26. ¡Feliz año nuevo!
POV: MANU
El sonido de la puerta al ser tocada me despierta. Con todo mi pesar, salgo de los brazos de Santi y me levanto. Camino hacia la puerta y al abrir, hay un señor al otro lado.
—Buenos días señorita.
—Buenos días.
—Acaban de traer un auto a cargo del señor Santiago Ballardini —frunzo el ceño un segundo, hasta que recuerdo mi coche.
—Oh sí, gracias por informarnos, en un rato estaremos abajo —el señor asiente y se pierde por el pasillo.
Cierro la puerta y camino hacia la cama. Santi se movió sobre esta y ahora está en el centro de la misma boca abajo. Sonrío y me siento en el borde. Lo observo mientras duerme y mi mente vuela a lo sucedido ayer en la noche. Siento mi cara arder cuando recuerdo sus dedos dentro de mí y cierro los ojos mientras niego con una sonrisa.
—¿Qué pasa por esa cabecita? —su voz ronca me sorprende y abro los ojos encontrado sus esmeraldas mirándome divertido.
—Nada —susurro más roja aún.
Suelta una risita y se sienta en la cama. Me atrae hacia él, poniéndome entre sus piernas y besa mis labios por unos segundos.
—Buenos días pequeña —murmura cerca de mis labios.
—Buenos día —respondo con una sonrisa.
Recorre mi rostro con sus dedos y sigue el recorrido de estos con sus ojos, hasta que chocan con los míos.
—Nunca me cansaré de mirarte —comenta haciéndome sonrojar de nuevo; ‹por dios, con este chico soy el color rojo en persona›. Al ver lo que provoca, sonríe y besa mi mejilla. —Anoche no te di algo porque era muy tarde y estabas cansada, así que… —estira su mano y de su mochila, que está al lado de la cama, saca una bolsa de color plata y la pone en mi regazo.
—¿Qué es esto? —pregunto y lo miro.
—Tu regalo —responde con una sonrisa.
Vuelvo mi atención a la bolsa, la abro y saco de esta una caja rectangular de color negra y textura suave de terciopelo. Vuelvo a mirar a Santi y parece ansioso, así que decido abrir la caja.
—¡Oh por dios! —susurro asombrada al ver su contenido.
Es un collar hermoso y se ve muy delicado. Es plateado y tiene un dije en forma de corazón de color esme.. espera, ¿esto es..?. Miro a Santi con mis ojos bien abiertos.
—¿Es una..? —sonríe y asiente.
—Es una Esmeralda.
—Pero Santi, esto es muy valioso.
—Tanto como tú lo eres —lo toma de entre mis dedos y corre mi cabello a un lado rozando mi cuello en el proceso con sus dedos. Coloca el collar y deja un beso en el lugar haciéndome estremecer. —Feliz cumpleaños pequeña, te queda hermoso.
—Gracias Santi.
Tomo el dije entre mis dedos y lo admiro. Es del mismo color de sus ojos, me encanta.
—¿Te gusta? —pregunta mientras toma un mechón de mi cabello.
—Me encanta, gracias de nuevo —le sonrío y veo sus ojos brillar.
Toma mi rostro entre sus manos y junta nuestros labios.
(…)
Luego de un rato recogimos nuestras cosas y bajamos. Entregamos la llave de la habitación y nos fuimos en mi coche en dirección a la casa de mi padre.
Al cabo de la hora y media ya estábamos llegando. Santi parquea afuera y me bajo. Mientras él va hasta el maletero, yo me pongo a observar el lugar. Esta casa es más pequeña que la mansión, pero muy confortable y acogedora.
—Es muy bobita —comenta Santi detrás de mí.
—Lo sé, pero entremos, que me muero de frío.
Vamos hasta la puerta y abro con las llaves que me dejó mi padre. Nada más entrar, el calorcito me da la más grata bienvenida.
—Que bien se siente —susurro para mí.
—Hija, al fin llegan —habla mi padre apareciéndose en mi campo de visión. —Feliz cumpleaños cariño —dice y me abraza.
—Gracias papá —le devuelvo el abrazo recibiendo su calor.
—Que bueno que llegaron muchachos —escucho que comenta Clara y al separarme, la veo abrazando a Santi. —Muchas felicidades Manu —se acerca a mí y deja un beso en mi mejilla.
—Gracias, ¿y Sarita? —pregunto cuando abraza a Santi por la cintura.
—Estaba ahora mismo con nosotros en el comedor —dice y mira en esa dirección. —¡Saraaa!, ya Manu y tu hermano llegaron —menciona y a los segundos se escuchan los pasitos apresurados.
