5. Su habitación
—NOOOO… —me despierto sobresaltada y desorientada.
Cuando descubro que estoy en mi habitación empiezo a calmarme poco a poco.
—Estoy bien, estoy a salvo, nadie me hará daño —me repito a mi misma y las lágrimas empiezan a salir de mis ojos.
Volvieron las pesadilla, siempre pasa igual, es como si me dieran unos días de tregua y luego vuelven más fuertes. Es horrible esa sensación que se me queda en el pecho cuando despierto, pero un alivio también al saber que es solo eso, una pesadilla.
Me seco la cara con las manos y miro la hora en el teléfono, no puede ser, son las cuatro y media de la mañana. Me dejo caer en la cama de nuevo mirando el techo, me pondría a contar ovejas, pero se que no serviría de nada.
Luego de tener una pesadilla nunca puedo volver a dormir. El miedo de volver a tener otra me domina y como por arte de magia el sueño se disipa, pero luego me pasa factura por el día, es algo injusto.
Me levanto de la cama luego de unos minutos y voy a la cocina. Me sirvo un poco de agua y me pongo a observar por la ventana hacia las demás casas en silencio. Envidio a todos por poder dormir tan plácidamente. Dejo el vaso en la mesa y voy hacia mi escondite de la realidad, entro y me pongo a mirar todos mis cuadros.
Tengo exposición en dos semanas en la galería de Ana, una amiga de mi madre que me quiere mucho y me dio esa oportunidad. Ya sería la segunda vez que expondré en ese lugar, la primera vez que lo hice no fue nada grande, solo algunas pinturas que Ana puso con muchas de las suyas. No tuve que presentar ni nada, solo estuve de espectadora, pero esta vez si tendría que enfrentarme al público, pero no voy a preocuparme por eso ahora.
Saco un lienzo nuevo y empiezo a trazar líneas con el pincel por todos lados. Al final no le encuentro sentido a lo que hice, pero me relaja bastante. Un método que me dio la psicóloga cuando iba a terapia. Dejo el lienzo secando y salgo.
Veo que es un poco temprano todavía, así que decido ponerme algo cómodo para salir a correr un rato y así lo hago. Pongo música en mis audífonos y empiezo a trotar con Manuel Carrasco de fondo. Van a ser las seis de la mañana por lo que ya se ve movimiento en las casas desde afuera.
Algo cansada regreso a la casa y me doy un buen y merecido baño de quince minutos. Al terminar me arreglo lo necesario ya que no tengo ganas de nada. Voy a la cocina, corto un poco de fruta y me siento a comer. Cuando termino cojo mis cosas y salgo.
Me bajo del coche en el estacionamiento y camino hacia mis amigos, que me esperan recostados al auto de Marcos.
—Amiga te ves fatal —comenta Marcos con una mueca haciendo que Marina le pegue en el brazo.
—¿Mala noche Manu? —pregunta esta tomando mi mano.
—Ni te imaginas.
—Te vez cansada.
—Lo estoy, pero la profesora dijo que había examen sorpresa, aunque no es tan sorpresa porque lo dijo, pero da igual.
—Bueno como sea, vamos a entrar —vamos subiendo las escaleras cuando… —Oh mira, ahí está tu chico lindo.
—¿Qué?, yo no tengo ningún chic.. —me gira el rostro y veo a Santiago bajarse de la moto, ‹oh sí, chico lindo›. —Él no es mi chico lindo —digo soltándome de su agarre y comenzando a caminar.
—Ok —comenta con una sonrisa el muy pesado haciéndome rodar los ojos.
—Los veo en la cafetería más tarde —llegando al pasillo, cada uno toma caminos diferentes.
Cuando estaba llegando a la puerta del salón veo a Santiago caminar hacia mi.
‹Espera, ¿hacia mí, por qué viene hacia mí?.›
—Manu.
—Hola —me mira y arruga el entrecejo.
—¿Estas bien?.
—Si, ¿por qué lo preguntas?.
—Porque te ves algo cansada.
—No pasa nada, solo no dormí bien anoche —asiente no muy convencido.
—Me dijo tu padre que en estos días te pasas por la casa —asiento —bien, porque necesito mostrarte unas ideas que tengo para el proyecto.
—Está bien, el viernes sería — sonríe.
—Ok, después nos vemos y trata de descansar pequeña —pasa su dedo pulgar sobre las marcas grisáceas debajo de mis ojos, señal del poco sueño y su toque me causa algo extraño dentro. Solo puedo asentir mirando sus ojos. Me da una sonrisa de boca cerrada y se marcha dejándome media tonta por su acto.
Sacudo la cabeza para despertar de su toque y entro al salón. A partir de ahí, el tiempo pasó muy lento para mí, yo diría que hasta demasiado. Tenía un sueño que me moría, por dios.
(…)
Entro a la cafetería y veo a Marina en una mesa al fondo, pido algo para comer y voy hasta ella.
—Mari.
—Hey Manu —me mira. —En serio pareces zombie amiga, disculpa que lo diga.
—Tranquila, es lo más seguro, cuando venía por el pasillo muchos corrieron al verme —se echa a reír haciéndome reír también a mí.
—¿De qué se ríen sin mí, señoritas? —pregunta Marcos llegando.
—Que Manuela parece zombie —este ríe.
—¿Se acuerdan que ayer les dije que mi padre me mandó a llamar?.
—Si, ¿para qué te quería?.
—Para que trabaje en un nuevo proyecto para la empresa.
—Wow, eso es genial —expresa Marcos. —¿Y de qué se trata?.
—Sobre la nueva tienda de perfumería que quiere abrir.
—Eso es bueno amiga.
—Si, es un buen paso para iniciarme en el campo laboral.
—Yo adoro todo lo que se vende en las tiendas de tu padre, soy una clienta fija.
—A mi también me encantan sus productos —concuerda Marcos.
—Lo sé. ¿Recuerdan cuándo se lo dijeron a mi padre?, yo creo que esa fue la clave para que se lo ganaran.
—Si, fue un buen día, de hecho, uno de los que nos hemos comportado civilizadamente —dice Marcos haciéndonos reír.
—Seguro y por eso los nombró como los revoltosos —digo haciéndolos reír. —Bueno chicos, me encanta estar con ustedes, pero me voy.
—¿Tan pronto? —Marina hace un puchero.
—Si, ya por hoy terminé aquí y estoy loca por una cama.
—Está bien, vete a dormir, pero que te quede el cargo de conciencia de que dejaste a tu amiga con un loco —Marcos se queda con el batido a medio camino de llegar a su boca y la mira mal, lo que me hace soltar una carcajada.
—Tranquila, a él también lo dejo con una loca —digo chocando los cinco con Marcos, quien está muy complacido con mi comentario.
—Traidora —dice Marina indignada.
—Adiós chicos.
—Adiós Manu —dicen los dos a la vez.
Llego al coche y arranco hasta mi casa. Cuando llego, lo primero que hago es lanzarme a la cama y ahí quedo
(…)
Viernes por la mañana y no tenía ganas de estar sola en casa, por lo que voy rumbo a casa de mi padre. A partir de hoy tengo dos semanas libres que nos otorgó la universidad y yo nada molesta con el tema.
Estaciono fuera de la casa y abro, ja hoy si traje las llaves. Entro y está todo algo callado por lo que decido ir hacia la cocina. Cuando llego al comedor siento algo de música proveniente de la cocina. Entro en esta y me encuentro con una señora moviéndose de aquí para allá al son de la música. Una escena algo divertida de ver. En un momento voltea y se sobresalta.
—Niña por tu padre, ¿acaso me quieres matar de un infarto? —se pone la mano en el pecho haciéndome reír.
—Claro que no, no puedo matar a la mejor cocinera del mundo —me acerco y la abrazo.
—Halagadora —me pega con el paño que tiene en la mano.
—¿Por qué está todo tan silencioso, aparte de la cocina claro?.
—Bueno, tu padre está trabajando, la señora Clara vino hace un rato por aquí, así que me imagino que esté en su habitación, la pequeña Sara en su cuarto jugando y el joven Santiago durmiendo todavía.
—Wow, repertorio completo.
—Tú lo pediste, ahora dime, ¿por qué tú y Santiago no están en la universidad?.
—Nos dieron dos semanas libres para prepararnos para los exámenes que nos van hacer al entrar.
—Ah, que bien entonces —me siento en los asientos de la isla.
—Buenos días —dice una voz algo ronca y sexi a mi espalda. Volteo y veo a Santiago, tiene el cabello todo revuelto, parece acabado de levantar.
—Buenos días Santi —lo saluda Rita con una sonrisa. —¿Te preparo algo de desayunar? —este se encoge de hombros y se sienta a mi lado apoyando la cabeza en sus brazos los cuales reposan sobre la isla.
—Tienes una cara de sueño horrible —me mira con la cabeza todavía apoyada en sus brazos con una mini sonrisa.
—Me acosté súper tarde ayer y Sara me despertó hace unos momento.
—Toma —Rita le da su desayuno.
—Gracias Rita.
—¿Tú quieres algo cariño?.
—No Rita, estoy bien. Voy a ir a ver a Sara.
Le doy una última mirada a Santi, el cual ya me está mirando con eso ojos que me encantan y salgo de ahí directo a la habitación de Sara. Cuando llego toco.
—Pasa —dice una voz muy dulce desde adentro.
—Hola Sara.
—Manu —se para y viene hasta mí abrazándose a mis piernas, ‹que linda›. —¿Cuándo viniste?.
—Hace un rato.
—¿Te quedarás a jugar conmigo?.
