X
Kendrick
—¡¿Y cómo quieres que reaccione, Kendrick?! ¡Te metiste en mi área! —Estaba seguro que los gritos de la mujer podían escucharse por todo el piso —. Me importa una mierda si eres el maldito presidente de Arquitech. Soy yo la que decide cuánto es mucho trabajo para mi equipo, no tú —. Resopló, apuntándome con el dedo; en la punta resaltaba su larga y pulcra uña teñida en un rojo carmesí —. ¿Te das cuenta? Acabas de borrar mi nombre del proyecto más importante que hemos tenido en años...
Suspiré, hastiado.
—Es una decisión tomada, Tessa, y no va a cambiar —dije tajante. Si no le había dado explicaciones ni a Nathan ni a Ulrik, que eran accionistas, mucho menos a una empleada, por más subdirectora de área que fuera.
Su pecho subía y bajaba con violencia, estaba frenética.
—Ya le pedí a Susan que agende una reunión con el equipo de Ferguson, para que los conozcas y pongas a su disposición toda la información que requieran. —Agregué.
Hizo una última rabieta, antes de lanzarme las carpetas del proyecto que se había encargado supervisar en Chicago, y abandonar mi oficina. Agradecí un momento de paz, aunque este no duró mucho; a los pocos minutos mi hermano cruzó por el umbral.
—Está hecha una fiera —dijo, en tono burlesco, mientras se acomodaba en uno de los asientos y cruzaba las piernas sobre mi escritorio.
—Me tiene sin cuidado —Aseguré —. Ya decidí que en cuanto respecta a señalización, lo va a manejar la consultora Ferguson... —Bufé —. ¿Puedes bajas tus asquerosos pies de mi escritorio? ¿Qué edad tienes? ¿quince? —Gruñí.
Él pareció no prestar atención a lo mucho que me molestaba su pose infantil. Me miró con los ojos entrecerrados, escudriñando la razón detrás de mí repentina decisión. Ulrik me conocía bien, demasiado bien, a decir verdad.
—O'Neal me habló sobre la cena... —Comenzó a decir, esperando conseguir más información.
—Si, ¿Qué con eso? —cuestioné, restándole importancia.
Exhaló, audiblemente. Estaba tratando de ser paciente.
—Me habló sobre la coordinadora de diseño... —Sugirió, levantando una ceja.
Rodé los ojos.
—¿Qué quieres saber exactamente? —pregunté, al fin.
Se encogió de hombros.
—Sólo quiero entender el motivo por el cuál decidiste contratar a una empresa externa, cuando aquí tenemos el capital humano capacitado para cada una de las áreas. Tessa es una excelente diseñadora, la mejor que hemos tenido; y permíteme decirte que entiendo su reacción y la apoyo. La eliminaste de la jugada así como así; ni siquiera esperaste a que regresáramos del viaje para tomar una decisión —Hizo una pausa —. Pero, lo que realmente me preocupa, hermano, es ese cambio tan abrupto en ti; porque el Kendrick que yo conozco jamás habría hecho esto.
—No tienes que tratar de entender nada, Ulrik, simplemente, sé lo que es mejor para la empresa.
—¿Para la empresa o para ti? —Insistió —. ¿Quién es esa mujer, Kendrick?
—No entiendo a qué te refieres —Apreté el puente de mi nariz. Su insistencia empezaba a sacarme de quicio —. No sé qué te habrá dicho Nathan, pero esto es solamente un asunto de trabajo ¿Está claro? —Mi molestia con el tema era evidente.
Asintió con la frente arrugada, él también estaba molesto. El temperamento era algo que compartíamos los Colleman. Tomó la postura firme de un verdadero vicepresidente y se dirigió a la salida, no sin antes hablar una última vez.
—Quiero conocer a la persona que va a colaborar en el proyecto más destacado de la empresa. Me parece que estoy en mi derecho ¿O no?
Tensé la mandíbula. Maldita sea. Había hecho todo el número para acercarme a Milena, sin reparar en que Ulrik también la conocía, y que estaba al tanto de su otra "profesión". Era imposible impedir que ambos se cruzaran en algún momento y que él se diera cuenta que en efecto, mi arrebatada decisión había tenido que ver con ella.
No respondí.
Aún recordaba la manera en la que la había mirado aquella noche; el brillo en sus ojos me había advertido un interés especial de mi hermano hacía ella, y me era imposible que la rabia no se apoderara de mí por esa razón. Tenía que actuar con la cabeza fría, amaba a mi hermano, pero ya no podía dar marcha atrás y alejarme de ella; en Milena había descubierto pasión como en ninguna otra mujer. Sólo esperaba que el asunto no se volviera una maldita batalla campal entre Ulrik y yo. Mi hermano conocía a la perfección mi estilo de vida y aunque no estaba de acuerdo, tampoco me lo recriminaba; sin embargo, algo me ponía alerta en esta ocasión.
Milena
Entré a la oficina con Norah a mis espaldas. Como todas las mañanas, se encargaba de anunciarme la lista de pendientes del día; la mayoría eran cosas pequeñas, hasta que llegó al último punto de la agenda.
— Hablaron de Arquitech para programar una reunión, esta tarde, con una de las subdirectoras... hummm... —Dubitó un segundo, mientras buscaba la respuesta en la agenda —. Tessa, Tessa Maxwell, es su nombre.
Levanté la vista de mi MacBook, no podía evitar ocultar mi interés, cuando de algo relacionado con Colleman, se trataba.
