Capítulo 3. Chispa
Altaïr se quejó en cuanto tomó la estantería con sus brazos, mientras que su amigo manco le hablaba acerca de cómo el exámen de Geometría parecía ser uno de los más difíciles del año y exactamente el cómo no entendía por qué las porristas vestían tal vestimenta que podían distraer a los jugadores.
— No lo sé, no me interesa —, respondió el estudiante más alto mientras daba la vuelta la esquina y miraba por atreves de las ventanas que revelaban todo desde afuera, los pájaros sobre las ramas viniendo de donde fuera que viniesen.
—Altaïr... — Malik juntó el entrecejo con fuerza cambiando su atención al errático joven quien no veía por donde iba. — Deberías bajar tu cabeza de las nubes por un maldito minuto y decirme como van las cosas con María.
María... Sus ojos se cerraron a medio camino y uno de los pájaros en esa rama voló lejos como si sus problemas volaran también con ese pájaro.
—...estás tan desesperado, — suspiró el hombre de cabello oscuro, levantando su mano derecha y frotando su rostro. Sin embargo, poco sabía Altaïr que el camino hacia su casillero sería pasar a la siguiente clase del día, lo que originalmente él había pensado era en tomar la ruta más larga, aunque parecía en no estar luchando para dejar caer la cosa grande que llevaba consigo, así que dejó aquel plan de lado.
~ ° ~
— ¿Eh? — Murmuró Ezio deteniéndose a la salida de su sala de clases y mirando la alegre cara de su hermana quien se encontraba con una confundida expresión por parte de su hermano. —¿Qué tienes ahí?
— ¡Te dije que ya que he entrado a la obra de teatro de secundaria! — se quejó Claudia, frunciendo el ceño y colocando sus manos sobre sus caderas. El libro de teatro se inclinó un poco en sus manos mientras ella lo miraba.
— Sí recuerdo que me lo habías dicho —. Dijo Ezio, agitando su mano con desdén. Su tímida sonrisa se desvaneció tan pronto como se dio cuenta de que su hermana seguía de pie allí sin irse. Él sacudió la cabeza y se dio la vuelta rápidamente, intentando salir de escena, pero su hermana lo agarró del hombro antes de que pudiera moverse una pulgada.
— ¡Quiero que practiques conmigo! No sé qué tan bueno sea mi compañero, ¡Es por eso que imaginé que tú serías mejor que él para esto!
A pesar de la suplica mental de Ezio por ser liberado de tal horrenda tarea, había sido detenido delante de su sala de clases para eso, no podía negarse a ella de ninguna manera. Claudia fue quien había sufrido más con la muerte de su padre y Ezio no le podía decir a ella simplemente un "No".
Esa fue la razón del porque ella había quedado tan dañada.
— ¡Ten! — dijo ella sacando un libro de su mochila, entregándoselo. — Yo haré el papel de Julieta, ¡y tú serás Romeo!
Ezio gimió tomando el libro y abriéndolo para comenzar. — Tengo tarea que hacer, así que sólo haré las primeras escenas contigo, ¿vale?
—Si, fratello, ti lascio essere dopo questo, — respondió ella con una alegre sonrisa.
~ ° ~
Algo se desprendió del día y de cómo sucedió, ahora que lo había estado pensado después de que él y Malik se separaran. Quizá, tenía que haber una discusión con... nadie más. Con su proyecto terminado, Altaïr lo apoyó contra su casillero a su lado. Volviendo a su casillero, comenzó a mover su mano trabajando para abrir la cerradura.
Esto... es tan... aburrido... pasó por su cabeza, como al mismo tiempo que la sombra azul pasaba delante de él, y entonces, el conjunto de libros, cuadernos, carpetas y ese mensaje en un papel dentro del pequeño espacio en su bolso. Mucho que hacer, mucha tarea... cocinar... trabajar... Cerrando sus ojos, el joven Ibn La-Ahad se agachó y se sacó su bolso con un resoplido por su peso antes de pararse completamente y colocar la correa sobre su hombro.
