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21. Tu silencio me está matando...

Las siete de la mañana un sábado y ya estoy despierta, increíble, pero cierto. Me desperté hace un buen rato y no he podido volver a dormir y no he querido levantarme para no despertar a Santi. Mi cabeza no para de pensar en el regreso de mi padre y Clara mañana de su viaje, la clave de mi poco sueño.

La semana se me fue muy rápido y para ser sincera no quería que llegara el fin de semana, aunque extrañe a mi padre. Ahora no se como va a seguir lo que sea que tengamos Santi y yo. No quiero que termine, pero tengo miedo de lo que pueda pasar si mi padre se entera. Todo se va a complicar, lo sé.

—Pequeña —la voz algo ronca de Santiago llama mi atención y al estar uno frente al otro, busco su mirada. —¿Qué haces despierta?, aún es temprano.

—Me desperté hace un rato y no pude volver a dormir —sube su mano y acaricia mi mejilla haciendo que cierre los ojos.

—¿Qué pasa?, se que estás cansada, cuando vine anoche era tarde y aun seguías despierta.

—Sabes que me duermo cuando siento que estás a mi lado.

—No me cambies de tema, se que por esa cabecita anda rondando algo que te trae algo pensativa estos últimos días —me reclama con voz suave.

—No es nada…

—Pequeña —suspiro y bajo la mirada al dibujo de su camiseta.

—Es que… es que no se que vamos hacer cuando lleguen nuestros padres —toma mi mentón y sube un poco mi rostro hasta que nuestros ojos se vuelven a encontrar —tengo miedo —susurro.

—Lo se nena, yo también he estado pensando en eso.

—Todo será muy difícil —tomo su mano y empiezo a jugar con sus dedos.

—También lo se, pero no pienso separarme de ti, ya pensaremos en algo ¿si? —asiento, lleva mí mano hasta su boca y deja un beso en la palma de esta. —Todo saldrá bien.

—Espero que tengas razón.

—Ya verás que sí —asegura y toma mi rostro con su mano hasta acercar su boca a la mía.

Al principio solo es un roce que me hace entreabrir los labios, hasta que empieza a moverlos a un ritmo delicioso. El beso aumenta un poco de velocidad y siento como muerde mi labio inferior haciendo que suelte un jadeo que es ahogado en su boca. Roza el lugar afectado con su lengua y le dejo el paso libre a mi boca donde empieza un baile entre nuestras lenguas.

Se sienta en la cama llevándome con él en el proceso y hace que me siente a horcajadas sobre él. Se separa de mi boca con una mordida en mi labio y baja los suyo en busca de mi cuello besándolo con delicadeza provocando que me estremezca por completo. Sus manos en mi cintura se deslizan hasta mi trasero dando un apretón que me hace soltar un suave gemido y siento su sonrisa en mi piel.

Muerde mi cuello y empieza a dar besos húmedos hasta mi boca, de la cual vuelve a apoderarse con todo haciéndome sentir que floto. En un momento, sus manos en mi trasero me aprietan más contra su cuerpo y al estar encima suyo siento lo duro que está contra mi feminidad y de un momento a otro, mi mente me lleva a un lugar muy oscuro de mi pasado…
                             
(…)

… estoy tirada en el suelo y solo veo nublado el techo de mi casa debido a las lágrimas que inundan mis ojos mientras una mano opaca mi llanto en mi boca.

Una figura se posiciona sobre mí y restriega su sexo contra el mío sobre la ropa haciendo que me remueva tratando de alejarme, pero es imposible.

—Siente zorrita, siente lo duro que estoy —dice con su voz repugnante cerca de mi cara.

Cuando baja su otra mano hasta el botón de mi pantalón el pánico me inunda y mis sollozos aumentan. Mi garganta arde de los gritos opacados por su mano.

—No llores, lo vas a disfrutar tanto como yo —sonríe con su boca asquerosa y vuelvo a gritar cuando baja la prenda por completo….

(…)

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POV: SANTI

Muerdo delicadamente su cuello y empiezo a repartir besos húmedos hasta su boca, a la cual vuelvo a atrapar entre mis labios. Mis manos en su perfecto trasero, dan un apretón pegando su feminidad por completo a mi miembro duro ante su maravilloso cuerpo sobre el mío, quedando la ropa como único escudo.

Pero algo va mal, en un segundo Manu deja de besarme y su cuerpo empieza a temblar. Me separo de ella para observarla y al verla mi preocupación se dispara. Sus ojos están cerrados y por sus mejillas han empezado a correr lágrimas.

—Por dios, pequeña —tomo sus brazos  y como si mi toque quemara, se separa de mí echándose hacia atrás en la cama.

—¡¡ALÉJATE!! —grita comenzando a sollozar y se me forma un nudo en la garganta.

—Manu…

—¡¡NO!! No lo hagas, déjame, no me hagas esto…, ¡¡NO!! —mi pecho se oprime y me acerco a ella agarrándola por la cintura. Me pega una cachetada en el rostro, pero la atraigo contra mi cuerpo —¡No, suéltame, suéltame!

