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Capítulo 12. Invitar


Habían pasado dos semanas desde la fiesta, y Altaïr había comenzado una nueva rutina la cual consistía en subir al techo de la escuela solo para encontrarse con Ezio. Comían juntos a veces, mientras el italiano hablaba, o el muchacho moreno evitaba contestar a veces, poniendo comida en el camino. Si tenía que ser honesto al respecto, esto no era tan malo. De hecho, él estaba más feliz de lo que había estado con sus novias anteriores.

Aquello no contaba desde aquel punto en el que por culpa de su actitud brusca, despreocupada y a veces irritable, era difícil de soportar. Apoyándose contra la pared, apuñaló con su tenedor una zanahoria blanda que de alguna manera subió a su bandeja. Mirando hacia abajo, el moreno dejó escapar un suave aliento mientras cerraba los ojos.

De hecho, a María le había dado un ataque de ira a la primera oportunidad que se encontraron luego de lo sucedido, tras unas de sus actitudes, y causó una escena tal que realmente necesitaron maestros para sacarla de la sala, esa clase que tuvieron juntos. Ella había dicho unas cosas bastante vulgares y desagradables. Aunque nada demasiado personal, además del hecho de que ella comenzó a meter en la conversación a su abuelo, lo que le costó una bofetada a un lado de la cara. La escena fue impactante y nadie lo vio el resto del día.


Cuando Ezio finalmente lo localizó, curiosamente en el techo de la escuela, hablaron sobre algunas cosas, pero ni una vez el italiano le había preguntado qué había sucedido. Era solo un apoyo reconfortante, que Ezio ofrecía gustosamente.

...¿Por qué escogí zanahorias otra vez? Al apuñalarla una vez más, la levantó de la bandeja y luego lo miró con los ojos entornados. Ni siquiera me gustan las zanahorias, son tan... simples.


Las últimas dos semanas también habían sido diferentes para Ezio. Por primera vez, estaba disfrutando de su período de almuerzo, en lugar de obligarse a escuchar a los jugadores de fútbol hablar sobre qué chicas se tiraron y cómo armar más noches de fiesta para algún futuro. Hasta incluso le enfermaba que tendría que escuchar todo eso.

Ahora, él estaba escuchando Altaïr hablar sobre sus comidas favoritas, películas, artistas y muchos otros intereses. Fue un momento agradable para él, expresando sus propios gustos y disgustos siempre que Altaïr preguntaba o se presentaba la oportunidad. En esta reunión, hablaban de la obra escolar en la que su hermana estaba trabajando.

—Así que... Romeo y Julieta, ¿eh? — Levantando una ceja, dejó su tenedor y colocó la bandeja a su lado con una expresión de interés en su rostro, cruzando sus brazos mientras los ponía sobre sus rodillas. —Apuesto a que vas a sobreprotegerla durante esas partes sentimentaloides—. No parecía muy contento de haber dicho tal cosa tampoco, especialmente cuando salió la palabra "sentimentaloide ".

Ezio partió su propio almuerzo, tomando un poco de un pedazo de salchicha. Se había ofrecido llevar a almorzar a Altaïr en el pasado, pero el otro lo había rechazado. El castaño sospechó que era porque Altaïr había entendido el tiempo limitado que Ezio tenía luego de la escuela, y suponía que estaban teniendo problemas de dinero. Sin embargo, ahora que habían podido conocerse mejor y estaban saliendo, Ezio estaría dispuesto a hacer cualquier cosa que le gustara. Él era bastante bueno en eso también.

—Hmm... Supongo que podría sentir algunos instintos fraternales—. Se rió entre dientes por el uso de la palabra extraña que el otro había usado. Altaïr algunas veces hacía eso, usaba palabras que sonaban extrañas viniendo del "chico genial". —Sin embargo, si él la mata en la obra, saltaré al escenario—. En su pequeña broma, Ezio se rió de sí mismo.

Echando un vistazo, Altaïr apoyó la mejilla en sus brazos, con una mirada pensativa en su rostro. Estas pequeñas reuniones encajaban bien con él. Le mantenían para no tener que ver a alguien de su pequeño grupo inadaptado. Ser interrogado sobre lo que sucedió en la fiesta no era algo en lo que él quisiera discutir. —... ¿Qué tal si vienes a casa? — preguntó el muchacho de ojos dorados, girando la cabeza hacia el otro lado para evitar la mirada que el otro podría darle. —Hay una prueba de historia el viernes así que... podríamos estudiar...

Se animó ante la idea presentada, inclinando la cabeza hacia un lado y reflexionándola. Era la primera vez que Altaïr lo invitaba a su casa. Se preguntó en qué podría estar pensando Altaïr, ya que tras la caída después de la fiesta, había pintado al abuelo como a una persona bastante dura.

Las manos del sirio se movieron, agarrándose a sus pantalones mientras sentía un toque de rubor. —Quiero decir... si no quieres, está bien.

Al salir de su admiración, Ezio dejó escapar un pequeño suspiro y negó con la cabeza. —No sé por qué te molestaste en preguntar—. Miró las manos cambiantes de Altaïr, alcanzando suavemente una y tomándola. —Por supuesto, me encantaría ir—. Ezio le apretó la mano tranquilizadoramente. Raramente sucedían momentos tan dulces como ese, especialmente cuando Altaïr se veía rojo así, así que Ezio lo tomó y le dio un pequeño beso en la mejilla. —Traeré mis notas para que podamos estudiar.

Cuando la mano ajena se apoderó de la suya, Altaïr parpadeó antes de cerrar los ojos a la mitad, escuchando las palabras del otro, lo que hizo que su rostro se enrojeciera aún más cuando Ezio le dio un beso en la mejilla. —... vale, no lo olvides—.

—Promesa—. Ezio hizo un gesto con una cruz sobre su corazón, regalándole una tímida sonrisa. —Si quieres, puedo preparar algo de comida y traerlo.

Se echó hacia atrás, liberando la mano del muchacho sirio, y retrocedió para comenzar a comer nuevamente, evitando mirarlo a los ojos en su propia vergüenza. Ezio solamente se daba cuenta de lo cursi que había sido, después de haber hecho lo que había tenido en mente. A veces, ni se contenía.

Una vez que su mano fue liberada, Altaïr tragó saliva, y la devolvió a su posición anterior antes de cerrar los ojos. Dicen que estar cerca de la persona que amas te hace la persona más feliz con vida. El adolescente encapuchado sintió que su corazón latía contra su pecho, sintiéndose verdaderamente vivo. ... No lo negaré. Porque es verdad.

—Eres un idiota—, respondió después de levantar la cabeza para mirar a Ezio con una expresión divertida. —Si realmente quieres, adelante—. Encogiéndose de hombros. Parpadeó cuando sonó una campana para indicar el final de la hora del almuerzo para los de los de secundaria. Empujándose así mismo para ponerse de pie, agarró su bandeja, y levantando su tenedor para empujar la zanahoria una vez más.

Necesito recordar no sacar de estas. Al escribir una nota mental, dejó el utensilio y centró su atención en el atleta. Tal vez... debería ir a ver uno de sus juegos...

Ezio sacó la lengua, sacudiendo la cabeza. —Te haré algo realmente genial, ¿De acuerdo? Te encantará.

—Creo que deberíamos irnos.

—Por supuesto—. Él sonrió abiertamente, levantándose, y recogiendo su mochila y su almuerzo, poniéndose la mochila sobre el hombro y acercándose a Altaïr. —Bajaré primero hoy, no te preocupes, me apuraré—. Ezio se rió entre dientes, se inclinó y besó la mejilla de Altaïr una vez más debajo de la capucha antes de abrir la puerta y dirigirse hacia las escaleras y doblar la esquina.

Dejando que sus anormales orbes dorados, ahora en las sombras, observaran los movimientos del otro, Altaïr asintió una vez que le dijera que esperara un poco antes de irse. Solo para luego parpadear ante el beso en su mejilla y voltearse para seguir observándolo con una mirada algo estupefacta, antes de sacudir su cabeza con una sonrisa suave y divertida. Él realmente es algo.

Después de un momento, también se encaminó por las escaleras hacia abajo con una mano en el bolsillo mientras miraba por debajo de su capucha y veía como los pasillos comenzaban a abarrotar a la gente que se dirigía hacia aquí y hacia allá, yendo a sus clases, obteniendo un jugo extra, o algo así. Al detenerse junto a un cubo de basura, observó una vez más las zanahorias, dando una última mirada de disgusto antes de tirarlas y entregar la bandeja a la gente del almuerzo que estaba a cargo de la limpieza.

Esperemos que su visita no cause ningún problema... Se bajó más la capucha, y se dirigió a su Sala de Estudio, exactamente donde había dejado su bolso antes de ir al lugar de la reunión con el atleta.

.

.

Ezio soltó un suave gemido cuando cayó en el banco justo afuera de la entrada de la escuela. Su mochila hizo un ruido sordo en el asiento de madera, apoyado contra su cadera. No había forma de que pudiera salir con Altaïr, pero podía caminar detrás de él y subirse a su automóvil, que había colocado a una cuadra de la escuela.

Fue una agradable tarde de miércoles con una disposición soleada, nubes pequeñas flotaban sobre ellos y creaban sombra bajo la estrella brillante en el cielo.

Ezio habría podido disfrutar del clima mucho más antes si no hubiera sufrido tanto en la escuela hace un momento. No fue hasta que comenzó a salir con Altaïr cuando se dio cuenta de lo estúpidos que eran en realidad sus amigos deportistas.

Todo lo que sus amigos hablaban una y otra vez era de sexo. Cómo se follarían a una chica en por el culo y, o, alguna otra mierda. Ezio apenas hizo ningún comentario, a menos que uno de sus estúpidos compañeros lo obligara a conversar.

Lo gracioso del miércoles es que fue un día bueno/malo. Por un lado, era la mitad de la semana, lo que significaba que el fin de semana estaba cerca. Por otro lado, quedaba lo restante de la semana.

Oh Dios, cómo deseaba que la semana terminara. Lo único alentador del día fue que iba a ver a Altaïr.

Sin embargo, esperaba al sábado, que era su próximo gran juego. Habría sido agradable tener menos de la semana tomando el viernes libre para pasar el rato con Altaïr. Había tan poco tiempo para pasar el rato junto a él, y si Altaïr detestaba tanto el fútbol como él, no habría forma de que apareciera por algo como un juego, incluso si fuera Ezio quien jugara.



Lo que fue extraño hoy para un cierto marginado, fue cómo todos en su clase de castellano le habían estado mirado con extrañeza un poema que había escrito y que luego había leído en frente la clase: Había sido un ataque sorpresa del profesor quien aparentemente se había hastiado de la gente hablando. El relato era como si se tratara desde el punto de vista de dos personas, dos seres humanos con etiquetas adjuntas. Lo peor fue que trataba de un marginado y un atleta, lo que hizo que algunas personas se exaltaran. Comenzó a arrugar el poema, decretando que no seguiría, que no podría suceder algo como eso y otras cosas así. Pero fue la famosa mirada de muerte del maestro hacia Altaïr le hizo pasar por tanta tortura y casi gritando.

Por el lado bueno, era el final del día, y acababa de arrojar lo último de lo que necesitaba en su bolso. Estuvo a punto de salir antes de hacer una pausa y hurgar en el contenido de su bolso para sacar la botella de agua vacía. Peso innecesario en un transportador ya pesado. Cerrando su casillero, finalmente salió con las cejas fruncidas.

