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37. El mejor regalo

DÍAS DESPUÉS

POV MANU

Hoy me desperté desde muy temprano, quería prepararle un rico desayuno a mi chico por su día especial. Estamos en su departamento, así que llamé a Ric para que con Marina fueran a mi casa y prepararan todo lo que les indiqué, quiero hacer algo especial para Santi y no quiero que sospeche. Así que le pedí ayuda a esos dos que hace unos días se hicieron novios.

Después de todo el problema que provocó la madre de Ric, ya todo está bien, por suerte. Marcos dijo que también irías ayudarlos, aunque me preocupa que haga alguna de sus cosas locas.

Primero tenemos que ir a casa de mi padre. Clara le va a preparar un almuerzo y Sara quiere cantarle el “Feliz cumpleaños”. Y como en la noche Santi dijo que saldría con sus amigos, Clara dijo que el día sería suyo.

Terminando de servir el desayuno en la bandeja me encamino hacia la habitación. Al llegar a esta, entro y lo veo, aún sigue dormido. Está boca abajo, con los brazos bajo la almohada. La sábana solo le cubre hasta el comienzo de la espalda dejando al descubierto su tatuaje.

Con una sonrisa camino hacia la cama, dejo la bandeja sobre la mesita de noche y me siento en el borde junto a él. Llevo una mano a su espalda acariciando el lugar y dejo un beso en el centro haciendo que se remueva. Subo mi rostro hasta el suyo, acaricio su mejilla con mi nariz y una sonrisa empieza aparecer aún con sus ojos cerrados.

—Hola —susurra con la voz grave.

—Hola —se da la vuelta en la cama y se acomoda un poco quedando recostado en la cabecera de esta. —Traje tu desayuno —con mis palabras, sus ojos viajan hacia la bandeja sobre la mesita junto a la cama.

—Pequeña.. no tenías..

—Claro que sí —lo interrumpo tomando la bandeja y dejándola sobre sus piernas. —Solo es un pequeño desayuno.

—Viniendo de ti, aunque sea pequeño lo siento especial —sonrío. Saco el encendedor que tomé en la cocina, lo prendo y enciendo la velita en el pequeño pastel sobre la bandeja, haciendo que sus ojos se iluminen.

—Muchas felicidades precioso —suelta una risita y cierra los ojos por unos segundos, luego sopla apagando la vela y muerdo mi labio inferior al verlo sonreír.

—Gracias pequeña —toma mi rostro con una de sus manos y me acerca hasta rozar su nariz con la mía. —Eres perfecta —susurra sobre mis labios ante de juntarlos con los suyos en un delicioso beso.

(…)

Después del desayuno y de unos cuantos refunfuños de parte de Santi por no haber sido su postre mañanero por su cumpleaños, nos alistamos para salir con dirección a casa de mi padre.

Como dije antes, Clara tiene preparado algo por su cumpleaños, pero en la noche celebraremos con nuestros amigos. Salí antes de su departamento en mi coche para llegar antes, él iría después en su moto. No es normal que siempre lleguemos juntos.

Al cabo de unos minutos más, voy llegando a la reja de la entrada. Luis al percatarse de mi llegada, abre las puertas. Lo saludo al pasar y sigo hasta estacionarme frente a la casa. Bajo del auto y camino hacia la puerta, la cual abro con las llaves, hoy las traje.

Al entrar veo a mi padre sentado en uno de los sillones del salón y escucho la voz de Clara en la cocina. Mi padre al verme, sonríe y se pone de pie, este está vistiendo bastante casual, me gusta verlo así, relajado.

—Hola mi niña —sonrío y corto la distancia entre nosotros.

—Hola papi, ¿cómo has estado?.

—Bien cariño —en el momento que voy a seguir hablando, escucho la voz de Clara.

—Manu querida, que bueno que llegaste —dice acercándose a mí.

—Hola Clara, ¿cómo vas con los preparativos?.

—Bien, ya Rita tiene casi todo listo para un rico almuerzo con la comida preferida de Santi. Además ya la torta está lista, Sara está muy emocionada. Ah, y hablando de eso… me pidió que cuando llegaras fueras a su habitación, quiere que la ayudes con algo —dice encogiéndose de hombros.

Asiento ante esto y tomo camino hacia las habitaciones del segundo piso. Ya con la niña, la ayudé a envolver el regalo de su hermano. Y al cabo de unos minutos se escuchó el sonido de la moto de Santi llegar.

Con Sara bajamos y nos reunimos con todos abajo para esperar que el cumpleañero entrara y en cuanto Rita abrió la puerta, la primera en ir en su encuentro, fue la pequeña traviesa que le gritó el “Feliz cumpleaños” a todo pulmón sacándole una sonrisa a todos.

Después de un rato, se cortó la torta y Clara insistió en cantarle Las felicidades. El almuerzo pasó entre conversaciones triviales y anécdotas chistosas y vergonzosas. Además de que estuvo demasiado delicioso todo.

Cerca de las siete de la tarde, decidí irme primero para llegar antes al departamento de Santi, así que después de despedirme de todos, salí en mi coche hacia el centro de la ciudad.

Al llegar, entro directo al estacionamiento del edificio, dejo el auto y subo al elevador hasta su piso. Abro con una de las tarjetas que me dio y cuando estoy llegando a la habitación, me llega la notificación de un mensaje de Marina informándome la dirección de la discoteca donde iremos en la noche. Le doy la confirmación y escucho la puerta de entrada ser abierta.

—Pequeña.. —valla, no tardó casi nada.

—Aquí Santi —entro por completo a la habitación y unos segundos después lo hace él. —Pensé que te quedarías un poco más —se encoge de hombros y se acerca por completo a mí.

—Me gusta estar con ellas, pero me gusta más estar contigo —susurra y junta nuestros labios.

—Voy a darme una ducha —digo después de separarnos.

—¿Puedo acompañarte? —pregunta moviendo sus cejas haciéndome reír y niego provocando un puchero de su parte.

—Sabes que si entras, no saldremos en un buen rato y vamos a salir con nuestros amigos.

—¿Y si nos quedamos tu y yo aquí y celebramos juntitos? —propone escondiendo su rostro en mi cuello.

—Ellos quieren pasar un buen rato contigo, será divertido, además.. prometo que te recompensaré luego —susurro con una sonrisa haciendo que me mire.

—¿Si? —pregunta pícaro y asiento. —¿Cómo?.

—Es una sorpresa nene —doy un pico en sus labios y entro al cuarto de baño, dejándolo parado junto a la cama.

Después de una buena ducha de veinte minutos, salgo envuelta en un toalla con el secador para el cabello. Santi está acostado en la cama con su atención puesta en el teléfono, la cual se pone en mí cuando capta mi presencia. Me siento en el borde de la cama dándole la espalda y conecto el secador.

—Déjame hacerlo —pide poniéndose de rodillas tras de mí y tomando el secador de mi mano. Unos minutos después apaga el aparato y deja un beso en mi cuello. —Listo.

—Gracias —intento ponerme de pie, pero el agarre en mi cintura me detiene.

—¿De verdad no prefieres quedarte? —susurra y sonrío cuando deja otro beso en mi cuello.

—Santiii… —suelta el aire y apoya la cabeza en mi hombro.

—Ok ya, ya entendí. —Me pongo de pie y dejo un pico en sus labios.

Él entra al baño y yo voy por mis cosas.

(…)

Faltando minutos para las ocho y media, ya estoy lista. Vuelvo a darme una mirada frente al espejo y me siento complacida con el resultado. Mi vestuario consiste en un vestido color negro brillante, ajustado a mi cuerpo hasta mitad de muslo, con mangas largas y un escote bastante aceptable.

Mi cuello es adornando por un collar color plata y unos pendientes a juego. Además de unos zapatos de tacón alto. Mi cabello lo adorné con ondas, dejándolo en un moño alto con flecos cerca de mi rostro, acompañando todo esto con un maquillaje acorde.

—Hermosa —escucho su voz detrás de mí, volteo y no puedo hacer nada más que morderme el labio inferior.

