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Capítulo 2 - La interesada.


En uno de los barrios más peligrosos de todo Madrid, un coche de un modelo antiguo, muy desmejorado y con la pintura desgastada, se detenía junto a la acera, al lado de un club de estriptis. La puerta se abrió y de él bajó una muchacha con un vestido en color negro, demasiado corto y ajustado, enfadada con el tipo que le había dado aquel aventón.

–¡No eres mi padre, Tony! Así que deja de joder con este tema... – Dio un portazo y se encaminó con largos tacones de aguja hacia el interior del club en el que se quitaba la ropa por dinero todos los sábados. Pues el sueldo como cajera de supermercado no le daba para pagar las facturas.

El chico que la había llevado hasta allí negó con la cabeza, como si no pudiese entender la actitud de esa chica que nada de lo que conseguía parecía ser suficiente. Había un gran agujero en su interior que no se llenaría jamás con nada. Era falta de cariño, de confianza en sí misma y pensaba que nadie la aceptaría, que la abandonarían se mostraba con ese fuerte carácter que muy pocos conocían. Era borde, exigente, inconformista, reservada y rara vez mostraba lo que sentía.

Fue criada por su padrastro cuando su madre enfermó, verla asistir cada día cuando era una niña, a las sesiones de quimioterapia fue muy duro, pero lo fue aún más cuando una bonita tarde de primavera, mientras agarraba su mano en el hospital, su madre dejó de respirar y abandonó el mundo de los vivos. La dejó junto a personas que no consideraba de su familia, pese a lo mucho que su padrastro trató de llegar a ella, esta nunca lo dejó. No tenía hermanos en el país y los que tenía en Brasil ni siquiera hacían por contactar con ella, no parecían interesados por saber sobre su hermana pequeña, así que con el tiempo se olvidó de ellos.

Trató de hacer amigas en aquel nuevo lugar, pero lo hizo de la manera incorrecta. Porque la gente debe quedarse al lado de uno y acercarse por uno mismo, no por el interés. Y María siempre pretendió poseer más de lo que tenía, se jactaba de poseer dinero y un buen estatus en la sociedad, y eso hacía que se acercasen a ella todo tipo de oportunistas que la dejaban en la estacada al descubrir la verdad. La única persona que de verdad estuvo a su lado en los buenos y en los malos momentos fue Raquel. Ellas se conocieron cuando estudiaban en el instituto y se hicieron inseparables en seguida.

Raquel era la única persona que la conocía de verdad, con la que no había tenido que fingir ser otra persona para ser aceptada. Y la acogió como si se tratase de su propia hermana, iban a todas partes juntas, y así conoció a Tony, el hermano de esta. Aunque jamás lo vio como algo más que un amigo. Algo dentro de ella siempre le dijo que ese tipo no era de fiar y aquella vez, su sexto sentido funcionó.

Las cosas iban muy bien en la época en la que tenía amigos, después de conocer a Raquel. Incluso llegó a pensar que la vida por fin iba a sonreírle. Los estudios empezaron a irle bien. Y cuando Raquel empezó a desarrollar su amor por la música ella le apoyó incondicionalmente. Incluso la acompañaba al estudio y cantaban juntas, mientras la primera tocaba el piano.

Entonces... llegó la tragedia. Algo asedió su vida y volvió a separarla del único apoyo que le quedaba. No se aferró a ella pese al profundo dolor que le suponía perderla, pues sabía que lo mejor para Raquel era alejarse del mundo que la rodeaba.

Su mejor amiga cayó en una profunda depresión donde el miedo y el rechazo eran todo lo que le importaba en la vida, pues esos indeseables la habían violado violentamente tras atacarla.

Esto afectó profundamente a María y no volvió a ser la misma después de que Raquel desapareciese del mapa. Pese a esto, solía preguntarle a Tony cada día por el estado de su mejor amiga, este apenas contestaba y con el tiempo... dejó de hacerlo. Pero eso no quería decir que no pensase en ella, aún lo hacía. Pero había que seguir adelante, la vida de uno no se detiene después de un mal momento.