—Pequeña soy yo, por favor —digo tratando de que deje de moverse.

—¡No me toques! —dice tratando de soltarse de mi agarre, pero no la dejo.

—Nunca te haría daño pequeña, yo te cuidaré siempre —hablo y tras decir esto, deja de forcejear. Su cuerpo empieza a estremecerse por los sollozos, mientras se aferra a mi camiseta.

Cierro los ojos y suelto el aire a la vez que la aprieto contra mí. Siento como llora y mi corazón duele al verla así, como si estuviera destruida por dentro.

Pasamos un rato en la misma posición hasta que sus sollozos se calman y empieza a alzar su cabeza, encontrándome así, un alma destrozada. Su rostro está sonrojado y húmedo por las lágrimas que aún corren, sus ojos están rojos e hinchados y su labio inferior tiembla.

—Pequeña —susurro y subo mis manos ha su rostro limpiando sus lágrimas.

—Per-perdóname —dice con vos entrecortada soltando un sollozo al final y la abrazo escondiendo su cabeza en mi cuello.

—Tranquila nena, estoy aquí.

—Te hice daño —susurra y niego mientras paso la mano por su cabello.

—No hiciste nada, estoy bien.

Saca la cabeza de su escondite y fija su mirada en mi rostro. Alza su mano y acaricia la mejilla dañada, la cual me imagino que esté roja al ver sus ojos volver a cristalizarse y su boca hacer un puchero. Aparto su mano de mi cara y la llevo a mi boca dejando un beso en esta.

—Estoy bien, no pegas tan fuerte después de todo —bromeo y consigo una pequeña risa algo lastimera de su parte, algo es algo.

Pongo mis dedos en su cara y la acerco hasta juntar su frente con la mía. Rozo mi nariz con la suya y dejo un tierno beso en sus labios.

—¿Estás mejor? —pregunto en la misma posición, se encoge de hombros y la vuelvo abrazar.

(…)

Hace quince minutos dejé a Manu en su habitación más tranquila y bajé a desayunar. Me dijo que se cambiaría y vendría, pero aun no llega.

—Aquí tienes Santi —dice Rita dejando mi desayuno en la isla y le sonrío. Al parecer no escuchó nada de lo sucedió arriba. —¿Y Manu no ha despertado aún? —me encojo de hombros en el mismo momento que la mencionada entra con Sara de la mano.

—Aquí estoy Rita —sienta a Sara en una silla y ella toma asiento a mi lado. Aun sus ojos siguen algo hinchados.

—Bien, les voy a preparar algo a ti y a Sarita ahora mismo .

—Rita, adivina donde voy hoy —le dice Sara emocionada haciéndonos sonreí.

—¿A dónde tesoro?.

—Al parque de diversiones.

—¿De verdad? —pregunta Rita haciéndose la sorprendida y mi niña asiente contenta. —Que bien.

—Si, Santi y Manu me van a llevar —está muy emocionada desde que se lo dijimos ayer.

—Pues a comer para luego divertirse —dice Rita y deja su comida en la isla junto con la de Manu, pero esta última se ve algo decaída. No me gusta verla así.

(…)

Estoy esperando a mis dos princesas en el auto de Manu. Esta última fue a cambiar de ropa a Sara, mientras yo pongo la silla para niños en la parte trasera del coche. El parque de diversiones fue una idea de Manu y dije ¿por qué no?. Es una forma de pasar un buen rato y que la niña se divierta después de los días que estuvo enferma.

—Santi —escucho la voz de Sara y volteo, viéndola venir de la mano con mi pequeña.

—Princesa estás hermosa —sonríe y la tomo en brazos cuando llega a mí.

—Tú también estás muy lindo —sonrío y dejo un beso en su mejilla.

—Venga, adentro —la meto en la parte trasera del coche y le pongo los cinturones de la silla. Cierro la puerta y volteo viendo a Manu, estiro la mano y cuando la toma, la atraigo un poco hacia mí. —Tú también estás muy hermosa pequeña.

—Gracias —dice en voz baja y sonríe, pero no como me gusta. Suspiro y abro la puerta del copiloto.

—¿Vamos? —asiente y entra.

Rodeo el coche montando al volante. Prendo el motor y arranco con dirección al parque. El viaje transcurre con Sara cantando en la parte trasera del coche y Manu mirando por la ventana.

A la media hora llegamos al lugar y Sara estaba que no sabía que hacer de lo alegre que se puso al ver todo aquello. Me alegró verla así de feliz. De un momento a otro, tomó a Manu de la mano y la arrastró a los juegos, yo divertido las seguí.

Al cabo de las tres horas ya Manu se había sentado en una banca. Dejo a Sara en un juego de niños para su edad y camino hasta la pequeña desde donde se podía ver a Sara en el juego.

