Capítulo 23. Desastre en la Cocina
Apenas, sólo apenas, había llegado a su siguiente período de clases, Desmond patinó al entrar salón de clases. Su Nikes hicieron un fuerte chirrido contra el suelo de baldosas mientras resoplaba y jadeaba. La próxima vez que decidiera quedarse un rato más en su casillero, lo acortaría a un minuto.
La campana había sonando apenas un segundo luego de haber patinado dentro.
—... realmente deberías dejar de perderte tanto...
Mirando hacia arriba, el moreno miró a su amigo, que estaba apoyado contra el mostrador con una ceja levantada, aunque su capucha estaba sobre su cabeza.
—Sí, sí—, dijo levantando una mano y agitándola, Desmond se dirigió a la estación del laboratorio y dejó su bolso antes de sacar su libreta y mirar el tablero para ver qué estaban haciendo hoy. Un plato de arroz chino. —Has... hecho eso antes, ¿Verdad?
—...Para serte sincero, no— Oh, el nerviosismo en ambos tonos. Si alguien más supiera hacer aquello como sonaba, probablemente se reirían de su consternación.
De hecho, Ezio había escuchado el dilema que los dos chicos ahora tenían que enfrentar. Se frotó la parte posterior de su cuello y caminó detrás de Altaïr, para apoyar su mano sobre la cabeza del chico encapuchado. —Lo siento, Alt, me emparejaría con ustedes, pero Ugo es mi compañero.
La mano sobre su cabeza hizo que Altaïr la bajara un poco con un suave gemido. —Lo sé, no hay problema.
Ugo se encogió de hombros mientras se lo indicaba. —Cambiemos de pareja. Ambos hemos hecho esto antes, y quiero estar con Desy de todos modos—. Miró al muchacho con una sonrisa. —¿Qué opinas? ¿O estás muy cansado de mí ya?
Parpadeando ante la oferta de cambiar de pareja, Desmond lo miró y luego levantó una mano para rascarse la mejilla de una manera pensativa. —Realmente no parece una mala idea—. Admitió, mirando hacia Altaïr para darse cuenta de que estaba mirando entre ellos.
—Bien—. Fue todo lo que el chico encapuchado dijo en respuesta, despidiéndose con la mano del hombre más joven, mostrando su típico rostro serio. —Pero solo por hoy.
Riéndose ante ello, Desmond agarró sus cosas, a punto de alejarse y luego se detuvo. —Oh, sí... — Girándose para mirar a los dos, les señaló. —Y ustedes dos no se tiren besitos durante este periodo— Tomando rápidamente en cuenta que Altaïr estaba buscando lentamente una espátula para algún tipo de ataque, Desmond se retiró a Ugo.
Ugo rió entre dientes, mirando a los dos tortolos.
—Ahww... pero eso es lo que más esperaba hacer—. Ezio sacudió la cabeza en una carcajada, tomó la espátula de Altaïr una vez que la había agarrado. Lo acercó a su mesa de cocina y le pidió a Ugo que tirara sus cosas, quien así hizo.
Dejándose librar del utensilio, Altaïr simplemente se dejó arrastrar con las cejas fruncidas. Al menos el otro no estaba sosteniendo su mano, de lo contrario la gente podría pensar que algo estaba pasando. Todavía no se lo habían contado a nadie, aunque tal vez deberían hacerlo pronto. ¿Qué pasaba con todo esto del baile y todas las chicas clamaban por poner sus garras en la piel de Ezio?
Suspirando interiormente, el sirio desplomó sus hombros. Preocúpate de eso más tarde... siempre hay tiempo para eso más tarde.
Ezio sentó a Altaïr a la izquierda y se subió a su propia silla a la derecha. Comenzó a colocar algunos platos y otros artículos una vez que se había acomodado. Tenían un menú "chino" relativo disponible debido al tema del profesor para el día. Había pollo, brotes de bambú, arroz, y todo lo que uno podría necesitar o querer. —Está bien, así que... estaba pensando en hacer un poco de pollo kong pow con una guarnición de arroz—. Miró a Altaïr, —¿Suena bien?
Arrugando una ceja ante esto, Altaïr luego se frotó la barbilla antes de asentir. —Voy a hacérmelas con el arroz.
El atleta sonrió desde su asiento de la derecha, viendo como Desmond se sentaba a su lado, preparando los suministros sin pensar. Los platos estaban extrañamente apilados y los utensilios encima de ellos, mientras que este atleta agarraba algunas otras cosas también. —Dado que Ezio y yo hemos hecho esto antes, ¿Por qué no hacer lo que hicimos la última vez? ¿Pollo dulce y amargo con una guarnición de arroz? — Fue una buena oferta, y se aseguró de que obtendrían el resultado correcto.
Ladeando la cabeza al ver como el otro simplemente colocaba las cosas donde quería, Desmond asintió en respuesta a la comida sugerida que debían hacer. —Puedo hacer el arroz—. Se empujó para ponerse de pie y fue a buscar una olla para poner el arroz, después de que lo llenara con suficiente agua para dicho grano.
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Ezio asintió y se levantó, caminando hacia el frente y tomando la comida que necesitarían. Pechugas de pollo deshuesadas, sustitutos del vino blanco, salsa de soja, aceite de sésamo, etcétera. Obtuvo todo de la memoria y lo puso en un plato que había traído consigo.
Dejando escapar un suave suspiro, el estudiante encapuchado agarró un tazón para poner el arroz, dirigiéndose hacia el frente con una mirada aburrida.
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El compañero de Desmond lo siguió, pero se desvió hacia el frente y se encontró recogiendo una buena cantidad de pollo y ingredientes para la salsa mientras hablaba con Ezio sobre lo que estaban haciendo.
Ahora, recogía la cantidad de arroz que necesitaba para calentarse, Desmond miró a Altaïr, quien simplemente miraba sin ver las varillas blancas cuales salían de la caja.
—¡Sean la comida, gente!
—... Genial .. Sra. Crazy ha llegado... — el joven Miles murmuró antes de tomar la caja de su amigo y verter un poco en una taza de medir, como todos los demás, y luego la arrojó a la olla.
—Piensa como aquello lo hace... — Luego miró por encima del hombro de Desmond para presenciar cómo, sin preocuparse, simplemente dejaba la caja. —... se amable con eso...
Esta mujer me asusta. Rápidamente se retiró del salón de cocina.
La mayor parte del tiempo, la clase ignoró los desvaríos de la maestra que juraba que la comida tenía una fuerza vital y que si se comía, su fuerza sería parte de ti. Que estaba viva.
—Estuvo viva en algún momento, ya no—. Ugo le había dicho esto a Ezio antes, haciendo que los dos se rieran silenciosamente detrás de las espaldas de la maestra.
—Primero nosotros... — Ezio comenzó a medir la comida una vez que regresaron a su mesa de laboratorio, pero en su mayor parte, decidió no por receta, sino como él lo sentía. Agregaría más o sacaría algo según sus experiencias previas. Después de un momento, él tuvo el manto de salsa para el pollo y comenzó a cubrirlo con él. —Espero que te guste esto. Es muy delicioso—. Miró a su novio con una sonrisa.
Al levantar la cabeza para mirar la olla llena de arroz, Altaïr miró a Ezio, girando la muñeca que sostenía la cuchara lentamente. —... estoy seguro de que así será—. Fue todo lo que respondió, junto con un pequeño tinte rojo en sus mejillas antes de volver a mirar el agua.
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Ugo, quien no era un genio de la cocina en ningún sentido de la palabra, midió las cantidades lo mejor que pudo, con la esperanza de que pudiera hacer algo bueno para Desmond.
"—Oh, es tan delicioso, Ugo. ¡Eres muy talentoso!—" Sí, así es como esperaba que fuera.
Era... una taza de agua por cada taza de arroz ¿verdad? Entonces... si hay dos y medio aquí, entonces necesito... ¿Tres, verdad? A este punto, Desmond estaba sosteniendo la taza de medición líquida bajo el agua, y mientras pensaba, esta estaba ya llena y fluía por los bordes. ¿O eran dos tazas y media de agua por la misma cantidad de arroz?... si lo mido mal se cocerá poco y va a quedar mal... pero si me paso...
Parpadeando, Desmond bajó la mirada hacia la taza de medir y rápidamente giró el fregadero para tirar el agua que no necesitaba.
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Todos en la sala estaban decididos a hacer todo bien. Si lo hacían lo suficientemente bien como para ser comido, podrían llevarlo a la hora del almuerzo, que estaba entre su próximo período.
Ezio no estaba preocupado puesto tenía confianza en sus habilidades para cocinar y ni siquiera pensó en asegurarse de que Altaïr preparara el arroz correctamente. El arroz era fácil de hacer
—Ya casi termino aquí. Sólo hay que freírlo.
—Uh-huh... — Asintió su compañero en un murmullo, todavía removiendo el arroz con una mirada distante en sus ojos. Bueno, si alguien le sacara la capucha para verlo, notarían que no estaba realmente prestando atención.
Estas chicas le siguen insistiendo para ir al baile... Giró la muñeca en la otra dirección. Tal vez deberíamos decirle a la gente que estamos juntos... O tal vez podría decirle a él que fuéramos jun- ... Espera, eso es estúpido. No me gustan los bailes. La última vez que fui a uno, todo lo que allí tocaron fue basura y lo lamenté. Al menos no me preocuparé por otros bailes, mierda, no. La popularidad de Ezio...
Y ni siquiera notó que la olla hervía como loca.
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Al otro lado de la hermosa mesa de la pareja de equipo, Ugo estaba terminando con su pollo también, sacando la sartén y preparándose para freírlo. —¿Cómo vas con ello, Des?
—Bien, bien—. Agitando aún el grano, Desmond echó un vistazo al lugar donde estaban los dos tortolitos, totalmente distraídos al darse cuenta de que realmente formaban un buen par, un ejemplo perfecto para atraer a los opuestos. Pronto miró hacia la olla con los ojos entrecerrados.
Bueno, quiero decir... Me alegro de que me haya invitado a salir con él, pero... hay chicas clamando por él y por Ezio. No, mierda, Sherlock... son populares, deportistas y jugadores de fútbol. Cualquier chica que consigue ir con ellos primero está en la nube nueve por el resto del mes o la mitad de dos meses... Estos fueron sólo pensamientos deprimentes. Pero... viendo el apodo que me dio, con esos pequeños corazones alrededor de él... hizo que mi corazón se sintiera como si estuviera... un color rojo oscuro apareció sus mejillas. ¡Concéntrate, Desmond!
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—¡Listo! — Sonrió Ezio, poniendo la comida con la que había estado tratando, en platos, y luego rociando la salsa que él había hecho en sus respectivos platos, para luego ponerlos a un lado para que estuvieran a salvo mientras limpiaba su desastre. —¿Cómo va el arroz? — Miró y sus ojos se agrandaron. —... Altaïr. Creo que el arroz está ardiendo.
—¿Qué? — Parpadeando, y saliendo de su reverencia, Altaïr miró hacia abajo. De hecho, quemaba el arroz. —¡Mierda!— Gritó apagando el mechero y dejando escapar un gruñido frustrado.
Ya ahora, todas las personas alrededor de la sala estaban terminando. Algunos ya parecían bastante disgustados con lo que se les había ocurrido.
Ugo estaba poniendo su comida en sus platos antes de mirar, y sus ojos se posaron en la olla y luego en la expresión más bien vacía de Desmond. —Uhm... ¿Des? Heh, estás... estás quemando el arroz.
—¡¿Eh ?! — Siendo expulsado de su línea de pensamiento, los ojos del moreno se abrieron de par en par con lo que vio. —¡Mierda! — Alzó la mano rápidamente para apagar el quemador.
Tanto Ezio como Ugo parpadearon, pareciendo bastante confundidos con una ceja levantada por la incredulidad. —... ¿Puedes cocinar...?— Dijeron ambos, pareciendo bastante confundidos sobre cómo alguien podría quemar arroz.
Mientras que Altaïr y Desmond miraban el arroz con miradas confusas antes de mirar a sus compañeros. —Sé cómo cocinar—. Gruñeron, con una mezcla entre un ceño fruncido y una mueca adornando sus rostros. —Tráeme más arroz.
Ezio miró el reloj y se encogió de hombros. —Tenemos tiempo, creo—. Él, y Ugo, hicieron lo que se les fue ordenado y se dirigieron al frente de la clase, tomaron la cantidad correcta de arroz y regresaron, viendo cómo Desmond y Altaïr vertían el arroz quemado ala basura.
Suficiente como para decir que la maestra no estaba feliz.
De ninguna manera.
—¡Ni siquiera intentaste de ser la comida! — Se quejó, frotándose la cara. —Se supone que debes tratarla con amabilidad, como si fuera un niño...
—..."niño" mi culo...— gruñó Desmond, obteniendo más agua y luego vertiendo el arroz en la olla una vez más, Altaïr hizo lo mismo aunque en silencio. —Es un grano, por el amor de Pete, no un bebé.
Aproximadamente seis minutos después, ambos prepararon el arroz y lo distribuyeron en forma pareja entre las dos planchas, aunque Desmond no parecía muy contento ya que fue él quien recibió una conferencia sobre las maldiciones, mientras que Altaïr se quedaba con su gruñido.
Sobre todo intentando de averiguar exactamente cómo no se dio cuenta de que el arroz había estado ardiendo.
Suspirando, ambos se dejaron caer en sus asientos.
Todos tomaron asiento en la parte posterior, Ezio, Ugo, Altaïr y Desmond. Permanecieron en silencio por un momento mientras comían un poco de la comida que prepararon. Ezio y Ugo se ofrecieron mutuamente una mirada sobre cómo se les pudo haber quemado el arroz, pero no querían molestar a sus parejas, por lo que comieron en silencio.
—Déjame probar algo de lo tuyo, Ez. Debe haber quedado genial— El deportista se acercó sin darle ni un segundo para responder. —Maldición, eres un genio.
Se rió en respuesta, mirando a Altaïr y acariciando su espalda. —Mira, quedó bien—. Ezio miró alrededor y luego se inclinó y lo besó en la mejilla. —Salió bien.
Mientras comía lentamente el arroz, Altaïr frunció el ceño, sin dejar que la mirada se desvaneciera incluso cuando fue besado en la mejilla. —No debí haberlo quemado en primer lugar—. Murmuró, comiendo una vez más de su plato.
Comiendo de su propio plato, Desmond parpadeó una vez que comió algo del pollo agridulce. Masticar. Masticar. Tragar. —Esto... esto está increíble—. Dándole otro bocado, masticó con una expresión feliz. —¡Fantástico!
—... no hables con la boca llena—, dijo Altaïr, señalando con el tenedor en la dirección al otro.
En el momento en que Desmond felicitó su comida, Ugo se hinchó de orgullo y sonrió. —Gracias.
Sonriendo también, el castaño separó los labios y estuvo a punto de agregar algo más, pero luego parpadeó una vez que notó que alguien se dirigía a donde estaban, simplemente conformándose con tomar otro bocado del plato.
—Um ... ¿Perdona?
Inclinando la cabeza para ver quién había llamado, Altaïr se dio cuenta de por qué Desmond había vuelto a su comida. Frunciendo el ceño, él hizo eso también.
Ezio parpadeó, mirando a la derecha, viendo a una chica bastante tímida y bastante joven mirándolo directamente. —¿Sí? — Sonrió, dándole su atención.
—Bueno, esperaba poder preguntarte si querías ir... al baile conmigo— Ella se veía muy nerviosa.
El castaño pareció tomarse la sorpresa bastante bien, mirando a por sobre su Ugo y encogiéndose de hombros a cambio. —Yo... gracias por la invitación, pero estoy un poco... — Se frotó la parte posterior de su cuello. —Lo siento—. Ezio desvió la mirada, bastante incómodo.
Ella sacudió su cabeza. —Lo entiendo. Perdón por molestarte... — Se alejó, parecía a punto de llorar.
—Maldición... — Ezio no pudo evitar sentirse mal por eso.
—...pobre chica—. fue todo lo que Altaïr dio en respuesta. Su codo derecho estaba sobre la mesa, ahuecando su mejilla con el ceño fruncido mientras continuaba masticando.
—Eso ha estado sucediendo desde hace un tiempo. No puedes sentirte mal por eso, Ez—. Ugo trató de consolarlo.
—Sabes... creo que es triste que las chicas estén detrás de los jugadores de fútbol primero antes que todo—, suspiró Desmond, hurgando en su comida con las cejas inclinadas. — Quiero decir... ¿Y si hubiera un chico que fuera su amigo y le gustara ella, pero no lo nota? — Dejó de pinchar el pollo para dejar escapar un suave suspiro.
Esto debe ser probablemente normal para ellos, que se les pida bailar y responder con un "no" o lo que sea. Frotándose la parte posterior de la cabeza, Desmond volvió a comer.
Dejando su tenedor, Altaïr luego se echó hacia atrás con la mano izquierda para quitarse la capucha. Sus ojos de tonos ámbar se volvieron para mirar al capitán del equipo de fútbol, bajando la mirada un momento después. —Él tiene un punto. Estoy seguro de que esto ha estado sucediendo cada año... —, Levantando sus manos, las giró, como si tratara de obtener el resto de su oración para acudir a él.
—Te escucho—, bromeó su amigo, levantando una ceja como si fuera escéptico de que aquello era realmente Altaïr Ibn La-Ahad a quien había conocido desde la infancia. —Estoy de acuerdo con algo por una vez.
Dejando caer sus manos, el muchacho marginado frunció el ceño. —Muy divertido.
—Soy divertidísimo.
Para Ezio fue una gran sorpresa que Altaïr fuera tan comprensivo con la situación de un jugador de fútbol. El apuesto mariscal de campo sonrió y se miró las manos como si buscara algo que hacer para ocultar su felicidad.
Ugo sonrió ante su antiguo enamoramiento, arqueando una ceja hacia él antes de volverse hacia Desmond y Altaïr. —No es tan fácil, especialmente para Ezio. Siempre van al capitán estrella del equipo de fútbol. Como si pensaran que "morirían felices" si lo atraparan—. Se volvió para aplaudir a la dicha estrella en la parte posterior.
—No... no es todo tan malo, realmente—. Ezio se frotó la parte posterior de su cuello y miró con desaprobación a Ugo.
Si había algo que no quería, era que Altaïr sintiera la necesidad de invitarlo al baile simplemente porque sería más fácil para él si lo hiciera.
Soltando un suspiro, Altaïr levantó su mano y golpeó levemente sus nudillos contra el pecho de Ezio. —Tengo la sensación de que estás mintiendo acerca de que no es "tan malo"... —. Pronto retiró la mano y miró a su novio. —...De sólo ver como parecías sentirte mal cuando le dijiste "no", que es ahora "no todo tan malo".
Hubo un murmullo en la línea de "detalles" por parte de Desmond, quien simplemente negó con la cabeza y volvió a comer.
Encogiéndose de hombros, Altaïr hizo un movimiento de "¿Qué sé yo? No soy tu."
Ezio sonrió. Él no sabía que era tan transparente. —Ah... eso es verdad.
—O quizá sea sólo soy yo—. Añadió y tomó su tenedor para llevar algo más de esa deliciosa comida a su boca.
—Oye, me he estado preguntando sobre esto por un tiempo, pero creo que preguntaré ahora—. Ugo miró a Ezio con una sonrisa maliciosa.
El capitán frunció el ceño, frunciendo las cejas. —¿Qué vas a-...?
Ignorándolo, Ugo continuó mirando a ambos tortolos. —¿Qué opinan del baile? — Era más una pregunta hacia Desmond, pero sabía que sería dirigido a Ezio porque había estado esperando que Altaïr le preguntara... si él iba a ir con alguien.
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