Capítulo 18. Ofensa
Al aire libre, el día era soleado y cálido, los aromas amorosos de las flores y la hierba recién cortada rebosaban, y el sudor...
Era el tipo de día en que las personas se veían obligadas a hacer cosas que no querían hacer durante el gimnasio, también uno de esos días en los que había una cierta persona encapuchada que intentaba no morir del calor para mantener su maldito capucha sobre su cabeza. Clase de gimnasia, oh, tan cariñoso gimnasio.
El por qué estaban afuera era simple, ambos profesores decidieron enfrentar a su propia clase contra la del otro en un juego de fútbol.
Así es. Fútbol. Con esos musculosos y altos jugadores de un lado de las clases, cuales parecían demasiado emocionados con la idea, mientras que los otros compañeros de clase mostraban temor y algo de cobardía, ya que sabían que, si se abalanzaban a ellos, esos atletas romperían algo de lo suyo. Altaïr, por otro lado, estaba escuchando cómo se suponía que debía ser el juego. Cruzó los brazos y suspiró.
Mirando por encima del hombro, el árabe se dio cuenta de que Desmond parecía más reacio que nunca a hacer algo en esta clase y sabía por qué. El enamoramiento del chico estaba en esta clase.
—No puedo creer que nos estén haciendo hacer esto—. Ugo le dio un codazo a Ezio, luciendo molesto.
No había podido superar la confesión que había recibido del otro, pero Ugo no lo mencionó, así que Ezio fingió que nunca había sucedido. —No está tan mal.
Ugo se burló. —Porque tu amante está aquí—. Su voz era baja, pero aún era suficiente como para hacer que un pequeño toque de rosa recorriera las blancas mejillas de Ezio.
—Cállate.
—Ustedes dos. ¿Les importaría callarse? Se supone que todos deberían escuchar al maestro—. Fue el otro profesor quien dijo esto, pero eso no hizo que el ceño fruncido de Ezio fuera menos prominente.
—Sí, maestro... — Ugo y Ezio al mismo tiempo se miraron el uno al otro y pusieron los ojos en blanco.
—Necesitamos a otro chico en nuestro equipo para que los equipos sean iguales—. El profesor acaba de explicar las reglas y miró a su alrededor. —¿Qué hay de ti Ezio? Ya que estabas ocupado hablando de todo.
Ezio se encogió de hombros. —Como quiera.
Altaïr vio la mención al italiano que ahora formaba parte de su equipo, sintiendo que se le revolvía el estómago ante ello, ya que no tenía idea del concepto completo de lo que estaban haciendo, además de "atacar a la persona que tiene el balón". Aparte de eso, no tenía ni idea y todo el asunto simplemente voló por sobre su cabeza. No era que él no escuchara, sino que era confuso.
Eso y enfrentar a los que no tenían idea del juego contra los que los que sí, fue como enviar a soldados novatos a la muerte, así es exactamente como lo veía.
Sintió una mano sobre su hombro y giró la cabeza para mirar al joven Miles. —Solo tenemos que durar una hora de esto... — el adolescente se rió ligeramente, aunque Altaïr notó cómo esas esferas marrón claro del contrario miraban a cierta persona del otro equipo de una manera vacilante antes de regresar su atención al hombre encapuchado. —Así que intentemos sobrevivir a esto.
—No pareces muy seguro... — señaló, metiendo sus manos en los bolsillos cortos de su sudadera de gimnasia. El joven marginado cambió su pie de lado para descansar su cuerpo. —Solo hazme un favor y no trates de atrapar la pelota, hoy no tengo ganas de golpearle a alguien.
Una risa nerviosa salió de los labios del joven, con las cejas inclinadas mientras cerraba los ojos y asentía. —No puedo prometer, pero lo intentaré—. Con alguna suerte, probablemente, los deportistas dejarían solo al pobre miembro de la banda.
—Haz como que "Intentas" y estaré satisfecho—. Fue todo lo que dijo antes de dejar escapar un exhausto suspiro. Esto no iba a ser divertido, ni un poco. Ya lo sentía.
—Está bien, ya que no tenemos muchas camisetas, necesitaré que la mitad de ustedes se quiten las camisetas.
Ezio gimió, odiaba cuando le hacían esto. Se quitó la camisa y la tiró a la esquina. Inmediatamente, la mayoría de las chicas que habían decidido dejar el juego (porque solo tenían esa opción) chillaron ante los duros abdominales marcados que Ezio había incorporado a lo largo de los años. Simplemente las ignoró.