Dejó los estudios en el último año de instituto y se puso a trabajar como camarera hasta que se propasó con el encargado. Fue una historia muy corta, pese a ser la primera vez en la que María se acostaba con un hombre, el tipo estaba casado y no iba a poner en riesgo su matrimonio por un desliz con una niñata. Fueron las palabras que él usó para explicar la situación. La despidió después de eso. Trabajó en un hotel como limpiadora después de eso, de nuevo como camarera de eventos importantes, en una tienda de ropa y más tarde consiguió su trabajo como cajera en un supermercado. Llevaba ahí cinco años y ya pensaba que ese lugar sería el definitivo.

Las cosas en casa eran como siempre, la conversación con su padrastro era tan nula que el hombre ya se había acostumbrado a ello.

Trabajar en el club y desnudarse por dinero una vez en semana le daba el dinero que necesitaba para sus caprichos. Todas esas cosas materiales que pensaba que llenarían ese vacío que su madre dejó, ese que se hizo aún más grande cuando Raquel también lo hizo. Pero no había nada que pudiese llenar eso.

Atraer a babosos que quisieran poseerla no era algo que le diese miedo, lo veía más como una oportunidad de usarlos, conseguir caros regalos que ella no iba a poder costearse, darles falsas esperanzas antes de dejarlos en la estacada.

El show de esa noche no fue una excepción, al finalizar tenía un gran ramo de tulipanes en su mesa que desataba la envidia de otras chicas y una cara gargantilla de plata en un estuche.

Sonrió y la sacó de la caja, sin tan siquiera poner atención a las flores y se la colocó en el cuello. Tenía un gran diamante que colgaba. Aunque... probablemente sería de imitación, era imposible que fuese uno de verdad.

Se miró al espejo y se percató de lo hermoso que quedaba puesto en ella. Lo acarició despacio y empezó a vestirse, mientras se metía en la boca un chicle y lo masticaba de forma exagerada. Luego cayó en la cuenta de que ese gran ramo tenía una tarjeta escondida en su interior y la agarró al vuelo.

"Para la flor más bella del jardín, del fan más ansioso.

Espero que la gargantilla brille tanto como tus ojos, y sea de tu agrado.

De tu admirador secreto, Max"

Terminó de acicalarse, agarró su bolso, la tarjeta y el ramo que tiró a la basura antes de salir por la puerta. No iba a dejarse cortejar por cualquier idiota, ni siquiera, aunque tratasen de comprarla con baratijas.

Salió del club y miró a ambos lados de la avenida, pensando en la mejor forma de volver a casa. Estaba a punto de sacar el móvil para llamar a Tony cuando un caro auto se detuvo frente a ella y de él bajó un trajeado muchacho que le hizo una señal para que entrase al vehículo.

–Maxim Volkova la espera dentro – aseguró el guardaespaldas. Ella miró hacia el interior de la puerta y se sorprendió al ver a un apuesto hombre corpulento, atractivo y que parecía tener un nivel adquisitivo muy por encima del suyo.

Solo imaginar el nivel de vida que llevaría si conseguía cautivar a un tipo como aquel, la embelesó de una manera que entró en el vehículo sin tan siquiera pensar en las consecuencias de sus actos.

La mirada de aquel peligroso hombre se cruzó con la suya, y fue deseo lo que encontró en él. La deseaba con todo su ser y no veía el momento de tenerla a su merced, de conseguir aquello con lo que había estado fantaseando durante semanas desde que entró en el club y vio que había nueva mercancía.

Esa chiquilla no tenía por qué conocer sobre sus negocios turbios, sus extraños gustos sexuales o lo mucho que disfrutaba maltratando a sus parejas. Ella caería como todas las demás, pues ... ¿qué mujer no se deja conquistar con regalos y lujos?



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