—¿Quieres qué juegue contigo? —asiente —está bien, entonces me quedaré un rato.
—Siii —aplaude —Santi no quiso —hace un puchero.
—¿Por qué?— aunque ya me imagino el porque.
—Lo fui a buscar a su cuarto y estaba durmiendo, lo desperté y se enojó conmigo —su labio inferior tiembla, ‹cosita›.
—Seguro solo estaba cansado, no te preocupes, mejor vamos a jugar —asiente.
Comenzamos a jugar con sus juguetes. Me sentí rara en el buen sentido, hace tiempo no jugaba con muñecas y recordé los tiempos de mi niñez. Estuvimos un buen rato ahí, hasta que a la pequeña le entró hambre. Sale del cuarto y la sigo. Cuando vamos a bajar las escaleras viene subiendo Santiago y la niña lo mira haciendo un puchero.
—¿Qué te pasa princesa? —pregunta este al verla, la niña no le responde y se abraza a sus piernas. Santi me mira pidiendo una explicación.
—Piensa que estás enojado con ella —me mira confundido —porque te despertó y no quisiste jugar con ella —sonríe.
—Sara —le toca la cabeza.
—¿No estas enojado conmigo? —pregunta a punto de llorar, ‹cosita tierna›.
—No princesa, no jugué contigo porque estaba un poco cansado, no porque estuviera enojado contigo —la niña estira los brazos, él la carga y le da un beso en la mejilla.
La baja después de unos segundos y Sara se va corriendo hacia algún lugar, me imagino que a la cocina, muy contenta porque su hermano no está enojado con ella. Niños, tan fáciles de alegrar. En eso sale Clara de la habitación de mi padre, bueno ahora suya también.
—Manuela querida, que bueno verte —llega hasta mí y me abraza.
—Le dije a mi padre que vendría en estos días y como hoy no quería estar sola en casa… —ella asiente y mira a su hijo.
—Santi ¿te levantaste ahora?.
—Hace un rato.
—Bien, voy a bajar, luego los veo chicos —baja las escaleras y la voy a seguir, pero cierto chico me detiene.
—Pequeña, ¿tienes algo qué hacer? —me encojo de hombros.
—¿Para qué?.
—Quería mostrarte algunas cosas del proyecto, ¿puedes ahora? —asiento. —Ven, las tengo en mi habitación.
—¿En tu habitación? —me mira y asiente, no quería entrar a su cuarto ¿por qué?, quien sabe.
—Si, ¿qué tiene? —levanto una ceja y ríe. —Solo es un cuarto normal, no es como si fuera el cuarto rojo de Christian Grey —me sonrojo un poco.
—No dije eso —digo bajito haciéndolo reír.
—Como sea, vamos.
Lo sigo no muy convencida hasta su habitación, que por cierto, está frente a la mía. Abre la puerta y entro, él cierra a sus espaldas y se dirige a algún lugar que no veo por andar de curiosa.
Me sorprende ver su habitación tan ordenada para pertenecer a un chico. Es grande igual a la mía. Una cama grande adorna el centro, dos escritorios, uno normal y otro algo inclinado lleno de reglas y otras cosas, dos puertas más que deben ser el baño y el clóset, además de un librero que ocupa media pared. Huele muy bien aquí la verdad, me imaginaba tod…
—Pequeña —me saca de mis pensamientos y lo veo salir del clóset con otra ropa. ‹¿Me demoré tanto observando?›. —Ven, quiero mostrarte lo que tengo hecho a ver si te gusta.
Me acerco a él, que está junto al escritorio inclinado y puedo ver que hay una especie de plano encima, aparte de MUCHAS hojas. Así como su cuarto está ordenando, este escritorio es todo un caos.
—Según lo que me ha dicho tu padre de sus otras tiendas, quiere que esta sea diferente, por lo que he tenido varias ideas y anoche intente plasmarlas todas en papel .
—¿Por eso te acostaste tarde?.
—Si, no quería perder las ideas luego, fue algo rápido y sin medidas, pero…
—Me dices que eso— señalo todos los papeles —fue algo rápido —asiente, era imposible, porque se veían bien hechos y sin borrones ni nada. —¿Hablas en serio?.
—Que si mujer, pero cuando me digas cual te gusta y lo que quieres agregarle ya lo haría con calma y más precisión, además tendríamos que ir al terreno, pero eso es más adelante.
—¿Al terreno para qué? —pregunto confundida.
—Para ver el espacio y poder poner las medidas y esas cosas —asiento. —Bueno, ven a ver— me acerco y si que me gustaron todos, pero yo también tenía unos datos para incluir.
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A los que lleguen hasta aquí, muchas gracias, en serio. ☺️
¿Que creen que ocurra en esa habitación estando los dos solos? (y dejen la mente sucia para otro momento).
Comenten y si no es molestia dejen su ★
😘😘😘
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