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XXXII

Capítulo dedicado a armydebonda 
Gracias por esos comentarios tan ocurrentes.

Milena

La lluvia había cesado, pero unas corrientes de aire gélido habían quedado en su lugar. El sol casi terminaba de ocultarse y eso no hacía más que aumentar el frío en la ciudad. Había caminado durante un buen rato sobre 5th Avenue para despejar la mente. 

Mi cuerpo tiritaba de frío. Había salido tan rápido de Arquitech, que pasé por alto el hecho de que mi abrigo había quedado colgado en aquel perchero de la oficina de Ulrik, y mi delgada y húmeda camisa no era de mucha ayuda.

Las pocas personas que pasaban frente a mí, me dedicaban miradas extrañas. Seguramente me veía como una loca ahí tumbada en una de las áreas verdes de Central Park, el hecho habría sido bastante común en un día sin lluvia, pero no en ese momento. Tenía el culo mojado y el pantalón completamente sucio; mis zapatos y mi bolsa estaban tirados por un lado; el cabello, que comenzaba a secárseme, debía estar revuelto e indomable, seguramente. Creo que desde la perspectiva de aquellos extraños, hasta yo misma habría sentido lástima por mí. Pero ya qué. 

Si algo había en la isla que me encantaba y me relajaba sobremanera eran los atardeceres. La forma en la que el sol se ocultaba detrás de los enormes edificios me parecía mágica. Así que ahí me quedé hasta que la noche consumió el cielo y mi cuerpo comenzó a doler de lo entumido que se encontraba. Ocasionalmente, mi tranquilidad se veía interrumpida por el sonido insistente de mi celular. Ya tenía varias llamadas perdidas y mensajes sin leer de Kendrick y Ulrik.

¡Joder!

Terminé optando por apagarlo. Lo que menos quería era saber de ellos.

Malditos hermanos, se habían metido tan profundo en mi mente que los odiaba por eso. Sobre todo al mayor, que no sólo invadía mis pensamientos, si no buena parte de mis sentimientos estúpidos y desde luego mis deseos. Era como un maldito imán, diseñado exclusivamente para atraerme sin importar lo que pasara.

Salí del parque rumbo a mi departamento, al fin sólo estaba a cuatro manzanas de mi edificio, algo así como unos quince minutos caminando. Crucé 5th Avenue y comencé a caminar entre las calles hasta la 72nd St. Todo parecía normal, hasta que  mi sexto sentido se activó, ya saben, algo así como el sentido arácnido de Spider-Man, que te dice que estás en peligro y hace que los vellos se te ericen del miedo. Bueno, pues así me sentí.

Un frío horrible recorrió mi columna, una sensación similar a las veces anteriores en las que me había sentido observada, pero mucho más aguda. Recordé la pastelería que se encontraba a una media cuadra de donde yo estaba, así que caminé más aprisa, quería que en ese momento me salieran alas para poder llegar al establecimiento en un abrir y cerrar de ojos. Pero nada de lo que intentara hubiese sido suficiente.

El sonido de unas llantas quemándose sobre el asfalto mi hizo dar un brinco en mi lugar, en segundos tenía un coche a mi lado; traté de correr, pero mis piernas se sentían entumecidas y la distancia a la pastelería se me antojo eterna de repente; di media vuelta intentando, torpemente, escapar por la calle más próxima, pero un cuerpo  prominente me bloqueó el paso.

Lo siguiente que sentí fueron unos brazos sujetándome con fuerza y el cabrón aquel subiéndome en su hombro como un puto costal de papas. Comencé a golpear su espalda con fuerza, mientras le propinaba unas buenas patadas en el frente. 

—¡Bájame, hijo de puta! —Me retorcí como loca poseída. 

—¡Joder! Soy yo, Milena —gruñó él. Afianzó su agarre en mis piernas, inmovilizándolas por completo —¡¿Quieres calmarte?! 

—¡Ya sé que eres tú! ¡no quiero verte! ¡no quiero hablar contigo! ¡déjame tranquila! —Continué golpeando su espalada con fuerza, o al menos eso era lo que yo pensaba, porque Kendrick ni se inmutó.

Me metió a la fuerza al estúpido coche, me dejó caer en asiento trasero. Del respaldo del asiento sacó unos trozo de tela y un saco negro. 

—¡¿Qué carajos estás...?!—No me dejó terminar de hablar. Llevó una de las telas a mi boca, amordazándome. Intenté patalear y manotear, pero tenía su cuerpo encima, aprisionándome.

—¿No quieres hablar conmigo? Bien, no vas a hablar —dijo con los dientes apretados. 

¡Mierda!

Su mirada me causó escalofríos. Tenía los ojos muy oscuros, casi negros; todo su semblante era amenazante, como el de una fiera apunto de atacar; su mandíbula estaba tensa y su respiración frenética.  

 —¿No quieres verme? ¡Excelente! tampoco vas a hacerlo —gruñó de nuevo.

Con el otro trozo de tela inmovilizó mis muñecas y finalmente cubrió mi rostro con el saco negro. 

¿Y dónde jodidos estaba la sociedad?

De haber sido un puto secuestrador, habría logrado muy bien su cometido.

Estaba asustada. Nunca había visto a Kendrick en esa faceta, ni siquiera el día que llegó ebrio a mi departamento para torturarme con los orgasmos reprimidos había sentido un cuarto del desconcierto que sentía en ese momento.

Me dejó recostada en el asiento. Lo escuché salir y asegurar las puertas. Me tensé enseguida.

¡Maldición!

¿Me había dejado encerrada?

Comenzaba a entrar en pánico hasta que escuché la alarma ser desactivada y a él entrando al coche, colocándose en el asiento de enfrente.

Volví a respirar.

Sentí el vehículo ponerse en marcha y después incorporarse a la avenida principal. Nos mantuvimos en movimiento durante una media hora.

No sabía qué pensar en ese momento.

¿Y si en verdad era lo que había dicho André? ¿Y si sabía que había estado husmeando en su departamento, la otra noche?... Peor aún... ¿Si sabía que había descubierto aquellos papeles? ¿Y si nos dirigíamos a un tétrico lugar donde me mataría y me haría pedacitos para desaparecer mis restos? ¿O si me dejaba encerrada hasta morir de inanición para que me comieran las ratas?

Debes dejar de ver tantas películas, Milena.

El coche se detuvo. Escuché a Kendrick descender de él y, segundos después, la puerta trasera abriéndose. Me sostuvo del brazo para que me incorporara y después lo hizo para ayudarme a salir. Agucé mis sentidos esperando así descifrar el lugar en el que nos encontrábamos.

Los sonidos no me decían nada en particular, todo parecía muy tranquilo, el único ruido que rompía con el silencio era el de mis tacones sobre el asfalto. Eso no ayudaba mucho a calmar mis nervios.

Nos detuvimos un momento, lo siguiente que sentí, fue a Kendrick cargándome en hombros, como mismo lo había hecho hace un rato. Traté de gritar, aún con el incomodo trozo de tela en mi boca, pero sólo conseguí emitir un sonido ahogado, que más parecía un lamento. Escuché una puerta cerrarse detrás de nosotros, el silencio se transformó en un montón de murmullos lejanos y música ligera. Ese peculiar aroma a tabaco invadió mis fosas.  

Después, otra puerta cerrándose y aquellos sonidos volvieron a desaparecer. El aroma también cambió a una extraña mezcla entre antiséptico, menta y cítricos; la combinación era extraña, pero agradable.

Kendrick volvió a dejarme en el suelo, me tambaleé un poco mientras lograba estabilizarme.

—Esta vez no vas a salir corriendo, preciosa —susurró en mi oído con  una voz ronca y oscura. Denotaba perfectamente lo molesto que estaba. Esa descarga eléctrica tan familiar recorrió mi columna. Apreté los ojos.

Mis ojos fueron liberados de aquella oscuridad, tardé un poco en acostumbrarme al cambio. Si hubiera estado dentro de un programa animado, la quijada se me hubiera ido hasta el suelo, seguramente.

Pero qué carajos...

La habitación estaba iluminada al rededor por unas lamparas de luz negra, justo al centro del lugar había una cama amplia, cubierta  por un juego de sábanas satinadas de un tono rojizo o marrón, no estaba muy segura, un par de cadenas colgaban al final de la cama, desde el techo, y al final de estás, una especie de correas de piel oscura.

Tragué grueso.

A un costado de la cama estaba dispuesta una pequeña mesa con algunos objetos que no pude reconocer inmediatamente, a excepción de un par de velas rojas.

Me giré a Kendrick con los ojos abiertos de par en par; él estaba tan tranquilo, deshaciéndose de su saco y su corbata, y colocándolos pulcramente sobre el respaldo de un sofá individual que había ahí dentro. Di media vuelta, dirigiéndome a la puerta, de manera torpe, giré el picaporte, pero no cedió.

Sentí el cuerpo de Kendrick aprisionándome contra la puerta. No podía moverme. Gruñí y forcejeé pero sólo conseguí que se pegara más a mí. 

—¿Ahora sí quieres hablar?