Pudo ver a Ugo mirándolo, lamiéndose los labios sin remordimiento.
Joder... espero que no haga nada fuera de los límites.
Al escuchar que su bando tenía quitarse las camisas, Altaïr parpadeó y se miró a sí mismo. Honestamente, ¿Tenía que hacerlo? ¿Qué clase de idiota sería capaz de decirle eso a una persona con capucha en su equipo? Lentamente miró por encima del hombro a la gente de su clase. Parece que no tuvo otra opción. Con una mirada renuente en su rostro, extendió la mano para bajar la capucha y bajó la cremallera, se quitó la chaqueta de los hombros y se quitó la camisa gris oscuro. Obteniendo la misma atención de las chicas como Ezio, aunque frunció el ceño profundamente y arrojó sus cosas a un lado mientras veía a Desmond inquietarse.
—Solo haz lo que dice el maestro para que podamos irnos antes... —, el adolescente ahora sin su sudadera frunció el ceño. Parpadeando, el otro adolescente nervioso se quitó su propia camisa antes de doblarla y dejarla a un lado.
—Oye, sabes, he tenido la intención de preguntarte esto—, Desmond se puso de pie y se enfrentó al otro hombre. —Tú y E-...
—¡Muy bien! ¡Todos en línea! ¡En-Lí-nea!
Ambos estudiantes se volvieron hacia delante. Sus cabezas se volvieron hacia los maestros para ver como uno de ellos lanzaba la pelota al aire, y cómo la mayoría de los jugadores de fútbol, hacían un pequeño baile para ver cómo se ponía a trabajar su talento. —Antes que nada, recordemos que esto es solo un juego y no una competencia...
Mentiraaaaaas... pasó por todas las mentes de los estudiantes.
Ezio se movió al frente, siendo el único jugador de fútbol real en el equipo.
—Al frente—. El árbitro volteó el anillo.
—Cara—. Parecía como si Ugo estuviera planeando algo, mientras continuaba mirando directamente a la cara de Ezio.
El castaño observó cómo la moneda daba vueltas en el aire hasta que caía al suelo. —Sello.
Ugo se encogió de hombros, sonriendo mientras se alejaba. —Está bien.
—Tomaremos el turno—. Ezio tomó el balón que se le entregó y caminó de regreso a su equipo, sosteniéndolo. —Ustedes... todos saben cómo jugar al menos un poco, ¿verdad?
Muchos de ellos parecían confundidos, así que Ezio continuó.
—Muy bien, miren, básicamente todo lo que vamos a hacer es llevar el balón al otro lado del campo de juego. Cuando tienen el balón en las manos, pásenlo a alguien que no tenga a nadie encima o cerca. Y así, continuamente, siguen intentando evitar que los aborden. No hay muchas reglas, realmente—. Él sonrió, moviendo el balón en sus manos. —Algunos de ustedes se quedarán atrás, necesito que el resto llegue de donde comenzamos.
—Así que solo toma el maldito balón y corre como en el maldito infierno... — era la versión básica de Altaïr, que ahora consideraba "La versión para idiotas o personas que no necesitan una explicación larga". ¿Versión simplificada del título? "LVPIPQNNUEL". —Lo captamos, los débiles se quedan atrás... los que pueden correr como si el culo estuviera en llamas, por delante.
Con eso, el árabe le indicó a su amigo que iría al frente.
—... Nos van a chamuscar...— Dijo una persona asomándose.
Lo cual hizo que las ardientes esferas doradas de Altaïr aterrizaran sobre el hablante, con una expresión oscura y siniestra en su rostro debido al sol. —Tenemos a uno de los deportistas aquí, genio, escúchalo y estarás bien—. Echándose hacia atrás, se cruzó de brazos sobre el pecho, mientras Desmond solo miraba a Altaïr como si le hubieran salido dos cabezas.
—¿Desde cuándo confías en los deportistas?
—...no es asunto tuyo—. Girando, le indicó a Ezio que continuara con eso. —¿Puedes comenzar el juego? Estoy cansado de que te miren.
Ezio se sonrojó levemente porque también había estado mirando el cuerpo de su novio, pero más discretamente que las chicas señalando a dos "bellezas" en el equipo. —Claro, todos en posición—. Se giró con una suave sonrisa adornando sus labios mientras caminaba hacia el frente. —¿Listos?
—Sí, solo ponlo en marcha, ¿Quieres? Es aburrido esperar a que entrenes a un equipo de inadaptados—. Uno de los jugadores de fútbol le gritó a Ezio mientras tomaban su lugar. —No se puede ganar con solo un buen jugador. Se necesita un equipo.
—Y tú necesitas que te cierren la boca... — gruñó el marginado mientras se movía levemente y sentía sus músculos tensarse ligeramente. Esto iba a terminar mal.
El castaño se encogió de hombros, sin molestarse por las palabras y agachándose, esperando que el balón fuera lanzado. Ezio simplemente le lanzó una sonrisa engreída a Ugo cuando sonó el silbato y empujó a Ugo al suelo para atrapar el balón. Inmediatamente, lanzó el balón a Altaïr, que estaba al otro lado de él.
Las esferas doradas de este se ensancharon cuando le lanzaron el balón y la atrapó sin problema, aunque el problema era que no esperaba que se la arrojara a él. Eso, y ahora tenía algunos futbolistas acercándose a él...mierda. Al reajustarlo en su agarre, atacó con Desmond, tratando de mantener al menos uno de los jugadores mencionados lejos de su amigo.
Por supuesto, después de que esto terminara, el sirio planeó colapsar en el banco del vestuario y no levantarse nunca más, si es que lograba sobrevivir.
—¡Entrada!— llamó Ezio, corriendo con él y bloqueando algunos intentos de derribar a Altaïr al suelo. —¡Simplemente no dejes que el balón toque el suelo!
Al oír el comando de "Entrada" o lo que fuera, Altaïr se volvió hacia él con los ojos entornados. —¿Qué demonios significa eso?— Aunque miró hacia adelante en el tiempo y empujó su pie para saltar un poco hacia un lado antes de ser tacleado, y continuó cerrándose hacia el lado del oponente del campo hacia el "gol".
—¡Creo que quiere decir "vacilar alrededor de ellos"!— Llamó un compañero de clase muy útil.
—¡A eso me refería! — Ezio negó con la cabeza en una pequeña sonrisa antes de apilarse entre algunas personas.
—¡Cállate! —gritó el bajo muchacho por encima de su hombro.
Altaïr no estaba muy lejos del touchdown. Era sólo pasar por entre unas pocas personas, y entonces él habría tenido algunos puntos contados para el equipo.
Sólo un poco más cerca... un poco más...
Poco Altaïr esperó antes de que el ágil Ugo apareciera desde un lado y lo golpeara con fuerza por el costado. De hecho, no lo había esperado ni un poco. Los ojos de colores anormales y sombreados del muchacho se ensancharon ante el impacto, mirando hacia un lado para ver quién lo había derribado tan fácilmente y quién era el que no había notado.
La sonrisa de Ugo era inconfundible, pero forzó a Altaïr al suelo en una simple entrada.
Altaïr parpadeó mientras miraba al otro hombre, pronto sus ojos se agrandaron una vez que el otro se inclinó a él y sintió su aire rozar su oído.
—No lo toques.
¿Qué? Girando la cabeza hacia un lado, y frunciendo el ceño aún en su lugar, el muchacho miró al atleta y movió su brazo para estar generar la separación de entre ellos, para indicar que no le había entregado el balón al italiano.
—Es un juego, es inevitable tocar— gruñó, apartando al hombre más alto de él y luego empujando para ponerse de pie, arrojando el balón a Ezio mientras se movía hacia atrás para colocarse a su lado. —Tu amigo tiene problemas.
El delgado de ellos se puso de pie y le rozó los hombros.
Ezio caminó hacia adelante, poniendo su mano sobre el hombro de Ugo y murmuró: —No te acerques a él, Ugo.
Ugo no dijo nada a cambio solo se rió entre dientes y se fue.
—¡Vamos! Comencemos desde la línea.
Todos se dirigieron a la nueva línea de salida, los corredores más débiles se quedaron en la parte de atrás como antes.
—Des, te voy a pasar el balón, ¿Vale? Corre como en el infierno—. No quería que lo sorprendieran hablando demasiado con el amigo de Altaïr porque su plan podría estar arruinado. —Esperarán que lo tire a Altaïr.
