mí.

Su mirada me paralizó. Jean era mucho más bello de lo que esperaba.

Ese brillo en sus ojos o ese aire salvaje me dejó sin palabras.

―Sí, gracias ―respondió aguardando por el cigarro.

Sea lo que fuera, conseguía ponerme nervioso. Yo, que me vanagloriaba por ser un tipo relajado y que tenía pleno control de cada uno de mis actos, ahí estaba, nervioso ante un chico de aspecto común y corriente.

―E-espera ―dije.

Con torpeza saqué la cajetilla y se los ofrecí. Sólo cogió uno y me devolvió el resto.

―Ya te había visto antes ―dijo mientras encendía el cigarro.

―¿Quieres que te lleve a algún lado? Está lloviendo.

―Ya me di cuenta, oye, ¿puedes acercarme al subte de Palermo?

―Claro. Entra, voy por ese camino.

En silencio abordamos al carro. Adentro el calor del interior me era confortable. De reojo noté que Jean temblaba. Desde esa distancia, parecía que no llegaba a los 18 años. De inmediato me obligué a sacármelo de la cabeza, no quería tener problemas con la ley.

Lo dejé en la puerta del subterráneo de Palermo, como había pedido. Afuera la lluvia cada vez empeoraba. El frio calaba mis huesos, no andaba muy abrigado, pero Jean iba en remera sin mangas.

―¿Dónde vives? ―le pregunté para facilitarle algo más el viaje.

Jean dio media vuelta y se acercó unos pasos.

―Acá ―señaló la entrada al subte a punto de entrar.

―¿Dices que vives en el subte?

―Aja.

―Vaya, ¿qué te parece si te llevo a mi casa? Estos días hacen bajo cero...

Jean parecía que se lo estaba pensando. Al final aceptó.

Volvió a subir al carro y arranqué.

No sé por qué le ofrecí llevarlo a casa, quizás era movido por mi necesidad de cogerle. Pero tenía esa reunión familiar al que no tenía que faltar por nada en el mundo.

De repente sentí sus manos frías entre mis piernas, dirigiéndose lentamente a mi miembro deseoso de acción.

―Espera, yo no te ofrecí llevarte a casa para eso...

―Eso es lo que dicen todos...

Enseguida se detuvo y me arrepentí de abrir la boca.

Como estaba seguro que a esa hora ya no había control vehicular, conduje a la máxima velocidad permitida, y en ciertos lugares; donde no había cámaras de seguridad, rompía ese límite. Jean se emocionaba con eso, gritaba y luego se mataba de risa por la adrenalina.

Entré a casa apresurado y me olvidé de él por un instante. Luego me duché. Cuando salí lo vi de vuelta aún empapado en la sala de estar.

Me sentí un tarado al no ofrecerle alguna muda de los que me sobraba.

―Sube y busca en el placad algo que te vaya. No vaya ser que te enfermes.

―¿Vas a algún lado?

―Tengo una reunión.

―Debe ser importante para que olvides que tienes a un desconocido en tu casa.

―No eres un desconocido, ya nos habíamos visto antes, ¿cierto?

―Si eso cuenta para ti, sí.

Luego me fui a cambiar de ropa. Al bajar vi que había elegido ropa deportiva. Se veía demasiado bien, me lo quería coger ahí mismo, quería morderle cada parte de su esbelto cuerpo, pero la hora estaba en mi contra.

―Tengo que irme, puedes buscar algo de comida en la cocina, y duerme donde quieras.

―¿Estás seguro que me dejas aquí? Podría ser un chorro y llevarme todos tus valiosos muebles –me miró y ese brillo de sus ojos curiosos se clavó en los míos.

―No lo eres, eres gracioso.

―Ni siquiera sabes mi nombre...

―Creo que yo sé más de ti que tú de mí, es Jean, ¿me equivoco?

Jean se quedó en silencio, sorprendido.

―De acuerdo, yo no sé tu nombre, pero por tu casa puedo deducir ciertas cosas de ti.

―Quiero ver que lo hagas ―dije aceptando su reto.

―Si lo hago, ¿ganaré algo?

¿Esa era su forma de pedir que hiciera cosas sucias con él?

Desde luego que iba a aceptar.

―Te daré lo que quieras...

―¿Seguro?

―Te doy mi palabra...

―Está bien, estaré esperando por ti ―prometió...

―No creo que sea necesario, tardaré un montón, mejor descansa.

―Aguardaré lo que sea necesario ―insistió.

Me fui con la idea fija de que se dormiría en el transcurso de las horas.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro