XXXVI
Capítulo dedicado a CeceCarolina
Gracias por el apoyo y por los comentarios que me regalas ♥️
Milena
Me había quedado hasta tarde sumida en mi investigación. La verdad es que nunca creí que la floricultura resultara ser un tema tan interesante. Pero ahí estaba yo, pasadas las ocho de la noche, aún sentada en la cómoda silla de mi oficina, con un montón de pestañas abiertas en el buscador de mi computadora y mi tercera taza de café a medio tomar.
Me enderecé en mi lugar y estiré mis músculos, antes de ponerme en pie y recoger mis cosas. Mierda. Debía comenzar a prestar atención a mi postura, o de lo contrario, iba a terminar peor que Quasimodo.
Le dí un último sorbo a mi taza de café y salí de ahí. La hora de salida habitual había sido un par de horas antes, así que la avenida se encontraba tranquila y mi taxi no tardó en llegar, así como tampoco tardé en encontrarme fuera de mi edificio, o tal vez no noté el camino porque mi mente sólo pensaba en ellos. Kendrick y Tessa.
¡Carajo!
Iba a terminar con las neuronas fritas si seguía así.
Entré al edificio y saludé a Hans, el vigilante, quien se encontraba detrás de la recepción, alternando su vista entre las pantallas de las cámaras de seguridad y su serie en Netflix.
Hans era un hombre de unos cincuenta años, alto y un poco subido de peso, quien, por lo poco que había platicado con él, no tenía conocimiento sobre seguridad privada ni nada por el estilo. Nunca iba a terminar de comprender las bases que tenían las agencias de empleo para asignar a los trabajadores en ciertos puestos.
Aunque, a decir verdad, la zona siempre había sido bastante tranquila, no era como que necesitaramos un expolicía como velador del edificio, o por lo menos eso era lo que había pensado, hasta esa noche.
Entré al elevador y pulsé el botón hasta mi piso, en el camino estuve tentada a bajar dos pisos antes y buscar a Norah. Sentía que si continuaba reteniendo todo aquello, me iba a terminar ahogando en mi propia tristeza. Pero ya era tarde y conociéndola, probablemente ya estaría descansando o hablando por teléfono con su hijo, poniéndose al día sobre su vida universitaria, así que dejé que el elevador siguiera su marcha.
Cuando este se abrió, mis ojos tardaron en acostumbrarse a la escasa luz que había en el pasillo, al parecer algunas de las luces estaban fundidas. Buena parte del pasillo que llevaba a la puerta del departamento vecino, se encontraba, digamos...Decentemente iluminado; en cambio, en el mío sólo una lámpara servía, dejando el resto del pasillo iluminado únicamente con las inservibles luces de emergencia.
Suspiré.
Joder. Incluso mi casa era reflejo de mi estado anímico.
Comencé a andar por el pasillo, todo parecía "Normal" hasta que sentí y escuché algo crujir bajo mis tacones. Le eché un vistazo a aquello, notando las pequeñas partículas que reflejaban la escasa luz. Era vidrio.
¿Vidrio?... Pero de don... ¡Oh, mierda!
De manera automática llevé la vista al techo. Efectivamente. Eran trozos de una de las lámparas. No se habían fundido, estaban rotas.
¿Qué carajos?
En ese mismo instante un frío horrible recorrió mi cuerpo. Aquello tenía que ser una casualidad ¿No? Llevaba semanas sin sentirme observada, no había vuelto a saber nada de André y me estaba manteniendo lo más alejada posible de quien se suponía era el peligro.
Me gustaría decir que fui lo suficientemente inteligente para regresar por donde había venido, buscar a Norah y llamar a la policía o hacer que, por lo menos, Hans revisara las cámaras y el edificio para asegurarnos de que todo estaba en orden. Pero lo que hice en realidad, fue todo lo contrario (Tal y como lo haría el personaje estúpido de un apelícula de terror que en lugar de ver por su supervivencia, se avienta a investigar sin un pinche plan en mente y hasta llama al asesino). Caminé hasta la entrada de mi departamento, alternando la vista entre el pasillo y la puerta, para asegurarme de que no hubiera nadie más ahí. Afortunadamente todo se veía tranquilo.
Llegué a la puerta hecha un manojo de nervios. Las manos me temblaron a la hora de intentar introducir la llave en la cerradura, aunque tampoco fue necesario que lo hiciera. Apenas si había ejercido un poco de peso y esta se abrió de par en par.
¡Recontra mierda!
Lo sé, esa era mi segunda señal para salir corriendo. Pero ustedes ya lo saben, suelo ser muy curiosa.
O imbécil, mejor dicho.
"Si. También eso, pequeña conciencia".
Como sea. El punto es, que me quedé parada en la entrada del departamento, dejé las cosas sobre el mueble de la entrada y me quité los tacones (Por si era necesario correr o usarlos como arma), encendí las luces del pequeño pasillo que daba a la sala de estar, con un poco de recelo a lo que pudiera encontrar. Pero cuál fue mi sorpresa, que todo estaba intacto.
Saqué mi celular y marqué el número de vigilancia del edificio. Sólo esperaba que a Hans no se le hubiera ocurrido tomar una siesta o ir a cagar en ese momento.
Mientras esperaba a que el hombre atendiera la llamada, avancé un poco más, encendiendo las luces a mi paso e iluminando cada una de las habitaciones; la sala, el comedor y la cocina estaban íntegras; no había señal de que hubieran movido ni un puto traste. Hasta la taza de café que había dejado esa mañana sobre la encimera, continuaba en su lugar.
—Si, buenas noches. —Escuché la voz del vigilante, al otro lado de la línea.
—Hans, soy yo, Milena Rochester, del 501 —Hablé bajo.
—¿Señorita Rochester? —Su voz se escuchaba realmente confundida —. ¿Puedo ayudarla en algo?
—Si, Hans ¿Puedes decirme si alguien ajeno al edificio estuvo hoy por aquí? —dije, a la par que continuaba recorriendo el departamento y encendiendo luces. Mi estudio y el baño del pasillo, también estaban en perfecto estado. Eso sólo me confundía más y me hacía no querer llegar a la última puerta. Mi habitación.
—Este... —La línea se quedó un rato en silencio, al igual que yo me había quedado estática frente a mi habitación. No quería abrir. No quería ver. Tenía miedo de encontrarme con algo horrible. Miles de escenas sacadas de películas de terror cruzaron mi mente. Mi única compañía en ese momento era la respiración de Hans contra la bocina del teléfono —...Yo no recuerdo a nadie, probablemente haya sido durante el turno de Lionel, pero no hay registro de nadie ajeno en la bitácora, señorita... ¿Ocurre algo?
—Hans, podrías hacerme el favor de revisar las cámaras de seguridad. Encontré las lámparas del pasillo rotas y la puerta de mi departamento abierta. —Volví a susurrar.
—¡¿Qué cosa?! —Pude escuchar como se le iba todo el aire de los pulmones a causa de la sorpresa.
—Si encuentras algo extraño en ellas, por favor, llama a la policía —pedí.
—¿Quiere que suba con usted? ¿Se encuentra bien?
—Estoy bien, Hans —aseguré —. En este momento, me ayudas suficiente revisando las cámaras. —Fue lo último que dije, antes de cortar la llamada y guardar el teléfono en la bolsa trasera de mi pantalón.
Tomé el picaporte con la mano libre, mientras que en la otra mano, empuñaba firmemente uno de mis tacones. Abrí lentamente la puerta. Mi recámara se encontraba sumida en la oscuridad, las cortinas estaban sueltas y no permitían siquiera que las luces del exterior se colaran por las ventanas. Contuve la respiración mientras estiraba la mano para alcanzar el interruptor.
3 ... 2 ... 1...
Liberé todo el aire contenido y relajé mi postura, al encontrarme con una escena similar a la del resto del departamento. Todo estaba en perfecto orden.
Me dirigí directamente al baño para asegurarme que también estuviera vacío y así poder inspeccionar detenidamente la habitación. Cosa que, a decir verdad, no hizo mucha falta.
Al salir del baño pude notar que no todo estaba como lo había dejado, de hecho había algo nuevo en la habitación. Una carta. Así es, sobre mi cama descansaba un sobre blanco.
Arrugué la frente.
Lo primero que cruzó por mi mente fue que, probablemente, Anonymous estaba detrás de esto también, si había sido capaz de montar el numerito de las flores, tal vez....
¡¿Qué?! ¿Te estás escuchando, tonta? Esas son dos cosas muy diferentes. Definitivamente, no fue Anonymous sino alguien verdaderamente enfermo y peligroso.
La mini Milena de mi cabeza, siempre poniéndome en mi lugar ¿Eh?
Era posible que tuviera razón.
Tomé el sobre. Mis manos temblaban, todo mi cuerpo temblaba. No había ninguna firma o algo en particular que me diera una pista del remitente. Deslicé con recelo el papel fuera del sobre y fijé mi vista en aquel renglón, escrito con una letra cursiva perfecta y que, obviamente, yo no conocía.
"Ten cuidado. Nos mantiene vigilados"
¿Nos?... ¿A quiénes? Y... ¿De quién chingados tenía que cuidarme?
¿Por qué mierda el mensaje no podía ser claro?
Me quedé un buen rato ahí parada, en medio de mi habitación, leyendo y releyendo aquellas tres palabras, como si después de tanto repasarlas, la respuesta fuera a aparecer ante mis ojos como por arte de magia.
—Señorita... —¡Con una mierda! Pegué un brinco en mi lugar antes de girarme, con los pelos de punta —. Lo siento, no quería asustarla —Se apresuró a decir Hans, que se hallaba parado en la entrada de la habitación.