—Uh... está bien. Lo capto—. Asintiendo rápidamente, Desmond tragó saliva y mentalmente se preparó, sus ojos recorrieron el campo para tratar de averiguar cuáles eran los más rápidos o más lentos en el equipo contrario. La mayoría de ellos se veían rápidos, y por la forma en que Altaïr había huido, el joven Miles llegó a la conclusión de que en esto tendría que hacer exactamente lo que le dijeron: —Corre como un loco.
Altaïr, por otro lado, se cepillaba la hierba del codo y siseaba por la leve picadura. Ataque simple o no, había estado fuera de línea. Apartando el pensamiento, se puso en posición y entrecerró los ojos a una persona en particular.
Una vez que esa persona tuviera el balón, lo iban a conseguir.
El silbato chilló y Ezio hizo exactamente lo que planeaba. Lanzó la pelota a Desmond y luego bloqueó el ataque que venía detrás de él.
Cogiendo el balón, Desmond rápidamente se aseguró de tenerlo bien agarrado antes de lanzarse, mordiéndose el labio inferior mientras el pequeño canto de "Oh, mierda, mierda, mierda" seguía y seguía en su mente.
Se imaginó que si Desmond tenía aproximadamente el mismo tamaño y estatura que Altaïr... y Altaïr podía correr así de rápido, Desmond sería capaz de llevar el balón al arco y hacer un touchdown. Ya lo estaban haciendo bien hasta ahora. No tenía que preocuparse demasiado, sólo de Ugo.
—Protege a Desmond—. Ezio susurró en dirección a Altaïr, con la esperanza de que entendiera la imagen de sus labios.
Al captar esto, el hombre más bajo se giró hacia Ezio con una ceja levantada antes de moverse para hacerlo, entrelazándose para llegar a su amigo con los ojos entornados. —... en realidad fue una buena idea—. Murmuró antes de derribar a una persona que estaba a punto de atacar a Desmond cuando este intentaba escapar de dicha de otra persona.
Sigue así Sigue así...
El chico no iba a admitirlo, pero el fútbol hacía que le dolieran las extremidades, incluso si ese era el objetivo del juego. Energizar a alguien, hacer que se enfocaran y que todo pareciera disminuir la velocidad, pero esto era sólo locura. Se sentía como si acabaran de arrojarlo a la madriguera de los leones con nada más que un pequeño bastón para protegerse.
—Ya casi, ya casi... — siguió diciendo, acelerando el ritmo un poco más.
Ezio corrió hacia ellos también, pero fue retenido por otra ola de jugadores de fútbol. Tenía que proteger al resto del equipo y poner su confianza en su amado.
Sin embargo, Ugo estaba a la altura de sus trucos, corriendo hacia Desmond y luego agachándose y soltando el balón del agarre del muchacho. —¡Gracias! ¡Nos vemos! —. Sacó la lengua cuando corrió hacia Desmond y tomó una ruta alternativa para evitar a Altaïr.
—¿Qué-?— Los ojos de Desmond se ensancharon, con el rostro teñido de carmesí, mientras se volteaba y miraba al otro atajado con el balón. Con. El. Balón. —¡Maldición!
Apretando los dientes, Altaïr patinó hasta detenerse y girarse para perseguir a Ugo. La mirada en sus ojos era simplemente el deseo de vengarse de ser atacado como lo había hecho y por esa mierda extraña, críptica que se había dicho de una manera incómoda.
Ezio suspiró. —Maldición, me alegro de haberme quedado aquí.
Dando un paso alcista, Altaïr apartó a uno de los jugadores de fútbol que intentó evitar que alcanzara su objetivo. Tal vez un poco demasiado duro al hacerlo porque hizo que dicho jugador cayera contra el que estaba detrás de él y ambos cayeron al suelo. Estrechando sus ojos, el árabe se acercó para matar y se alzó del suelo para saltar.
Era demasiado tarde, porque Ugo se dirigió directamente a Ezio, ahora confundido, que había logrado escapar del bloque de sus amigos.
BAM.
Ugo se estrelló contra él. Pecho contra pecho. Hombro contra hombro. Labios contra labios.
Los ojos de Ezio se ensancharon cuando cayó al suelo con un ruido sordo.
Su compañero de equipo real no dijo nada antes de levantarse rápidamente y correr hacia el objetivo opuesto.
Todo lo que pudo hacer fue sentarse allí con una expresión tonta en su hermosa cara. De hecho, algunas chicas parecían estar tan sorprendidas como él. O simplemente estaba en shock y cortó todo el ruido.
Fue entonces cuando Altaïr estuvo parado allí jadeando, luciendo absolutamente furioso de que no hubiera podido atrapar a ese tedioso atleta. Y no sólo eso, sino que había algo raro en cómo ahora Ezio lucía... bastante... apagado. Más incómodo que antes. Frunciendo el ceño, todo lo que los marginados podían hacer era dirigirse al maestro y marcar su índice en la dirección de Ugo.
—¡Llamaré al B.S. sobre eso! ¡No merecen el punto! ¡Viste lo que sucedió! — Gruñó, dándose la vuelta para agarrar el bíceps de su novio y ponerlo de pie. —Y tú... — Estrechando sus ojos, Altaïr lo acercó y susurró el resto para que nadie lo oyera, —¿Qué diablos pasó? Te ves agitado.
—¿Huh? — Él fue sacudido. No había forma en el infierno de que hubiera predicho que eso iba a suceder. Ugo había llevado este asunto del 'enamoramiento' demasiado lejos y ahora Ezio se sentía como un tramposo. —Estoy bien.
—Altaïr... vas a tener problemas...
Virando sobre su hombro, el árabe liberó su fuerte agarre del brazo de Ezio para moverse y abanicó a Desmond indiferentemente con su mano como si nada hubiera pasado. —Y estás a punto de desmayarte. Te sigo diciendo que te pares.
La mirada aterradora se había desvanecido y para aquellos que se veían lo suficientemente cerca notarían que el que estaba siendo avivado era el más aliviado de todos.
—Vamos, no llegaré a ningún lado si no me esfuerzo—. Sonriendo despreocupadamente, Desmond lo dejó caer y miró a Ezio. —¿Estás bien, hombre? Te ves un poco pálido...
—No lo vi, ¿qué pasó?
—No sé lo que están hablando, quizá sobre el entrenador —. Ugo se encogió de hombros, caminando hacia Altaïr con esa sonrisa de complicidad, lamiéndose los labios una vez más. —Hice entrada por atreves él y él cayó. ¿Verdad, Ezio?
Ezio no dijo nada, todavía estaba tratando de reformar su cerebro nuevamente.
Altaïr y Desmond miraron a Ugo, antes de que lo siguiente que el castaño medio vestido supiera, fuera que Altaïr se había ido de su lado, y al siguiente segundo, un fuerte chasquido sonara desde dondequiera que había sido. Girando la cabeza en la dirección de donde venía, las esferas marrón miel se ensancharon ante lo que vio.
El marginado acaba de golpear al deportista.
Literalmente perforado. Tan duro como pudo.
—¡Altaïr!
Volviéndose hacia el maestro que lo llamaba, el marginado chasqueó la lengua y fue a buscar sus cosas, recogiéndolas y alejándose del campo. Solo para que Desmond lo persiguiera. —¡Oye! No puedes simplemente...
—¡Me voy de este juego! — fue todo lo que respondió Altaïr con esa mirada furiosa en la cara.—¡Esos malditos idiotas son ciegos y ese cabrón mentiroso tiene un punto que no se merece! — Haciendo un gesto a los maestros y a Ugo, él hizo un movimiento de "Me rindo'' con sus manos y caminó hacia la escuela dejando a Desmond atónito y dolido, mirándolo irse.
El castaño que quedó atrás se mordió el labio antes de volver su atención hacia Ugo, quien estaba parado a su lado, agarrándose la mejilla. —Fuiste demasiado lejos.
Ugo parecía enojado, pero se encogió de hombros. —Parece que sí. Rompí a tu novio—. Con eso, se alejó, caminando hacia la oficina de enfermeras porque su nariz comenzó a sangrar.
No iba a ser uno de esos maravillosos tiempos libres de un castigo. Altaïr iba a obtener algo del equipo de fútbol, y sin importar lo que Ezio intentara decir en defensa de su amante, lo golpearían como mínimo.
El entrenador terminó la clase temprano con el golpe al final del juego.
Ezio corrió a ver cómo estaba Altaïr, pero sintió que la mano de Desmond lo agarraba del brazo.
Lentamente, el castaño levantó la vista y soltó el brazo del otro. —... También puedo preguntarte esto... — comenzó y luego se frotó la parte posterior de su cuello. —¿Tú y Altaïr están... ya sabes... juntos?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro