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Capítulo 5. Prestar


—Y así fue como...

—Rebecca, cálmate.

—¡Pero estos idiotas no entienden que este es un templo sagrado del conocimiento! — Golpeando la mesa con el puño, la chica de cabello oscuro entrecerró los ojos frunciendo el ceño. Sus audífonos anaranjados descansaban sobre su cabeza, golpeando la música techno en un oído mientras que el otro era libre para su uso. —Ese cabrón bastardo enreda las cuerdas en la computadora y ¿quién tiene que arreglarlo entonces? ¡Yo!

—Sabes, — comenzó Altaïr, sentándose en la banca con la espalda apretada contra la superficie sólida, levantando su mano derecha para luego morder su carne seca, cual justamente era su almuerzo —parece que este "bastardo regordete" va a ser tu muerte y el nuevo dolor de cabeza de Shaun—. Dijo mordiendo la carne. Frunció el ceño una vez que la estudiante amante de la tecnología le sacó la lengua.

—De todos modos... — Lucy se inclinó con un suspiro. —Todos sabemos que la obra de la escuela se acerca, ¿no?

Tragando, Altaïr levantó una ceja. La capucha de su sudadera una vez más sobre su cabeza y escondiendo sus ojos. —¿Debería realmente importarnos?

—Tal ve-...

—¡Anne, cuidado!

El grito sonó cerca, lo que hizo que Altaïr volviera su atención a esa dirección. Solo para ver a la chica caer, y un helado volando fuera de sus manos. Alzando su brazo para atraparla, el muchacho de ojos dorados pronto fue cubierto de vainilla, manteniendo a la muchacha aferrada, quien seguramente se habría herido la rodilla en la acera.

Genial, simplemente genial...

—¡Oh Dios mío, lo siento mucho!— Lloró ella, intentando alejárse con los ojos muy abiertos y moviendo las manos de una manera aterrorizada antes de que Altaïr simplemente levantara una mano, para indicar que se detuviera un momento y no se moviera, antes de quitarse la sudadera manchada por completo.

Hasta ahora, había sido un día agradable, el día cálido, caluroso y sudoroso, lo suficiente para llevar sólo una sudadera como cobertura para todo el cuerpo, y nada más. Esa habría sido la razón principal por la cual la estudiante que se había disculpado profusamente se detuvo inmediatamente una vez que vio cómo se había formado ahora el adolescente sin sudadera... y sin nada sobre él. —O-oh Dios...

—...lo haces bien, héroe, lo haces bien, —, dijo Malik con una mirada aburrida cuando Altaïr simplemente ignoraba las miradas que estaba recibiendo de las chicas alrededor de su mesa y mirando por encima de su chaqueta.

Trabajar duro y hacer ejercicio ahora parecía ser lo peor que podría haber hecho, porque ahora las estudiantes estaban sacando sus teléfonos celulares y tomando fotos del hombre sin camisa ayudando a la muchacha. Cuya novia ahora estaba echando humo y emitiendo un aura asesina.

—¿Cuál es el escándalo? — Ezio parpadeó cuando escuchó a algunas chicas riendo en la esquina sobre un chico que pensaban que era demasiado guapo, pero esto no habría sido tan atrapador de su atención si la mayoría de las chicas no hubieran estado hablando de la misma persona.

—Por lo general es muy antisocial, pero tiene un muy buen cuerpo—, dijo un viandante, y las chicas se rieron en respuesta.

Ezio se limitó a mirar a las chicas que pasaban junto a él con una mirada vacía, antes de darse cuenta de lo estúpido que era hacer contacto visual con ellas.

Se voltearon y lo miraron directamente. —No es que tu no seas súper guapo también—, añadió una de ellas, ruborizándose completamente de rojo. —Hablando de eso, ¿Estás...

—No. — Ezio se alejó, les dio la espalda y se dirigió a la mesa en donde estaban sentados sus compañeros de fútbol.

Todos ellos parecían gruñir y quejarse sobre algo y lo miraban en el proceso de sentarse junto a ellos. Ni siquiera lo saludaron cuando se sentó a la mesa del almuerzo.

Esa zona estaba afuera como el resto de los bancos y las demás bancas que los rodeaban, lo cual era mejor, según Ezio, porque en los días agradables podían ver el sol y relajarse.

—¿Por qué esas caras de cabreados de todos ustedes? — Ezio frunció el ceño a todos sus compañeros de equipo, preguntándose qué podría haberles irritado tan fácilmente. Justo cuando estaba a punto de empujar a uno de ellos por la espalda, uno de los miembros más grandes se volvió hacia su amigo.

—Mierda, ahora veo por qué sus puñetazos duelen como mierda... —, refunfuñó uno de los jugadores de fútbol mientras miraba a Altaïr, quien parecía ignorar toda la atención que estaba recibiendo de la población femenina de la escuela. Incluso el maestro se sonrojó y apartó la vista.

—No, mierda, Sherlock, él derrota a unos tres de nosotros en unos minutos, pero maldita sea... no esperaba que el escuálido punk fuera así de formado.

—¿Nosotros dos al infierno con él?

Ezio siguió sus miradas, sonrojándose y intentando mirar hacia otro lado, pero al mismo tiempo, mientras sus ojos se posaban en el hermoso cuerpo de Altaïr. Miró sus manos para mantenerse ocupado. —Ya dejen de mirarlo, están actuando demasiado homosexual.

—¡Deberíamos ver si hoy estará libre para la fiesta!— una niña le susurró algo a su amiga mientras Altaïr entrecerraba los ojos y movía la mano para quitar la crema de la chaqueta, la dejaba sobre la mesa, y luego se quejaba de lo estúpido que era tratar de sanar a la muchacha accidentada, incluso si era solo de una lesión menor.

No es como siquiera quisiera él.

—¡Me lo pido! ¡Yo lo vi primero!

—¿Estás loca? ¡Yo lo vi primero!

—¡Jodeeer!... ¡incluso hasta los raritos pueden ser demasiado guapos!

Desmond miró a María, que estaba agarrando su tenedor con fuerza. —Uh, María... cálmate...

—¿A dónde va? — Le dijo una chica a su amiga, sonaba decepcionada.

La cabeza de Ezio se disparó, mirando hacia donde estaba Altaïr, pero lo vio corriendo hacia la escuela para alejarse de los ojos de la multitud. —Los veré más tarde—. Dijo Ezio levantándose rápidamente. Salió corriendo de la mesa y corrió hacia la escuela tras Altaïr.

—¿Eh? — Los chicos del equipo parpadearon cuando lo vieron huir, pero se encogieron de hombros, volviendo a su comida e insultando a los raritos que tan fácilmente habían llorado sobre ellos.

.

.

—¡Altaïr! — Sus pasos golpearon contra el suelo de baldosas cuando vio a Altaïr doblar la esquina y lo siguió por el pasillo vacío. —Espera un segundo.

Los pasos del adolescente bronceado fueron rápidos y, para otros, desesperados. Altaïr no era uno de esos tipos de personas a las que les gusta mostrar su estatura física o incluso insinuar que él era el "chico duro". Ante el sonido de su nombre, sin embargo, se volvió con la mano sujetando su chaqueta con fuerza en sus manos.

—¿Qué?— gruñó. La frustración y la molestia se reflejaron en su tono de voz. —Tengo prisa, por si no te has dado cuenta.

Ezio se detuvo cuando Altaïr se giró para mirarlo. Se sorprendió de que Altaïr se viera tan enojado y rápidamente desvió la mirada hacia el piso. —Ah, y-yo... estaba preocupado de que... quizá pudieras necesitar ayuda. ¿Vas a la lavandería de la escuela? — Sus ojos levantaron la vista de la baldosa y se enfocaron en el enojado rostro del contrario.

Una vez que el otro hombre desvió su mirada hacia el piso, el joven moreno parpadeó antes de levantar una ceja por el interés en cómo y por qué tendría tal reacción. El tartamudeo era algo que no esperaba. —A menos que puedas hacer que todos olviden todo el maldito incidente, entonces no, no necesito ayuda.

—Lo siento, ojalá pudiera... — Volvió la mirada hacia Altaïr, concentrándose en su rostro y asegurándose de no dejar que sus ojos miraran las marcas abdominales que llevaba tan bien formadas.

Levantando su mano izquierda, Altaïr alborotó sus mechones claros mientras suspiraba pesadamente, calmándose lo mejor que pudo.

—En realidad, sí, necesito algo de ayuda— Dijo casi en un susurro, bajando lentamente su mano, el estudiante sin ropa superior miró por encima del hombro de Ezio hacia el camino por donde ambos habían venido. —Eso fue posiblemente la cosa más estúpida que jamás hubiera hecho.

—Probablemente. — Ezio no podía pensar en hacer nada más, pero estaba de acuerdo. ¿Qué podría decir que cambiaría lo que le acaba de pasar a Altaïr? La respuesta a eso es nada. —Creo que muchas chicas te perseguirán para mirarte si no haces algo—. Miró por detrás de ellos con cautela. —¿Qué tal esto? Te llevaré hasta allí, bloquearé y distraeré a cualquiera que te vea.

Al volver sus ojos al contrario con una optimista sonrisa, un suspiro pasó por los labios de Altaïr, cansado y agotado por la sola idea de ser perseguido por toneladas de chicas.

Su cosa favorita en el día era estar lejos de ellos o ellas y esconderse en algún lugar para estar solo y esbozar lo que vio. —Y aquí pensé que tenía suficiente de lo de afuera—. Fue la respuesta calmada de Altaïr antes de encogerse de hombros y dirigirse a la oficina para pedir usar la lavadora para limpiar el desastre que cubría su único cobertor para su torso desnudo.

—Ah, espera—. Agarró el hombro de Altaïr para detenerlo y luego se movió para quitarse la camisa, revelando su propio abdomen trabajado. Era bastante sorprendente, cualquier chica lo diría si lo viera.

Más tarde María probablemente me va a joder por lo que hice, Gimió Altaïr mentalmente mientras sus hombros se desplomaban en un movimiento de "me rindo", deteniéndose cuando fue agarrado del hombro. Además, seguramente me harán una emboscada al llegar a casa, y me arrastrarán a esa fiesta imbécil que tendrá una de esas... oh, sí... Shaun me contó algo de eso anoche por teléfono. Pero... ¿Por qué acepté ir de nuevo...?

Frunciendo el ceño, el más bajo de los dos levantó una mano y alborotó su propio cabello antes de finalmente llegar a su respuesta sobre por qué había aceptado ir a ese jolgorio.

Desmond necesita una mano con el trabajo, eso es... a veces desearía que Rebecca nunca ayudara a los deportistas. Arreglando sus computadoras, cableados de mierda. Solo hace que mi vida sea más exigente y yo... Prefiero estar en casa durmiendo o algo así. Una pequeña risa forzada resonó en su cabeza mientras refunfuñaba por lo bajo sobre cómo le daría una paliza a alguien si se atreviera a pelear con él hoy.

—Toma mi camisa—. Ezio se lo tendió, mirándolo fijamente, sosteniendo la tela flojamente en su mano. —Recibo mucha atención y es posible que puedas evitar que más chicas te miren, si quieres—. Su expresión era seria, casi mirándolo como si no tuviera otra opción.

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