—¿Dijeron cuál era el motivo de la reunión?
—Al parecer sólo es una presentación —Se encogió de hombros —. Ella va a ser el contacto directo con la empresa... Ella y el director de Marketing —explicó —. La reunión es a las 4:00 p.m. ¿Quieres que la confirme?
—Si, claro, confirma mi asistencia.
El día pasó rápido con tantas cosas que hacer. En un abrir y cerrar de ojos llegó la hora de la dichosa junta.
Un chófer de la consultora me dejó en la entrada del edificio, el cual se imponía por encima de los demás. Al ingresar me encontré con un enorme lobby; los acabados en mármol gris se extendían en gran parte del lugar. Una joven rubia me recibió amablemente en la recepción, tras dar mi nombre y el motivo de mi visita, me entregó una tarjeta magnética con la que pude atravesar los torniquetes e ingresar al elevador.
Llegué al piso dieciséis, como me lo indicó la recepcionista, donde se abría otro amplio espacio de enormes ventanales con vista a una terraza (suficientemente grande), con jardineras y mesas de descanso. En un segundo mostrador me recibió una hermosa pelirroja de grandes ojos verdes. Tras examinarme, con desdén, de los pies a la cabeza, giró en sus enormes tacones y me guío por un amplio pasillo de duela gris oscura.
El lugar parecía desolado, las únicas almas ahí eran las nuestras. A lo largo del pasillo, se extendían algunas puertas con pequeñas placas de aluminio, grabadas, que indicaban el cargo. Mis manos comenzaron a sudar, incontrolablemente, cuando me encontré con la que anunciaba "Presidencia".
No tuve tiempo de reaccionar. La puerta se abrió y de ella emergió un hombre de ojos azul profundo, pero no era el que yo esperaba. Tardé unos pocos segundos en identificar aquel rostro; mis ojos se abrieron dramáticamente y sentía que la quijada se me iba a desprender en cualquier momento.
El tipo del club.
Susurró mi vocecita interna.
Él parecía igual de sorprendido que yo, no se movía, sólo me miraba; su rostro había perdido todo color. Después de lo que me pareció una eternidad, él hizo el primer movimiento; frunció el ceño y desvió su mirada, clavándola en el piso; una risa incrédula brotó de él, a la vez que negaba con la cabeza. Yo sólo podía desear que la tierra me tragara en ese momento.
Volvió a fijar su atención en mí, con el semblante más relajado.
—Disculpa mi reacción —dijo. Su voz era encantadora —. Es que me recordaste mucho a alguien más. —Una cálida sonrisa se instaló en su rostro.
¡Mierda!
—N...no...no te preocupes, está todo bien. —Mi elocuencia se había ido por el caño.
Controla tus nervios, Milena.
Su sonrisa se ensanchó y yo me sentí todavía más pequeña.
—Soy Ulrik Colleman, vicepresidente y director de marketing —dijo, tendiendome su mano.
—Milena Rochester, vengo de Ferguson Consultores. —Estreché su mano.
—Lo supuse.
Espera... ¿Qué? "¿Lo supuse?"... Maldita sea. Lo sabía.
Lo miré con la frente arrugada, fingiendo no comprender a lo que se refería.
—Susan —Se dirigió a la pelirroja, que hasta ahora sólo había sido expectante del bochornoso encuentro —. Yo acompaño a la señorita Rochester a la sala de juntas, por favor avisa a mi hermano y a la señorita Maxwell que ya podemos iniciar la reunión.
Su hermano. Demonios.
Los ojos de la mujer viajaron de Ulrik a mí, con cientos de interrogantes dibujados en ellos, antes de regresar por donde habíamos llegado.
Llegué al fondo del pasillo, escoltada por aquel hombre. Era igual de alto que Kendrick; a pesar del traje que lo cubría, se podía distinguir un cuerpo delgado y atlético; era guapísimo, igual que su hermano y sus ojos eran impresionantes también.
Entramos a una sala amplia con una mesa al centro, como para unas quince personas. Corrió una de las sillas, que se encontraba junto a la de la cabecera, para mí, y él se colocó en la contigua.
—Milena...
Mis ojos quedaron atrapados en los suyos, jamás había sentido tanta vergüenza ante nadie, hasta ese momento. Ulrik parecía tan transparente, su mirada cálida te brindaba la confianza suficiente para hablar con él de lo que fuera, sin temor a ser juzgado.
—Sé que tú también me reconociste —aseguró —. Yo jamás olvidaría a una mujer como tú.
Tragué en seco.
—Yo... este... —En ese momento la puerta se abrió y lo agradecí infinitamente.
La mirada oscura de Kendrick, pasó de mí a su hermano, como un misil apuntando a su objetivo.
—Buenas tardes —dijo con voz fría.
—Señor Colleman —respondí con un asentimiento de cabeza. Mi voz apenas fue audible.
Detrás de Kendrick apareció una mujer hermosa, como de unos treinta años, su presencia emanaba elegancia y arrogancia; sus ojos se entrecerraron un momento, estudiándome, como si de un extraño espécimen se tratara, para después enarcar una ceja con altivez y regalarme una sonrisa torcida, que no pude descifrar.
Todo en mí se tensó al instante. ¿En qué mierda estaba metida ahora?
Mi sexto sentido gritó "Peligro".
***
Gracias por continuar en la historia.
Si les gustó el capitulo, apóyenme con su voto, o mejor aún, con su comentario :)
Me gustaría mucho conocer sus opiniones.
Nos leemos pronto...
D.Hill
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro