XIII
Milena
Me costaba un poco creer que hacía más de un mes, habían iniciado mis encuentros con Kendrick. Un mes en el que los días habían sido, sin duda, los más agotadores... pero excitantes. Aprendí a administrar mi tiempo entre los pequeños proyectos que llegaban a la consultora, el club, mis sesiones eróticas con aquel imponente hombre, y el "Paradise Center" de Miami; este último era el más desgastante de todos mis asuntos, y el que menos disfrutaba. Afortunadamente, Ulrik siempre estaba ahí para aminorar la tensión que se formaba cada vez que Tessa y yo nos encontrábamos.
El menor de los Colleman efectivamente, había conseguido ganarse mi confianza, con su sencillez, su sonrisa transparente y su entrañable mirada; incluso lo había hecho partícipe de la historia con mi padre y su desinterés por lo que pasara conmigo. Pero, siempre hay un pero, ¿Cierto?; El mío era ese pequeño detalle que no podía revelarle, no sólo porque Kendrick deseara mantener nuestra "relación" en secreto, sino porque no podría soportar que mi imagen cambiara ante sus ojos. Pese a que algo dentro de mí gritaba que él ya lo sabía y sólo estaba esperando que yo lo confirmara, no conseguía reunir el valor suficiente para decirle que, en efecto, era amante de su hermano. En más de una ocasión, Ulrik había tratado de colar el tema en las conversaciones, y yo siempre terminaba evadiéndolo. Por primera vez me sentía culpable de ocultar las cosas.
Tessa Maxwell, por otro lado, era un grano en el culo (Como diría Norah). No me había tomado mucho tiempo el leer a la rubia; su aversión hacía mí iba más allá del hecho de que, a su parecer, yo estaba "usurpando" su lugar como directora del proyecto y de que fuera Ferguson Consultores quien se llevara buena parte de la jugosa ganancia; su verdadero coraje radicaba en el hecho de que ella estaba interesada en Kendrick y le hervía que su atención estuviera, últimamente, puesta en una "niña idiota", como la había escuchado llamarme, un par de veces.
En fin. Ahora me encontraba con la manzana de la discordia, montados en su extravagante Panamera negro, con rumbo desconocido. Era jueves y recién acababa de llegar de mi última visita a Miami, en compañía de Ulrik. Aquello era algo que no le agradaba mucho a Kendrick. No lo decía, pero no es como que hiciera falta hacerlo; su actitud se tornaba extraña después de cada acercamiento con su hermano; y por extraña me refiero a que se volvía más atento y menos visceral.
Después de unos minutos sorteando el tráfico nocturno de Nueva York, aparcamos frente a un establecimiento; un bar, a juzgar por su aspecto. La fachada era de un laminado negro cromado, con ventanales y herrería del mismo color, el nombre del lugar estaba dispuesto mediante letras metálicas en la parte superior del lugar "Kē", el estilo industrial en todo su esplendor. Tras entregar las llaves al valet parking, entramos al lugar. El mismo estilo era fiel en la decoración del interior, todo en acabados de herrería y madera, y una iluminación dorada, tenue. El lugar era lindo, pero para nada parecía el tipo de lugar que frecuentaba Kendrick Colleman. Comenzaba a creer que la regla de que nadie se diera cuenta de lo que teníamos, había sido el motivo de estar en un lugar en el que, obviamente, no se encontraría con algún conocido.
A diferencia de lo que pensé, no nos dirigimos a alguna mesa, sino a la barra.
—¿Qué te gustaría tomar? —preguntó, mientras nos acomodábamos en los banquillos y él llamaba al barman.
—Una mimosa está bien para mí.
Asintió.
—Una mimosa y un Macallan, por favor —pidió al chico.
-Con gusto, señor Colleman -respondió este.
No pude evitar mi cara de extrañeza. Escruté el rostro de Kendrick, como si de un alienígena se tratara; y es que, vaya que la situación era extraña.
—¿Qué pasa? —inquirió, con una ceja enarcada.
—¿Quién eres y que hiciste con Kendrick? —bromeé.
Me miró con el ceño fruncido, confundido. Este hombre tenía el sentido del humor bien escondido. Rodeé los ojos.
—¿Cómo es que te conocen en este lugar? No parece ser del tipo que frecuentas —insté.
El barman depositó nuestros tragos sobre la barra.
—Y según tú, ¿Qué tipo de lugares frecuento? —Se llevó su vaso de whisky a la boca.
Yo lo imité, bebiendo un poco de mi copa, antes de responder.
—Pues, ya sabes... Del tipo elegante, extravagante y ofensivamente caro.
—¿No te gusta este lugar?
