8. Sei bella piccola
—Manu —escucho que dicen mi nombre por algún lugar lejano —Manu —vuelven a repetir haciendo que logre escucharlo más cerca —¡¡Manuela!! —exclama más alto escuchándose justo en mi oreja haciéndome saltar.
—¿Qué pasa?, todavía es temprano —digo acostada aún, abrazando una almohada.
—Casi olvido lo difícil que era despertarte —distingo esa voz como la de Rita —levántate niña.
Me siento en la cama y la veo dirigirse a las ventanas.
—¿Por qué me levantas? —pregunto en un lloriqueo.
—Porque tu padre se va en unos minutos y me imagino que quieres despedirte —abro los ojos como platos, ‹casi lo olvido›.
—Cierto, gracias por levantarme Rita —me levanto y voy hacia la puerta, pero me detengo, regreso hasta ella y le doy un beso en la mejilla haciéndola reír.
Salgo del cuarto corriendo y bajo las escaleras. Cuando llego abajo ya se están llevando las maletas hacia el coche.
—Papá —llego junto a él y lo abrazo.
—Cariño —deja un beso en mi cabeza —pensé que me iba ir sin despedirme de ti.
—Que tengas un buen viaje y acuérdate de llamar.
—Gracias hija y claro que llamaré.
Me separo de él y veo por encima de su hombro a Clara que viene abrazando a Santiago por la cintura, a quien me imagino lo acababan de levantar también, por su apariencia soñolienta. Cuando él dirige la mirada hacia el frente, yo aparto la mía.
—Manuela.
—Buenos días Clara, buen viaje.
—Gracias querida y cuídame mucho a Sarita.
—Claro que si, no se preocupe.
—Bueno, tenemos que irnos, nuestro vuelo sale en cuarenta minutos —informa mi padre. —Vamos Clara.
Esta le da un último beso a su hijo y se acerca a mi padre. Yo lo abrazo de nuevo y le doy un beso en la mejilla.
—Hasta pronto chicos, pórtense bien —dice mi padre divertido saliendo por la puerta.
La cierro y miro el reloj que hay encima de esta. No puede ser, son las 7:20 de la mañana y tengo un sueño mortal. Anoche me dormí súper tarde luego del acontecimiento de las galletas. Y hablando de eso…
Volteo y me encuentro a Santiago recostado en las escaleras mirándome. Trato de imaginar que no está ahí, algo muy complicado y voy directo a la cocina escuchando sus pasos detrás de mí. Llego y respiro cuando veo a Rita cocinando. Me siento en los bancos de la isla y ella voltea.
—Oh niños, ¿quieren algo de comer?.
—Si por favor —responde Santi, yo solo asiento. —Rita, ¿mi hermana sigue dormida?.
—Si, tu mamá me dijo que no la despertara.
—Mejor.
Estamos todo el rato en silencio viendo a Rita preparando el desayuno hasta que…
—Manu —me llama en voz baja logrando que solo yo lo escuche.
—¿Qué? —pregunto igual, sin voltearlo a ver.
—Luego pasa por mi habitación —dejo de respirar y rápido volteo hacia él.
—¿Para qué?.
—Necesito mostrarte algunas cosas del proyecto y conversar de algunas cosas —cuando voy a reclamar interrumpe Rita.
—Aquí tienen chicos, buen provecho —dice dejando dos platos repletos de panqueques frente a nosotros.
—Gracias.
—Gracias.
Comenzamos a comer y estaba muy rico como siempre. Traté de terminar primero que él para irme y así lo hice.
—Estaba delicioso Rita —esta sonríe complacida —estaré en mi habitación.
Salgo de ahí sin mirar atrás y subo las escaleras. Antes de llegar a mi habitación abro la de Sara y asomo la cabeza para ver. Está plásticamente dormida abrazando a su muñeca. Sonrío y cierro la puerta con cuidado.
Ahora si me dirijo a mi cuarto y entro. Como ya no voy a volver a dormir, entro al baño para darme una ducha mañanera y cepillarme los dientes. Al terminar, me cambio de ropa y cuando pienso acostarme para leer un poco, tocan la puerta.
—Adelante —esta se abre y aparece un desastre pelirrubio, despeinado y con su pijama rosa haciéndome sonreír.
—¿Manu puedo pasar?.
—Si bonita, ven —entra por completo y viene corriendo hasta la cama.
—¿Ya mami y Fran se fueron?.
—Si, hace un buen rato ya.
—¿Qué estas haciendo? —pregunta trepando a la cama.
—Iba a leer un rato, pero después lo hago. ¿Tienes hambre? —asiente —bueno vamos a peinarte esos risos y luego vamos con Rita para que te prepare algo rico de comer, ¿te parece? —vuelve asentir con una sonrisa.
