6. Valla, Romance
Le dije a Santiago el modelo que me había gustado. Todos me gustaron la verdad, pero el que más llamó mi atención, fue el diseño que mostraba un lugar de dos pisos estilo moderno. Le di algunos detalles, como que tuviera ventanales amplios, y que las paredes del frente fueran de vidrio, para que dieran buena visión al público, entre otras cositas.
Y mientras él le agrega lo que pedí al diseño, yo decido curiosear un poco por su habitación. Hay algunos afiches en sus paredes, en su mesita de noche, aparte de lo normal, hay dos cuadros con fotografías. En uno aparece él con Sara en brazos dándole un beso en la mejilla mientras la pequeña ríe, me gusta mucho esa foto. En el otro están los tres, él cargando a Sara en un brazo y con el otro abraza a su madre, mientras esta le rodeaba la cintura con los brazos. Por un momento me pregunto por su padre, pero no quiero ser metida por ahora.
Sigo hasta su librero, es enorme y está lleno de libros, nunca me imaginé que le gustara leer. Estiro la mano y tomo uno, es de romance, lo se porque ya lo he leído. Miro a Santi intrigada y me sorprendo al ver que él ya tiene su mirada puesta en mí.
—¿Qué pasa, te sorprende que me guste el romance? —pregunta con una sonrisa.
—No… bueno si, no es muy común que los chicos como tú, en primera les guste leer y en segunda que sea romance.
—Primero —señala al igual que yo —¿A que te refieres cuando dices los chicos como yo? —se levanta de la silla y comienza a caminar hacia mí, ‹dios, yo y mi bocota›.
—Eeh… bueno —no se porque diablos dije eso —con estilo de…. chico malo —digo en voz baja. Él ya está cerca, así que pudo escucharme.
—¿Chico malo? —pregunta con una sonrisa negando con la cabeza. —No sabía que juzgabas tan rápido a las personas, además, no creo que te haya dado razones para que creas eso de mí… ¿o si?.
—No… creo —está muy cerca y no despega su mirada de la mía.
—¿Crees?.
—Bueno no sé, solo tienes pinta de serlo —ríe.
—Ok, vamos a dejar mi “pinta de chico malo” a un lado por el momento —hace comillas con sus dedos. —Ahora, ¿qué tiene de malo que lea?, porque la verdad es que me encanta.
—No tiene nada de malo que leas, solo me pareció raro, nada más —su mirada me está matando, así que le doy la espalda y empiezo a ver los libros para distraerme. —¿Los has leído todo? —trato de cambiar de tema y por suerte me da ese placer.
—La mayoría, algunos son nuevos.
—¿Te gusta solo el romance? —pregunto sin voltear a verlo, no me atrevo.
—Me gusta bastante, pero también leo ciencia-ficción, aventura, fantasía…
—Este me encanta —tomo uno que parece nuevo, su aspecto y su olor me lo dicen.
—No lo he leído aún, lo compré la semana pasada, ¿está bueno? —pregunta.
—Lo he leído como cuatro veces ya, está buenísimo —digo sonriendo.
—Pues será el próximo que lea —me sorprendo un poco, no pensé que tomara mi sugerencia.
—Buena elección.
—¿Me pasas el libro? —mi suerte no podía durar toda la vida. Volteo sin subir mi mirada a sus ojos y le extiendo el libro, pero no lo toma. —Mírame pequeña —muy a mi pesar, lo hago y me encuentro con esa mirada verde hipnótica que me gustó desde el primer momento sin querer.
Está serio, pero se ve muy hermoso. Estira la mano y toma mi muñeca, su toque me hace sentir una corriente interna muy rara. Va deslizando sus dedos hasta los míos y toma el libro aun sin despegar sus ojos de los míos. Mira la portada del libro un momento y sonríe.
Tocan la puerta de pronto haciéndome saltar, él me mira divertido y se acerca a la puerta. La abre y una cabecita rubia aparece.
—Hey princesa —Santi se agacha a su altura —¿qué haces aquí?.
—Mami me dijo que le avisara a Manu que ya Fran está aquí —dice mirándome.
—Dile que ya vamos, ¿si? —esta asiente, le da un beso a su hermano y sale. —¿Vamos? —pregunta acercándose al escritorio para dejar el libro y me mira.