Santi viste unos pantalones negros ajustados y rotos en las rodillas, una camisa negra con las mangas remangadas hasta el ante brazo y los primeros botones de esta abiertos, además de su cabello dorado perfectamente desordenado, haciéndolo ver todo un chico malo y extremadamente sexi.

—Tú también estás muy guapo.

—No tanto como tú —dice ya junto a mí tomando mi cintura. —Eres el mejor regalo de todos. —Juntamos nuestros labios por unos segundos, pero el sonido de mi teléfono nos hace separar.

—Marinaaa —decimos al unísono con una sonrisa.

(…)

Media hora después vamos ambos en mi coche con él al volante. La señora impaciente me llamó para meternos prisa como siempre y ya estamos llegando al lugar. Vamos en un silencio cómodo con música de fondo, mientras su mano está entrelazada con la mía en mi regazo.

Llegamos fuera del local y aparcamos el coche junto a todos los demás que hay. Bajamos y guarda las llaves en su bolsillo del pantalón. Cerca de la entrada hay una larga fila de personas y logro divisar a nuestro amigos conversando un poco alejados del tumulto.

Cuando nos vamos acercando los cuatro pares de ojos caen sobre nosotros. Está Ric con Marina tomándola de la cintura y Marcos con el brazo sobre los hombros de otro chico pelirrojo.

—Hey chicos, al fin —dice Mari haciéndome rodar los ojos.

—Hermano felicidades —Ric se acerca a Santi envolviéndolo en un abrazo.

—Gracias Ric.

Marina y los chicos también lo felicitaron y luego entramos con los pases que consiguió Marcos, no sé cómo lo hizo, ni tampoco quise preguntar. Después de todo, sus palabras fueron que ese era su regalo y el de Álex, el chico pelirrojo, para Santi.

Así que sin mucha discusión, pasamos junto a la larga fila de personas con dichos pases y todo perfecto. Adentro todo se resumía en música con el volumen a todo dar, luces rojas, moradas, verdes, azules, por todo el lugar y personas bailando como si su vida dependiera de ello.

Y claro, nosotros no seríamos la excepción. Los chicos fueron por bebidas para todos y nosotras junto con Álex recorrimos el local hasta encontrar una mesa al fondo. Cuando Santi y los demás volvieron, tomaron asiento junto a nosotros y ahí comenzó nuestra noche.

Entre alcohol, chistes malos de Ric y comentarios picantes de Marcos, pasamos un buen rato agradable y divertido, hasta que Marina me arrastró a la pista de baile. Ambas con un poco de alcohol en el sistema, ella más que yo vale decir, comenzamos a bailar siguiendo la buena música.

Con mis ojos cerrados, muevo las caderas siguiendo el ritmo y dejándome llevar. La música está muy alta, pero dejo de prestarle atención a esta cuando siento unas manos en mi cintura y una respiración en mi cuello.

—Me encanta como mueves tu cuerpo pequeña, pero cuando lo haces solo para mí. —Sonrío ante dichas palabras y ladeo mi cuello cuando siento que muerde el mismo.

Sin voltear aún, sigo moviendo mis caderas y sus manos en esta siguen el movimiento al igual que su cuerpo siguiendo mi ritmo. Su mano en mi abdomen me pega más a él y sin poder evitarlo un jadeo sale de mis labios al sentirlo en mi trasero.

Volteo enfrentando su mirada verde oscura y sin nada que decir, lleva una de sus manos a mi nuca estampado nuestros labios. Un beso sin calma comienza, devorando mis labios a su antojo. Le sigo el ritmo con todo gusto, terminando cuando toma mi labio inferior entre sus dientes, tirando de este.

Con mi respiración acelerada sonrío cuando el lo hace juntando nuestras frentes.

—¿Te parece si nos vamos ahora? —pregunta tirando de mi labio con su dedo pulgar hacia abajo.

—Si.. vamos —sonríe y tomando mi mano, me lleva hasta la mesa donde ante estábamos sentados.

Al llegar, en la mesa solo está Marcos y Álex, los cuales están algo ocupados comiéndose mutuamente. Con Santi compartimos a mirada sugerente y sin molestar ni llamar la atención de los chicos, tomo mi bolso y nos marchamos de ahí.

