Capítulo 15. Trato
Voy a ver su habitación... Ezio miró a su alrededor otra vez, como si no hubiera visto la entrada antes de darse cuenta de que Altaïr ya estaba subiendo las escaleras. Se apresuró a seguirlo caminando ligeramente detrás de él para no meterse en el camino del otro. Me pregunto cómo será. Estoy seguro de que tiene algo así como cosas artesanales... ya que está en la clase de carpintería.
Una vez que llegó a la puerta, que ya estaba rota, levantó su mano derecha y empujó la puerta para revelar una habitación normal. Paredes blancas con librerías llenas de libros sobre cosas que habían atraído su interés, un televisor colocado sobre una superficie de tamaño mediano, y su cama apoyada en el rincón más alejado de la habitación.
Algunos de sus proyectos de madera fueron colocaron en ciertas áreas donde encajaran. Incluso algunos trozos grandes de papel con bocetos de armas y objetos estaban ubicados en lugares al azar en la pared, algunos demasiado cerca de otros, pero obviamente mostraban que las imágenes iban de la mano. Aparte de que las paredes estaban llenas de desorden, pero lo único que estaba en el suelo era su bolso, nada más.
—... tiendo a quedarme hasta tarde, así que... — Alzando una mano, se frotó la nuca con nerviosismo.
Ezio apoyó su hombro contra el marco de la puerta, observando la habitación con una mirada interesada. —¿Por qué? ¿No puedes dormir? — Dejó que sus ojos cayeran sobre todas las cosas y objetos en la habitación, sonriendo por lo que veía.
—No se trata de no poder dormir—. Levantando una ceja, el moreno dio un paso más y miró por encima del hombro, —es que mis pensamientos no me dejan—. Altaïr se encogió de hombros antes de usar una mano para moverse hacia las paredes. —Como puedes ver.
La habitación de Altaïr era mucho mejor, y estaba más llena que la de Ezio, quien tenía una habitación vieja y destartalada con papel de pared pelada. No había forma de que se pudiera comparar con cualquiera de las habitaciones que estaban en las casas en esa calle. Aún así, fue bueno saber que Altaïr tenía una habitación normal.
Inseguro estaba de si debería avanzar más a la habitación, o simplemente quedarse donde estaba hasta que el otro lo invitara a entrar. Esperaba que cerraran la puerta... si eso sucedía. Era la corta parte del temor de que puedan ser atrapados.
Alborotando su cabello claro, el adolescente bronceado cerró los ojos, exhalando lentamente y haciendo un gesto para que el otro entrara. —¿Podrías cerrar la puerta? — preguntó, abriendo sus esferas doradas y moviéndose hacia su cama donde su bolsa se apoyaba. Agachándose, él levantó la solapa y rebuscó hasta sacar su libro de Historia. Lo arrojó sobre la cama, y luego fue tras su cuaderno e hizo lo mismo que con el libro. —... ¿Qué tal si hacemos un pequeño... trato con este examen?
Ezio asintió, y apretó con más fuerza su bolso mientras entraba y cerraba la puerta detrás de él, justo cuando le fue pedido. No entendía la propuesta de un trato, pero lo encontró muy interesante. —Está bien... ¿qué tipo de trato? — Sus pies calzados se deslizaron por la alfombra cuando Ezio se unió a Altaïr en la cama y sacó sus notas de historia. Solo necesitaban un libro.
Sentándose sobre la cama, Altaïr miró a Ezio mientras se reclinaba para poder sentarse al estilo indio sobre el colchón. —Qué tal esto: Si logras superar el ochenta por ciento... — Inclinándose un poco hacia atrás, colocó sus manos sobre sus rodillas con una mirada pensativa. —... Te daré una agradable sorpresa el sábado. Si no... bueno...
La mochila cayó al suelo con un ruido sordo mientras los dos en la cama abrían sus cuadernos y libros.
—Entonces tendré que hacerte estudiar más—. Se inclinó hacia el lado de su mesita de noche y tomó un lápiz antes de agarrar su cuaderno para apoyarlo contra su rodilla. Al levantar la vista después de estar seguro de poder escribir sin problemas en la nueva superficie, Altaïr volvió su atención a Ezio, el color miel en sus ojos que brillaban con alegría y seriedad. —¿Como suena eso?
Ezio se sonrojó, y extendiendo su mano, se frotó la parte posterior del cuello, luego se la pasó por el pelo. —U-uh... claro. ¿Quieres... algo si pasas? — Miró hacia arriba, parpadeando con el rosa en el tinte de sus mejillas. Sus ojos cayeron de los tonos dorados, centrándose intensamente en el cuaderno, más de lo que debería haber sido.
Sacudió su cabeza en respuesta, girando su lápiz de un lado a otro en su mano, como si lo estuviera agitando. —Nada—. Altaïr luego notó, cómo las mejillas del otro muchacho crecían en un suave color melocotón, y cómo bajó sus ojos de los suyos. —Sería inútil si ganara algo de no estudiar tanto tu pareces hacerlo.
Sábado... ¡Tendré que partirme el culo estudiando! Apesto en historia.... Sacando un lápiz de su bolsillo, Ezio se movió para ponerse cómodo. Decidió a solo cruzar las piernas, así sería lo suficientemente cómodo y luego colocó su cuaderno justo delante de él. Sus ojos levantaron lentamente la vista cuando pensó que Altaïr no miraba, y su rubor se hizo más intenso cuando notó que todavía lo miraba.
Luego de un momento, Altaïr se inclinó para mirar su libro, agarrándose de un lado para girarlo hacia un lado para que ambos pudiesen mirarlo. Sus ojos escanearon la página por un momento y luego se desplazaron al otro lado para leer algo más, haciendo una pausa para luego inclinar la cabeza para mirar a Ezio una vez más.
—Aún así, eso parece injusto... — Ezio frunció el ceño, pero no pudo evitar sonrojarse. ¿Qué estaba planeando Altaïr, y tal vez deberían hacer otra apuesta en algo?
—¿Qué partes son un problema para ti? Por ejemplo, recordar los años de guerras o algo así.
Sus ojos marrones miraron a la pregunta de Altaïr, decidiendo que era mejor omitir eso por el momento. —En realidad, son los nombres. Las fechas las tengo, lo que es... extraño... — Ezio sonrió.
Altaïr se echó hacia atrás mientras miraba los nombres de los personajes que estaban aprendiendo esta semana, y luego pensó en las maneras de intentar ayudar al otro a recordar más que solo las fechas. —... en realidad, no lo es. Tienes que recordar cuándo reunirte con esos tipos en los vestuarios para practicar y demás... por lo tanto, debes descubrir una forma de conectar eso, como lo es con la historia—. Levantando la mano con el lápiz, lo deslizó hacia atrás para mantenerlo entre su oreja y su cabeza mientras se frotaba el cuello.
Como a la gente de la historia... Frunció el ceño, y apretó la mano con el cuaderno que sostenía. ¿Cómo pueden estar conectados a algo que él ya conoce?
—... ¿Cómo recuerdas los nombres sin una cara para ubicarlos?— Altaïr bajó la mano, mirando al italiano con una mirada cuestionable.
—Hm... — Su mirada se desvió, y su rubor volvió lentamente a su textura de piel normal. —Supongo que invento una rima o algo con lo que pueda relacionarlo, ¿No? — Ezio parpadeó, mirando a Altaïr. —Algo que puedas recordar fácilmente. Se pasó los dedos por el pelo mientras sostenía el cuaderno, observándolo atentamente, suspirando suavemente mientras pensaba en lo que Altaïr le había preguntado.
—Exactamente—. él obedeció, asintiendo mientras observaba los movimientos de Ezio, notando cómo se volvían menos tensos y rígidos. —Conectar una cosa con otra hace que sea más fácil recordarlo—. Altaïr movió los brazos hacia atrás, apoyando las palmas contra las sábanas y se apoyó en ellas.
El estrés de impresionar se había ido, y Ezio había vuelto a su estado tranquilo, pero enérgico, que era mejor para los dos.
—¿Así es como recuerdas las cosas? — Siempre buscaba una oportunidad de conocerlo mejor, incluso en medio de una sesión de estudio.
Ante la pregunta, el árabe parpadeó, algo sorprendido por las palabras del otro. Mirando hacia abajo en su cuaderno, el marginado reflexionó por un momento. Hubo algunos casos en que así lo hacía, pero tal vez había otra razón por la que recordaba las cosas muy bien. ¿Porque me interesa...?
—Supongo, pero no estoy seguro—. Dejando escapar una suave exhalación, cerró los ojos con el pecho subiendo y bajando mientras respiraba. —.... o simplemente me baso en lo que ya sé sin saberlo.
—. Eso es genial—. Sonrió el italiano, levantando su lápiz y volteándolo entre sus dedos. —. Parece que siempre sabes lo que está pasando, creo que eso es increíble—.. Ezio cerró los ojos, inclinando la cabeza hacia un lado y estúpidamente le sonrió antes de abrir los párpados y concentrarse en el papel que tenía delante con la lista de nombres. —.¿Qué debería hacer para recordar la Batalla de Bull Run?
—. No creo que sea así—. Al abrir los ojos, Altaïr se obligó a sentarse derecho antes de mirar a Ezio con una expresión suave, del tipo que la gente usa cuando dice: "Eres impotente", aunque de una manera amable y cariñosa. —.Haces que parezca que estoy por todos lados y conozco los negocios de todos.
—Bueno... no es algo malo—. Ezio no tenía idea de que lo estuvieran hablando de esa manera, pero no importaba. Estaba feliz de estar en la habitación de su novio, sentado en su cama y hablando libremente con él. Ninguno de ellos tuvieron que preocuparse de que los chicos de la escuela se enteraran sobre su relación.
Una vez que volvieron al tema de los nombres, Altaïr dejó escapar un suave suspiro y se movió para sentarse al lado del otro, levantando la mano izquierda y señalando el nombre. —Mira, la manera más fácil de recordar esto es... — y partió por explicárselo en la versión más simple que pudiera. Añadiendo algunas miradas al libro y luego a Ezio cuando estaba explicando con un "¿Entendido?" cuando él terminó.
La expresión de Ezio se suavizó, sintiendo que el hombro del otro tocaba el suyo mientras explicaba la mejor manera de recordar la primera batalla. —Sí, eso tiene sentido—. Trabajó con sus propios pensamientos lo de la batalla, enseñándole con sus propias palabras lo que pensaba, lo cual podría ser un buen esquema de rima para él y aprendérselo con facilidad. Levanto la vista, encontrándose a centímetros del rostro ajeno. Su estúpida sonrisa aparente en su rostro a una distancia muy cercana. —¿Qué opinas?
Como el otro confirmó entenderlo, Altaïr a su vez escuchó cómo el otro se le ocurría una forma de recordar la parte de la materia, y sintió que sus labios se curvaban con una sonrisa divertida. Aunque una vez se dio cuenta de lo realmente cerca que estaban sus rostros, Altaïr sintió que le comenzaba a arder la cara y luego volvió su atención al cuaderno del contrario. —S-sí, suena bien—. comentó, levantando una mano para quitar el lápiz de su lugar de descanso y dejarlo a un lado. —¿Lo recordarás?
Él asintió con la cabeza firmemente. —Creo que si—, Ezio se puso a escribir la nueva rima para poder estudiarla mañana y justo antes de la prueba. —Gracias por ayudarme con esto—. Juguetonamente, le dio un codazo al hombro a Altaïr con el suyo y sonrió, anotando la siguiente rima de la batalla.
Al apretar el hombro con el del otro, Altaïr asintió lentamente antes de tomar un poco de distancia para recoger sus cosas y poder anotar algunas cosas que también tenía que recordar.
—No hay problema, te ayudaré en cualquier momento—. Levantando la cabeza, y dejó que su mirada se fijara en Ezio. Una sonrisa suave, tímida, jugó en sus labios.
Ezio lo miró, luego se rió entre dientes. —Deberías sonreír con más frecuencia, te queda bien—. Él sonrió y luego volvió la vista a sus papeles y continuó escribiendo lo que se le venía a la mente. Tenía más sentido hacer eso ahora que Altaïr lo había señalado. Si no recordaba todas estas batallas cuando llegara el momento de la prueba, entonces se estaría perdiendo lo que Altaïr le iba a dar.
—No te hagas ilusiones—, respondió, desviando la mirada antes de colocar los talones en la cama para cavar en las sábanas, descansando su libreta sobre sus muslos mientras garabateaba algo y luego otra cosa, dibujando una flecha para conectar lo fue puesto con otro dato. —Pero... si tienes problemas en cualquier otra cosa, házmelo saber.
—Gracias, lo recordaré—. Lanzó una última mirada a Altaïr antes de concentrar toda su atención en su libreta.
Bajando la vista para enfocarse solo en el objeto frente a él, Altaïr se mantuvo mirando por encima de sus rodillas para mirar el contexto del libro por un momento, antes de regresar su atención a su cuaderno una vez más, su rostro medio cubierto debajo de sus ojos cada vez que lo hacía. Miró hacia arriba para mirar al libro.
Todo estuvo tranquilo por un buen rato, solo garabateando con sus lápices sobre papel, con pequeñas pausas para mirar el libro, o las notas que habían tomado.
La mayoría habría encontrado aquel silencio incómodo, pero cuando estás con alguien que te gusta, es cómodo. El enfoque de Altaïr era muy entrañable, porque significaba que era capaz de resolver sus prioridades. Al menos, eso es lo que pensó Ezio.
Moviendo sus pies calzados para colocarlos completamente sobre la cama, el moreno frunció el ceño después de un momento antes de hojear un par de páginas para revisar algunos apuntes que había tomado del el capítulo anterior, ver si podía dejar un comentario sobre sus nuevos apuntes, para verificar un cierto capítulo, si encontraba alguna pista de lo que estaba sucediendo en los nuevos.
Ni siquiera se sentía incómodo al estar así. La situación le recordó a Altaïr a las sesiones de estudio con sus amigos cuando todos tenían las mismas clases, aunque esto sólo hubiera sido en la escuela primaria y secundaria. Parece mucho tiempo para ser amigos... cruzó por su mente antes de inclinarse hacia atrás con una suave exhalación. Esto, lo que estaba sucediendo en ese momento, era lo más cómodo que podía estar haciendo.
Nunca antes había tenido una sesión de estudio con nadie... es agradable. Me pregunto si otras personas se sienten de esta manera solo con amigos. Ezio se echó hacia atrás, enderezando su espalda antes de dejar caer su lápiz y descansar sobre el papel en el que había estado trabajando. Él es tan normal. ¿Por qué a mis compañeros no les agrada?
—Creo que realmente estoy entendiendo esto—. Bostezó, moviéndose para descansar sus codos sobre sus rodillas y sonriendo al otro. —No es tan difícil, y sólo de eso se trata la siguiente prueba, ¿no? Solo un resumen de algunos capítulos—. Ezio sabía que la mitad de los muchachos de su clase, al menos, no habían leído nada de eso. Esa podría haber sido una de las razones por las que tenía el liderazgo, o imponía el respeto.
Sus ojos se levantaron para mirar a Ezio con una ceja levantada, mientras pensaba en lo que acababa de preguntar. Levantando una mano, se pasó los dedos por el cabello. Entrecerró los ojos y miró el libro. —Sí.
Girando, dejó que sus piernas colgaran del costado de la cama, frotándose el ojo con una expresión cansada que se reflejaba en sus facciones. Tal vez con la explosión debida a su pésimo poema, el problema de no poder dormir, e incluso tratando de no dar ninguna pista de que él y el italiano tenían algún tipo de conexión. Era como si Altaïr hubiera llegado a estar mentalmente y físicamente agotado.
—No será tan malo mientras estudies por ello.
Ezio observó los movimientos lentos y laboriosos del otro, alzando una mano y frotándose la parte posterior del cuello antes de quitar su cuaderno de sobre él, e imitar ejemplo: Sus pies se colgaron sobre el borde y descansaron en la barra de metal baja. —Está bien, lo seguiré haciendo.
—Bien, bien—. Asintiendo con la cabeza, el árabe bajó su mano, apoyando el antebrazo sobre su rodilla y luego cerrando los ojos. —Estoy seguro de que pasarás la prueba entonces.
Altaïr no parecía estarlo pasando tan bien, aparte de las pequeñas sonrisas que ofrecía en ocasiones. —¿Estás bien?
Cuando la pregunta pasó por su camino, el joven de cabello claro volvió la cabeza para mirar al italiano con los ojos entrecerrados: —Ha sido un día largo, eso es todo—. Encogiéndose de hombros, levantó su otra mano, que no estaba descansando, y la agitó como para descartar el tema. —No es nada de qué preocuparse, estoy seguro de que has tenido estos días también—.
—Bueno, sí, pero siempre me siento peor cuando no... — Se detuvo, sonrojándose al darse cuenta de que estaba sonando como una niña. —N-no importa... — Ezio se pasó los dedos por el pelo, tratando de hacer algo con las manos. Siempre había un problema con sus manos, ¿Qué debería hacer él con ellas? Se sentían estúpidas simplemente colgando sin hacer nada.
Una risa divertida pasó por los labios de Altaïr ante la respuesta del otro, antes de moverse para agarrar la muñeca de Ezio y apartar la mano de su cabello. —Tienes un hábito nervioso—. señaló, mirando la mano por un momento y luego de nuevo a la cara del Auditore. —Y no me vengas con un "no importa", no me importa si te quejas—. Se encogió de hombros como si no fuera gran cosa, como si las quejas fueran algo a lo que estaba acostumbrado. En realidad, antes de que abandonara a María y dejara la mesa por un tiempo, lo estaba. —No estoy aquí para juzgarte—, soltando la mano, Altaïr ofreció una sonrisa incómoda y tranquilizadora.
La mano del sirio sujetando la suya fue reconfortante, e hizo que Ezio dejara que su otra mano cayera a su lado mientras miraba feliz a Altaïr.
Cuando Ezio bajó su segunda mano y le ofreció su habitual expresión feliz. La sonrisa del chico de ojos dorados se hizo más segura.
—En realidad iba a decirte que te desahogaras conmigo—. Extendió la mano y tomó la mano de Altaïr sobre la suya, pasando su pulgar sobre la parte superior de la mano ajena. —Siempre pareces muy reservado y callado, pero quiero ser el único con el que puedas hablar—. Ezio se inclinó y le besó la mejilla suavemente antes de retirarse y retirar la mano. En cambio, Altaïr la sostuvo para que no fuera así.
—Oh, ¿Entonces me toca a mí volver a hablar de mis problemas? — Sus labios se curvaron en una sonrisa por un momento, y luego bajó la vista a sus manos, sintiendo que la suficiencia se desvanecía en ese momento. —Eso parece razonable—, asintiendo más a sí mismo que a Ezio, el adolescente de piel más oscura sintió que sus mejillas se calentaban ligeramente ante la muestra de afecto.
Después de reírse por un momento ante la sumisión de Altaïr, Ezio simplemente se acercó más, deseando cerrar la distancia entre los dos. Puede que no fuera un momento demasiado largo, pero pasarían horas o días sin ningún signo de afecto entre ellos, debido a la escuela y a los estudiantes que estaban dentro.
Cuando la mano se encerró sobre la de Altaïr, este se rindió, curvando los dedos para sostener también los del otro.
—Aún así...— Altaïr dejó escapar un suave suspiro, y levantó su mano libre para frotar la parte posterior de su cuello. —... en este punto, todo lo que tengo que decir es que las personas de mi clase de castellano son unos imbéciles.
Aunque estuvo de acuerdo, parecía haber más razones detrás de aquel comentario y eso es lo que quería descubrir. —¿Porque eso? — Apretó la mano del otro, consolándolo, ansioso por escuchar sobre los problemas del otro. No era que estuviese contento de que el otro tuviese problemas, sino que era él quien podía escucharlos y aliviarlo un poco del estrés.
—Estoy seguro de que has escuchado algo sobre un "desastre de la poesía", teniendo en cuenta que los atletas y estudiantes reciben la información del día antes de que sea propagada como un virus—, respondió claramente, volviendo su atención a la alfombra. Lentamente consiguió que una de sus piernas se balanceara, solo un poco. —Tuvimos una tarea de poesía—. Bajó la cabeza, los hombros se levantaron a los lados de su rostro antes de mirar hacia la pared. —Se suponía que debíamos entregarlo, escribir sobre un tema de algo que nos ha pasado recientemente...
—No he oído hablar de ello todavía... No he estado con ellos, más que entrenando después de la escuela—. Pensó acerca del cuánto tiempo pasó en el campo y en el juego esa misma semana. —¿Sobre qué escribiste?
Altaïr detuvo el balanceo de su pierna y levantó el pie para descansar sobre el colchón.
—Escribí sobre un marginado... y un atleta.
Ezio había estado pasando el pulgar por la parte superior de la mano de Altaïr por un momento hasta que escuchó sobre lo que el otro había escrito. No fue algo malo, ya que un segundo después, el más alto sonrió y se inclinó para besar suavemente la mejilla del otro. —¿Puedo escucharlo?
El segundo beso en su mejilla, hizo que la cara del árabe se enrojeciera en el momento en que el otro le preguntaba si podía oírla. Girando su cabeza, el más bajo frunció el ceño de manera avergonzada y desafiante. —¡¿P-por qué lo preguntas?! Era estúpido y ni siquiera es tan bueno...
—Dudo que fuera malo. ¿Aún lo tienes o lo tiraste? — El tartamudeo del otro hizo que la sonrisa de Ezio se ensanchara.
Lo juro... la próxima vez que tenga un problema como este... Ezio estaba tan seguro de que más que ser algo bueno o malo, era algo preocupante, y Altaïr era una de esas personas que realmente no disfrutaban compartiendo poesía, teniendo en cuenta que las personas se burlan de lo que no entienden. ...No lo contaré.
—...bien. Todavía lo tengo, ¿Feliz? — Dirigiendo su atención a la sonrisa italiana, el muchacho mordió su labio inferior. —Y puedo recitar la maldita cosa si quieres.
Ignorando las palabras que sonaban enojadas, Ezio asintió con la cabeza, ansioso. —Sí, déjame escucharlo. No me reiré, lo juro—. Cruzó con su dedo su corazón como un niño de cinco años.
Incluso con el cruce del corazón del otro, la cara de Altaïr estaba carmesí, inhalando y luego bajando la cabeza, desvió la mirada. —"No lo sabes, ¿Cierto? Lo que es ser un marginado...
Esto es embarazoso...
—"No lo sabes, ¿verdad? Lo que se siente ser el deportista. No soy lo que parezco para tener esta etiqueta que llevo en mí,..."
Cerrando los ojos, Altaïr levantó una mano para frotarse la cara.