—...Creo que trabajaré en esto después.
Torciéndose a sí mismo, Altaïr levantó la solapa de su bolso y sacó el Libro de Historia de EEUU II y así, echándolo a su casillero, antes de cerrar lo más suavemente posible para luego hacer clic en el candado ahora cerrado, y tras eso finalizado, frunció el ceño mientras agarraba la estantería de nuevo y empezaba a volver camino a casa con un profundo suspiro.
Ezio salió del salón con los hombros caídos y la cabeza gacha. Se había pasado la ultima hora con su hermana. Dios, como odiaba a Sheakspeare. Habían leído en la clase día tras día. La única vez que recordaba que hubiera tenido un final feliz en aquel libro habría sido cuando los dos personajes se negaban su amor. Él había pasado mucho rato en ese papel de Romeo más que el estúpido otro ese, de seguro.
Su hermana se había agotado rápidamente cuando se acordó de que tenía que ayudar su madre y hacer la cena. Era momento de regresar a casa y Ezio se sentía hambre ya.
— ¿Huh?
El joven de cabello café oscuro parpadeó cuando sus ojos echaron un vistazo. Parpadeando suavemente en cuanto captó a la figura encapuchada caminando para dejar la escuela.
¿Qué está haciendo él aquí? Digo, tengo una excusa para quedarme hasta tarde... Ezio no sabía por qué, pero estaba sonriendo en cuanto vio al otro tipo empujar las puertas de la escuela.
Pasos resonaron a su alrededor mientras sentía sus arrastrando tras de los del joven, corriendo para alcanzarlo, aunque el chico no pareció darse cuenta. El ruido de las zapatillas del jugador fue bloqueado por la puerta cerrada.
~ ° ~
Las doradas esferas miraron hacia arriba mientras salía del edificio, llevando aquella unidad de la estantería con dificultad, pensando de que ahora se sentía más concentrado que antes, ya que nadie le estaba hablando, y no había un alma en ese justo lugar, así que podía concentrarse más en el objeto de tamaño mediano que llevaba, en lugar a realizar múltiples tareas.
Su atención se concentró en el chirrido de un ave, y volviendo la cabeza a este, observó un pájaro azul en lo alto de la valla frente a un árbol, donde seguramente podría sentarse a la sombra y tener un poco de tiempo para sí mismo y descansar sus músculos.
Decidido a ir por ello, Altaïr se dirigió al árbol que generaba una agradable sombra sobre el césped. Al llegar a la sombra, puso la estantería de madera en el suelo y luego se sentó sobre la vegetación, apoyando su espalda en el tronco del árbol, que se ofreció como su comodidad por el momento. Su mano derecha se estiró, agarrando la correa de levantarla por encima de su cabeza y luego su bolso fue arrojado de lado.
Ezio parpadeó, asomándose desde la puerta del edificio de la escuela con una sonrisa en su rostro. Se coló por detrás de Altaïr, precipitándose detrás del árbol que Altaïr había escogido, y así el italiano presionó su espalda contra la corteza de esta. Su juego de fútbol había acabado y eso le había dejado un poco cansado, pero fue capaz de reprimir su respiración para que Altaïr no pudiera oírlo.
Sacando su cuaderno de dibujo, el estudiante encapuchado lo abrió en una página en blanco. Un lápiz pronto se unió al juego, mientras que él comenzaba a esbozar unos contornos. Los ojos ambarinos de Altaïr observaban el pajarillo azul y luego a la página. El dibujo lo había hecho concentrarse demasiado, con la intención de hacer que se viera tan real como lo veía en su realidad. Frunciendo los labios, comenzó a agacharse sobre su trabajo ahora con ceño fruncido.
