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31. Perdóname


Al ver a mi madre subiendo las escaleras, me detengo y ella hace lo mismo sin despegar su mirada de la mía. Luego de unos segundos en la misma posición, sin decir ni una palabra suspira y da los pasos que le faltan hasta estar a poca distancia de mí.

—¿Cómo has estado? —pregunta con vos suave.

—Bien —me encojo de hombros y veo como las comisuras de sus labios decaen.

La veo como si quisiera decirme algo, pero se retiene y yo me siento mal, no me gusta esta sensación de estar así con ella. Suelta el aire y sin darme tiempo a reaccionar, se acerca por completo a mí y envuelve sus brazos en mi cuello. Me quedo quieto, no esperaba su acción.

—Perdóname mi amor —susurra y siento mis ojos humedecerse.

Envuelvo mis brazos a su alrededor y dejo mi rostro en su cuello. Su mano va a mi cabeza acariciando mi cabello y siento que algo dentro de mí cobra calidez. Se separa un poco de mí y toma mi rostro entre sus manos.

—Discúlpame.., discúlpame por no confiar en ti hijo. Ese día cuando te fuiste, no sabía que hacer. Me sentí tan mal recordando lo tanto que sufrimos en el pasado por esa porquería —cierro los ojos. —Me dejé llevar por la ira al ver aquella bolsa en la entrada de la casa, pero.. —hace que la mire —cuando saliste por esa puerta, un balde de agua helada cayó sobre mí. Sentí tanto miedo cuando no respondías las llamadas, no sabías dónde estabas.

—Lo siento.. —susurro.

—No lo hagas, yo soy la que me disculpo por todo —miro sus ojos verdes como los míos y veo como se llenan de lágrimas. —Mi niño, mi rayo de sol —dice con voz suave, acariciando mi mejilla y cierro los ojos ante su tacto.

Envuelve nuevamente sus brazos a mi alrededor y mantengo mis ojos cerrados sintiendo su calor. Unos segundos después siento como algo se abraza a mis piernas y me separo de mi madre, al mirar hacia abajo, sonrío al ver a Sara abrazada a mí.

—Hey preciosa —acaricio su cabello y me dedica una sonrisa demasiado dulce.

Sale Manu de la habitación y me mira con ternura por unos segundos hasta que mi madre llama su atención.

—Manu querida, que lindo verte —se le acerca y la abraza.

—Igual Clara.

—Bueno, ¿se quedarán a comer? —pregunta y pone su mirada en mí esperando mi respuesta. Miro a Manu y esta asiente.

—Si, nos quedaremos —con mi respuesta el rostro de mi madre se ilumina y una sonrisa aparece en este.

—Que bien, entonces vamos abajo.

—Vallan ustedes, voy a buscar algo a mi habitación y luego bajo.

—Está bien cariño —toma a Sara en brazos y antes de verlas bajar por las escaleras, yo camino hacia mi habitación.

POV: MANU

Cuando veo a Santi entrar a su cuarto, volteo a ver a Clara ya empezando a bajar las escaleras.

—Clara, ahora bajo, olvidé algo en la habitación de Sara.

—Está bien querida. —Ella sigue su camino y yo retrocedo hasta estar frente a la puerta de Santi.

Giro el pomo de la puerta, abro un poco y asomo la cabeza viéndolo sentado en la cama, pero al sentir el ruido de la puerta voltea y me ve.

—¿Puedo? —asiente y entro por completo. Cierro detrás de mí y voy hasta él, cuando estoy frente suyo, envuelve sus brazos a mi alrededor y deja su cabeza apoyada en mi abdomen. Llevo una de mis manos a su cabello enredando mis dedos en este. —¿Estás bien? —vuelve asentir.

—Mi madre me ha pedido perdón —dice en un tono bajo y busca mi mirada.

—¿Y cómo te sientes con eso?

—Bien.., no sé —se encoge de hombros. —Pensé que íbamos a volver a discutir, que me iría como la última vez, que iba a salir el mismo tema relacionado con.. con mi padre —guarda silencio y baja la mirada. —Por eso cada que me llamaba rechazaba sus llamadas. Sentía una sensación en el pecho cada vez que lo hacía, pero no me sentía listo para hablar con ella.

—¿Y ahora si?

—No, pero al parecer Sara lo decidió por mí —dice y sonríe. Acaricio su mejilla y hago que me mire.

—Es normal que tuvieras miedo Santi, nadie quiere revivir un dolor así —junto mi frente a la suya y cierra los ojos. —Pero no hubo discusiones ni nada, todo salió bien.

—Gracias —susurra.

—¿Por qué?, no he hecho nada.

—Por estar —sonrío y junto nuestros labios por unos segundos. Al separarnos acaricio su mejilla y tomo una de sus manos.

—Será mejor bajar antes de que alguien suba a por nosotros —tiro de él, pero hace más fuerza y me atrae hacia su cuerpo. Pone su mano en mi cuello y me besa profundizando el beso. Con sus dientes tira de mi labio inferior y al soltarlo pasa su lengua por el lugar sonriendo.

—Vamos —niego con una sonrisa y se pone de pie.

Abre la puerta y ve que no haya nadie en el pasillo. Salimos los dos y al bajar las escaleras, vamos hasta el salón donde está nuestra familia. Nos unimos a ellos y entramos a su conversación.

Estuvimos hablando un rato de temas banales hasta que salió a relucir el tema del proyecto de la tienda. La próxima semana comienza la construcción y Santi tiene que estar ahí, después de todo es el arquitecto. Cuando Rita sirvió la cena, todo fuimos hacia el comedor. La conversación siguió su rumbo y pasamos un buen rato.

Ya cerca de las once decidimos que era hora de irnos, pero se complicó un poco porque Clara pensaba que Santiago se quedaría en la mansión. No estuvo muy feliz con la decisión que tomó su hijo, pero él no cambiaría de opinión, lo sabía.

Al final de todo, no estando ella muy de acuerdo, nos marcharnos. Me despedí de mi padre y salí unos segundos después de Santi. Cuando llego a mi coche, él ya estaba montado en su moto. Me dice que me esperará en la casa y arranca saliendo de ahí.

Suspiro y monto en el coche, arranco y salgo detrás de él. Después de un tiempo en carretera, llego a casa y lo veo recostado a la pared al lado de la puerta con los brazos cruzados. Meto el coche al garaje y luego voy con él.

—Hola —digo poniendo las manos en su cintura, me pongo de punta y dejo un beso corto en sus labios.

—Hola —susurra.

—Entremos, ¿si? —asiente y abro la puerta con la llave.

Entramos y voy hasta la cocina con él siguiendo mis pasos. Se sienta en uno de los bancos de la islas, mientras yo sigo hasta la nevera y saco la jarra de agua.

—Sírveme un poco a mí también —asiento y sirvo un poco de agua para los dos.

—Aquí tienes.

—Gracias.

—Santi..

—¿Qué pasa? —pregunta mientras bebe el agua. No se si preguntarle esto, pero..

—Tú.. —con mi duda capto toda su atención y suspiro. —¿Tú no tienes alguna idea de.. de quién pudo haber mandado la droga a casa de mi padre? —al terminar mi pregunta, tuerce los labios mientras deja el vaso sobre la isla y yo empiezo a arrepentirme de haberle preguntado sobre el tema.

—Manu haber.. es verdad que cuando era un adolescente, estaba metido en ese mundo hasta los huesos y no era necesario que me trajeran la droga, yo la buscaba por pura desesperación, —baja la mirada unos segundos y luego la vuelve a juntar con la mía. — Pero ahora, no tengo idea de nada, no se quién pudo haber enviado la droga. —Camino hasta él y me pone entre sus piernas. —Cuando salí de la clínica me desvinculé de todo ese mundo, no fue fácil, pero lo hice. Aunque nadie quita que alguien quiera acabar con mi tranquilidad como hace unos días. —Mis comisuras decaen y acaricia mi mejilla.

—Esperemos que no —susurro y me da una sonrisa de boca cerrada.

Atrae mi rostro hacia el suyo y junta nuestros labios en un tierno roce. Continuamos así por unos segundos hasta que él empieza a moverlos, provocando que yo lo haga también. Mantenemos un ritmo constante que poco a poco va subiendo de intensidad.

Me aprieta un poco más contra él y enrollo mis brazos alrededor de su cuello. Muerde mi labio inferior y un jadeo escapa de mi boca lo que aprovecha para introducir su lengua y empezar así un baile entre ellas. Sus manos en mi cintura bajan hasta mi trasero masajeándolo a su gusto.

Mis dedos se enredan en su cabello y tiran de este cuando su boca abandona la mía y recorre mi cuello con su lengua. Un gemido se escapa de entre mis labios cuando siento que succiona bajo mi oreja y sus manos se introducen dentro de mi pantalón apretando mi trasero.

Una de sus manos se escurre hasta mi parte íntima y al darse cuenta de lo húmeda que estoy una sonrisa torcida aparece en su rostro. Con su otra mano sujeta mi mentón y hace que centre mis ojos en sus esmeraldas oscuras. Sus dedos hacen a un lado mi braga y de mis labios entreabiertos empiezan a brotar pequeños jadeos.

Muerde su labio inferior tirando del mío con su dedo pulgar y atrapa mi boca entre la suya cuando un gemido abandona mi garganta en el instante que sus dedos llegan a ese punto deseoso de él. Aumentan un poco la velocidad de estos y entierro mis uñas en su cuello.

Un cosquilleo recorre mi vientre y cierro lo ojos ante tan exquisita sensación. Siento este contraerse y cuando me penetra con dos de sus dedos un gemido incontrolable sale de mis labios. Muevo las caderas al compás de sus movimientos y baja su boca a mi cuello haciendo de las suyas.

—Vamos preciosa, déjate ir —susurra en mi oído a la vez que aumenta la velocidad de sus dedos y muerde el lóbulo de mi oreja.

Sus palabras me hacen estremecer haciendo que me aferre a él. Unas embestidas más de sus dedos y un gran gemido abandona mi boca cuando me dejo ir en su mano. Mi cuerpo da pequeños espasmos que no puedo controlar y sigue acariciándome hasta que estos se detienen. Junta nuestros labios con movimientos lentos y pone una de sus manos en mi cintura cuando siento que mis piernas flaquean.

—Te quiero —susurro y una sonrisa aparece en su rostro.

Se pone de pie, me toma de los muslos y hace que abrace sus caderas con mis piernas

—Yo también te quiero pequeña —deja un beso corto en mis labios y camina conmigo en brazos hasta mi habitación.

(…)

Una llamada de Marina me hace salir corriendo del baño. ¿Cómo se qué es ella?, pues ya me ha llamado tres veces en quince minutos, a veces se pone muy intensa. Llego junto a la cama y apago el teléfono rezando para que no haya despertado a Santi.

Lo que pasa es que hoy es domingo así que voy a reunirme con mis amigos, pero me quedé dormida y no deja de llamarme. Voy hacia el armario y empiezo a sacar la ropa que voy a ponerme.

—¿A dónde vas? —escucho que pregunta detrás de mí con vos adormilada. Volteo  y lo veo sentado en la cama mirándome con su rostro todo soñoliento.

—A ver a mis amigos —respondo caminando hacia él y me siento al borde la cama —hoy es domingo —asiente y un bostezo abandona su cuerpo.

—Me hubieras llamado.

—No quería despertarte —me acerco a él, beso su mejilla y luego dejo un beso corto en sus labios. —Puedes seguir durmiendo, aún es temprano —dejo otro beso en su mejilla y me pongo de pie.

Tomo la ropa y cuando voy llegando a la puerta, veo como Santi se deja caer nuevamente en la cama con los ojos cerrados. Sonrío y cierro la puerta al salir. Cambio mi ropa de dormir, bueno en este caso la camiseta de Santi por un pantalón negro ajustado, una blusa de mangas largas color blanco y mis zapatos de tacón negros, bastante básico, pero bien.

Hago un moño alto con mi cabello y regreso al cuarto por mis cosas. Al entrar, encuentro a Santi dormido de nuevo. Está boca abajo y la colcha lo cubre hasta el comienzo de su espalda, dejando a la vista su tatuaje. Camino hasta él y lo observo unos segundos, su rostro se ve muy tranquilo y hermoso.

Me agacho un poco y beso su frente, lo cubro por completo con la colcha y salgo de la habitación con una sonrisa. Cuando llego a la puerta de salida me entra otra llamada de mi amiga.

—Por dios Marina —susurro y ruedo los ojos saliendo por fin.

Saco mi coche del garaje, me monto y salgo en dirección a la cafetería de siempre. Un rato después estoy estacionando mi coche frente a esta. Bajo poniéndole seguro al auto, entro al local y en la mesa del fondo junto a la ventana, diviso a mis chicos.

—Hola —digo cuando estoy junto a ellos.

—Hola lindura —dice Marcos y me siento a su lado quedando frente a Mari

—Pensé que no llegarías —reprocha esta con los ojos entrecerrados.

—Imposible que no llegara con todas tus llamadas, pobre de Ric —comento divertida haciendo que se sonroje.

—No seas tonta —dice haciéndonos sonreír.

—Bueno, después de todo tu llamada fue mi despertador, es que me quedé dormida.

—¿Acaso te quedaste viendo películas hasta tarde? —pregunta curiosa. ‹Si supieras›.

—Bueno yo…

—La verdad creo que la que estaba haciendo la película era ella y cierto bombón de ojos verdes —me interrumpe Marcos provocando que me atragante con mi propia saliva.

Marina mira confundida a Marcos y este con una sonrisa divertida señala mi cuello y la sangre sube a mi rostro al recordar el chupetón de Santi ayer en la noche. Al tener el cabello suelto en la mañana no lo vi en el espejo y lo olvidé.

—Oh, valla —susurra mi amiga al darse cuenta.

—Deberías soltarte el pelo —sugiere Marcos y no pienso ni un segundo para hacerlo. —Parece que el bombón ha dejado su sello.

—Calla Marcos —suelto con mis mejillas caliente provocando que ría. Miro a Marina y tiene una sonrisa en el rostro.

—¿Es bueno moviéndose?

—¡Marcos!

—Solo tenía curiosidad —dice volviendo a reír. Niego con la cabeza y no me queda de otra que reír con ellos, chicos locos.



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¡¡Hola linduras!! espero que todos estén bien.

Disculpen si no puede actualizar la semana pasada, pero me bloqueé un poco escribiendo este capítulo y se me complicó un poco, pero aquí lo tienen, espero que les haya gustado.

Gracias a todos los que me leen.
Besos 💋💋

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