Capítulo 2
Layne me hablaba como si fuéramos conocidos, grandes amigos. Nos conociéramos de toda una vida y a menudo lo hacía dándome su tierna sonrisa. Dios, había oído y leído que era muy sencillo y humano, pero nunca imaginé que tanto, lo que me hizo perder más la cabeza y sentirme más enamorada de él y no le podía ocultar mi sonrisa, me reía junto a él.
Catrina aún anonadada, se sintió incomoda y se nos acercó.
—Disculpen, pero Margarita. Ya son las seis ¿Vas a irte a casa o no? — deseé matar a mi prima en ese momento y Layne me miró con dulzura.
—Con que te llamas Margarita. Que tierno nombre — le sonreí embelesada. Nunca me habían dicho algo como eso.
—... Gracias, en realidad, me gusta esa flor, es mi favorita — me vio con destellos.
—Qué bueno saberlo — lo miré abruptamente y me morí por dentro, pero Layne no pretendía que aún me fuera.
— ¿Qué tal si nos lanzamos juntos en el tazón? Así si te pasa algo, yo puedo sostenerte. Básicamente para que no vuelvas a caerte o a rasmillarte — le sonreí.
—De acuerdo.
—Pero, Margarita — se entrometió otra vez Catrina.
—Regrésate tu Catrina, yo iré después — ella frunció el ceño.
—Claro como se trata de tu gran amor "Layne" — eso me avergonzó por completo y nerviosa frente a él por ese disque comentario de mi prima, ella se fue y Layne volvió a sonreírme.
—Bueno, entonces empecemos. Te enseñaré como mantenerte arriba de tu skate sin tambalear — le sonreí aún nerviosa. Al parecer no prestó atención a lo que mi desagradable prima dijo y me olvidé de aquello.
—Ok...
Le dije con un suspiro, sin dejar de sonreír y Layne me vio con ternura.
—Entonces, ahora nos subiremos los dos a nuestras patinetas. Quiero verte como te sostienes — sentí que las piernas me temblaron y los nervios se apoderaron de mí.
—... Ok — le dije con voz temblorosa, y tiesa, me subí a mi patineta. Las piernas me tambalearon en ella y me sentí toda tonta y ridícula frente a él.
<< ¡Qué vergüenza! >>
Nerviosa y con vergüenza, sentí que perdí el equilibrio y Layne por un impulso me tomó de las manos. Mi corazón estalló en ese momento.
Él me vio, y yo sin habla, me perdí en sus ojos. Layne tímido, desvió la mirada y yo encontré tan dulce su actitud.
—...Trata de separar un poco los pies — menciono nervioso con sus mejillas enrojecidas.
—De acuerdo — le dije nerviosa, y tiesa, así lo hice y Layne esbozó una tierna sonrisa.
—Dime una cosa ¿Por qué te interesaste en este hobbie? ¿Algún motivo en especial? — lo vi desconcertada y otra vez por impulso me tomé el medallón en mi pecho.
—... Nada en especial, solo que veo a muchos que lo practican y también quiero aprender. Es muy divertido — me sonrió.
—Si que lo es — me vio con una ternura infinita.
—... — el aliento se me retuvo al ver esa mirada suya en mí y el corazón se me subió hasta la garganta. Layne estudiándome atento, volvió a sonreírme.
—¿Te parece si nos tiramos juntos al tazón? — le sonreí con mis mejillas otra vez enrojecidas.
—Si, claro...
—Bien.
Él también nervioso como yo, sentí de pronto un poco de susto y Layne sonriéndome, me tomó con cariño de las manos, yo acomodé los pies como él me dijo sobre mi patineta; él también se acomodó y yo miré hacia el fondo del tazón y se me apretó el corazón. Sentí que me caería otra vez y que me lastimaría por completo y cerré los ojos. Él percibió mi miedo.
—Tranquila, no te pongas nerviosa y no tengas miedo. Solo confía y disfruta.
—... Ok, confío en ti — me vio abruptamente y el corazón se le aceleró por completo.
Tímido, se puso aún más nervioso, y yo de la misma manera, él no soltó mi mano.
—... ¿Lista?
—Si.
Le dije con un suspiro de exaspero e inquieta, Layne nos impulsó a ambos y nos lanzamos los dos juntos en aquel tazón de cemento.
Yo grité de histeria y a la vez alegría y él sin soltarme de las manos, me sentí protegía por él, que no me caería y con los pies firmes en mi patineta, yo miré los suyos, después lo vi a él y Layne me vio con su perdura sonrisa angelical. Sentí una sensación tan genial y adrenalina.
—¡Oh, Dios!
Exclamé y los dos reímos. Sentí que mis piernas iban a volar y sin perder el equilibrio en mi patineta, de pronto sentí que esta se me corrió un poco y me sostuve más fuerte de sus manos. Layne solo me miró y sonrió.
—Tranquila, no te asustes y sostente fuerte de mí ¿Ok?
—Si.
Los dos arrasamos por el tazón de patinaje, y sin dejar de reírnos, yo miré a Layne y él también me miró. El volar en mi patineta junto a él, fue lo más hermoso que me había pasado. Algo que ni en mis más locas fantasías, con él, creí que se me haría realidad.