Con un poco de dificultad salimos del lugar abarrotado de personas y montamos en el coche con dirección a mi casa. Por el camino le escribí a Marina y a Marcos avisándoles lo evidente. Y después de unos minutos más en carretera, Santi entra el coche a mi garaje.

Bajamos y cuando rodea el coche hasta mi lado, tomo su mano y tiro de el hasta la puerta de entrada. Abro y entramos juntos, dejo mi bolso en el suelo y volteo a verlo con una sonrisa haciendo que frunza el ceño divertido. Lo rodeo y con mis manos cubro sus ojos con facilidad gracias a los zapatos altos.

—¿Qué haces pequeña? —pregunta con una sonrisa y dejo un beso en su mejilla.

—Es una sorpresa, solo camina despacio, yo te guiaré. —Susurro y asiente.

Con cuidado nos guío hasta mi habitación. Al estar frente a esta le digo que mantenga los ojos cerrados y abro la puerta. Tiro de el hacia dentro, le pido que espere un momento y enciendo algunas velas en el lugar. Vuelvo a su lado y tomo su mano.

—Ya puedes abrir los ojos. —Hace lo que le digo y acostumbrando du vista, entre abre los labios al recorrer mi habitación con la mirada.

Esta está iluminada con pequeñas luces navideñas blancas y algunas velas aromáticas dándole una luminosidad cálida y agradable, la cama con sábanas blancas está adornada con pétalo de rosas rojas formando un corazón en el centro, a parte de muchos más esparcidos por el suelo y del techo, sujetas de finos hilos, cuelgan fotografía de nosotros juntos.

—Pequeña… —voltea a verme y puedo ver sus ojos brillantes. —Esto.. esto es..

—Muchas felicidades —tomo su rostro entre mis manos y pego mi frente a la suya. —Aunque no se que hora es ya —digo divertida y suelta una risita.

—Gracias —deja un pico en mis labios y sonrío. —Estas cosas debería hacértelas yo a ti —susurra con los ojos cerrados.

—¿Quién lo dice? —pregunto comenzando a caminar mientras con mis manos en su pecho, lo incito a que haga lo mismo, pero de espalda, hasta que sus piernas chocan con la cama cayendo sentado en esta y sus manos van a parar a mi cintura. —Además tú has hecho muchas cosas por mí.

Sus ojos recorren mi rostro y sus manos en mi cintura aprietan el agarre.

—Estás hermosa —sonrío y sentándome a horcajadas sobre él lo beso.

No tarda nada en rodearme con sus brazos haciendo que la distancia entre nuestros cuerpos sea nula. Llevo mis manos a su cabello tirando de este cuando muerde mi labio inferior y un jadeo escapa de los suyos cuando yo hago lo mismo.

Bajo mis labios por su mentón hacia su cuello repartiendo pequeños besos húmedos mientras llevo mis manos a los botones de su camisa. Cuando succiono debajo de su oreja sus manos en mi cadera aprietan el agarre.

Con un poco de su ayuda me deshago de su camisa tirándola en algún lugar de la habitación. Sigo los besos por su pecho y pectorales. Bajo de sus piernas quedando arrodillada entre las mismas y llevo mi lengua a su abdomen marcado.

Levanto la vista por un segundo encontrando su mirada en mí, con sus pupilas dilatadas y sus labios entreabiertos con la respiración acelerada. Sin apartar la mirada, llevo mis manos al botón de su pantalón en el cual ya se puede apreciar el gran problema que tiene.

Desabrocho el mismo, bajo la cremallera y tomando el borde del pantalón, con un poco de su ayuda, bajo el mismo junto con la ropa interior hasta debajo sus rodillas. Tomo su miembro con una de mis manos y comienzo a moverla despacio provocando que un gemido abandone su garganta mientras sus manos se aferran a la cama.

Su mirada no pierde ninguno de mis movimientos y cuando acerco mi boca a la punta, sonrío viendo su mirada oscurecerse.