Pasó un minuto y Ezio sintió que era un momento seguro para echar un vistazo y asomarse alrededor del árbol para ver lo que estaba haciendo Altaïr. Ni una sola vez se le había ocurrido preguntarse por qué estaba siguiendo a Altaïr y por qué estaba tan interesado en molestarlo.
El insulto de ayer podría probablemente haber sido una razón. No le importaba si tenía una mujer o no. Todas los demás pensaban con sus pollas, Ezio era el único que resultaba ser el que pensaba con la cabeza, bueno, con las emociones.
Se puso en cuclillas y parpadeó cuando vio al joven dibujar algo en una libreta. ¿Un ave es eso? Al parecer es realmente bueno...
Extendiendo una mano, el sirio se trasladó a frotar su sien, mirando hacia abajo su trabajo y luego hacia el pájaro por un tiempo, y luego suspiró pesadamente mientras se apoyaba más en contra de la corteza del árbol con los ojos medio cerrados. La sombra aumentó sobre sus ojos antes de deslizar el lápiz sobre el papel, y una vez más, añadió más detalles al pico del ave, después los pies y luego las garras.
Levantó el lápiz luego de haber finalizado, y echó el pequeño objeto dentro de su bolso antes de que sus ojos se remontaran en el ave con un suave suspiro de alivio. Libertad, la habilidad de hacer cualquier cosa que ellos quieran, ir a donde ellos quieran, sin ser nunca juzgados. Eso es lo que las aves representan, al menos para el muchacho de capucha.
Una mano se estiró y agarró el cuadernillo de dibujo que había dejado Altaïr en reposo de forma segura sobre su regazo. Voló hasta donde se encontraba Ezio, con sus ojos marrones mirando sobre el dibujo, con un algo de admiración por el trabajo del bajito artista. La sonrisa se extendió sobre los puntos de la boca del jugador de fútbol.
—Es un buen trabajo, Altaïr, no sabía que tú podías dibujar—, dijo él sonriendo mientras ponía su mano en lo alto al aire con el cuadernillo, sabiendo que Altaïr querría su cuaderno de vuelta.
—Ah- — Antes de poder llegar a alguna frase o sonido de su boca, su cuaderno de dibujo estaba fuera del alcance de sus manos pero sí del propio italiano. Volteándose abruptamente, los ojos del árabe se abrieron enormemente y llenos de sorpresa. Se impulsó a sí mismo para levantarse y se trasladó a agarrar a su cuaderno de dibujo, logrando que la capucha cayera hacia atrás revelando su rostro y los ojos. —Entrégamelo.
Esa sonrisa hizo que sus ojos se estrecharan.
Maldito... ¡Tenía que ser tan alto! Sus orbes dorados parpadearon furiosos mientras se movía para colocarse de puntillas.
—Entrégamelo o te arrepentirás... — gruñó.
— ¿Sí? — respondió Ezio sonriendo mientras ponía el libro detrás de su espalda tal como el otro trataba de agarrarlo. —Todo lo que quería hacer era mirarlo un poco, ¿por qué te molestas tanto? — Su voz demostraba que no estaba tomándole el pelo, pero era obvio que Ezio se estaba divirtiendo.
—...Tú...— el moreno comenzó apretar los puños con fuerza y luego frunció el ceño. — ¡Tú, hijo de puta! —. Su rostro se encendió de vergüenza al saber que quería ver sus dibujos. Además, Altaïr sabía obviamente que el otro no le estaba tomando el pelo, pero estaba siendo como el culo.
Esquivó el agarre de las manos ajenas, dejándolo detrás de él, lejos del joven que se extendía a por ello.
Con los ojos entrecerrados, Altaïr lo empujó, aunque tropezó en el proceso de intentar agarrar su cuaderno que había sido elevado al aire nuevamente, para luego aterrizar sobre el deportista con un jadeo, abrió sus ojos dorados ampliamente en cuanto sintió el calor reunirse en sus labios. ¿Qu-qu...?
Mientras caían al suelo, las manos de Ezio volaron desde detrás de él antes de que ambos aterrizaran con un ruido sordo al suelo. No había mucho que pudiera hacer luego de que el árabe hubiera caído sobre él y le hubiera dado un beso de esa manera.
Una vez que ambos cayeron y el 'ruido' resonara en sus oídos, Altaïr se preguntó brevemente si su cuaderno de dibujo voló a la libertad y sin daño o se encontraba atrapado debajo del italiano que lo irritaba tanto.
Ezio dejó suspendida la parte superior de su torso y parpadeó con sus ojos copiando a Altaïr, con ojos bien abiertos y llenos de sorpresa. Se sonrojó al darse cuenta de lo que estaba sucediendo y pensó que bien podría tratar de hacer que Altaïr se sintiera menos avergonzado por mostrar sus tendencias homosexuales.
La presión en el pecho causado por él hizo que pudiera empujarse así mismo, y así, Altaïr volver la cabeza hacia otro lado mientras levantaba una mano para usar el dorso de su mano y limpiarse la boca con ella, con los ojos entrecerrados. Luego se quejó entre una maldición estando a punto de eliminarse por completo a sí mismo con el ceño fruncido. La confusión parpadeó en los ojos de Altaïr.
—Está bien ser gay, — dijo Ezio soltando el torso del sirio para luego pasar a abrazarlo con fuerza. — ¡No te sientas avergonzado! — Su sonrisa se volvió normal, sustituyendo el antiguo rostro de sorpresa.
Altaïr sintió que sus ojos se estrechaban con una mirada a lo que podía ver de Ezio. — Yo no... — Antes de poder continuar, fue apretado más cerca, gruñendo con desaprobación al ser tocado. —...No soy gay, torpe idiota—. Con eso, llevó su mano derecha sobre el pecho del joven más alto para alejarlo.
El empuje contra su pecho significaba nada más que Ezio estuviera más completamente seguro de que Altaïr era homosexual desde que lo empujó al suelo y le dio un beso. — ¡Te acepto por lo que eres! — Exclamó Ezio abrazándolo más cerca.
—...— Entrecerró más sus ojos, y en un segundo comenzó a seguir trabajando para poder escapar del abrazo que le atosigaba. — ¿Puedes simplemente soltarme? — Murmuró. Su expresión se tornó oscura y enojada. —No. Soy. Gay.
Moviendo su brazo izquierdo, llevó ambas manos ahora contra el pecho de Ezio, empujándose a sí mismo con el ceño fruncido. Esto es... raro... Cerrando los ojos se trasladó a mover su mitad superior, arqueando la espalda hacia arriba para levantarse.
—Juro que si dices una palabra de lo que acaba de suceder me aseguraré de que sufras, — dijo Altaïr entre dientes con veneno, curvando los puños amenazantes.
Ezio detuvo su parpadeo de calma en Altaïr e inclinó la cabeza hacia un lado, cómodamente situado en la hierba. — ¿Por qué estás tan avergonzado para hablar de tu sexualidad? — Era cierto, Ezio era realmente tonto cuando se trata de este tipo de situaciones, pero... también se convirtió en alguien realmente estúpido cuando esto le dio vergüenza. Él no sabía cómo manejar a otro hombre al besarlo.
Era extraño, por no hablar de que se sentía bastante agradable.
Las acciones de Altaïr pausaron mientras miraba a Ezio con una mirada dudosa, observando lo cómodo que estaba el jugador de fútbol. —Tengo una novia, es por eso. — dijo con simpleza; sus labios fijos en una línea recta. — Y no te soporto, ¿Por qué diablos iría a besarte, de todas las personas que hay en el mundo?
—Lo lamento, — dijo Ezio dejándolo ir y frotando la parte posterior de su cuello. —Creo que fui realmente estúpido—. Su galardonada sonrisa se desvaneció mientras miraba a lejos con torpeza mientras su expresión se volvía algo incomoda.
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