Capítulo 4. Entendiendo
Le lanzó una mirada a Ezio mientras este otro se sentaba en silencio, sin balbucear sobre cosas como las que usualmente hacía cuando estaba con sus amigos Sí... sus amigos... pensó amargamente mientras se dirigía a su bolso, devolviendo sus cosas a donde pertenecían y luego se levantó. La mano de Altaïr agarró la correa y la levantó, colocándola sobre su hombro y luego volteándose hacia el chico una vez más.
—¿Realmente me odias tanto? — Preguntó Ezio, sin mirarlo por completo.
—... Yo... — Hubo una pausa, el estudiante bronceado evitó la mirada como al mismo tiempo tragaba de manera espesa. Girando su cabeza, sus esferas doradas se cerraron y deslizó sus manos metiéndolas a los bolsillos de su sudadera con capucha. —... Eres molesto... pero... no puedo decir que te odio tanto...
Ezio dejó que una sonrisa pequeña e insegura rompiera su solemne expresión. —Entonces, ¿Por qué no te agrado? No golpeé a tu novia, ¿verdad? Nunca me he desviado de mi camino como para golpear a una chica. Todas ellas se me acercan a mí... — Ahora lo miró a la cara.
Ante esa sonrisa insegura, sus ojos giraron para mirarlo antes de considerar la pregunta presentada mientras lentamente sacaba sus manos de sus bolsillos. —... Esa es la razón por la que más me desagradas, incluso odio. Es sólo... algo de ti que lo encuentro estúpido y me molesta... — Levantando una mano, se pasó los dedos por el pelo. —Espera, no. Tus jugadores de fútbol son solo una pérdida de inteligencia.
Bajando su mano entonces, se encogió de hombros como si lo que él le había dicho al italiano no le hiciera daño a un solo hilo de emoción, listo para largarse de ahí.
Fue apenas un segundo cuando Ezio se puso de pie y agarró el cuello del abrigo de Altaïr, tirando de él. —No me cuestiones automáticamente a mí solo porque esos idiotas piensan con sus pollas. ¿Qué es exactamente lo que te molesta de mí?
Las esferas amarillas brillaron una vez, y con más intensidad, que el cuello de su chaqueta fue agarrado y sus pies fueron casi completamente expulsados del suelo. Su mirada se alzó para mirar al otro con una expresión totalmente helada y estática. —... ¿No puedo estar molesto sólo porque estoy molesto?
Ezio estaba enojado por alguna razón. Por lo general, él dejaba ir ese tipo de cosas. No había razón para él el estar enojado con algún niño, ni menos. Un marginado sería completamente desalentado por las palabras de una clase entera. Nadie podía hacerle esto... pero fue Altaïr quien lo hizo... De algún modo.
Altaïr alzó una ceja, algo divertido e interesado en cómo sus simples palabras podían causar una explosión en cuestión de segundos con el otro muchacho. Alguien que era totalmente opuesto a él y, sin embargo, demostró que las emociones aún podían controlar a la gente de varias maneras.
—¿Qué? ¿Herí los sentimientos de Mr. Play Boy? — Se burló Altaïr, con el tono plano, aunque en la diversión se las arregló para deslizarse a través de su tono.
Ezio se sonrojó, mirándolo a los ojos, cosa que tomó por sorpresa a Altaïr, parpadeando antes de hacer notar ese refuerzo de ira y frustración. —¿No debería ser considerado un Play Boy como alguien que se mete en una gran cantidad de pantalones de niñas? Estoy bastante seguro de que nunca me he tirado a una niña en mi vida...—.
—Ahora mira, — Dijo el árabe sin escuchar muy bien, levantando una mano, hizo un movimiento de ofrecimiento, — Un Play Boy puede ser considerado muchas cosas, y la forma en que actúas dice-...—
Fue entonces cuando el italiano arrojó a Altaïr y gruñó mientras golpeaba el suelo. Su bolso golpeó cayendo a la hierba, derramando todo su contenido.
Moviéndose a su lado, comenzó a levantarse, respirando lentamente para calmarse.
—...Siempre las dejo en el centro comercial o algo así porque no soporto las ideas de esas putas. — confesó en un gruñido Ezio.
—¿Putas? ¿Enserio?... Creo que sólo apuntaste con eso a la persona equivocada, — Girando la cabeza, miró a Ezio con el ceño fruncido, — Principalmente porque todos te ven como el jugador que convierte a estas 'putas' en lo que ellas son—. Soplando aire por un lado de su boca, Altaïr se levantó. —Además... — Levantó una mano y sacudió los residuos invisibles de su ropa. —... esa no es forma de tratar a una dama, dejándola sola, quién sabe lo que alguien le podría hacer.
—¿Qué se necesita para que no seas un coñazo para mí? — Ezio preguntó, frunciendo el ceño cuando el chico lo insultó una vez más. No tenía idea de lo que estaba hablando. Ezio simplemente no era así. Obviamente, él no las dejaría solo.
—¿Por qué te importa tanto? — él respondió, cruzando los brazos con los ojos entornados mientras miraba hacia atrás al desorden de objetos que una vez fueron el contenido de su mochila. La frustración aumentaba, sus dedos se curvaban, haciendo que sus manos se convirtieran en puños antes de murmurar una ligera maldición una vez que se dio cuenta de que efectivamente estaba tarde para la cena. —Olvídalo.
Girando sobre sus talones, el mayor de los silenciosos dieciocho años fue a recoger todas sus cosas y luego comenzó a colocarlas de nuevo en su bolso, moviendo una mano detrás de sí mismo para ponerse la capucha y sobre su cabeza para descansar sobre sus mechones de pastizales sombreados. La sombra una vez más cubría sus rasgos y ocultaba sus anormales ojos en las sombras.
—Gracias por el hermoso momento—, murmuró con amargura el árabe, —Realmente lo disfruté, hagámoslo de nuevo alguna vez—. Dándose un empujón para levantarse y re-posicionar la bolsa donde pertenecía, para luego levantar en sus dos manos su unidad de estantería. De pie, con el proyecto en su agarre, la figura encapuchada comenzó a dirigirse a su casa.
—¡Espera un minuto! — Gritó Ezio, corriendo hacia él para caminar junto a él con calma. No entendía por qué iba tras este chico, cuando ya parecía expresar odio hacia él en algún nivel. —¿Qué tengo que hacer para que dejes de odiarme? — preguntó, cruzando los brazos delante de él y luego echando la nuca hacia atrás para mirar el cielo.
No quería dejar que Altaïr viera lo preocupado que estaba del porque el chico pensaba de esa manera de él. Quizás era que a nadie más parecía importarle, siempre y cuando no fuera por su novia a la que 'sedujo'.
Ante la llamada para esperar, Altaïr entrecerró los ojos y siguió caminando mientras fruncía el ceño. Mantuvo su vista firme antes de arriesgarse a mirar al italiano para luego arrepentirse, ya que ahora notó que Ezio estaba caminando al mismo paso que él. —De nuevo... "¿Por qué te importa tanto?" — Le preguntó el árabe antes de detenerse por completo en sus pasos.
Ezio continuó caminando hasta que no oyó el sonido de un segundo grupo de pasos a su lado y se detuvo, volteándose y colocando sus brazos detrás de su cabeza de una manera perezosa mientras el chico le hacía la pregunta que tenía antes. —Solo tengo curiosidad, es todo... — Sus ojos se movieron mientras descubría que realmente no tenía una razón plausible de por qué era tan persistente.
¿Por qué es tan importante? Cruzó por su mente aquel pensamiento antes de que su mano sostuviera el proyecto flexionado, su músculo se apretó para mantener su agarre sobre él.
—¿Qué es exactamente lo que te molesta de mí?
—... No le das oportunidad a esas chicas que reúnen el coraje para hablar contigo a la hora del día—, comenzó el hombre encapuchado, volviendo su mirada hacia las calles, —Entonces ¿Por qué iba a querer molestarme también? — Alzando los hombros en un encogimiento de hombros, Altaïr comenzó su caminata una vez más con un suave suspiro.
—Solía decirles que no estaba interesado—. Ezio miró hacia el cielo, ignorando la pregunta de Altaïr, con las cejas fruncidas. —Solo las hacía venir a mí más y eso lo odiaba—. Hizo una pausa y miró por encima del hombro a Altaïr. —Todo lo que siempre quise para ellas fue que me dejaran en paz y ellas no pararían. No es como si dijera no a una y luego otra tomara su lugar. Siempre fue la misma gente a la que le dije que no. "He salido con el jugador de fútbol", eso es lo que les importa. Ni siquiera les dicen a sus amigas que no han tenido relaciones sexuales con él.
Dejó escapar un suspiro tranquilo, antes de darse la vuelta y mirar hacia otro lado.
—No soy un total pendejo, ¿sabes? Les doy dinero para que un taxi las lleve a casa. No parece importarles que no me interese. ¿No te cansarías de decir "No me interesa" una y otra vez?"
El estudiante encapuchado no sabía por qué se molestaba, pero apartó su molestia para escuchar al otro y escucharlo. Es mejor saber de la fuente de los rumores, de qué se basaron, y decidir cuál fue verdadero y cuál no. Cuando esas esferas de chocolate se volvieron hacia él, Altaïr ligeramente ladeó la cabeza mientras examinaba la cara del otro hombre para ver si había algún indicio de mentira. Sorprendentemente, no encontró ninguno.
He salido con el jugador de fútbol... cruzó por su mente antes de que levantara una mano y se retirara la capucha.
Ezio observó el cielo y parpadeó al darse cuenta de que acababa de contarle algo personal a alguien que justamente odiaba sus agallas —Lo siento, tienes razón. ¿Por qué debería ser importante para ti?— Se encogió de hombros, volviendo los ojos al suelo y comenzó a alejarse. Curiosamente, su casa estaba en la misma dirección que la de Altaïr, o al menos eso parecía. —Voy a dejarte ahora. Tienes que llegar a casa, ¿no?
Respirando mientras cerraba sus ojos extrañamente coloreados, el moreno pasó las palabras por su cabeza, frunciendo el ceño solo para luego abrir los ojos y mirar hacia arriba con una expresión confusa. —Oye...
—Tienes razón... No me importa. Pero... — Cuando Ezio comenzó a alejarse de él, el adolescente apretó los dientes, soltó su proyecto, oyéndolo caer en el suelo con un "estrépito", antes de extender la mano para agarrarse a la parte posterior de la camisa del otro sin pensar honestamente sobre lo que estaba haciendo. —...pero yo...
El jugador de fútbol se detuvo, poniéndose erguido ante el tirón repentino de su camisa. No se dio la vuelta, sino que escuchó atentamente, preguntándose por qué Altaïr haría todo lo posible por detenerlo.
—¿Alguna vez has pensado en pretender estar con alguien? — Altaïr insistió, sus ojos se estrecharon ligeramente mientras su mirada se mantenía en su mano. Su mano que ahora lo desobedecía y no soltaba la camiseta del jugador de fútbol. —Quiero decir... — Mordiéndose el labio inferior, cambió su mirada hacia un lado. —... probablemente podrían estar muy deprimidas o algo así porque ya has tomado y... — Continuó, hablando más y tratando de señalar que incluso fingiendo estar en una relación con alguien fuera de la escuela haría que esas muchachas retrocedieran; en todo ese momento, luchando con su propia mano.
Tal vez no quería dejarlo solo porque este atleta realmente estaba tratando de aflojar la armadura alrededor de Altaïr. O tal vez fue porque estaba solo. No, no... No estoy solo... Lentamente, cerrando los ojos, el árabe finalmente se liberó de la tela que tenía a su alcance. No lo estoy.
Los ojos de Ezio miraron hacia abajo mientras reflexionaba sobre lo que Altaïr había dicho, y negaba con la cabeza. —No podría atar a alguien así—. Giró la cabeza para mirar por encima del hombro al muchacho encapuchado, notando que ni siquiera lo estaba mirando. —Incluso si pudiera hacerlo, todas las chicas de esta escuela querrían algo de mí eventualmente.
Era cierto, Altaïr no levantó la cabeza para mirar al otro, sobre todo porque era una conversación tan incómoda como la que había tenido anteriormente.
¿Por qué le estaba diciendo esto a Altaïr? No tenía ningún sentido del por qué permitiría que el chico lo viera con su armadura abierta. Él no era su hermana o su madre y no había manera de que le dijera a ninguno de sus compañeros sobre lo que estaba sintiendo. Lo llamarían cobarde y lo trataron como una mierda en el momento en el que mencionara de que podría tener sentimientos profundos. El respeto de Ezio desaparecería y nunca llegaría a olvidarlo. Entonces, ¿por qué este muchacho?
Él continuó hablando, forzándose a sí mismo. —Todas tratarían de hacer un movimiento conmigo, no importa lo que haga.
—Debes de estar impresionado—, murmuró el moreno, entrecerrando los ojos antes de mirar hacia la cara del otro antes de levantar las manos a los lados y encogerse de hombros. —Entonces, de nuevo, todas las chicas simplemente no pueden resistirse a un chico guapo—. Entonces, bajando los hombros, Altaïr exhaló lentamente antes de frotarse la cara con una mano. —En... en cualquier caso, no lo sabrás hasta que lo intentes, créeme.
Ezio lo miró, parpadeó al ver que los ojos de Altaïr lo miraban. Esos brillantes orbes amarillos que lo miran fijamente. Al principio, se sorprendió, sin comprender, y luego se puso a sonreír, volviéndose para mirar al chico más bajo. —Quizás tengas razón—. Suspiró, mirando directamente a Altaïr con un sonrojo ante la mención de su apariencia. —Me pregunto si podría convencer a alguien para que pretenda ser mi cita—. Ezio miró hacia otro lado, frunciendo el ceño en sus pensamientos.
Una vez notó que el otro adolescente lo miraba a la cara, casi como si lo mirara a los ojos. Lo cual no le quedaba duda era la verdadera razón por la que lo estaban mirando. Dejando que sus manos se metieran en sus bolsillos cuando Ezio se giró para mirarlo, el chico encapuchado dejó que su mirada se fijara en esa suave pizca de coloración carmesí en las mejillas del otro.
Él recibe cumplidos cada maldito día, no es como si fuera algo nuevo... pensó frunciendo el ceño mientras los pensamientos se le limitaban y le mordían la mejilla.
Al dejar que sus hombros se apretaran, Altaïr giró su cabeza, —No es mi problema de todos modos—. Proveyó antes de detenerse por un momento y luego bajó los hombros. —... supongo que solo te deseo suerte—. Con eso sacó sus manos de sus bolsillos, se inclinó para agarrar su proyecto antes de pararse y regresar su atención al hombre más alto. —Buena suerte. — Dando un paso alrededor del italiano, regresó a su tarea de regresar a casa.
—Gracias.— Ezio no lo persiguió esta vez cuando Altaïr caminó. Él solo lo vio alejarse rápidamente antes de irse a su casa. Su hermana ya estaría allí, supuso, con la cena en la mesa y preguntándose qué le había llevado tanto tiempo a su hermano.
Altaïr no es un mal tipo. Ezio sonrió, mirando a la figura encapuchada frente a él. Él es un buen oyente, de cualquier manera. Me pregunto si le contará a alguien lo que le dije. Reflexionó sobre este pensamiento por un minuto antes de negar con la cabeza con una sonrisa. Altaïr no parece que sería así. Esos ojos sin embargo... Nunca antes había visto los ojos de alguien con ese tono de amarillo.
Ezio se rió entre dientes cuando salió de la carretera y se dirigió a su casa, esperando que la comida aún estuviera caliente cuando él llegara allí. Tal vez podría encontrar una chica que estaría dispuesta a fingir por él. Solo cada vez que alguien estuviese mirando, actuar como que es su novia y que no traten de llevarlo a la cama. Quería mantenerse virgen, porque no había nadie en la escuela que le interesara.
Al menos, no aún.
NOTA
¿Es malditamente enserio que no publico nada de esta cosa desde agosto de hace dos años? Joder. Qué mierda me sucedía.
Okay... sí, estoy empezando a actualizar de a poco. Tal como será con este, El Mendigo y el Principe , con The Golden Age y con Beso de Sangre;)
Ah. De aquí en adelante, al parecer no hay más dibujos:( La chica que los hacía, se detuvo hasta la escena del beso, del cap anterior xd Hora de que la imaginación de ustedes comience a dibujar, como yo seguramente haré fan arts de este fic porque me mencanta(?)
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