Incluso así todo despeinado y sudado, lucía guapo y tierno, y Layne sin dejar de sonreírme con detenimiento, nuestras patinetas empezaron a detenerse lentamente al interior del tazón.
Estaba emocionada, aún no podía creer que había patinado sin caerme y todo gracias a él. Las piernas me temblaban de alegría y nervios a la vez, y riéndome sola, Layne me sonrió con su infinita ternura.
—A ver, angelito. Déjame ayudarte.
—Si.
Le dije aun emocionada y él me sostuvo de la mano y me ayudó a bajarme con cuidado de la patineta. Los dos nos miramos contentos.
—Estuvo bien, bastante bien, diría yo.
—Me sentí volar y gracias a ti no me caí — sus ojos brillaron en los míos.
—¿Quieres intentarlo de nuevo? — lo miré perdidamente y lo encontré más dulce, tierno y guapo. Era demasiado lindo y atento.
—Me encantaría.
—¡Super!
Él volvió a subirse a su patineta y yo a la mía. Layne me vio con destellos. Sintió unos deseos inexplicables por querer protegerme.
—¿Quieres que vuelva a sostenerte de las manos? Lo digo por si aún no te sientes capaz de lanzarte sola — le sonreí. Quería volver a sentir el suave contacto de sus manos alrededor de las mías, pero valiente, preferí que no. Quería que me viera fuerte y sola frente al tazón.
—No, esta vez quiero lanzarme sola.
—Ok — me vio perdidamente y sintió la necesidad de volver a estar cerca de mí.
Sostuve con confianza la patineta en mi brazo y segura de mí misma, Layne me miró, y yo firme y valiente, me lancé al tazón. Él sin contenerse, también se lanzó y los dos patinando, yo me reí y me sentí increíble y empoderada. Con mis pies fijos y sin perder el equilibrio en mi patineta, patiné como toda una profesional y Layne me vio feliz y contento.
Era increíble el poder estar sobre una patineta y volar en ella.
Sin darnos cuenta, los dos patinamos y patinamos hasta que anocheció; sentí de pronto mi brazo otra vez arder, pero no me importó y Layne se me quedó viendo dulce y perdidamente. Yo tomé mi patineta.
—Creo que ya debo irme. Ya se hizo de noche y tengo que volver a cenar con mis padres.
—Te parece si nos vemos mañana y te sigo enseñando. Sé unos trucos que de seguro te gustarán y te servirán — le sonreí. Layne quería volver a verme. Quería volver a verme y seguirme enseñando. Dios, esto era demasiado para mí. No podía ser más feliz.
—Si, me parece genial. Gracias Layne. Hum, es mejor que ya me vaya.
—Si, ve con cuidado.
—Si.
Le dije sonriéndole de oreja a oreja, tomé de nuevo mi patineta para irme y de pronto sentí un fuerte dolor en el brazo, el que me hizo soltar la patineta y se me escapó un gemido.
Layne me vio alarmado y rápido se me acercó más a mí.
—¿Qué te pasa? ¿Estás bien?
—... El brazo, me duele mucho — más se preocupó y me lo tomó con cuidado.
—Déjame verlo...
Se alarmó aún más al ver que el brazo me estaba sangrando. Tenía una gran herida a causa de la fuerte caída que tuve al principio.
—Angelito, te lastimaste el brazo.
—¿Qué? — me lo miré y me vi el gran tajo que tenía. Por eso me ardía.
Como no me di cuenta antes.
—Es mejor que te cures eso antes que se te infecte.
—Es lo que haré. Gracias y adiós — me agaché a recoger la patineta, pero Layne me detuvo.
—Espera ¿Quieres que te acompañe a tu casa? No puedes irte sola cargando esto y con tu brazo lastimado.
<< Lo amo demasiado. Tanto que no quiero aún irme, pero gracias a mi disque brazo, ya nos arruinó todo. >>
<< Así tendré algunos momentos más junto a él. >>
—Está bien. Gracias por ser tan bueno y atento conmigo — me sonrió enternecido.
—Por nada, angelito. Ahora vamos. Te llevó a tu casa...
Tomó mi patineta y yo inmensamente feliz, no me importó que me doliera el brazo, Layne me acompañaría hasta mi casa y mañana habíamos quedado de volver a vernos en el Skatepark, ya no podía ser más feliz y agradecida.
Al llegar a mi casa, Layne se sorprendió y me vio con su gran sonrisa.
—Es increíble que vivas tan cerca del Skatepark.
—Bueno, siempre ha sido así jejeje, pero hasta hace poco me interese en querer aprender el skate — me vio con destellos.
—Me alegra poder ayudarte con el skate.
Le sonreí con cariño y sin poder contenerme, le acaricié su mejilla y él se derritió al sentir mi caricia.
—Espero que te recuperes pronto. Mañana te estaré esperando.
—Ahí estaré — volvió a sonreírme — Por cierto, no te he dicho mi nombre — le dije riéndome otra vez con vergüenza.
—Ya lo sé, escuché a tu prima llamarte cuando te caíste en el tazón — más me avergoncé — Adiós, dulce Margarita. Que descanses bien — me dijo viéndome intenso y con destellos.
—Adiós, Layne — me despedí de él con mi perdura sonrisa y me entré flotando a la casa.
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