—¡Feliz cumpleaños Manu! —dice nada más aparecer en el salón y corre hasta mí. La cargo y beso sus mejillas rosadas.
—Gracias bonita.
—¿Y para mí no hay saludo? —pregunta Santi haciéndose el dolido.
—Claro que si Santi —dice la niña bajando de mis brazos y abrazándose a sus piernas. Santi la carga y ella se abraza a su cuello. —Te quiero —susurra haciéndonos sonreír a todos.
—Y yo a ti princesa.
—Los celos entre hermanos están que brotan. Vamos a ver cuándo Santi traiga a alguna chica casa, como se comporta esta traviesa —comenta mi padre divertido caminando con Clara hasta el comedor y sus palabras causan que mi cuerpo se tense.
Miro a Santi y me encuentro con su mirada ya puesta en mí. Me muerdo el labio y desvío la mirada, suelto el aire silenciosamente y sigo el camino hasta el comedor.
El día pasó tranquilo y en la noche hicimos la cena de Navidad. Se abrieron los regalos y la pequeña Sara se puso muy contenta con el que le di, este consistía en una muñeca casi de su tamaño, brincó de la emoción cuando la vio.
Mi padre me regaló un nuevo conjunto de pinceles y Clara un vestido nuevo. En cambio, el más bonito fue el de Sara, la cual me obsequió un dibujo donde aparecíamos las dos y claro, el rosa no podía faltar.
(…)
Los días pasaron bastante rápido y cuando vine a ver, ya era 31, último día del año. Hoy vamos a celebrar y mañana regresaremos a nuestra casa. Ahora estoy en la bodega, mi padre me mandó a buscar unas botellas de vino para la cena. Cuando voy a elegir cuales llevar…
—Hola —dice esa voz detrás de mí haciendo que sonría.
Casi no hemos hablado, solo lo necesario por nuestros padres y ni hablar de dormir juntos, eso aquí es imposible. Volteo y lo veo recostado al marco de la puerta con su mirada puesta en mí.
—Hola.
Mira hacia el pasillo y entra cerrando la puerta. Se acerca a mí, toma mi cara entre sus manos y junta sus labios con los míos. Por dios, me moría por uno de sus besos. Mueve nuestros labios a un ritmo un poco acelerado y saborea los míos a su gusto. Por último tira de mi labio inferior con sus dientes y junta nuestras frentes.
—Necesitaba hacer esto —susurra y sonrío.
—Estás loco, nos pueden ver —digo y esconde su cabeza en mi cuello. Empieza a besar el lugar haciéndome estremecer y me separo sonriendo. —Mejor vamos, antes de que mi padre venga a buscar el vino.
Bufa tomando dos botellas que le doy. Me pongo de puntas y dejo un beso en su mejilla. Salgo y siento sus pasos detrás de mí.
Llegamos al comedor y ya la cena está servida, solo faltábamos nosotros y el vino. Dejo las botellas encima de la mesa, tomo asiento y comenzamos a comer.
La cena transcurre entre conversaciones banales y chistes malos de mi padre, todo muy especial. La comida estuvo súper deliciosa, hecha por Clara y no puedo negar la buena mano que tiene para cocinar, no le gana a mi querida Rita, pero tiene su toque.
Luego de la cena nos reunimos en el salón. Clara llevó a la niña a la cama cuando se quedó dormida en sus brazos y cuando faltaban unos minutos para las doce, llenamos la copas de vino. Salimos todos al patio trasero y empezamos la cuenta regresiva.
—10… 9… 8… 7… 6… 5 … 4… 3… 2… ¡¡FELIZ AÑO NUEVO!! —gritamos los cuatro juntos alzando nuestras copas, en el mismo momento que se veían a lo lejos, los fuegos artificiales de la ciudad.
Nuestros padres se besaron, mientras Santi y yo nos miramos, alzamos las copas hacia nosotros con ganas de hacer lo mismo, pero no podíamos.
—Feliz año cariño —salgo de mi trance cuando siento los brazos de mi padre a mi alrededor y le devuelvo el abrazo.
—Para ti también papá —por arriba de su hombro veo que Clara está haciendo lo mismo con Santi.
Mi padre me suelta y besa mi frente. Clara me regala un abrazo deseando un feliz año. Al rato de estar conversando entre nosotros, les informo que voy a mi habitación y ellos deciden quedarse un rato más a fuera. Busco a Santiago con la mirada, pero no lo veo así que decido irme por fin.
Entro a la casa y voy directo a mi habitación. Entro a esta, cierro la puerta y al voltear me encuentro una sorpresa.