Cuando estoy cerca de ella, noto que la sonrisa de hace momentos, ha sido remplazada por una cara pensativa mientras juega con sus dedos. Me siento a su lado y pongo mi mano sobre las suyas logrando que deje de moverlas y me mire.

—Pequeña ¿qué sucede? —niega y aprieto sus manos. —Has estado muy callada toda la mañana.

—No es nada, solo estoy cansada, es eso —ladeo el rostro y desvía la mirada.

—Oye —giro su rostro hasta encontrar sus ojos grises y acaricio su mano —sabes que puedes contarme lo que sea, estoy aquí para ti —sus ojos se cristalizan.

—Santi yo…

—Santiii.. —la voz de Sara la interrumpe. Suelta el agarre de mi mano y voltea el rostro para que la niña no vea —Santi.

—¿Qué pasa princesa? —pregunto cuando llega hasta mí.

—¿Me puedes comprar algodón de azúcar?.

—Yo creo que ya has comido demasiada azúcar por hoy princess.

—Este será el último, porfiis Santi —dice haciendo puchero y niego riendo.

—Está bien —miro a Manu. —¿Quieres uno? —esta niega y hago una mueca, pero no insisto.

Luego de comprarle el dulce a Sara, decidimos marcharnos a casa. El viaje de regreso fue igual que el de ida, con Sara alegre cantando en la parte trasera del coche y una personita distraída mirando por la ventana. Tengo que hablar con ella, no puedo seguir viéndola así.

Llegamos y Manu y la niña se bajan para yo guardar el auto en el estacionamiento. Entro a la casa y ya no veo a las chicas por ningún lado, le pregunto a Rita y me dice que subieron.

Ya en los pasillos de las habitaciones, me entra la notificación de un mensaje. Reviso y es de Ricardo donde me pide que valla a su departamento. Le respondo con un “ok” y guardo el móvil en el bolsillo, primero tengo que hacer algo.

Voy hasta la habitación de Manuela y toco la puerta. Al no recibir respuesta abro y entro encontrando a Manu acostada con los ojos cerrados. Ladeo el rostro y camino hasta ella sentándome al borde de la cama.

Se que no está dormida, pero al verla así, sé que no quiere hablar y no soy quien para obligarla. Solo espero que sepa que estoy para ella. Acaricio su cabello y acerco mi rostro al suyo rozando mi nariz en su mejilla.

—Regreso en la noche pequeña —susurro contra esta y dejo un tierno beso en la misma.

Me separo y me levanto. Voy hasta la puerta y antes de salir le doy una última mirada. Cierro a mis espaldas y antes de bajar, paso por el cuarto de Sara. Le dejo dicho a Rita que voy a salir y entro al garaje por la cocina. Saco mi moto y salgo directo al departamento de mi amigo.

(…)

La noche calló y voy de regreso a casa. Ricardo tuvo problemas con su familia de nuevo y me necesitaba. La verdad no entiendo a su familia. ¿Qué les cuesta entender a su hijo y  apoyarlo en lo que quiere?. Esos problemas son una mierda.

A parte, mi cabeza no estaba al cien por ciento con él, una parte estaba pensando en Manuela y en todo lo que esté rondando en su cabeza. Llego a la casa y guardo la moto. Entro y no veo ni a Rita, son como las nueve de la noche, así que no me extraña. No es tarde, pero después de cenar, todos van directo a sus respectivas habitaciones.

Subo las escaleras en silencio y abro la puerta de Sara. Está la luz encendida, pero ella ya está dormida, me lo esperaba de todas formas después del día movido que tuvo. La cubro con la colcha y antes de salir, apagado la luz. Llego al cuarto de Manu y abro. La luz está apagada, solo tiene prendida la lámpara de noche dejándome verla en la misma posición de cuando me fui, ahora con su pijama.

Pero hay algo extraño, su cuerpo está dando pequeños espasmos. Entro preocupado y cierro la puerta. Voy hasta ella y lo confirmo, está llorando y aguantando los sollozos. Me estoy cansando de verla así, no me gusta. Me acuesto a su lado y atraigo su cuerpo al mío haciendo que esconda su cabeza en mi pecho.

—Pequeña deja salir lo sientas, no te retengas —susurro cerca de su oído y su cuerpo se estremece llorando mientras se aferra a mí. —Estoy aquí, tranquila.

Empieza a sollozar y con cada uno, mi pecho se oprime. ‹Necesito que se calme por favor›. Paso la mano por su espalda y el llanto empieza a bajar de intensidad hasta que solo quedan lágrimas silenciosas y un cuerpo cansado por el llanto.

Me acomodo mejor en la cama y esconde su cabeza en mi cuello donde poco a poco, su respiración se va calmado con las caricias en su cabello hasta que se queda dormida.

—Tu silencio me está matando pequeña, necesito saber que te sucede —murmuro y aprieto un poco más su cuerpo contra el mío.



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¡¡Holaaa mis pequeñ@s!!

Espero que les halla gustado este capítulo. No hay muchas sonrisas, pero esto era necesario.

Hasta la próxima semana

😘😘

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