Se baja de la cama y sale corriendo de la habitación, ‹¿dónde va?›. A los segundos vuelve con su muñeca en una mano y un cepillo de peinar junto a una pequeña maletica rosa en la otra. Deja las cosas en la cama y se vuelve a subir.
—¿Qué traes ahí? —abre la maletica y esta está llena de todo lo necesario para adornar el cabello. —Oh que bien, vamos hacer algo con esos rizos.
La siento frente a mí y le empiezo a peinar sus rizos dorados. Cuando termino la cargo y la pongo frente al espejo.
—¡Qué lindo!, gracias Manu —toma mi rostro con sus dos manitos y me da un beso en la mejilla.
—De nada linda, ahora vamos a que comas algo —la bajo y tomo mi libro. Ella va a buscar a su muñeca y vamos hasta la cocina.
—Rita —esta voltea —¿le puedes preparar algo de comer a Sara?.
—Claro que sí —siento a la niña en un banco de la isla.
—Sara, voy estar en el patio trasero leyendo. Cuando termines, le dices a Rita que te baje y vas para tu cuarto o para allá fuera conmigo, como quieras.
—Está bien —le doy un beso en la cabeza y salgo.
La mañana está bastante linda. Voy hasta unas de las bancas columpio que hay a fuera bajo un árbol y me siento a leer. Después de treinta minutos de lectura me convenzo de que está muy buena.
Cuando voy a pasar de página me da por alzar la mirada, ‹mala idea›. Está Santiago en la piscina, apoyando sus dos brazos en el borde de esta para salir, ‹madre mía›. Cuando lo hace, logro verlo por completo y creo que hasta babeo. Dios que cuerpo, que espalda, en esta descubro un tatuaje que abarca la parte superior y recorre parte su columna. Dios su espalda es un cosa grandiosa.
Toma un toalla de encima de una tumbona y se seca el rostro. Antes de poder descubrir lo que contiene su tatuaje voltea logrando que nuestros ojos se encuentren. Yo desvío rápido la mirada algo avergonzada y me escondo tras el libro. ‹Que no venga, que no venga, que no ven…›
—Pequeña —ya valió.
—Que —digo mirándolo un segundo y luego vuelvo la vista al libro
—¿Qué lees? —veo que se sienta en el otro columpio observándome.
—“Sueños de Primavera”.
—¿Por cuál página vas? —volteo a verlo.
—Por la 55, comencé a leerlo hace un rato.
—Yo lo terminé hace algunos días, se pone muy interesante.
—Me imagino, apenas he comenzado y ya me estoy emocionando. Es muy interesante —comento.
—Ni te imaginas cuánto —alza una ceja y me ruborizo, él sonríe ante mi acción y se levanta del columpio. —Recuerda pasar luego por mi habitación.
—De acuerdo —digo en voz baja sin saber si me escuchó o no.
Se encamina hasta la casa y entra. Dios que es lo que acaba de pasar, acaso insinuó que… no seguro son cosas mías, pero… hay ya como sea. La lectura está muy buena… ‹Pero no más que su espalda…›
¿Pero qué cosas estoy diciendo?, a mi nadie me entiende, ni yo misma lo hago. Trato de concentrarme en la lectura, pero lo único que hago es comparar al personaje masculino de la historia con cierto chico que salió de la piscina hace unos minutos. La lectura está muy interesante, pero se me quitaron las ganas de leer. Pongo el marcador y cierro el libro. Cuando voy a levantarme me entra un mensaje de Marina.
Mari Mari:
Dentro de media hora me llamas. No lo olvides.
Frunzo el ceño ante esto, algo extraño este mensaje pero que mas da, le respondo con un ok y entro a la casa. Voy hasta la sala de cine y prendo la tele a ver si hay algo que llamé mi atención. Pasan los minutos y no encuentro nada, así que decido ir por fin a la habitación de Santiago a ver que es lo quiere. Cuando estoy frente a esta toco la puerta.
—Pasa —dice desde adentro y entro.
Está sentado frente al escritorio inclinado haciendo algo, no me ha visto todavía, así que camino un poco hacia él.
—Santiago —voltea.
—Manu, pensaba que eras Sara cuando tocaste, ven quiero mostrarte esto —me acerco por completo y logro ver lo que estaba haciendo. —Le agregué lo que pediste.
No era el mismo diseño que me enseñó el otro día. Osea si es el mismo, pero en otro plano y con mis cambios, al parecer lo había hecho nuevo.
—Me encanta —digo sonriendo.
—¿De verdad, no quieres agregarle nada más al contorno de afuera?.
—No, así me gusta.
—Bien, oye después me gustaría que me llevarás a una de las tiendas de tu padre —lo miro confundida. —Necesito observarla por dentro y como soy nuevo en la ciudad y en el país como tal, no se la dirección.