—Al fin llegas pequeña —dice Santi recostado en mi cama.
—¿Y tú cuando entraste? —pregunto divertida caminando hasta él. Cuando estoy al lado de la cama toma mi mano y tira de mí haciendo que caiga sobre él. —¡Oye!.
—Hace unos diez minutos —responde a mi pregunta con una sonrisa. —Quería estar solo contigo para desearte Feliz año nuevo como quería.
—¿Y cómo sería eso? —pregunto ampliando mi sonrisa.
—Así —susurra y junta nuestros labios. Sus movimientos son lentos mientras acaricia mi mejilla con su mano. —Feliz año nuevo pequeña —dice sobre mis labios haciendo que estos se rocen.
—Feliz año nuevo Santi —digo y soy yo esta vez la que devoro sus labios con movimientos más rápido.
Da la vuelta en la cama dejándome debajo suyo y colocándose entre mis piernas. El beso continua y nuestras lenguas cobran protagonismo cuando adentra la suya en mi boca.
Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello atrayéndolo más a mí. Unas de sus manos descansa en mi cadera y en el momento que muerdo su labio inferior aprieta sus dedos en el lugar. Su mano se desliza por mi muslo dando caricias y sube mi pierna sobre su cadera provocando que empiece a sentir su miembro contra mi feminidad poniéndome nerviosa.
Su boca pasa a mi mejilla donde deja un tierno beso. Sus ojos encuentran los míos y al verlos brillar, mi cuerpo se relaja. Mueve su cadera contra mí y nuestros sexos se rozan causando una fricción que se siente muy bien, lo que hace que unos jadeos se escapen y cierre los ojos.
Siento sus labios en mi cuello donde reparte besos húmedos sin dejar de rozar su cuerpo con el mío. Su mano sube por debajo de mi ropa hasta el principio de mis pechos y sus dedos empiezan a jugar con ellos provocándome unas sensaciones muy placenteras.
Pero al escuchar ruido fuera, mi cuerpo se tensa por completo y Santi pone el dedo en su boca indicándome que haga silencio. Se pueden escuchar las risas de nuestros padres y a los segundos estas desaparecen; al parecer entraron a su habitación. Después de unos segundos de puro silencio, puedo volver a respirar.
—A veces olvidamos que hay más personas en la casa —susurro y suelta una risita.
—Cuando estoy contigo me olvido de todo lo demás —dice y roza su nariz con la mía. —Quiero quedarme hoy contigo —menciona y esconde su rostro en mi cuello.
—Yo también, pero ¿y si nos ven?
—Tranquila, me levantaré más temprano y me iré a mi habitación. Además ya mañana nos iremos a casa.
—Lo sé —murmuro, yo también quiero. —Está bien, quédate conmigo —me muestra una sonrisa y junta nuestros labios por unos segundos.
(…)
La claridad de la habitación me despierta y al voltear para darle la espalda a la ventana, me doy cuenta de que hay mucho espacio. Me siento en la cama y me hallo sola en esta, ya Santi se fue.
Miro mi ropa y veo que es la misma de anoche. Me quedé dormida entre los brazos de Santi y olvidé cambiarme. Busco mi teléfono y reviso la hora, son las nueve de la mañana. Hoy regresamos a casa y no he recogido nada, así que será mejor que me espabile y organice la maleta.
Luego de darme una ducha y cambiarme de ropa, empecé a recoger un poco, pero el hambre no me dejó terminar así que salí hasta la cocina. Ahí me tropecé con Clara que estaba preparando el desayuno, la ayudé con ello y servimos la mesa.
Cuando íbamos a sentarnos, llegaron mi padre y Santi con Sara en brazos así que desayunamos todos juntos. Mi padre informó que saldríamos antes del medio día por lo que al terminar y ayudar a Clara a recoger, fui a terminar de organizar mis cosas.
Cuando todo el mundo estuvo listo empezamos a guardar todo en los coches. El viaje de regreso sería como el de venida, mi padre con Clara y la niña en su coche y Santi y yo en el mío.
—Bueno chicos, nos vemos en casa —informa mi padre y monta al volante en su coche.
—Nos vemos —dice Santi y hace lo mismo.
Cuando vemos que el coche de mi padre sale, el nuestro arranca. Santi pone la mano en mi muslo y yo pongo la mía sobre su mano. Busca mi mirada y al unirlas, me regala una sonrisa hermosa que provoca la mía y salimos de ahí con dirección a la ciudad.
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Hola pequñ@s, disculpen por no haber actualizado la semana pasada, pero los recompensaré con dos capítulos.
*En multimedia el collar de Manuela.
Espero que les haya gustado ❤️
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