—Pequeña.. —guarda silencio cuando doy la primera lamida a su glande y escuchando un gemido abandonar su garganta, guío mi lengua por toda su extensión y sin pensarlo mucho meto su miembro en mi boca. —Ah, maldita sea —gruñe llabando una mano a mi cabeza.

Lamiendo y disfrutándolo su mano empieza a guiar los movimientos, haciendo que llegue más hondo, mientras, con una de mis manos masajeo la base. Desde mi posición puedo ver perfectamente sus labios entre abierto y su cabeza hacia atrás.

Siento como su cuerpo se tensa y las venas de su miembro palpitar. Se que está a punto llegar y cuando tira un poco de mi cabello hacia atrás, me aferro a sus piernas, aumentando la velocidad de mi boca y con una succión más a su glande, un chorro de semen inunda mi boca a la vez que un ronco gemido atraviesa su garganta junto con un apretón en mi cabello.

Lo trago todo y con mi mirada puesta en él, veo como muerde su labio inferior cuando limpio los rastros de semen en su miembro.

Con su mano en mi cabello tira de mí hasta estar a la altura de sus labios tomándolos en un beso demandante.

—Eso fue muy caliente Manuela —susurra sobre mis labios aprisionándolos de nuevo entre los suyos

Se deshace de sus pantalones y zapatos y poniéndose de pie, agarra el borde de mi vestido sacándolo sobre mi cabeza dejando a la vista mi ropa interior negra a juego. Tirando de mi labio inferior con sus dientes, toma mis muslos y hace que enrede mis piernas a su alrededor.

Deja mi espalda reposar en la cama colocándose entre mis piernas.

—Este ha sido el mejor día de todos —dice llevando una de sus manos a mi espalda. —Ayúdame preciosa —pide y arqueo un poco mi espalda dándole espacio para deshacerse del enganche de mi sujetador.

Cuando tira este por algún lugar de la habitación, lleva uno de mis pezones a la boca tirando de este y provocando un gemido de mi parte. Dirige su lengua por mi abdomen plano y al llegar al comienzo de mi braga, toma el borde de esta, sacándolas por mis piernas. Deja un beso sobre mi monte de Venus y sube hasta capturar mi boca entre sus labios.

Con una de sus manos dirige su miembro a mi entrada húmeda y lista para él, y de una estocada entra por completo en mí, logrando que un fuerte gemido se quede atrapado en su boca. Unos segundos después de mantenerse quieto, empieza a mover las caderas en un vaivén lento pero profundo sacándonos jadeos y gemidos a ambos.

Según pasan los minutos, la velocidad de las embestidas aumenta llenando la habitación de gemidos y lloriqueos de placer. Cuando siento mi interior contraerse, me aferro a su espalda sintiendo sus músculos tensos también.

—Santi… —lloriqueo al sentir que no puedo más.

—Vente para mi pequeña —susurra sobre mis labios sin dejar de embestir con fuerza y sus palabras son el detonador de mi cuerpo.

Un par de embestidas más y un fuerte gemido abandona mi garganta, cuando el orgasmo me golpea y segundos después un gruñido arrasa la garganta de Santiago a la vez que se derrama dentro de mí.

Su cuerpo se apoya un poco sobre el mío sin llegar a aplastarme y junta nuestras frente, mientras calmamos nuestras respiraciones aceleradas.

—Te amo Santi —susurro sobre sus labios y sus ojos que se mantenía cerrados, ahora me miran con intensidad.

—¿Puedes decirlo de nuevo? —pregunta con una pequeña sonrisa haciéndome sonreír.

—Te amo, te amo mucho — su sonrisa se agranda y junta nuestros labios por unos segundos.

—Yo también te amo pequeña, no sabes cuánto.


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Hola mis linduras, espero que estén todos muy bien.

Si, se que soy de lo peor por dejarlos tanto tiempo sin actualización y pido disculpas por eso. Me bloqueé de sobremanera estas últimas semanas y este fue el resultado.

No les pude traer doble actualización, pero escribí el capítulo más largo de lo habitual, así que espero que les haya gustado.

Hasta el próximo capítulo.
A todos, gracias por leer. ❤️

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