34. Mi todo
Salgo del baño con una toalla alrededor de mi cadera y veo a Manu dormida. Tuvimos un despertar algo movido y cayó agotada. Está acostada boca abajo y su linda espalda está al descubierto. Elimino los pasos que me separan de la cama y cuando estoy junto a ella, la cubro con la colcha mientras admiro su rostro dormido. Sonrío y dejo un beso en su cabeza.
Me pongo la ropa interior junto con un pantalón de chándal y salgo de la habitación con dirección a la cocina. En estos últimos días fui al supermercado y compré todo lo necesario para una buena alimentación, no podía vivir a base de yogurt y sándwich todo el tiempo.
Llego a la cocina y empiezo a buscar todo lo que necesito para hacer panqueques, mi especialidad, deliciosos y fáciles de hacer. Saco la harina, los huevos, la leche, el aceite y me pongo manos a la obra. Cuando la masa está lista y la sartén está caliente, echo la primera cucharada de la mezcla.
En el momento que echo lo que queda de la mezcla en la sartén, siento dos brazos envolver mi cintura y como pega su rostro a mi espalda. Sonrío como tonto y pongo mi mano sobre las suyas entrelazadas en mi abdomen.
-Hola pequeña -deja un beso en el centro de mi espalda logrando que me estremezca.
-Hola amor -me quedo quieto ante sus palabras y muerdo mi labio inferior.
Volteo haciendo que desenlace sus manos y me encuentro con una sonrisa hermosa que provoca la mía y esos ojos grises que me roban la respiración. Suelto una risita y tomo su rostro entre mis manos.
-¿Sabías lo mucho que te quiero? -sus mejillas se tiñen de ese rosa que la hace ver adorable y de a poco junto nuestros labios.
Adoro besarla, sus labios son suaves y carnosos, que te invitan a devorarlos. Soy adicto a ella y no siento ningún remordimiento por eso. Nos separamos por la falta de aire y juntamos nuestras frentes. Voy a decir algo, pero veo que frunce el ceño y arruga la nariz.
-Huele a quemado -con sus palabras me llega el olor y abro los ojos como platos.
-Los panqueques -volteo y encuentro una cosa negra y quemada pegada al fondo de la sartén. -Por dios -desconecto la cocina, mientras Manu abre las ventanas para que salga el humo y el olor a quemando.
Viene hacia mí y cuando se fija en el contenido de la sartén, comienza a reír a carcajadas.
-Parecen una cosa mala -dice entre risas haciéndome reír a mí también.
-Si la verdad, pero por suerte eran los últimos -menciono señalando el plato lleno de panqueques comestibles.
-¿Esos no se te quemaron? -pregunta divertida
-¿Perdón?, ¿quieres ver qué no comes por chistosita? -sonríe ante esto y levanta las manos en señal de rendición.
Camina hacia la nevera y mi vista recorre todo su cuerpo. Solo viste una de mis camisetas que le cubre hasta mitad de su trasero, dejándome ver su braga de color negro y tengo que decir que se ve de maravilla.
-Santi -ante su voz me centro en su rostro y choco con una sonrisa divertida. -¿Miel o jarabe?
-Realmente te prefiero a ti, -su rostro se sonroja y sonrío -pero miel está bien.
Niega con la cabeza y saca el envase de miel junto con una jarra de jugo de fruta. Lo deja en la mesa, mientras yo pongo sobre esta, los panqueques, junto con las tostadas y la mantequilla. Nos sentamos a la mesa y comenzamos a desayunar.
Cuando terminamos de comer y dejamos todo en orden, nos alistamos y salimos en mi moto. En el camino, dejé a Manu en casa de Marina, puesto que según ella, iban a tener conferencia con Marcos que llegaba hoy. Ahora voy camino a la empresa de Francisco, que llamó diciendo que quería verme.
Llego y entro directo al estacionamiento del lugar, parqueo la moto y tomo el elevador marcando el último piso. Cuando se abren las puertas salgo y tomo el pasillo con dirección a la oficina de Fran. Al llegar me recibe su secretaria, una señora bastante agradable, las veces que he venido me ha tratado muy bien.
-Buenos días Marta -digo llamando su atención.
-Buenos días querido -me responde con una sonrisa.
-Vengo a ver a Francisco.
-Si claro, me dijo que cuando llegarás podías pasar.
-Gracias.
Frente a la puerta toco y con un "pasa" del otro lado, abro la puerta. Francisco está sentado en su escritorio leyendo unos papeles sobre este, pero al sentir el sonido de la puerta, levanta la mirada y me ve.
-Santi, te estaba esperando -se pone de pie y viene hasta mí.
