Capítulo 4 - La decisión.
María estaba a punto de conseguir lo que ansiaba: casarse con un hombre poderoso que le diese todo lo que quisiese. Tan sólo había un problema, algo que la hacía dudar y no darle el sí definitivo a esa proposición. Y ese era Michael Scofield, ese chico que le había mostrado lo divertida que podía ser la vida incluso sin tener ni un centavo. Con él se divertía mucho, porque ese chico era tan patoso cuando ella estaba delante, que eso conseguía sacarle sonrisas a cada tanto. Pese a ser un buen chico, algo a lo que no estaba acostumbrada, seguía mostrando esa careta que mostraba a todos los demás, con temor a ser rechazada nuevamente. ¿Qué tan defraudado se sentiría Mike si descubría que la chica que le gustaba era distinta a lo que había imaginado?
Él era un buen chico y pensaba alejarse de él en cuanto tuviese oportunidad, aquella tarde después de un maravilloso día en la bolera le parecía un buen momento.
El auto se detuvo frente a su edificio y él se preparó para despedirse. Entonces ella le miró, se suponía que tenía que confesarle que iba a casarse con otro hombro y por tanto ellos dejarían de quedar. Pero ... bastó una sola mirada en sus labios para saber qué era lo que él quería de ella, pese a no haberse atrevido aún a besarla.
Ella le besó contra todo pronóstico, esperó por una corriente que la dejase sin respiración, pero fue algo dulce que derribó sus muros momentáneamente. Eso consiguió aterrarla lo suficiente como para confesarse.
–Voy a casarme.
–¿Qué? – Preguntó con incredulidad. Pero antes de haber dicho una sola palabra ella volvió a besarle apasionadamente, dejándole sin aliento. Ella necesitaba sentir algo más para elegirle a él, podría echarlo todo por la borda si ese algo aparecía.
Se subió sobre él y lo ansió con todo su ser, sentir algo que marcase la diferencia. Ese tipo de amor del que su madre le hablaba de niña, ese que ella sintió por su padrastro y que la obligó a abandonar su hogar, a sus hijos ... atravesar el charco y seguir al hombre al que amaba.
Mike jadeó sobre su boca mientras apoyaba las manos sobre las piernas de la chica, incapaz de tocarla, aterrado de que ella le apartase.
–¿Quieres que vayamos a otra parte? – Preguntó ella ansiosa, más que dispuesta a acostarse con él para descubrir si ese algo lo encontraba en el sexo. Él acarició su rostro y sujetó algunos mechones de cabello detrás de sus orejas.
–No sería apropiado. Acabamos de besarnos. No quiero ir tan rápido, María. Además, tienes que explicarme lo de antes. ¿Qué has querido decir con eso de que vas a casarte?
–Max me lo ha propuesto. – él tragó saliva sin saber qué decir, terriblemente avergonzado.
–Ese tipo es peligroso, ya te lo he dicho. Hay rumores en comisaría de que es un posible traficante de armas. Pero ... más importante que todo esto. ¿Le amas?
–Es guapo.
–No puedes casarte con alguien sólo porque te parezca atractivo.
–Besa bien. – él tragó saliva al darse cuenta de que ellos ya se habían besado antes y de que ella estaba jugando a dos bandas. No dijo nada, porque una parte de él ya sabía que ella era una chica mala.
–Deberías conocerle un poco mejor antes de darle una respuesta. – Ella apoyó la mano en su mejilla y trató de reconfortar a ese chico bueno.
–Encontrarás a una chica que sea mejor que yo – prometió antes de sentarse en su asiento y tirar de la palanca que abría el vehículo.
–María – la llamó antes de que hubiese cerrado la puerta. Ella se asomó y esperó a que él dijese algo más – No borres mi número todavía. Puedes tenerlo en la agenda y llamarme cuando necesites un respiro. No sé... quizás algún día necesites a un buen amigo.
–No creo en la amistad desinteresada entre un hombre y una mujer, además... tú y yo nos gustamos.
–Exactamente. ¿Y no debería ser esa razón suficiente para hacer que te replantees lo de la boda? Quizás deberías esperar un poco, no sé... conocernos un poco mejor a los dos antes de decidir con cual quieres estar.
–Eres un encanto, Mike. Pero ... vales más de lo que crees, así que ... creo que no deberías rebajarte así. – Ella cerró la puerta y emprendió la marcha hasta casa, pero él se bajó del vehículo y corrió tras ella, agarrándola de la mano antes de que hubiese entrado al portal.
–No siento que me esté rebajando. Estoy luchando por ti. Me gustas y no quiero que cometas errores de los que vas a arrepentirte más tarde. Es todo.
–Es mi vida – contestó tajante, sorprendiéndole, pues ella no era tan borde de normal – yo tomo las decisiones. – Levantó las manos a la defensiva.
–No lo pongo en duda. Sólo digo... que ... quizás deberías pensártelo un poco... no sé... Estos días juntos han tenido que significar algo ¿no?
–Una vida a tu lado me haría sentir segura. Sé que me protegerías, Mike. Que me harías reír cada día. Pero ... yo necesito más que eso – él rompió a reír, descargando la frustración del momento.
–Bien. Vale. Lo acepto. Puede que él pueda darte un nivel de vida más costoso que yo. Pero ... el dinero no lo es todo en la vida.
–Esa frase la inventamos los pobres – él rompió a reír, perdiendo la sonrisa en cuanto recordó la situación. – Pero no es solo por el dinero. Me gustas, eres un buen chico y ... Pero me falta algo para poder apostar por ti. Algo que haga que me estremezca cuando estás cerca, quizás al besarme o al tocarme. Pero eso no me pasa cuando estamos juntos. – Asintió dando un par de pasos atrás, dándose cuenta de que ella no sentía lo mismo que él, pues él si se estremecía cuando ella estaba cerca.
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