—Existen los GPS, ¿sabías? —pregunto divertida mirando el plano.
—Si sé chistosita, pero prefiero que lo hagas tú —dice alejándose.
—¿Por?.
—Porque sí, además así me das un tour por la tienda.
—Como quieras.
—Ven, necesito hablar contigo —lo miro, está sentado en su cama.
—¿De qué? —pregunto a la defensiva.
—De Sara —respiro, por un momento pensé en la escena de anoche. Me acerco a él, pero no tomo asiento. —Puedes sentarte, no muerdo… anche se mi piacerebbe —dice mirándome divertido, pero lo último no lo entiendo, además lo dijo muy bajo y no le doy importancia.
—¿Qué pasa con Sara? —me siento, aunque un poco alejada de él.
—Con ella nada, solo que hay una pregunta que he tratado de darle solución y no encuentro todavía.
—¿Qué pregunta?.
—¿Qué vamos hacer con Sara cuando se acaben estas dos semanas libres? —buena pregunta.
—Eso lo estaba pensando yo también y llegué a la conclusión de que podemos hablar con Rita. Ella puede cuidarla mientras estamos en la universidad, mis clases siempre terminan temprano.
—Bueno, habrá que hacer eso, aunque las mías siempre terminan tarde.
—No hay problema, yo estaré con ella hasta que llegues —lo miro y asiente. Luego desvío la mirada y estamos unos minutos en silencio. Siento su mirada sobre mí, mientras la mía está perdida en mis manos. No quiero seguir aquí, así que decido irme .—Si ya está todo aclarado, será mejor que me valla —me pongo de pie y empiezo a caminar en dirección a la puerta, pero antes de llegar, siento que me toma de la mano.
—Espera Manu —me voltea hacia él aunque no miro sus ojos, más bien miro nuestra manos unidas. No me suelta y el estar tan cerca me empiezo a poner nerviosa.
—Santi —susurro cuando empieza a acariciar el dorso de mi mano con su dedo pulgar.
—Mírame —no quiero, pero igual lo hago encontrándome con ese esmeralda brillante de sus ojos. Sube su otra mano y acaricia suavemente mi mejilla haciéndome sonrojar. —Sei bella piccola —dice en un tono bajo, no entiendo lo que dice, pero su acento me gusta.
—¿Q-qué? —pregunto en un hilo de voz.
Pasa su vista a mis labios, por instinto paso la lengua por estos y veo como sus ojos se oscurecen un poco. Pasa su dedo pulgar por mi labio inferior acariciándolo, me mira a los ojos y me pierdo en ese mar esmeralda. Va acercando su rostro al mío y de un momento a otro de respirar. Cierro los ojos y siento sus labios en mi mejilla en un roce suave que me hace cosquillas.
—Sal de aquí pequeña —susurra contra mi cara y parece que suplica que salga.
Suelta mi mano suavemente y me da un beso en la mejilla. Por mi parte unos segundos luego de que se separe, doy un paso atrás con los ojos cerrados aún, volteo y abro la puerta saliendo de ahí.
Cuando cierro detrás de mí, suelto todo el aire retenido, ‹madre mía ¿qué pasó?›, iba dejar que pasara cualquier cosa. Este chico me va a volver loca en todos los sentidos. Salto del susto cuando escucho mi teléfono sonar, lo saco del bolsillo trasero del pantalón y veo que es una llamada… Oh por dios, Marina, lo olvidé por completo. La bronca no me la quita nadie. Se cae la llamada y voy hasta mi habitación, cuando voy entrando vuelve a llamar y ahora cojo la llamada.
—¡¿SE PUEDE SABER POR QUÉ DEMONIOS NO ME LLAMASTE?! —grita del otro lado, hasta tengo que apartar el teléfono de mi oreja.
—Lo siento Mari, lo olvidé.
—¡¿LO OLVIDASTE, CÓMO LO VAS A OLVIDAR?!.
—Tranquila, vas a perder la voz, respira.
—Ya ok, estoy tranquila —siento como respira varias veces. —Voy para tu casa —dice de pronto.
—Marina recuerda que no…
—Bueno, la casa de tu padre, no te muevas de ahí, bay —cuelga. ¿Y esta ahora qué tiene?. Que cuerda amiga tengo.
Dejo el teléfono en la mesita de noche. Me lanzo a la cama mirando el techo y lo único que pasa por mi cabeza son unos ojos verdes, el acercamiento y los roces tan dulces de Santiago. Además de esas palabras que me dijo, no se que significarían, pero sonaban lindas en su boca y su acento italiano me dejo como idiota. No se que me está pasando con este chico y me da miedo descubrirlo.
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Glosario
-Anche si mi piacerebbe: aunque me gustaría
-Sei bella piccola: eres hermosa pequeña
😘😘
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