XXV
André Rochester
Llené mi vaso nuevamente y bebí hasta el fondo. Necesitaba calmar el maldito estrés que tenía encima. Si bien, el negocio estaba saliendo a la perfección y las cifras de las cuenta que tenía dentro de los paraísos fiscales de Suiza e Islas Caimán, aumentaban; la situación con Milena me tenía con un pie en la cuerda floja. Parecía tema fácil cuando el hijo de puta ese me lo planteó. Pero no esperaba encontrarla en aquella fiesta. Verla allí me había sorprendido tanto o más que a ella.
-Señor -Hans, uno de mis hombres, se acercó, sacándome de mis pensamientos -. El joven está aquí.
Aspiré profundo y masajeé mis sienes. <<Hablando del rey de Roma>>. Me serví un nuevo vaso de vodka y tomé asiento detrás de mi escritorio.
-Hazlo pasar. -Ordené. Él asintió y despareció tras la puerta, dando acceso a aquel hombre.
-¡Mi querido Rochester! - Avanzó, extendiendo los brazos, en un gesto burlesco y dramático.
Exhalé hastiado. Estaba hasta la madre de las actitudes tan extrañas que tenía a veces.
-¿A qué se debe tu visita? ¿Vas a joderme más? -Mi mal humor era evidente. El puto viaje había sido para nada -. Tu "adorado" Kendrick acaba de echar abajo la inversión que habíamos pactado -Bufé - ¿O es que vienes a explicarme qué mierda hacía Milena en esa fiesta?
Negó mientras reía.
-Pero que descortés eres -Avanzó hasta la pequeña barra en la que se encontraban las licoreras -¿Puedo? -Levantó la botella de ron. Asentí. Sirvió su trago y se dejó caer en uno de los sofás de piel, mientras se tomaba su tiempo para saborearlo. Acomodó el vaso en el reposabrazos del sofá, en tanto sus dedos jugueteaba con el borde del cristal -. Querido André, no puedes quejarte cuando tu dinero sigue lavándose perfecta y discretamente dentro de la empresa. Todo continúa funcionando como de costumbre. Tu parte sigue llegando puntual a la cuenta de tu testaferro, ¿O es que a caso tienes alguna queja?
Tensé la mandíbula -No juegues conmigo. Lo que se lava dentro de la desarrolladora es una mierda comparado con mis otros negocios. Si se perdiera, no me afectaría en nada. Sabes a lo que me refiero.
-Claro que lo sé. Estamos en esto por un motivo mucho mayor. No te preocupes, que en este trato vamos a ganar mutuamente. Todo marcha de maravilla.
-Pues no me veo ganando nada. Todo lo contrario -dije -¿Qué hacía ella en esa fiesta? ¿A caso no ves que eso podría Joderlo todo? Me reconoció en cuanto me vio, por eso se desvaneció.
-No me digas que no te gustó ver a tu encantadora hija... Dime, André ¿No se te removió ese instinto paterno cuando la tuviste en frente? -Se estaba burlando descaradamente. Sonreía ampliamente, como si fue su triunfo más grande, como si el tema que estábamos tratando fuera un chiste.
-¡¿A qué mierda estás jugando, imbécil?! -Lo tomé por las solapas del saco, acortando la distancia que nos brindaba el escritorio. El cual, de no haber estado, me habría permitido darle un buen puñetazo en la boca. Ya había colmado mi paciencia. El vaso cayó, derramando todo el líquido sobre la alfombra.
-No creo que esa sea forma de tratar a tu socio ¿O si? -Mantenía su sonrisa estúpida.
-¡Tú no eres mi socio! No sabes lo que eso significa, niño imbécil. Tú sólo estás jugando al mafioso, por eso estúpidos traumas que arrastras desde hace tanto. Podría ponerte una bala en la frente, en este mismo instante.
Su rostro comenzó a descomponerse a causa de mis palabras, el que le hablaran de su pasado, lo alteraba sobremanera. En el poco tiempo que lleva tratando con él, había aprendido a identificar sus puntos débiles. Era un pobre idiota que vivía cargando rencores del pasado, buscando la venganza por su complejo de inferioridad.
-¡Tú no sabes nada!-El labio inferior le comenzaba a temblar. Parecía que iba a tener un ataque de ansiedad en cualquier momento - Méteme esa maldita bala, ¡Vamos! ¡¿Qué te detiene?!... ¡Oh! Claro, que soy el pase directo a tu hija ¿Verdad?... Querido suegro...
