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XXXV

Capítulo dedicado a KimRuiz878
Gracias por las estrellitas que me regalas al final de cada capítulo ♥️



Milena

La alarma sonó y lo único que pude hacer fue removerme en mi cama entre gruñidos y maldiciones, tal y como lo llevaba haciendo desde hacía unas tres semanas.

Cada día que pasaba me despertaba con menos fuerza que el anterior. Lo odiaba. Odiaba sentirme así, era como si una garrapata energética hubiera decidido alimentarse de mí. Y la hija de su progenitora tenía nombre.

Depresión.

Si, estaba deprimida. El adiós con Kendrick había sido definitivo. No me había vuelto a buscar, y yo, como la cabrona orgullosa que soy, desde luego que tampoco.

Siempre he sido fiel creyente de que cuando una relación (De cualquier tipo) termina, lo más sano es mantener distancia con la otra persona por tu propia estabilidad mental, sin embargo, pese a que no había mantenido contacto durante esos días con él, aún estaba ese pequeño detalle llamado contrato, que nos mantenía unidos laboralmente.

Había tenido que volver a pararme por Arquitech en tres ocasiones, para mostrar adelantos y resolver algunos detalles técnicos sobre el Paradise Center. Pero tras la primer reunión, en la cual la tensión entre nosotros fue palpable (Aunque ambos intentábamos mantenernos en una postura profesional y fingir que aquello de separar trabajo de las relaciones personales era posible), Kendrick había decidido dejar todo en manos de Ulrik y Tessa.

No voy a negar lo mucho que me afectó el que ya ni siquiera pudiera verlo esas escasas dos horas a la semana. Y aún más afectada me ví cuando la estúpida de Maxwell comenzó a alardear durante las reuniones sobre las atenciones que últimamente había estado teniendo Kendrick con ella; las invitaciones a cenar, a beber, a eventos sociales, al teatro...

¿Pueden creerlo?

Conmigo el cabrón ni siquiera había querido salir a caminar al parque, porque no quería que lo relacionaran con nadie.

En más de una ocasión había tenido que dedicarme a recoger los pedacitos de mi roto corazón. Lo peor y por lo que más me odiaba era porque, pese a todo lo anterior, si por casualidad aquel hombre llegaba a cruzarse en mi campo visual durante esas juntas, o si tan sólo llegaba a percibir su característico olor a colonia cara y menta cerca de mí, a mi estupido corazón se le olvida lo hecho mierda que estaba y saltaba dentro de mi pecho, feliz. Lo sé, era masoquista.

En fin.

Arrastré los pies hasta el baño, donde me dí una buena ducha de agua fría para espabilarme e intentar subir mi ánimo aunque fuera un poco. Desde luego no funcionó. Al igual que no lo hizo el café extra cargado que me tomé antes de ponerme en marcha rumbo a la oficina, ni el conjunto ejecutivo color rojo sangre que escogí para llevar puesto ese día. En otras palabras, hice lo mejor que pude, aunque nada resultara.

Apenas puse un pie dentro de Ferguson cambié mi semblante de mierda (O al menos lo intenté) por de la Milena de siempre, esa que llegaba con una sonrisa de oreja a oreja y tenía las mejores y más efectivas palabras de motivación para su equipo.

Aún era temprano, faltaban unos veinte minutos para la hora de entrada establecida, así que fueron pocas las personas con las que me crucé en el camino a mi oficina y lo agradecí profundamente. Últimamente se me había vuelto un hábito el llegar temprano, así que para cuando los practicantes o Norah llegaban, yo ya estaba sumergida en el trabajo, lo cual me evitaba cualquier tipo de conversación.

Norah sabía que era mi manera de evadir los temas que me afectaban y, aunque no estaba de acuerdo, lo respetaba y me daba mi espacio hasta que yo misma decidía abrirme con ella.

Me quedé helada y con mi mejor cara de estúpida, cuando abrí la puerta de mi oficina y me encontré con un montón de rosas en todos los tonos de rojo que puedan existir, inundando mi espacio. Algunas iban perfectamente organizadas en hermosos y delicados ramos y otras en gigantescos arreglos florales, dentro de canastas, peceras, cajas de madera negra, etc.

¿En qué momento habíamos llegado tan lejos Anonymous?

Y bueno, seguramente se preguntarán quién carajos es Anonymous. Pues aquí les va la historia...

La primera vez que supe de él fue a los pocos días de la discusión con Kendrick. Ese día justamente venía llegando de una de las reuniones en Arquitech.

Cuando llegué, Norah me recibió con una sonrisa pícara adornando su rostro. No entendía a qué venía aquello, así que la miré confundida y con una ceja levantada. Su sonrisa se ensanchó más, haciendo que aparecieran esas pronunciadas arrugas en los bordes de sus ojos.

—¿Y ahora, a tí qué mosco te picó? —Inquirí.

—Llegó algo para tí —dijo reteniendo un chillido como toda una adolsecente. Realmente estaba emocionada —. Lo dejé adentro —Hizo un movimiento con la cabeza, señalando la puerta.

Arrugué la frente, todavía más confundida.

¿Qué podría ser aquello que la había puesto así?

Paquetería del corporativo, definitivamente no.

Cuando entré a mi oficina me encontré sobre el escritorio una pequeña caja negra de forma rectangular con un listón pulcramente atado en un moño. Mis ojos se abrieron dramáticamente y un sólo rostro se dibujó en mi mente.

¿Se imaginan lo que sentí en ese momento?

¡Emoción!

Me entusiasmó tanto la idea de que aquel regalo fuera de Kendrick, que mi corazón se aceleró y una corriente eléctrica recorrió mi columna vertebral.

Si, sé lo que están pensando en este momento. Pobre ilusa.

Lo mismo me dijo mini Milena cuando abrí la caja y me encontré con esa hermosa rosa roja de pétalos como el terciopelo, brillantes y suaves, pero con una tarjeta blanca en la que estaba plasmado un nombre diferente al que esperaba. No pude ocultar mi decepción, a pesar de lo hermoso que era el regalo.

Ignoré ese horrible sentimiento y me detuve a detallar la tarjeta; era una maravilla, visto desde el punto de vista de un diseñador. Las letras estaban impresas en una tinta especial de serigrafía, la cual le daba un ligero volumen al tacto. Lo siento, probablemente eso les interesa una mierda, pero es una vieja costumbre de profesión.

La frase que estaba escrita en aquella tarjeta, me resultó intrigante y llamativa al mismo tiempo:

"Eres mi locura más cuerda".

y más intrigante fue la firma:

Anonymous.

Sonreí entre confundida y divertida por aquel nombre y por los recuerdos que trajo consigo. Lo primero que vino a mi mente fue la imagen del protagonista de la película de V for vendetta con máscara de Guy Fawkes, con el que tanto me había obsesionado de más joven.

¿Y es que, quién mierda firmaba con el nombre de un terrorista?

En aquel momento no le tomé importancia, es más, me causó gracia la situación, sobre todo porque si alguien había sido mi crush durante la adolescencia había sido justamente ese personaje, por todo lo que representaba. Si, muchas veces me imaginé siendo Natalie Portman enamorada de una persona poco convencional. Y probablemente, al final lo había conseguido, me había enamorado de Kendrick Colleman, ese hombre sí que era poco convencional.

Aunque estaba segura que ese Anonymous de la tarjeta, no era el mismo a quien tanto deseaba.

Después de ese día las rosas comenzaron a llegar de manera constante, en presentaciones de una sóla o en pequeños ramos. Pero lo que en ese momento veían mis ojos, estaba en otro nivel.

—Mierda —musité, mientras me abría paso entre todos aquellos arreglos florales para poder llegar a mi escritorio.

Marqué el número de intendencia para que fueran por algunos de ellos y los pusieran en el lobby, en las recepciones de las otras áreas, o yo qué sabía, el hecho era que seguramente el edificio iba a terminar pareciendo un salón de fiestas, completamente decorado con hermosas rosas de terciopelo rojo.

La cara de todo cuanto entraba a mi oficina era de estupefacción total y no era para menos, casi era medio día y, aunque ya se habían llevado gran parte de las flores, aquello aún parecía un maldito invernadero. Y para acabar de joder la situación, yo iba vestida del mismo color. Podía imaginar lo cómico que se veía aquello en las mentes de las otras personas.

Pinche Anonymous, lo odiaba en ese momento.

—Al parecer me equivoqué de lugar —Levanté la vista de mi computadora y me encontré con el menor de los Colleman parado en el umbral de la puerta. Tenía tal cara de diversión que provocó que me sonrojara, tanto de la vergüenza como del coraje —. Estaba buscando la oficina de la coordinadora de diseño de la empresa —dijo, llevando su cabeza por fuera de mi oficina para comprobar que la placa con mi nombre seguía colocada en la pared —, pero al parecer he llegado a una florería. —Sonrió.

Rodé los ojos hastiada.

—¿Qué haces aquí, Ulrik? —No pretendía que mi voz saliera tan cortante, pero así fue.

Tranquila, Milena, o de lo contrario el pobre hombre va a terminar pagando los platos rotos.

—Okay, creo que sí me equivoqué de lugar —Elevó una ceja —. La señorita Rochester seguro recordaría que tenemos una reunión el día de hoy.

¡Mierda!

Había olvidado por completo ese detalle. En la última reunión había pedido que las proximas juntas se realizaran en Ferguson en lugar de en Arquitech, para así asegurarme de no volver a cruzarme con mi debilidad y concentrarme en lo que realmente era importante, el proyecto.