-¿Cómo estás Fran?
-Todo bien, con mucho trabajo -responde dándome un corto abrazo.
-¿Y mi madre y Sara? -pregunto cuando tomamos asiento, él en su silla detrás del escritorio y yo frente a este.
-Clara está bien, con ganas de verte, y la niña un remolino como siempre, -sonrío ante esto -pero no deja de preguntar cuando irás a verla.
-En estos días iré por allá.
-Cuando quieras -asiento. -¿Y la universidad como la llevas?
-Todo perfecto, este año va bastante bien.
-Me alegro chico.
-Gracias.
-Bueno, antes de centrarnos en el trabajo, ¿quieres algo de tomar?
-Agua estaría bien -me encojo de hombros y asiente.
-Marta -dice por el comunicador del teléfono.
-Si señor.
-Trae una tasa de café y un vaso de agua a mi oficina por favor.
-Ahora mismo se lo llevo.
-Bien, a lo que íbamos, Santi te llamé porque como sabes, la construcción de la tienda empezó hace unos días -asiento -y necesito que te pases por ahí.
-¿Hay algún problema? -pregunto frunciendo el ceño.
-No, pero hacen falta tus conocimientos cerca.
-Está bien, pero la universidad...
-Después que termines tus clases puedes pasar, no hay problema, pero necesito que estés, porque el jefe de brigada de la construcción, me está pidiendo explicaciones de algo que no entendía en los planos y bueno, como sabes ese no es mi fuerte -dice divertido y sonrío.
-Está bien, no veo que no entienda, pero ahí estaré.
-Perfecto -tocan la puerta -pasa.
-Permiso.
-Adelante Marta -deja la taza de café a un lado de Francisco y hace lo mismo con mi vaso de agua.
-Gracias -me sonríe y asiente.
-¿Algo más señor?
-No Marta, gracias -da la vuelta y sale de la oficina. -Ahora Santi, quiero mostrarte las opiniones de la junta acerca del proyecto y de tus maquetas.
(...)
Salgo de la empresa y me doy cuenta que ya es un poco tarde. Entro al estacionamiento y salgo en la moto con dirección a mi departamento. Llego al edificio, guardo la moto y subo hasta mi piso. Al estar frente a la puerta, saco las llaves y abro.
Dejo el casco junto con las llaves sobre uno de los sillones y voy hacia la cocina. Abro la nevera sacando la jarra de agua y me sirvo un poco. La pequeña no me ha llamado en todo el día, me imagino que esté con sus amigos.
Pongo el vaso vacío sobre la isla y tomo el pasillo hacia mi habitación. Al abrir la puerta, encuentro a Manu acostada en la cama en posición fetal, con los ojos cerrados y el ceño fruncido y lo primero que pasa por mi cabeza es que tenga una pesadilla. Camino hasta la cama a paso rápido y me siento en el borde de esta junto a Manu. Al sentirme abre los ojos encontrando mi mirada preocupada.
-¿Qué pasa pequeña, qué tienes? -pregunto acariciando su mejilla y cierra los ojos ante mi toque.
-Me llegó el periodo y tengo cólicos -dice en un tono bajo y paso la mano por su cabello.
-¿No has tomado nada para el dolor? -niega.
-Espera un momento, ahora vuelvo -susurro y beso su frente.
Salgo de la habitación y cuando llego a la cocina, empiezo a buscar en los cajones los medicamentos. Nunca me imaginaría pasar por algo así, debe ser muy molesto y doloroso, mi madre se ponía igual. No me gusta ver a Manu así, pero es algo inevitable.
Encuentro por fin los calmantes, sirvo un poco agua y voy de regreso a la habitación. Entro y veo a Manu en la misma posición, pero más encorvada aún, apretándose el abdomen bajo. Me siento junto a ella y dejo el vaso sobre la mesita junto a la cama.
-Pequeña, toma esto, te hará bien -se sienta en la cama con una mueca en su rostro debido al dolor y toma la pastilla en su mano. -Es un calmante para el dolor -la lleva a su boca y toma un poco de agua.
-Gracias -tomo el vaso y vuelve a recostarse en la cama tomando mi mano entre las suyas. -¿Puedes acostarte conmigo? -pregunta en voz baja y sonrío.
-Claro que si preciosa.
Dejo el vaso de nuevo sobre la mesa y quito mi chaqueta. Me recuesto de costado junto a ella y hago que pegue su espalda contra mi pecho. Entrelazo una de mis manos con la de ella sobre su cabeza, la otra la dejo sobre su bajo vientre y empiezo a repartir caricias en este. Dejo un beso en su cabeza y pego mi frente a esta.