-¿Qué pendejada estás diciendo?-Lo sujeté con más fuerza. Mantuvo su pose altiva, sosteniéndome la mirada, aunque en el fondo estaba comenzando a perder el control. Clavó sus penetrantes ojos en los míos, que estaba seguro eran igual de amenazantes que los suyos.
-¡Es verdad! Había olvidado comentarte ese pequeño detalle -Rio como desquiciado-. Tu hija va a ser mi mujer dentro de poco tiempo. -Quería ahorcarlo en ese momento, acabar con ese maldito circo en el que me había involucrado. Un gruñido se escapó de mi. Solté a aquel idiota, lanzándolo con fuerza, lo cual lo hizo tambalear y caer, de nueva cuenta, sobre el sofá.
-El único beneficio que vas a recibir de todo esto, es el hundir a Colleman, no más. Estás de mente si crees que voy a permitir que le toques si quiera un pelo a Milena. Primero te mato antes de dejar que se relacione con una escoria como tú.
-¿No te mordiste la lengua? Eres igual o peor que yo André, eres una mierda -Escupió sobre mi escritorio -¿Tú crees que ella va a estar contenta cuando se entere de lo que haz hecho en contra de ese maldito?
-No hay pruebas en mi contra, ni siquiera de que el dinero invertido en ese complejo es mío.
-Todo puede pasar... -Volvió a sonreír.
Maldije internamente, recordando el momento en el que me había involucrado con ese maldito loco.
Flashback
Dos meses antes:
-No entiendo en qué pueda ayudarme usted a mi; es más, ni siquiera estaba enterado de que necesitara ayuda. -Rei irónico.
Una sonrisa altiva se dibujó en el rostro de ese hombre.
-Lo conozco muy bien señor Rochester -Hizo una pausa, analizando mi reacción -. Sé de buena fuente que padece una enfermedad y que está en etapa terminal-Me tensé en seguida. Sobre eso sólo sabíamos mi medico y yo, ni si quiera a mi mujer se lo había dicho -. Se, también, que nunca tuvo descendencia con su esposa, y estoy seguro que se ha preguntado en más de una ocasión a quién va a heredarle su imperio; pues, si no lo hace, todo pasaría a manos de sus socios... Y sabe que cuando hablo de "Su imperio" no me refiero a las empresas -Negó lentamente-, me refiero a su verdadero negocio -Hubo otra pausa -. Sería una pena que el apellido líder en el tráfico de armas y lavado de dinero en Europa, quedara en el olvido ¿Cierto?
Apreté los puños. Una mirada mía bastó para que Hans se posicionara detrás de ese idiota, con el arma descansando sobre su nuca, dispuesto a mandarlo directo al infierno. Pero aquel extraño personaje, no parecía asustado, sino todo lo contrario. Aquella postura de superioridad que mostraba desde que había entrado a mi despacho, se mantuvo inmune.
-Vengo de New York. Conozco a su hija -dijo de repente.
Enarqué una ceja -No sé de qué está hablando, muchacho. Usted mismo acaba de decir que no tengo descendencia.-Me estiré tranquilamente, a tomar uno de mis Habanos.
-¿El nombre, Milena, le es familiar?
En ese instante aquel tipo había captado toda mi atención, sin embargo, seguí moviéndome con tranquilidad e indiferencia mientras encendía y disfrutaba mi puro.
-No conozco a nadie con ese nombre. Me parece que se ha equivocado de persona, joven amigo -Aseguré.
-¿De verdad?...-Se reacomodó en el asiento - Me parece extraño, pues existe un certificado de nacimiento que dice todo lo contrario. -Me tendió un papel, era la copia de un certificado de nacimiento expedido en Norte América. En él aparecía claramente escrito mi nombre y firma, junto con la de Ellinor, reconociendo ser padres biológicos de una niña: Milena Rochester Black.
-¿Qué es lo que pretende con todo esto? -Mi voz reflejó el claro hastío que sentía en ese momento. Me sorprendía la actitud de aquel hombre, no cualquiera tenía los huevos para hablarme de la manera en la que él lo estaba haciendo.
La sonrisa en él, se ensanchó.
-Me gustaría hacer un trato con usted.
-Niño, yo no hago tratos con cualquiera. -Me burlé.
-Me parece que acabo de demostrarle que yo no soy "cualquiera", señor Rochester.
Asentí.
-Te escucho...
***
Hola, hola 👋
Siento mucho la demora 😓 Atravesé por un bloqueo horrible, pero ya estoy de vuelta. 🙃
Espero que les haya gustado este capítulo. Me costó muchísimo trabajo escribirlo.
Como siempre, espero sus comentarios.
D. Hill 👯
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