Suspiré cansada.

—Lo siento mucho, Ulrik, la verdad es que lo había olvidado por completo. Pasa —Hice una seña con la mano, invitándolo a tomar asiento.

En el camino, se dedicó a observar atentamente las rosas e incluso acarició delicadamente los pétalos de algunas de ellas.

—No te preocupes, Lena —Sonrió comprensivo una vez que estuvo acomodado en una de las sillas frente a mi escritorio —, y disculpa por entrar así a tu oficina, pero tu asistente no está afuera, así que...

—No hay problema con eso. —Aseguré restándole importancia.

Pese al incómodo momento que habíamos vivido el día del totalmente erróneo beso, nada entre nosotros había cambiado, seguíamos llevando una amistad bastante bonita.

—Y... —Aplanó sus labios, dudando un poco, antes de continuar hablando —. Perdón que te lo pregunte, pero la duda me mata... ¿A qué se debe esto? —Llevó sus manos al aire, haciendo referencia a las flores —¿Acaso piensas incursionar en el arte de la florería? —Abrió los ojos y mostró sus dientes en una mueca infantil y graciosa, con la que no pude evitar reir.

—Son un regalo —dije, imitando su expresión.

Su cara juguetona pasó a una de asombro.

—¡¿Todas estas flores juntas?! ¡¿Un regalo?!

Asentí.

—¡Wow! ¿Pues quién es el pretendiente, el dueño de Meilland, o algo así? —preguntó, aún sorprendido.

—¿Meilland? —Arrugué la frente. 

¿Qué mierda era eso?

—Si, Lena. Meilland es un grupo florista francés especializado en el cultivo de esta rosa. La Black Baccara —dijo, mientras tomaba una de las rosas del florero que estaba sobre mi escritorio y se la llevaba a la nariz con delicadeza, sin despegar sus ojos de los míos.

Aquella acción me dejó como en estado de trance. Ulrik me gustaba más de lo que me atrevía a admitir, maldita sea.

—Su costo es una obscenidad —agregó, mientras volvía a depositar la flor en su lugar —, por eso sólo se me ocurre que vengan de, nada más y nada menos, que el mismísimo dueño de los cultivos.

—Pues eso no lo sé, son de un admirador secreto —susurré, inclinándome hacia el frente, para acortar la distancia entre nosotros.

Las cejas de Ulrik se elevaron dramáticamente.

—Joder Lena, cómo haces para tenernos a los hombre vueltos unos idiotas —susurró también.

De acuerdo, esa era la señal para cambiar de tema, si no quería terminar cometiendo una estupidez.

Me aclaré la garganta y me enderecé.

—¿Qué hacemos hablando de mí y de las jodidas rosas? —me apresuré a decir, pretendiendo no haber escuchado lo último —. El tiempo apremia, así que pasemos a la sala de juntas... — Arrugué la frente y cerré la boca cuando caí en cuenta de un pequeño detalle — ¿Y Maxwell? —pregunté.

Todo rastro de diversión se esfumó del rostro de Ulrik. Apretó los labios, como buscando las palabras que iba a utilizar.

—Surgió algo urgente y... Tuvo que acompañar a mi hermano a Londres.

¡Auch!

Otro puñal clavado en mi pecho.

Me limité a asentir, tratando de que mi rostro no reflejara el dolor que me había producido equello. Me había quedado sin palabras.

Dirigí a Ulrik a la sala de juntas e iniciamos la reunión junto a Richard, pero mi cabeza sólo se torturaba con las mil y un cosas que podrían hacer Kendrick y Tessa.

Solos. En Londres.

Me repetía mentalmente.

Terminada la reunión, Ulrik me comentó que seguramente mi presencia sería requerida en Miami, cuando la instalación de la señalización se llevara acabo, a lo cual no le ví ningún problema. Faltaba un mes para eso y era tiempo suficiente para organizar todo antes de salir de New York.

El día me había cambiado drásticamente tras la visita de Ulrik. Pero no por el motivo que seguramente están pensando. Desde luego que pude haberme hundido todavía más en mi depresión de mierda y atormentarme pensando en Kendrick y Tessa. En cambio, lo que hice fue hundirme en una investigación profunda acerca de las rosas y su cultivador. Después de todo, era un paso para tratar de descifrar quién era Anonymous



***

Hello, hello!!!

Ahora sí me apliqué y les traje el capítulo mucho más temprano de lo habitual, jejeje.

¿Cuenténme qué les pareció?

Yo lo amé, la verdad.

¿Quién será Anonymous? ¿Creen que ya lo conocemos?  ¿O será un personaje nuevo?... Leo las apuestas. 


Spoilers:

Milena no sólo recibe rosas, sino también unos mensajes un tanto extraños...

 ¿Estará Anonymous detrás de estos, también? 



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