Había pensado en ir al juego el sábado, realmente lo había hecho. Aunque podrían haber un par de problemas seguido de eso. Como si uno de los amigos de Ezio lo viera, lo interrogarían y lo molestarían hasta que tosiera algo plausible sobre el por qué estaba allí, evitando la verdadera razón. Incluso si no era asunto de nadie. Empujando para abrir la puerta al "infierno", finalmente salió al aire libre.

Alzando una mano, se frotó la frente mientras caminaba por el sendero, sus hombros rozaban a los estudiantes que tenían prisa por llegar a casa, y hasta algunos empujones que había logrado evitar. Pero ahora no era el momento de enojarse o preocuparse por cosas que podrían pensarse más tarde, ahora tenía que concentrarse en llegar a casa y preparar a su abuelo para un visitante.

—Hey, ¿No es ese bicho raro que escribió ese poema?

...¿Enserio? ¿Siguen hablando de eso?  Bajando su mano, se abrió paso para escapar de la multitud y pisó la hierba, exhalando. Bien, bien. Puedo soportar cualquier insulto que me arrojen, entonces otra vez puedo ser como otros y golpear a la gente en represalia... Por otra parte, él no era ese tipo de persona, al menos, no en este nivel de molestia. Es el final del día, Altaïr, solo piensa... El sábado está a la vuelta de la esquina y luego puedes relajarte.

—Hola Alty—. Susurró Ezio tras él, sonriendo cuando le dio un suave empujón. Era muy diferente de lo que harían los demás en la escuela. Más juguetón y amigable que a cualquier intento de daño. —Voy a casa primero, prepararé algo de comida para más tarde—. Caminó a su lado y miró por encima del hombro a la figura encapuchada.

Los tonos dorados de sus ojos brillaban con un ligero impacto una vez que se dio cuenta de que Ezio le había dado un nombre de mascota, apodo, como lo llamaran las parejas. Mirando al jugador de fútbol, sintió un suave tinte rojo antes de levantar una mano y saludarlo, actuando como deberían. Normalmente, lo más normal posible en una multitud.

Y, sin embargo, a veces parecía un desafío.

Al italiano no le habían contado sobre el extraño poema que había hecho el marginado, pero si lo hubieran hecho, Ezio podría haber volado la tapa que tan intrincadamente habían diseñado. Ezio se había tomado la molestia de regañar a los otros deportistas de fútbol cada vez que molestaban a alguien, pero de una manera indecente, para que no entendieran el por qué lo hacía.

Estoy tan contento de que me haya invitado a su casa... Me pregunto si soy el primero... nah.

Cuando los terrenos de la escuela estuvieron menos llenos, Altaïr se frotó la parte posterior de la cabeza con un suave suspiro. Afortunadamente, no muchos sacaron a la luz el tema del poema que planeaba en tirar más tarde, por lo que ese dolor de cabeza que lo había estado molestando ya no existía, y él simplemente podría caminar a su casa y entrar con total normalidad: —Fue un día aburrido.

Mientras caminaba por la acera hacia la casa, se reajustó la correa del hombro antes de dejar que sus pensamientos se desvanecieran en diferentes direcciones. Por ejemplo, cómo se aseguraría de que Al Mualim no tuviera ningún deseo de molestar a Ezio y a él mientras estudiaban, qué preparar para la cena y, sobre todo, si debería asistir al juego.

... Tener un jugador de fútbol como novio eran más problemas de lo que pensaba. Cruzó ante su mente aquello, antes de golpearse la frente una vez que se dio cuenta de que acaba de usar el término "novio" en sus pensamientos. ¿Qué sigue, comenzar a llamarlo "amante"? ... esto es raro.







Hace unos días, publiqué en mi libro de dibujos, unos dibujos (valga la redundancia), de Ezio y Altair versión este AU con mi style. Aquí se los dejo para los que no lo han visto;3 Correspondía hacerlo:'v 

Me encantan.

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