Capítulo 1 - Aceptar un encargo.
Diez años antes yo era un hombre lleno ilusiones, con toda la vida por delante, que adoraba la marina de guerra (armada) más que nada en el mundo. Un hombre dispuesto a luchar por su país, como todo estadounidense que se prestase, pese a que mis orígenes maternos siempre estuvieron en el punto de mira. Mi madre era de etnia india y su familia la empujó a dejar a mi padre cuando era joven. Se marchó a los hermosos bosques de Panamá donde los suyos se refugiaron después de que años antes fueran echados de sus tierras. Fui criado por mi padre, que siempre fue demasiado duro conmigo y me guio por el camino de la rectitud. Para el servir a nuestro país lo era todo. Así que cuando murió en una misión de combate en el aire, lo perdí todo.
Entré en un bucle del que me fue imposible salir hasta que fui renegado de mi mando, me exiliaron de la armada y me refugié en Panamá junto a mi madre biológica que me recibió con los brazos abiertos. Y durante mucho tiempo, me centré en ayudar a la comunidad con el rancho. Pero para un chico de acción era difícil acostumbrarse a una vida tranquila en el campo, así que no tardé mucho en volver a tentarme con las armas. Empecé a aceptar pequeños trabajos de rescate que no eran para nada heroicos. Y así fue como me convertí en El Mercenario. Un tipo sin escrúpulos dispuestos hacer cualquier cosa por dinero, que solía mirar para otro lado frente a una injusticia.
Siempre fui un tipo reservado que no tenía demasiados amigos, pero los que supieron llegar hasta mí ... daría mi vida por ellos. Ese tipo de lealtad no se encuentra en cualquier parte. En cuanto al ámbito personal... me enamoré una vez y salí tan profundamente malparado que me juré a mí mismo que no volvería a dejarme engatusar por ninguna otra mujer. No se me da bien demostrar el afecto a otros, quizás porque fui criado con un hombre frío que rara vez me demostraba que le importaba, obligado a vivir lejos de su madre debido a las circunstancias. Y pese a haberla recuperado, aún me resistía a abrirme del todo con ella. Seguía teniendo miedo de volver a ser abandonado, así que... era más fácil cerrarme de todo y de todos.
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Entré en la camioneta y dejé la bolsa a un lado, más que dispuesto a volver a casa. Odiaba estar tanto tiempo lejos del rancho, pese a que mamá estaba rodeada de mucha gente, sabía que ella me necesitaba. Se había vuelto dependiente después de que volviese de nuevo a su vida y cuando su ceguera empezó a agravarse. Muy pronto perdería del todo la visión. Y quería estar a su lado cuando ya no apreciase ni siquiera la luz del día.
Saqué de la chaqueta el sobre con el dinero que acababan de darme por mi último trabajo y lo conté, con una sonrisa en los labios. Eso iba a ser suficiente para pagar las medicinas de mamá para ese mes, pagar los impuestos del rancho y arreglar algunas cosas.
Mi teléfono comenzó a sonar haciendo que rebuscase mis bolsillos, pero no podía encontrarlo por ninguna parte, finalmente rebusqué en la guantera y lo conseguí. Descolgué en seguida, probablemente sería un nuevo encargo.
–Buenas tardes, ¿señor Rogers? Me gustaría poder contratar los servicios del Mercenario.
–Le escucho.
–El paquete es una mujer de suma importancia para mí. Mi esposa. Me gustaría que me la recuperase. Le pagaré diez de los grandes.
–De acuerdo. Quiero que me envíe información del paquete y que prepare el dinero en billetes grandes sin marcar.
Y así fue como empezó todo.
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