—Si, vamos —salgo antes que él y no veo si me sigue o no.
Cuando estoy sola con él me siento extraña. Sus ojos me están generando algo totalmente desconocido para mí y su toque me causa algo que no se explicar por mucho que quiera. Llego a las escaleras y respiro profundo mientras las voy bajando. Ya en el salón me encuentro con mi padre y Clara.
—Papá.
—Hola mi niña.
—¿Qué tal el trabajo hoy?.
—Igual que siempre, me dijo Rita que estás aquí desde temprano.
—Si, hoy me desperté sin ganas de estar sola en casa.
—Bueno, sabes que esta es tu casa y siempre que quieras puedes venir.
—Lo sé papá, gracias —en eso veo a Santiago llegando junto a nosotros.
—Hey Santi ¿qué tal? —le pregunta mi padre.
—Todo bien.
—¿Qué me dicen del proyecto, ya tienen algo?.
—Si, tuve varias ideas y se las mostré a Manuela hace un rato, estamos trabajando en ello —responde sentándose junto a su madre.
—Me alegro mucho chicos. Oigan, luego tengo que conversar algo con ustedes dos.
—¿Pasó algo papá? —pregunto.
—No Manu, es sobre tu padre y yo —me responde Clara desde el sillón y los miro intrigada a los dos.
—¿Es algo malo mamá? —pregunta Santiago.
—No cariño tranquilo, pero luego lo hablamos, ahora vamos almorzar que ya Rita tiene la mesa servida.
—Ok —responde no muy convencido.
Pasamos al comedor y Clara fue a buscar a Sara a su cuarto. Nos sentamos a comer y como siempre la comida rebasó los límites. El almuerzo pasó entre conversaciones banales y sin importancia, en fin fue un buen rato en familia. Luego de terminar, Sara se fue a jugar al patio trasero y nosotros fuimos hasta el salón.
—¿Qué era lo que tenías que hablar con nosotros papá?.
—Bueno chicos —hace una pausa y se sirve un trago —la empresa como saben, está pasando por un buen momento ahora y queremos agrandarla más, por eso lo del proyecto con ustedes y otras personas —asentimos. —Pero también necesitamos la firma de más proveedores de otros lugares y para eso, tenemos que dar algunas conferencia para mostrar nuestros productos a esas empresas. A lo que quiero llegar es a que Clara y yo tenemos que viajar a esos lugares para conseguir dichas firmas.
—¿Mi madre por qué?.
—Clara va como mi esposa, además nos casamos hace poco y no le di la luna de miel que merecía. Así que como vamos de viaje, aprovecharemos el momento.
—¿Y nosotros qué tenemos que ver con todo esto? —Santi hace la pregunta que yo también me estoy haciendo.
—Bueno, a la niña no la podemos llevar por razones ya mencionadas y necesitamos que ustedes nos ayuden con eso, quedándose aquí con ella y cuidándola.
—Papá, pero yo no vivo aquí.
—A eso iba ahora cariño. Necesito que vengas a vivir aquí mientras estemos fuera —no por favor —para que ayudes a Santiago con la niña, se que él la cuidará muy bien, pero siempre es bueno la ayuda femenina.
—¿Y por cuanto tiempo sería todo esto? —tengo la esperanza de que sea poco.
—Sería un mes o más, según lo que ocurra con la obtención de las firma —acaban de morir mis esperanzas. —¿Puedes ayudarnos con eso?, Clara no quiere contratar a una niñera así que… —Dios ¿qué hago?, no quiero quedarme, aquí todo es complicado, mis pesadillas, hace unos días no tengo pero cuando vienen arrasan. Aquí la niña es lo de menos, ella es un amor, el problema soy yo —Manu —lo miro —¿Qué dices? —no tengo ninguna excusa para negarme, hasta estoy libre de la universidad y no puedo decirle de las pesadilla… aaah ya valió.
—Si papá, me quedaré aquí hasta que vuelvan —sonríe complacido. —¿Y cuándo se van?.
—El domingo.
—¿Este domingo? —asiente ‹¿en serio?› —no vas a estar para la exposición.
—Lo siento cariño, sabes que siempre estoy contigo en esto, pero no pude cambiar la fecha del viaje. Discúlpame por no poder asistir —en sus ojos veo que está apenado por la situación.
—Descuida pa, lo entiendo —quería que estuviera conmigo.
—¿Qué exposición? —pregunta Santi con el ceño fruncido.
—En una semana Manuela tiene una exposición de pintura en una galería —le explica mi padre y me mira para confirmar y yo asiento. —Disculpa de nuevo hija, no quería que estuvieras sola.
—Tranquilo, no pasa nad…
—Si quieres puedo acompañarte —propone Santiago sorprendiéndome.
—¿En serio? —asiente.
—Eso sería bueno Manu, ya tendrás compañía —dice mi padre y sonrío un poco sin mirar a cierto chico.
—¿Ya Sara lo sabe? —pregunto.
—No, en un rato voy hablar con ella —me responde Clara.
—¿A qué hora sale su vuelo?.
—Nuestro vuelo sale a primera hora el domingo, el chofer nos llevará, así que no hay problema —dice mi padre. —¿Te quedarás hoy aquí?.
—No, voy a pasar esta noche en mi casa para recoger mis cosas y eso, mañana por la tarde vendría para acá.
—Bueno, como quieras, luego le digo a Rita que prepare tú habitación.
—Está bien, entonces me voy, ya es tarde y quiero dejar todo ordenado en casa.
—Bien hija, te acompaño.
—Adiós Clara.
—Adiós querida.
—Santiago —me da una de sus sonrisa y salgo hasta la puerta con mi padre. —Nos vemos mañana papá.
—Maneja con cuidado cariño —me da un beso en la frente y salgo hasta el coche.
Conduzco hasta casa, cuando llego entro y me lanzo al sillón. Me río recordando a Marcos gritando cada vez que Marina y yo lo hacemos en su casa, dramático.
En un momento la risa se me esfuma y recuerdo lo que pasará a partir de mañana o de pasado mañana da igual. No me molesta cuidar a Sara, de hecho me agrada, porque es una niña muy tierna. Lo que me da miedo es que vuelvan mis pesadilla, porque van a volver, de eso no hay duda, solo que no quisiera que nadie escuche el show que formo.
Y Santiago, no me molesta convivir con él, pero su presencia tan cerca como hoy en su habitación no se puede repetir, me sentí bien y rara a la vez. Queda prohibido su cuarto, el proyecto lo podemos hacer en el salón, si, en el salón, buen lugar, maravilloso y sus lindos ojos verdes lejos de lo míos.
Pongo la tele para distraerme un poco y recuerdo el encuentro con mis locos el domingo. No va a poder ser, tendrá que ser mañana. Busco mi teléfono y entro a nuestro grupo de WhatsApp “Los sin amores”, ocurrencias de Marcos por si se lo preguntan.
Yo:
Amores, el encuentro de este domingo hay que cambiarlo para mañana.
Marquitos:
¿Y eso por qué bruja?.
Yo:
Marcos te salvas que no puedo golpearte por la pantalla.
Marquitos:
Claro bruja.
Mari Mari:
¿Ha pasado algo Manu?.
Yo:
No, solo que el domingo lo tengo complicado.
Marquitos:
¿No nos vas a decir el motivo?.
Yo:
Si, mañana ¿pueden?.
Mari Mari:
Si, claro ¿y tú Marquitos?.
Marquitos:
Si hay chisme, pues claro.
Yo:
Ustedes dos no tienen remedio, mañana nos vemos, adiós chicos.
Mari Mari:
Adiós.
Marquitos:
Hasta mañana bruja.
Este chico por dios. Apago el móvil y voy hasta mi cuarto a preparar mi maleta. No me voy de mudanza, pero un mes, es un mes. Echo lo necesario, ropa, un poco de maquillaje ‹nunca se sabe›, uno que otro de mis libros y mi maleta de dibujo, esta cuenta con todo lo necesario para pintar.
Dejo la maleta lista y entro al baño a darme una ducha bien larga y deliciosa. Cuando salgo voy a la cocina, me preparo algo de comer y lo traigo para el cuarto para ver la tele y disfrutar de esta última noche de soledad en mi casita. Busco una peli, la pongo y comienzo a comer.
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Cuéntenme que tal les va pareciendo la historia chic@s.
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