XXIX
Dedicado a Criadaentrelibros
Gracias por apoyar mi historia desde el inicio.
Kendrick
—Bien, la fianza está cubierta y, gracias a las declaraciones, este incidente no dejará mancha en tu expediente —Me informó Russell, con esa voz áspera que lo caracterizaba, en tanto acomodaba sus anteojos, dando toda la apariencia de un hombre serio y profesional. Y vaya que lo era —. Tienes suerte de que esto no haya pasado a mayores, Kendrick —La mirada que me dedicó me hizo recordar viejos tiempos, cuando me metía en problemas y mi padre me encerraba en su despacho para darme "El discurso" —. Recuerda que en este momento no puedes exponerte de esa forma, ni hacer estupideces de este tipo. No eres un jodido puberto, para agarrarte a golpes con cuanto tipo se te ponga enfrente.
—Eres mi abogado, Russell, no mi padre ¿De acuerdo? —Aunque Greco Russell era amigo de la familia y lo más cercano a un tío, para nosotros, siempre había que dejar las cosas claras. En aquel momento nuestra relación era puramente de cliente-abogado —. Conozco muy bien la situación en la que me encuentro y créeme que esto no fue por gusto. —bufé.
—¡Joder Colleman!, a nada estuviste de destrozarle la cara a ese pobre imbécil.
—Y lo habría hecho. Es más, habría matado a ese hijo de puta, de ser posible. -gruñí. La sangre se me calentó nuevamente, ante el recuerdo.
Entornó los ojos. Sabía lo que hacía, estaba tratando de leerme el rostro.
—Mantén la cabeza fría, hijo —dijo, al final —Es lo más sensato que puedes hacer en este momento. Perfil bajo Kendrick, recuérdalo —dijo eso último casi en un susurro imperceptible.
Caminamos de vuelta por el pasillo, rumbo a la sala de espera (Si es que se lo podía llamar de ese modo al estrecho espacio donde se encontraban escasas tres filas de esas incómodas sillas plásticas que suelen tener todas las dependencias gubernamentales).
Lo primero en reparar fue en el manojo de nervios que se encontraba sentado en el asiento más cercano. Milena se mantenía con las piernas cruzadas, mientras mecía insistentemente una de ellas, con la mirada absorta en el piso, la melena castaña le cubría buena parte del rostro, por lo que no podía detallar su expresión, completamente. Pero si pude notar claramente como estaba apunto de acabar con las uñas de sus manos.
Levantó la vista y su mirada ansiosa se conectó con la mía. De inmediato su expresión cambió a una llena de alivio. Se puso en pie de inmediato y caminó hasta nosotros.
—¡Dios! Estaba muriéndome de los nervios. —Se apresuró a decir. Escudriñó mi rostro, al parecer buscando alguna señal sobre mi estado.
La verdad, es que yo me encontraba muy tranquilo. Como le había dicho a Russell minutos antes, no me arrepentía en absoluto de lo que había hecho.
—Todo está bien, preciosa. —Tomé su pequeña mano entre la mía y la llevé a mis labios. El contacto era suave, cálido y reconfortante.
Russell, a mi lado, carraspeó, ganándose la atención de ambos. Milena se sonrojó y ese simple acto fue sublime ante mis ojos.
—Recuerda lo que hablamos, Kendrick —dijo, con su mejor cara de palo plasmada en el rostro —. Señorita —Hizo un ligero asentimiento ante Milena —. Me retiro. Que tengan buena noche.
—¿Seguro que todo está bien? —Preguntó, cuando Greco abandonó el lugar. De nuevo sus ojos me miraban, insistentes. Sabía muy bien que había un montón de preguntas en ellos. Preguntas para las que posiblemente, todavía no tenía respuestas —. Sabes que puedes confiar en mí ¿Cierto? —Asentí.
—No pasa nada, Milena —Aseguré — ¿Confías en mí?
No dijo nada, una pequeña arruga apareció en su entrecejo, fugazmente. Desvió la mirada.
—¡Ey! ¿Qué pasa?—Sostuve su mentón para que me mirara, nuevamente —. Milena ¿Confías en mí?
—Confío en ti —musitó, después de unos segundos, que me parecieron eternos.
***
Milena
Era la quinta vez que miraba el reloj. No había nada que deseara más, en aquel momento, que el que el tiempo volara y amaneciera. Hacía unas tres horas que habíamos llegado al departamento de Kendrick y él dormía tranquilamente al otro extremo de la cama. Me giré sobre mi costado derecho, de frente a él. Me perdí unos instantes detallándolo meticulosamente; repasando su rostro, perfectamente esculpido; esa nariz recta, a la que no le conseguí hallar un sólo defecto; esos labios perfectamente delineados y suaves; sus abundantes pestañas negras, ¡Mierda! ¿Cómo es que podía tener pestañas de ese tipo?
Definitivamente, los Colleman habían ganado la lotería de la perfección.
Y de la mentira.
Rodé los ojos. Ahí estaba esa vocecita en mi cabeza, jodiéndome el momento.
Maldije internamente. Vaya que tenía razón. Caí en cuenta que no sabía nada de Kendrick Colleman, nada fuera de lo que él me había permitido conocer, nada de su familia, por ejemplo. Sólo conocía a Ulrik y no propiamente por gusto de Kendrick. No lo conocía más allá de los negocios y el sexo; y, aunque en ocasiones, había detalles en él que me hacían pensar en un avance en nuestra relación (O lo que fuera que tuviéramos), de un momento a otro descubría acciones suyas que me confundían. Él en cambio, sabía mucho más de mí.
¿Qué no sabemos nada de él?...Pues entonces esta es nuestra oportunidad.
¡Mierda! ¡Cállate!
Por supuesto que quería saber qué era aquello que Kendrick se esforzaba tanto por mantener en secreto. Pero una parte de mí, la inteligente y mesurada, se negaba rotundamente a fisgonear en sus cosas. Y claro que hubiera optado por dejar todo por la paz y apegarme a la idea original de tratar de conseguir los registros de los invitados a la fiesta, directamente con Susan.
Pero si esa perra pelirroja nos odia. En definitiva esta es mejor opción.
Pese a que sabía que esa vocecita en mi interior tenía toda la razón, no fue por ella por la que, al final terminé husmeando en el departamento de Kendrick, sino por el mensaje que recibió en ese momento.
El teléfono, sobre la mesita de noche vibró y la luz intermitente que anunciaba una nueva notificación, me hacía un llamado insistente a sucumbir a todo lo que me había propuesto no hacer.
¡Mierda!
Con sumo cuidado me levanté de la cama, tratando de controlar hasta mi respiración. En aquel momento sentía que el más mínimo sonido terminaría por delatarme, como si en mi paranoia los sentidos de Kendrick se hubieran agudizado, en espera de un error insignificante de mi parte.
Caminé en puntillas (Igual que lo harían en las películas), hasta rodear la cama. El momento, que al parecer no me había llevado más de dos minutos, me pareció eterno, sobre todo por las descargas de adrenalina que enviaba mi cerebro cada vez que Kendrick se reacomodaba en la cama, o cuando su respiración cambiaba.
Con las manos temblorosas, tomé el celular. La pantalla estaba bloqueada y, desde luego, tenía contraseña ¿Acaso creían que sería así de fácil?
Era inútil tratar de descifrar la contraseña en aquel instante, no había ninguna fecha importante para él que conociera, ni siquiera la de su cumpleaños. Así que únicamente me concentré en lo poco que me revelaba el inicio de aquel mensaje. Para empezar el número no estaba registrado, eso ya comenzaba a darme indicios de algo "sospechoso". Lo único que se podía leer era "Bien hecho, esto está por..." después sólo habían puntos suspensivos.
¿Esto está por...? ¿Está por qué? ¡Joder!
Mi yo interna quería arrancarse los pelos, de la frustración.
Busqué rápidamente mi celular, dentro de la bolsa de mi abrigo, el cual descansaba en el reposabrazos del sofá, a un costado de la habitación.
Ingresé el número a mi lista de contactos. Ya después me encargaría de investigar de quién se trataba.
Salí de la habitación a hurtadillas, no me había puesto a analizar la cantidad de puertas que se encontraban a lo largo del pasillo. Cuatro, además de la habitación principal. Tres de ellas, eran un baño y dos habitaciones extras, supuse que para invitados. La última puerta fue todo un enigma, por más que traté, el picaporte de la puerta no cedió, estaba cerrada con llave. Saber lo que había dentro, me intrigó aún más.
Eché un último vistazo al pasillo, asegurándome de que Kendrick no estuviera parado en el umbral de la puerta de la habitación, viendo como registraba su departamento como toda una ladrona.
Llegué a la planta baja y me dirigí directamente, al que suponía, era su despacho. Todo estaba sumido en la oscuridad ahí dentro. Palpé ambos lados de la pared hasta que logré dar con el interruptor. La luz dorada me cegó por un momento, parpadeé repetidas veces hasta que mis ojos se acostumbraron a ella.
Efectivamente, estaba dentro de un amplio despacho, con libreros que iban del piso al techo, en ambos lados de la habitación, al centro una pequeña sala de estar y al fondo un elegante escritorio de madera tallada. El piso estaba cubierto por una alfombra color vino que resaltaba aún más los muebles de madera oscura y piel.
Corrí directo al escritorio. Todo en él estaba pulcramente ordenado, ni los estúpidos lapiceros estaban fuera de su sitio. Eché un vistazo rápido a los papeles que se encontraban encima, con cuidado de no revolverlos. Pero ahí sólo habían contratos de los proyectos en curso, es decir, nada que no conociera ya.
Comencé a buscar dentro de los cajones. En los primeros sólo encontré más de lo mismo. Contratos de proyectos viejos. Pero mis ojos se abrieron dramáticamente cuando abrí el último cajón.
¡¿Qué mierda era eso?!
***
Hola, hola.
Espero que estén muy bien. Díganme qué les pareció este capítulo.
Las cosas se empiezan a poner interesantes. XD
A las personas que se han unido a la lectura, gracias por la oportunidad.
Como leyeron al inicio, voy a estar dedicando los capítulos a las lectoras, que han apoyado esta historia.
También aprovecho para invitarlos a seguirme en Instagram 👇
Donde agrego contenido de el mentor, así como de mis próximos proyectos y hago recomendaciones de otras historias de Wattpad que creanme, están buenísimas👌
Los amo infinitamente ♥️♥️
Nos leemos pronto.
D. Hill
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