30. Hola princesa
POV: SANTI
Hace un rato que Manu se fue a su casa a buscar las cosas para la universidad. No quería que se fuera, pero lo bueno nunca dura para siempre.
Ella ya sabe todo mi pasado, no me juzgó y confió en mí y eso solo hizo que mi amor por ella creciera, el cual empezó a florecer desde el primer momento que vi esos hermosos ojos tormenta. Y por el camino que voy, este sentimiento solo tiene intenciones de seguir creciendo.
Cuando tengo intenciones de tomar mi mochila para salir, mi teléfono suena. Al revisar veo que es mi madre.. otra vez. Suelto el aire y cierro los ojos. No he contestado sus llamadas desde el día que discutimos, pero parece que es hora de dejar la inmadurez aun lado. Contesto y cuando espero oír su voz, una completamente diferente me nombra.
—Santi —como extrañé esa voz de niña dulce que tiene.
—Hola princesa.
—Hola.
—¿Estás bien amor?
—Si.
—¿Qué haces con el teléfono de mamá? —pregunto sentándome en el sofá del salón.
—Lo tomé cuando estaba dormida y me escondí en mi habitación. Quería hablar contigo, te extraño mucho — una sonrisa aparece en mi rostro. Mi nena hermosa.
—Yo también te extraño mucho, pero podías habérselo pedido.
—Lo se, para la próxima se lo pido —niego con sonrisa, la cual borro con su siguiente pregunta. —¿Cuándo vienes para la casa?.
—Eh.. no se, yo..
—Hermanito quiero verte , ¿tú no quieres? —su voz se vuelve un susurro en esto último y mi pecho se oprime.
—Claro que quiero hermosa, nunca pienses lo contrario.
—Está bien —susurra.
—A ver… ¿Quieres que vaya a jugar contigo hoy?
—¿De verdad? —pregunta con emoción.
—De verdad.
—Siiii —chilla feliz haciéndome reír. —Te quiero mucho Santi.
—Yo también te quiero princesa.
La llamada se cuelga y me quedo unos segundos mirando la pantalla del teléfono apagado.
—Sarita, Sarita, mi traviesa Sarita —digo para mí y decido irme por fin.
(…)
Cuando llego al estacionamiento de la universidad, veo llegar el auto de Manu. Parqueo la moto y voy hasta ella cuando la veo bajar del coche.
—Hola pequeña —al escucharme voltea y sonríe.
—Hola Santi —va a dejar un beso en mi mejilla, pero giro el rostro y junto nuestros labios. —Oye —reclama y me da un suave golpe en el pecho, provocando que ría. —Estás loco.
—Por ti —sus mejillas se sonrojan y esta vez soy yo quien deja un beso en una de ellas.
—Cuanto desborde de amor tortolitos —volteo buscando la procedencia de la voz y encuentro a Ric mirándonos con una sonrisa.
—Hola casanova —chocamos nuestros puños y veo como hace un puchero en la dirección de Manu, entonces me doy cuenta que esta lo está mirando con los ojos entrecerrados. —¿Qué le hiciste? —pregunto divertido a mi amigo.
—¿Yo?, yo no he hecho nada —responde fingiendo indignación, levanto las cejas y rueda los ojos. —Digamos que ayer no le quise decir nada sobre ti y ya vez, de esa forma me gané su odio —suelto una risita a la vez que Manu, mientras Ric se cruza de brazos.
—No seas tonto Ric, si por casualidad te llegaras a ganar mi odio, me encargaría de convertir a Marina en tu verdugo, ¿te gustaría? —pregunta divertida provocando que este abra los ojos como platos.
—Ni siquiera se te ocurra, esa rubia debe perder todo lo adorable cuando se enoja —dice como si se lo estuviera imaginando haciéndonos reír a Manu y a mí.
—Mira, ahí viene, quizás le comente mi idea —Ric voltea y es cierto, acaba de llegar el auto de Marcos.
—Santi podrías besarla, quizás así se olvida de esas cosas. Por favor, por tu mejor amigo.
—Que Santi me bese no hará que lo olvide Ric —dice cruzándose de brazos con una sonrisa altanera, la cual se esfuma cuando me pongo detrás de ella y coloco una mano en su cintura.
—¿Quieres apostar pequeña? —susurro en su oído y su cuerpo se estremece. —Estoy seguro que olvidarías todo lo que nos rodeas. —Aseguro y beso su mejilla cuando llegan los demás.
—¿Decías algo Manu? —se burla Ric y Manu le saca la lengua.
—Hola hola —habla Marcos cuando está junto a nosotros.
—Hola chicos —saluda Marina y le dedica una sonrisa tímida a mi amigo cuando este le guiña un ojo. —¿Cómo están?
—De maravilla —responde Ric con una sonrisa amable en el rostro.
—Santi, te vamos a robar a tu tomatico por un rato, luego te la devolvemos —menciona Marcos refiriéndose a Manu, haciendo que esta le pegue en la cabeza. —Aich agresiva, no se como la aguantas en serio —protesta y me encojo de hombros con una sonrisa.
—Luego te veo Santi —dice Manu y entonces veo sus mejillas sonrojadas. Asiento y se engancha al brazo de su amigo.
Volteo a ver a Ricardo y veo como este deja un suave beso en la mejilla de Marina.
—Hasta luego linda —dice mi amigo haciendo que la chica se sonroje.
—Hasta luego. Adiós Santi.
—Adiós —se reúne con sus amigos y se pierden tras la puerta de entrada. —Creo que alguien dejará su etapa de casanova muy pronto —comento divertido comenzando a caminar.
—Yo también lo creo —escucho que murmura y sonrío. —Oye, ¿no has hablado con tu madre? —mi sonrisa se evapora y niego. Me Toma del brazo deteniendo mi andar y hace que voltee a verlo. —Santi.. deberías hablar con ella.
—Lo sé amigo, lo sé, pero no me sentía bien para volver a traer el pasado.
—Se que es difícil hermano, pero tienes que explicarle y hacer que crea en ti.
—Y eso es lo que más me duele Ric, que no crea en mí. Además ¿qué le voy a explicar?, si no sé de dónde salió ni cómo demonios llegó la dichosa bolsa a esa dirección —suelto y Ric hace una mueca. —De todas formas hoy voy a su casa.
—¿A hablar con tu madres? —niego.
—No era mi intención, pero Sara me llamó.
—¿Sara? —pregunta frunciendo el ceño.
—Si, tomó escondida el teléfono de mi madre y me llamó, quiere verme, dice que me extraña —sonrío recordándola.
—Soy fan de esa niña ¿sabías?—menciona Ric sonriendo.
—Yo también lo soy… Bueno vamos que llegaremos tarde, ya pensaré que hacer —lo tomo por el hombro y comenzamos a caminar.
(…)
Acabo de terminar mis clases y tengo la tarde libre. Llamé a Manu hace un rato y me dijo que también había terminado, así que la estoy esperando en el estacionamiento. Vamos juntos a su casa y luego voy a ver a Sara.
Mi teléfono anuncia la llegada de un nuevo mensaje y reviso. Es de un número desconocido, pero su contenido es lo que me hace fruncir el ceño.
“¿Espero te haya gustado mi regalo de hace unos días?”
Lo he leído como cinco veces y no le encuentro ni pies ni cabeza a este mensaje.
—¿Está todo bien Santi? —levanto el rostro y encuentro a Manu viéndome con la cabeza ladeada, se ve muy adorable de esa forma.
—Si, todo bien, solo un mensaje equivocado —me encojo de hombros y guardo el teléfono en el bolsillo de mi pantalón. Estiro una mano tomando la suya y la atraigo a mi cuerpo. —¿Nos vamos pequeña? —asiente y voy a juntar nuestros labios, pero toma mi rostro entre sus manos deteniéndome.
—Aquí no —hago un puchero y sonríe —vamos, anda. —Besa mi frente y camina hasta su coche.
—Yo quería.. —susurro y me pongo el casco. Monto en la moto y cuando sale su coche, la sigo.
Luego de unos minutos en carretera, llegamos a su casa. Dejamos los vehículos en el garaje y entramos a la casa. Nada más cierro la puerta a mi espalda, la tomo del brazo y pego su cuerpo a la pared.
—Ahora quiero mi beso pequeña —digo sobre sus labios y sonríe.
—Todos los que quieras —esta vez soy yo el que sonríe y estampo mi boca contra la suya.
Mi lengua se abre paso entre sus labios cuando deja salir un jadeo. Mis manos se aprietan en su cintura y sus dedos se enredan en mi cabello tirando de él. Saboreo sus labios con gusto deleitándome con su sabor.
Muerde mi labio inferior provocándome un jadeo que la hace sonreír. Bajo por su barbilla hasta su cuello y paso mi lengua por este logrando que se estremezca, sonrío y dejo un beso en el lugar antes de buscar su mirada.
—Me encantas, ¿lo sabías? —sonríe con sus mejillas sonrojadas y dejo un corto beso en sus labios.
Escondo mi rostro en su cuello y tomo sus muslos cargándola y haciendo que envuelva sus piernas a mi alrededor. Camino hasta el sillón, me siento dejándola a horcajadas sobre mí y una de sus manos empieza a acaricia mi cabello con suavidad.
—¿Qué pasa? —pregunta. Suspiro y unos segundos después saco el rostro de mi escondite, poniendo mi atención en sus ojos grises.
—Sara me llamó hoy —frunce el ceño. —Tomó a escondidas el teléfono de mi madre, quiere que vaya a verla.
—¿Irás? —su mano recorre mi mejilla y asiento
—Si, pero.. quiero que vayas conmigo —se queda en silencio. —Voy a tener que hablar con mi madre y no se como va a terminar, solo quiero que estés ahí.
—Está bien, iré contigo, ya de paso visito a mi padre.
—Gracias.
—No las des Santi —rosa nuestras narices y la abrazo. —Comamos algo y luego vamos a casa de mi padre —asiento. Se pone de pie, toma mi mano tirando de mí y vamos hacia la cocina.
(…)
Estaciono fuera de la casa del padre de Manu y ella hace lo mismo con su coche. Cuando estamos en la puerta, busca mi mirada y me da una sonrisa transmitiéndome la tranquilidad que necesito. Ella es la que toca el timbre y a los segundos la puerta se abre mostrando a Rita que sonríe al vernos.
—Oh niños, que bueno que están aquí, me alegra mucho verlos.
—Y a nosotros también viejita linda —dice Manu y la abraza.
—Santi que bueno que volviste, te hemos extrañado en casa —bajo un poco la mirada, por que se que no me quedaré.
—¿Y a mí no me han extrañado? —pregunta Manu fingiendo indignación llamando la atención de Rita. —Eso se escuchó mal para mí.
—No seas tonta niña, a ti también te extrañamos demasiado —responde esta haciendo que Manu sonría. —Mejor entremos, vamos.
Entramos todos hasta el salón en el momento que Francisco viene bajando las escaleras y al ver a Manuela sonríe.
—Mi amor, ya te echaba de menos —se acerca a ella y la abraza.
—Y yo a ti papá. ¿Cómo has estado?.
—Bien, un poco estresado con el trabajo. Que por cierto casi lo olvido, la obra de la nueva tienda empezará en algunas semanas, así que necesito sus últimas anotaciones sobre el proyecto.
—Está bien pa.
—Claro Francisco, luego te envío lo que falta. —asiente.
—Tu madre no está en casa, así que puedes estar tranquilo —dice como si supiera lo que estoy pensando.
—¿Puedo subir a ver a Sara?
—Claro que puedes muchacho, esta también es tu casa —responde y asiento.
—Gracias.
Le dedico una mirada a Manu, me da una sonrisa de boca cerrada y voy hacia las escaleras subiendo al segundo piso. Llego a la puerta de Sara y toco.
—Pasa —dice con vos dulce desde adentro y sonrío. Abro y la veo en su cama jugando con sus muñecas.
—¿Hay espacio para mí en esa cama? —al oír mi voz, sus ojitos se abren como platos.
—Santi, Santi, viniste —se baja rápido de la cama con una sonrisa y me agacho para tomarla en brazos. —Viniste.
—Claro que si princesa, ya te extrañaba un montón —digo abrazándola fuerte.
—Yo te entrañaba mucho más —susurra con su cabecita escondida en mi cuello.
Camino hasta la cama y me siento con ella sobre mis piernas. Levanta el rostro y veo sus ojos cristalizados, mi niña.
—No llores hermosa —beso su frente y acaricio su cabello. —Bueno dime, ¿qué has hecho estos días? —se encoge de hombros.
—Jugar, pero es aburrido cuando no estás aquí.
—¿Te parece que juguemos ahora? —asiente —pero necesito que me regales una sonrisa —pido y me da la sonrisa más adorable del mundo. Amo a esta pequeñita.
Más animada busca todos sus juguetes y los pone sobre la cama. Luego de un rato, Manu se unió al equipo y Sara quiso jugar a las princesas y corrí con la suerte de ser el príncipe, Ric cada que juega con ella le toca ser la princesa. En momentos como este no hay nada que hacer, ella es la que manda.
—Voy a la cocina chicas —anuncio y me pongo de pie.
—Santi no demores —me pide Sara y sonrío.
—Vuelvo enseguida princesa —asiente y le doy una mirada a Manu, le guiño un ojo y salgo.
Fuera de la habitación, cierro tras de mí y cuando voy a enfrentar las escaleras, mi madre viene subiendo por estas. Al darse cuenta de mi presencia, detiene su paso y sus ojos verdes se mantienen fijos en los míos.
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¡¡Hola hermosuras!!
¿Quién creen ustedes que le haya mandado ese mensaje a Santi?
Espero que les haya gustado el capítulo y muchas gracias a todos los que han llegado hasta este punto de la historia.
Los quiero a todos. ❤️
Hasta la próxima semana.
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