Un buen rato después veo que se ha quedado dormida. Me levanto con cuidado de no despertarla, antes de salir la vuelvo a mirar y salgo por completo. Saco mi móvil y empiezo a buscar por internet formas de aliviar estos dolores.
Entre tanto, encuentro técnicas de relajación, remedios caseros, el uso de medicamentos, un baño de agua caliente o el uso de alguna almohadilla térmica para la parte baja del vientre. Hay varias cosas, pero aquí no tengo nada.
Me quedo unos segundos mirando la pantalla del móvil, hasta que decido salir a comprar algunas cosas. Vuelvo a mi habitación, Manu sigue durmiendo, espero no despierte mientras no estoy. Me coloco la chaqueta y salgo nuevamente.
(...)
Media hora más tarde estoy entrando de regreso al estacionamiento del edificio. Parqueo la moto, agarro la bolsa de las compras y tomo el elevador.
Al estar en mi piso, salgo y entro a mi departamento.
Voy directo a la cocina y dejo la bolsa sobre la mesa. Empiezo a sacar las cosas, compré una bolsa térmica, unos paquetes de té, no sabía mucho de eso, porque no suelo tomarlo, así que le pedí opinión a la joven de la tienda y me recomendó: el té de manzanilla, me dijo que le vendrían bien a Manu.
También compré algunos dulces, chocolates, caramelos, algunas chucherías. Se que cuando están en sus días a veces se ponen muy sensibles y otras veces que ni ellas mismas se soportan. Así que yo prefiero enfrentarla en caso de momentos como esos con dulces, que con palabras.
Cuando organizo todo en su lugar, pongo a calentar agua para prepararle una taza de té y me encamino a mi habitación. Cuando abro la puerta la pequeña no está, pero toda mi atención se la lleva la mancha roja sobre la cama.
-Uuuh -susurro y centro mi mirada en la puerta del baño la cual está cerrada. Voy hasta ella y toco. -Pequeña, ¿estás bien?.
-Si, en un momento salgo -responde después de unos segundos en silencio.
-Si necesitas algo estoy aquí.
Vuelvo junto a la cama y me deshago de las sábanas, al fin y al cabo, es algo normal. Las dejo a un lado y coloco sábanas limpias. Cuando estoy terminando de arreglar la cama, la puerta del baño se abre, dejándome ver a una Manu algo avergonzada.
-Discúlpame -frunzo el ceño ante sus palabras y camino hasta ella.
-¿Por qué debería disculparte? -veo sus mejillas sonrojadas y paso mis dedos por una de ellas.
-Arruiné las sábanas y ...
-¿Qué dices pequeña?, eso no me molesta, se que es algo normal. Eso se manda a lavar luego y ya está, no te preocupes -tomo su rostro entre mis manos y dejo un tierno beso en sus labios. -¿Aún sientes dolor?.
-Un poco -susurra.
-¿Te apetece una taza de té? -asiente y sonrío. -Espérame unos minutos entonces -beso su frente y salgo de la habitación.
Al llegar a la cocina, el agua está súper caliente. Desconecto la cocina y en una taza preparo la infusión de manzanilla. De regreso al cuarto, Manu está recostada al espaldar de la cama viendo algo en su móvil, el cual deja a un lado cuando estoy cerca de ella.
-Aquí tienes -le entrego la taza con cuidado y sonríe. -Cuidado, está caliente.
-Gracias Santi.
-De nada hermosa -le da un sorbo a la bebida y cierra los ojos.
Me siento en el borde de la cama junto a sus piernas y empiezo a deslizar mis dedos por estas, mientras la observo. Mi nena hermosa, esta chica se ha robado toda mi atención y cariño sin darse cuenta. No quisiera que esto que tenemos termine nunca.
No llevamos tanto tiempo juntos, pero siento que si en algún momento no la tuviera, me vendría abajo. Esta chica de ojos tormenta, se ha metido bajo mi piel de una manera que no sé explicar. Sus lindos sentimientos me han devuelto parte de mi vida, la cual perdí hace años. Ella, a parte de Sara y mi madre, se ha convertido en mi todo.
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Hola personitas hermosas, espero que estén bien.
Disculpen si no actualicé la semana pasada, pero tuve complicaciones con el capítulo. Quiero que tengan en cuenta que no me gusta subir un capítulo si no estoy convencida de lo que escribo. De traerles un capítulo sin sentido todas las semanas, prefiero publicar uno que valga la pena cada dos semanas. Espero que entiendan.
Ahora.. quiero agradecerle a todas esas personitas que han llegado hasta este punto de la historia, que sepan que me hacen muy feliz. 😊
A todos los quiero. 💋
Hasta el próximo capítulo.
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