Asentí. 

—¿Estás segura?... Porque a mí no me molesta tenerte así, Milena. Es más, me encanta—Su aliento sobre mi cuello, me puso a levitar como una estúpida. 

¿Cómo era posible que, en ese momento, mi mente lo repeliera tanto pero mi cuerpo lo anhelara de la misma manera?

Comenzó a besar mi cuello y mis hombros; pausado, húmedo, tortuoso.

Un suspiro se escapó de mí. Eché la cabeza atrás, reposándola en su hombro, y cerré lo ojos disfrutando de su roce caliente sobre mí, sin poder evitarlo. Si, joder, estaba excitada.

Un poco de lucidez volvió a mí, cuando sus dedos comenzaron a deshacer el nudo detrás de mi nuca. Sentía la boca y el cuello entumidos.  Me giré para encararlo; su rostro, sus expresiones, la manera en la que se había revuelto su cabello, sus labios rosas y húmedos, su mirada oscura,  todo en él era tan jodidamente sexy, que mi deseo se elevó al mil por ciento. Mierdita. 

Por favor hormonas, ahorita no.

Reuní toda la fuerza de voluntad de la que fui capaz, en ese momento. Tenía que enfrentarlo de una vez por todas, necesitaba respuestas o sino, mi vida se iba a convertir en un sube y baja de dudas y sentimientos encontrados.

—¿Qué mierda te pasa? ¿Estás loco?—pregunté molesta.

Unas arrugas surcaron la frente de Kendrick. Su mirada se volvió más fría, como si él también hubiera recordado lo molesto que estaba conmigo. 

—No estás en posición de reclamar nada, Milena —gruñó—. Desapareces en la madrugada, no respondes mis llamadas durante días y para terminar de joder las cosas, te encuentro besando a mi hermano —Apretó los dientes, al mismo tiempo que me sujetaba fuertemente del codo. 

—¡Suéltame, hijo de...!

—Y continuas ofendiéndome, Milena —espetó.

Tiró de mí y me condujo por la habitación hasta dejarme caer sobre la cama. 

—En la tarde era un cabrón, ahora soy un hijo ¿De qué? ¿De puta? ¿Eso ibas a decir?—Continuaba hablando. Su tono era mesurado, no gritaba y no hacía falta, la ira se desprendía por sus poros.

—Y es poco en comparación a todo lo que te mereces.

—¿Lo que merezco? —Me miró confundido—¿De qué estás hablando?

—Tú lo sabes, Kendrick... —Mi voz mermó y toda mi seguridad se fue al caño en cuanto lo ví acercarse.

Sus labios atacaron los míos de una manera voraz. Nuestras lenguas danzaron de una manera deliciosa y delirante. Mis piernas perdieron fuerza, igual a como lo hubieran hecho bajo los efectos del alcohol. Suerte que estaba sentada, o de lo contrario me habría desvanecido en ese mismo instante.

—Kendrick... —Logré pronunciar entre jadeos.

—Mmmm...

—¿Qué es todo esto?

Se alejó un momento, sólo para pronunciar las siguientes palabras, que me pusieron los pelos de punta.

—Tu castigo, preciosa.

Mis cejas se elevaron a causa de la sorpresa.

¿Mi qué chingados?

Volví a fruncir el ceño.

—¿Pero qué pendejada estás diciendo, Kendrick? ¡Suéltame! Quiero irme a mi casa—Tiré de mis muñecas como si con eso fuera a lograr liberarme.

—Por lo visto tú no vas a cansarte de insultarme el día de hoy ¿Cierto? —susurró sobre mis labios —. Me parece que voy a tener que enseñarle a esa boquita, lo que la palabra respeto, significa. —Pasó su pulgar sobre mis labios, mientras decía aquello. Una caricia que, por más que lo quisiera negar, me hizo terminar de arder por dentro.

Él me desarmaba por completo.

—¿Vas a golpearme?—No pude evitar que mi inseguridad brotara entre aquellas  palabras.

—¿Eso te gustaría? —Me miró atentamente.

¿Me gustaría? ¡Carajo! Unas cuantas nalgadas no me molestarían, definitivamente, pero estaba segura que no sólo sería eso.

—No lo sé —musité.

—Nada de lo que hagamos esta noche va a doler, Milena. Lo prometo...

***
Ahahahaha!!!!

¡Váyanse a bañar con agua fría, sucias! Jejejeje.

Cuéntenme ¿Qué les pareció el capítulo?

Perdón por dejarlas así, pero recuerden que, this story will continue....

Las amo ♥️♥️♥️

D.Hill






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