—Yo no dije eso. Me encanta. Me gusta la decoración, el ambiente y los tragos. Son bastante buenos —consentí, señalando mi copa con la cabeza.
—Me alegra que te guste —dijo. Posó su mano sobre mi muslo desnudo y le dio un leve apretón. Su tacto me produjo una sensación extraña y ferviente, no se parecía, en nada, a las corrientes eléctricas que comúnmente recorrían mi cuerpo con su cercanía. Ese gesto había sido diferente, más íntimo, no había llegado a mi sexo, sino a mi pecho.
¡Recontra mierda!
Me apresuré a apartar mi mirada de la suya. Si algo había peor que sentir aquello, era que él lo notara.
—¿Estás bien? Te pusiste pálida. —Tomó mi mentón y me obligó a mirarlo.
Tragué grueso.
—Estoy bien —asentí —. La mimosa está un poco fuerte. —mentí.
—¿Segura?
Afirmé.
—De acuerdo —dijo dudoso, pero no insistió más —. Necesito atender un asunto, preciosa. ¿Te molestaría si te dejo unos minutos?
—¿Un asunto? —Arrugué la frente.
—Negocios, Milena —aclaró —No me va a tomar más de veinte minutos. Lo prometo. —Tomó mi mano y besó su dorso.
¿El muy cabrón me había llevado a una cita de negocios?
No puedo negar que por un segundo me sentí molesta y engañada, pero me recompuse enseguida. Esos minutos me vendrían bien para aclarar la mente.
—Está bien. No tengo problema.
Asintió y se puso de pie. Echó a andar por el pasillo, al fondo del lugar, lo perdí de vista cuando dobló a la izquierda, en una esquina.
Mientras esperaba a que volviera, me concentré en degustar algunas fresas y moras del pequeño bowl que me había ofrecido Charlie, el barman, para acompañar mi bebida.
—Buenas noches, Milena. —Una voz masculina interrumpió mi momento de deleite.
Me giré a mirar al hombre que había hablado. Levanté las cejas sorprendida al darme cuenta de quién se trataba. Esto se ponía cada vez más extraño.
—¿Nathan?... ¡Qué sorpresa! ¿Qué haces aquí?
—Vine por un trago. —Sonrió, amable. Se acomodó en el banquillo que Kendrick había dejado libre y pidió a Charlie algo llamado Old Fashioned.
¿No es obvio? Espetó mi subconsciente.
Apreté los ojos, avergonzada -Claro, a qué más sino. —Reí.
—Bueno -Sonrió, parecía que un recuerdo había vadeado su mente —, te sorprenderían las cosas que se pueden hacer en este lugar —dijo, en un tono que me dejó mucho a la imaginación.
Enarqué una ceja.
—¿Estás sola? -inquirió, imitando mi gesto.
De repente hacía mucho calor en ese bar.
Negué con la cabeza —Vine con... con... —Titubeé. No podía nombrar a Kendrick, era parte del acuerdo; aunque en cualquier momento se daría cuenta, ya habían pasado más de veinte minutos desde que este se había retirado, seguramente aparecería en cualquier momento —. Con alguien —dije al final.
Asintió.
—¿Y dónde está ese "Alguien"? —preguntó —. Es un idiota por dejarte sola en un lugar como este. —Recorrió el bar con la mirada, mientras mencionaba aquello. En algunos puntos se detenía, asintiendo con la cabeza, a modo de saludo.
Quería saber con quiénes intercambiaba esos ademanes, pero preferí no darle importancia. Arrugué la frente y sonreí con socarronería.
—Es normal que una persona desaparezca unos minutos para ir al baño, ¿No? —Me encogí de hombros.
—Tienes razón —Rió. —Discúlpame, no quería ser entrometido.
—No te preocupes por eso. Mejor dime, ¿Qué tiene de particular este lugar que hace tan grave el que esté sola? y ¿Cuáles son esas cosas inimaginables que se pueden hacer aquí? —Las preguntas rondaban en mi cabeza y no pude evitar formularlas.
¿Qué estás haciendo?
"No tengo idea".
Esa maldita curiosidad, Milena.
Una sonrisa engreída se dibujó en su rostro. Reconocí esa expresión de inmediato, era la misma que le había visto a Colleman el día que lo conocí. Elevé mis cejas, sorprendida.
—No me digas que... ¿Aquí? —pregunté, incrédula.
Su sonrisa se ensanchó —Aquí qué, Milena. ¿Qué te estás imaginando? —Su curiosidad era notoria.
Me incliné hacia él, para poder hablar sin que nadie más escuchara mi teoría.
—¿Esto es un club de intercambio? —susurré.
La risa de Nathan, en cambio, no fue nada discreta.
—Tienes imaginación, Milena —Hizo una pausa para beber de si trago —. ¿Has estado en alguno?
Lo miré, perpleja.
—En algún club de intercambio —instó, al ver que me había quedado en blanco.
—No estoy muy segura de que haya sido un "Intercambio" puesto que no tenía pareja, pero sí, hace algún tiempo conocí un lugar parecido —dije, restándole importancia.
Estaba sorprendido ante mi respuesta. La conversación empezaba a tornarse peligrosa.
—Kink —señaló. Otra vez mi cara de estúpida se hizo presente —, esa sería la palabra correcta para definirlo —apuntó —. Y aunque no lo parezca, este es uno de los más populares y exclusivos de Nueva York.
—Pues a mí me parece un bar común y corriente —comenté. Recordé que lo mismo había pensado del Royal, y vaya que las apariencias engañaban.
—Esa es la idea.
Chasqueé la lengua.
—Entonces, eso explica porque ese tipo me miraba como un pedazo de carne, hasta antes de que tú llegaras. —Apunté al rubio, al final de la barra. En cuánto sintió la mirada de Nathan sobre él, escondió la cabeza como un perro regañado.
—Dudo mucho que ese hombre conozca el trasfondo de este lugar. Algunos en verdad sólo vienen por los tragos y, quizá, una buena conquista —aseguró. Abrió la boca para continuar hablando, pero una ronca voz lo interrumpió.
—Buenas noches, O'Neal —dijo Kendrick, pasando a mi lado.
Mi cuerpo se tensó de inmediato. No quería que Kendrick pensara que había roto el trato.
Ni te preocupes por eso, la culpa es de él por traerte a un lugar que frecuentan sus conocidos. Idiota.
—Kendrick... —Estrecharon las manos y se palmearon las espaldas —No deberías dejar sola a esta hermosa mujer. Tuve que alejar un par de idiotas —apuntó.
Rodeé los ojos.
Pero, esperen, ¿Qué? Ninguno de los dos se había sorprendido del encuentro. La situación empezaba a ponerme nerviosa. Tomé lo que restaba de mi bebida (Que era más de la mitad) de un sólo trago.
—Estaba abajo, hablando con Nielsen —señaló Kendrick.
—¿Y? —cuestionó Nathan, con interés.
—Todo está en orden.
—Okey, hombres de negocios; sigo aquí, por si no lo han notado. —Me quejé.
Nathan rió y Kendrick depositó un fugaz beso en mi hombro ¡Maldita sea! La descarga eléctrica llegó a mi vientre, a mi estómago y a mi pecho con la misma intensidad de un Tsunami. Si este era un maldito club kink, ¿Significaba que podía arrastrar a Kendrick a los baños y cogérmelo ahí? No creo que aguantara mucho más si continuaba haciendo cosas como esa.
—¿Milena?
—¿Qué? —pregunté, aún con la mente nublada por la calentura.
—¿Estás bien, preciosa? —inquirió el ojiazul con una ceja elevada.
—Si, ¿Por qué?
—Estás excitada —susurró en mi oído.
—¿Qué? Claro que no, Colleman. No tienes tanto efecto en mí, como supones.
Sonrió, ladino.
—¿Acaso cree que no sé leerla, señorita Rochester?... Las pupilas dilatadas, las piernas apretadas, la respiración entrecortada, los dedos de los pies contraídos...
—Cállate, ya entendí. —Lo interrumpí. —¿En dónde está Nathan? —Cambié el tema.
—Abajo. Se adelantó un poco.
¿Cuánto tiempo me había perdido imaginando las formas posibles en las que Kendrick podría tomarme en el baño?
—¿Cómo que se adelantó?
—Milena —dijo serio. Mi corazón comenzó a ir deprisa —, ¿Qué tan lejos estás dispuesta a llegar por placer?
Tragué en seco. No tuve que pensar mucho.
—Hasta donde me quieras llevar —musité.
El brillo en sus ojos era indescriptible. Sin pensarlo, me tomó de la mano y me arrastró por el pasillo, por el que se había perdido anteriormente.
La sangre bombeaba fervientemente en mi cuello y mis latidos golpeaban estruendosamente en mis oídos.
¿Sería que aquella noche, la que yo creía la fantasía más inverosímil, se haría realidad?
***
He aquí un capítulo más.
Hoy estoy muy feliz, porque llegamos a las 1000 vistas, en el primer mes!!!!
*Grito como loca*
Gracias, por su apoyo. ❤️❤️
Ahora sí, regresando a la historia...
¿Qué se imaginan que puede pasar esta noche?
¿Y qué opinión tienen sobre Ulrik?
¿A caso huelo, poliamor? XD
Me encantaría leer sus teorías.
D.Hill 👯
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