—¡Hans, casi me mata del susto! —Llevé mi mano al pecho, tratando de apaciguar los latidos acelerados de mi corazón —¿Qué hace aquí? ¿Cómo entró? —Mis ojos recorrieron detenidamente su figura poco trabajada.
—Revisé las cámaras de seguridad, como me lo pidió...
—¡¿Y?! —Solté, ansiosa.
—Como le comenté por teléfono, no hubo nada fuera de lo normal. Las cámaras no registraron a nadie ajeno al edificio entrando el día de hoy —Fruncí el ceño. Mi cabeza estaba trabajando a grandes revoluciones. Y es que, si las cámaras no habían captado a nadie ajeno, eso podía significar que quien había dejado la nota era nada más y nada menos que uno de los condóminos del edificio.
¡Mierda!
Casi podía ver mi cara poniéndose igual de blanca que una hoja de papel recién salida de fábrica. Porque tampoco me fiaba de que aquella advertencia hubiera venido de alguien que en verdad quería ayudarme. De ser así, no habría tenido necesidad de esconderse detrás de un anónimo.
¿O sí?
¡Carajo!
Ya no sabía ni qué pensar.
—Pero, supongo que si es posible ver qué fue lo que pasó con las luces del pasillo ¿Cierto? —Indagué, todavía más ansiosa que al inicio.
—No. Lo siento, señorita. —Hubo un evidente tono de pesar en la voz de Hans.
¡Maldición! ¡Maldición! ¡Maldición!
Un agudo dolor comenzó a instalarse en mi cabeza. Me sentía débil y mareada. Pero no era momento para dejarme caer.
Hans se retiró a los pocos minutos, después de todo, no teníamos nada que mostrar a la policía, así que llamarla sólo iba a resultar una pérdida de tiempo.
Sólo entonces me permití liberar el llanto. Estaba frustrada, con miedo y cansada de lo que me venía pasando. Maldito Kendrick. Desde que él había aparecido, mi vida se había ido descomponiendo cada vez un poquito más. Y ahí estaba yo, como pendeja tratando de descifrar quién carajos quería joderme, mientras él estaba a miles de Kilómetros, disfrutando de Londres con ese grano en el culo, llamado Tessa Maxwell.
Tomé algo de ropa y mis cosas para el trabajo, y salí disparada hacia el departamento de Norah. De estúpida pasaba la noche en el mío. Pero créanme cuando les digo que lo hacía con pesar. Después de todo, ese departamento era mi guarida; ahí había crecido, ahí había pasado los últimos momentos felices con mi madre, había sido (Hasta esa noche) el lugar que más seguridad me brindaba. Y todo se había jodido por culpa de un pinche loco.
La pobre de Norah me recibió en pijama y con un ojo a medio abrir. Me sentí un poco culpable por haberla despertado. Su rostro mostró completa confusión en cuanto me vió con aquella pinta.
Realmente sentía que existía una conexión madre e hija, con ella. No hizo falta que preguntara nada, me extendió los brazos y yo me hundí en ellos, agradecida. Lloré, hasta que las lágrimas escocieron mis mejillas y mis ojos se igualaron a los de un sapo. Norah estuvo ahí en todo momento, reconfortándome en silencio, hasta que poco a poco decidí abrirme y soltarlo todo.
En la madrugada ya me encontraba recostada en la cama de su hijo, rodeada de todos esos posters de bandas de rock de las que apenas tenía conocimiento.
Obviamente no pude pegar el ojo en toda la noche, mi mente se dedicó únicamente a sacar conjeturas. Probablemente la misma persona que me vigilaba era la que había dejado ese sobre sobre mi cama, y eso sólo significaba dos cosas:
Primero. Que él o ella, había hallado la manera perfecta de entrar a mi casa sin dejar huella.
Segundo. Que mi integridad estaba en inminente peligro.
***
Alooo, hermosas y sensuales personitas que poyan esta historia!!!
¿Cómo están?
Bueno, como lo prometí en el mensaje que publiqué hace unas horas, aquí estuvo este capítulo, antes de tiempo.
Todo gracias a MicaaSanmillan ♥️♥️
Bueno, pues qué les cuento que estamos a menos de diez capítulos de terminar esta historia y estoy considerando seriamente darles maratón.
Yupi!!! 🎉🎉
Peeeero... Necesito que me comenten justo aquí, si les interesa aventarse unos 5 capítulos de jalón o ¡Meh! Les da igual. De eso dependerá todo 👉
Déjenme voy por mi mantita y mi café (Porque hace frío) para sentarme a esperar sus respuestas.
P.D.
Esta vez no les dejaré Spoilers porque no quiero que asesinen a ninguno de mis personajes, todavía.
jejeje 😅
Recuerden que ya tienen un pedacito de mi corazón. ♥️♥️♥️♥️
D.HILL
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