—"Es una etiqueta que pone a prueba mi alegría, mi soledad. Sé lo que eres, oh, tan perfecto. Pero eso es una mentira, eres como yo"—. Sus dedos en la mano que le cubría la cara, se curvaron, sus mejillas se pusieron aún más rojas y el color se extendió aún más por su rostro. —"Sé lo que eres, como el alejar a la gente, pero eso es una mentira, tú y yo somos iguales".
Su pie que había dejado colgando, comenzó a balancearse como el otro lo había hecho.
—"No soy lo que parezco, no soy como ellos. Son fríos y distantes. Yo sólo quiero ser amado"—. Lentamente, Altaïr deslizó la mano de su rostro. —"Y ahora sé lo que necesito"—, levantando la cabeza, lentamente miró al italiano con timidez escrita en cada función, —"Te necesito".
Con un rubor casi tan rojo como el de Altaïr, Ezio soltó su mano de la del otro para estirar lentamente la mano y colocarla en la mejilla de Altaïr. Se inclinó y lo besó suavemente sus labios. Extendió su brazo y lo abrazó con fuerza. —R-Realmente me gusta...
Altair parpadeó una vez que notó cuán roja había quedado la cara de Ezio y dejó que sus ojos se movieran para ver la mano que se extendía para tocar su rostro. El moreno devolvió su atención al otro, sorprendido por el beso. Qué ligero y amable había sido. Aunque Altaïr dejó escapar una protesta entre dientes sobre cómo no era para nada bueno, aunque su expresión decía lo contrario.
—Me alegra que te haya gustado, ¿Lo quieres? Porque lo lanzaré por el inodoro cuando tenga la oportunidad—. Frunciendo el ceño, volvió la cabeza, con las manos sobre el pecho de Ezio, y con el rostro todavía enrojecido.
Ezio se apartó un poco, luciendo bastante triste. —¡Por supuesto que lo quiero! No lo tires—. Tomó la mano de Altaïr y la sostuvo con fuerza. —Fue un gran poema. Son solo idiotas, no dejes que eso te afecte.
Justo cuando le dijo que lo quería, y estaba a punto de inclinarse para cogerlo, su mano quedó bajo la custodia del otro, lo que hizo que parpadeara y mirara a Ezio con los ojos muy abiertos. —B-bien, caramba, lo que sea— tartamudeó, su otra mano se movió para colocarla sobre la muñeca a la que sostenía la suya.
...eres demasiado. Mirando fijamente a sus manos, el joven Ibn La-Ahad separó levemente sus labios, con las mejillas todavía teñidas de un color rosa pálido. Siempre diciendo cosas tan amables.
—L-lo siento, me emociono algunas veces... — Ezio se frotó la parte posterior del cuello con la mano libre y luego la bajó de nuevo a su costado.
Negando con la cabeza en un gesto divertido, sonrió suavemente, aunque fuera una pequeña sonrisa, lo cual demostraba su comprensión. —Lo sé. He visto lo malo que se ha puesto.
Probablemente estoy avergonzándolo... maldición... Ezio deja de enloquecer. Él se sonrojó, simplemente debido a las sonrojadas mejillas de Altaïr.
—.... P-pero realmente lo quiero.
—Sí, sí. Dame un segundo—. Solo necesitaba una mano libre para esta tarea, por lo que el adolescente agarró la correa de su bolso para levantarla, luego rebuscó entre sus cosas antes de sacar el papel doblado y luego se lo entregó a Ezio. —No se lo muestres a nadie más, ¿Entendido? — Las esferas doradas se desviaron hacia un lado, y sus mejillas volvieron a estar rojas.
Tomando el papel alegremente, Ezio lo miró cuando llegó a sus manos. —Bien, no se lo mostraré a un alma—. Sacó la lengua juguetonamente antes de pensar en lo que sucedió esa noche, cómo el tema de lo que el otro había hablado muy poco, acerca de sus planes futuros. —¿Qué quieres estudiar?
Cuando el italiano le sacó la lengua, Altaïr tuvo que contener la urgencia de poner los ojos en blanco, aunque se detuvo al oír la pregunta. —... Todavía planeo tomar algo de arqueología, en cuanto a mi elección principal... No estoy muy seguro—. Cerrando los ojos, el hombre curtido se recostó en su mano libre. —¿Qué hay de ti?
Se encogió de hombros, parpadeando al pensar en las perspectivas de la vida en el futuro. —No tengo ni idea. Pensé en ingresar al fútbol como una carrera, pero es solo por diversión. Un hobby en el mejor de los casos—. Ezio suspiró, bajando la mirada a sus pies-
—¿Qué hay de la cocina? — Altaïr se movió, inclinándose sin dejar de mirar al otro. —Obviamente eres muy bueno en eso. Quiero decir... — Levantando su mano libre, se frotó la parte posterior de su cuello. —... el Pudín de Nuez de Uva estuvo genial... — Altaïr sintió que su rostro comenzaba a arder, solo al pensar en cómo sonaba, tanto como una chica tratando de animar a su novio. Aunque ese era probablemente el caso, no le gustaba el aspecto de ser la chica. —L-Lo que quise decir es que... tal vez cocinar puede ser una segunda opción si no quieres perseguir el futuro de futbolista profesional.
—Sí... tal vez tienes razón—. Sonrió al tartamudeo de nuevo, pero esta vez lo ignoró, solo apretando la mano del otro en respuesta. —Nunca me he visto a mí mismo como chef. Nunca me he visto a mí mismo en realidad, pero es agradable saber que podría ser algo si no surge nada más... gracias, al menos tengo una idea ahora.
Una risa suave vino del muchacho de piel oscura, girando ligeramente para mirar al otro antes de ofrecer una sonrisa. —Supongo que no lo hiciste porque te andabas con personas que probablemente no planeaban aquello con anticipación—. Alzando su mano libre, palmeó el brazo de Ezio de una manera tranquilizadora. —Creo que puedes hacer cualquier cosa que te propongas, ¿No es suficiente?
Así es como debería ser la relación... apoyar, consolar... es agradable.
—Puedes hacerlo, Ezio—. Alzando un hombro en un encogimiento de hombros a medias, los ojos de Altaïr brillaron, mostrando que realmente decía aquello con sinceridad.
—Está bien... lo intentaré. Gracias, Altaïr—. Él se rió entre dientes, mostrando su sonrisa estúpida con la cabeza inclinada hacia un lado y los ojos cerrados de una manera amistosa.
Una vez que Ezio cerró los ojos, Altaïr giró la cabeza con las mejillas enrojecidas al haberse dado cuenta lo que acababa de decir y exactamente cómo se había dicho. —No hay problema... solo... — Moviendo una mano, se frotó la nuca con nerviosismo. —... no le digas a nadie que dije eso...
Nunca antes me había sentido así con alguien. Tiene que ser antinatural, una broma. No hay forma de que mi vida me permita tener un momento tan grandioso en mi vida.
Después de un momento, se volvió para mirar a Ezio, moviendo la mano para luego golpear con su dedo levemente la nariz del italiano, con una actitud de burla. —Oye, vuelve a estudiar, holgazán—. Frunciendo el ceño, Altaïr hizo que pareciera que estaba hablando en serio, pero mientras bajaba la mano, le ofreció una sonrisa suave.
NOTA:
La autora menciona en esta parte, que se acerca, muy pronto, una inesperada situación, que le dará vuelta a esta historia.
Sólo como pista, espera que se acuerden de Ugo, del ACII.
¿Se acuerdan de ese loco? El ladrón que era todo el rato puteado por Rosa, la ladrona esa kdjg, también mano derecha de Antonio, el ladronzuelo que quería ser noble pero no le salió.
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