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15. Halloween I


POV: SANTI

—Me-me lo pro-prometes —me pregunta Sara con la voz entrecortada por el llanto y estira su dedito hacia mí. Sonrío ante su acción y hago lo mismo con el mío entrelazándolos.

—Lo prometo princesa. ¿Quieres que duerma contigo? —asiente.

Voy a decirle a Manu, pero cuando miro hacia la puerta ya no está. Suspiro y acomodo a Sara para que pueda dormir mejor. Me acuesto de costado, la atraigo a mi pecho y beso su cabecita. No me gusta que tenga esos sueños, no quiero que recuerde esos momentos horrible siendo tan pequeña aún.

Momentos desagradables que yo nunca podré sacar de mi mente. Sacudo la cabeza para alejar esos pensamientos y me concentro en tratar de dormir.

(…)

La claridad del cuarto me hace despertar maldiciendo por olvidar cerrar la malditas cortinas. Siento un agarre en mi mano y cuando bajo un poco la mirada, sonrío al encontrar a Sara abrazada a mi mano. Mi nena hermosa.

Me levanto con cuidado de no despertarla y salgo de la habitación en dirección a la mía. Cuando llego frente a esta, miro la de Manu y muerdo mi labio inferior pensando en el beso de anoche y en su reacción. Niego con la cabeza sonriendo. Entro por fin a mi cuarto y voy hacia el baño a darme una ducha.

Unos minutos después salgo de la habitación y veo la de Manuela abierta. Así que me imagino que ya salió, lo cual confirmo cuando llego a la cocina y la veo sentada en los bancos de la isla viendo a Rita cocinar algo.

—Buenos días —digo cuando estoy cerca de ella y veo como se tensa.

—Buenos días Santi —responde Rita, pero cierta chica se queda en silencio. —Ya está listo el desayuno. —Me siento junto a Manu, la cual mira sus manos como si fueran la cosa más interesante del mundo. —Aquí tienen chicos, buen provecho —le sonrío a Rita y empiezo a comer los ricos panqueques que hizo junto al jugo.

Al parecer, cierta persona tiene algo de prisa porque termina más rápido de lo normal y se levanta, pero antes de que salga la llamo.

—Manuela —‹esta vez no escaparás›. Se detiene en la puerta y voltea.

—¿Qué?.

—En quince minutos salimos hacia la tienda de tu padre.

—Es que...

—Es que nada, en quince minutos nos vamos —suelta el aire por la boca y sale de la cocina hacia las escaleras.

Por mi parte algo divertido termino mi desayuno tranquilo. Le dejo a Rita encargada del cuidado de la niña por dos horas y salgo hasta afuera para sacar mi moto.

—¿Vamos a ir ahí? —escucho su voz detrás de mí y volteo mirándola con una ceja levantada.

—Si, ¿no te gustó el último viaje? —hace una mueca y se acerca a mí. —Ven —le coloco el casco y me monto yo primero —cuidado al subir.

Se monta y pone las manos en mis hombros, pero yo las tomo y las envuelvo en mi cintura haciendo que se tense nuevamente en el proceso. Estaban bien en los hombros, pero quise sacar algo de provecho de la situación.

Arranco y tomo la dirección que me va indicando por el comunicador del casco. A los veinte minutos, llegamos a un lugar donde se encuentra una de las tiendas de Francisco, que por cierto es muy grande. Ambos bajamos y nos adentramos al lugar. Hay algunas decoraciones por Halloween y el personal anda vestido de colores de distintos tonos anaranjados, interesante.

—Esta es la tienda central de la cadena de tiendas que tiene mi padre en este país —explica y asiento —como puedes ver es la más grande…

—Me di cuenta —la interrumpo y me mira seria, sonrío inocente y continua.

—Tiene cuatro pisos, ya que hay algunos locales de ropa sport los cuales han colaborado con mi padre juntando ambas marcas —mientras habla vamos caminando por el primer piso. —En el cuarto, es donde está el despacho de mi padre.

Caminamos un rato por el primer piso del lugar, con ella mostrándome todo y yo tomando algunas notas mentales de lo que me interesa.

—¿Podemos subir? —pregunto, asiente y nos dirigimos hacia el elevador.

Entra ella primero y luego yo marcando el segundo piso. Mientras vamos subiendo, todo está en silencio y ella parece contar los segundos para salir, porque nada más se abren las puertas, es la primera en salir y yo la sigo.

—Aquí hay dos zonas —empieza hablar dándome la espalda, algo que no me agrada, ya que lo hace por que no quiere mirarme directamente. —Por aquí está la parte de perfumería y por allá una parte de la marca de ropa.

Hacemos el mismo recorrido y subimos al tercer piso. Ella me explica de la misma manera que lo hizo abajo y mi paciencia llega a su fin. Busco con la mirada y veo un vestidor abierto y sin escuchar sus últimas palabras, la tomo del brazo y camino hacia el vestidor.

—¡¿Santi qué haces?! —pregunta alarmada por mi ataque repentino. Miro hacia los lados y al ver que nadie nos está mirando, entro con ella y cierro por dentro. —¿Pero qué haces? —vuelve a preguntar y la acorralo entre mis brazos, contra la pared.

—Mírame —exijo. —¿Por qué no quieres estar cerca de mí?, ¿por qué no puedes mirarme cuando hablas? —trata de bajar la mirada, pero sostengo su mentón con mi mano impidiéndoselo. —Respóndeme —no lo hace, solo me mira —¿es por el beso?.

—Santi… —me nombra y sus mejillas se tornan algo rojas.

—¿Qué?.

—No podemos —responde en un tono bajo.

—¿Por qué?.

—Porque… porque yo no quiero —dice desviando su ojos lejos de los míos.

Sonrío por su falsa respuesta y acerco mi rostro al suyo casi rozando nuestros labios.

—Mírame a los ojos y dime que no quieres besarme —digo, veo como baja su vista a mis labios y paso la lengua por estos provocándola. —Dime que no quieres que vuelva a ocurrir lo de anoche en tu habitación —miro su boca que está entre abierta por la cercanía y rozo sus labios con los míos haciendo que cierre sus ojos. —Mírame Manuela —lo hace y veo sus mejillas aun más rojas —solo dime que no quieres que te bese.

—Santi… —susurra y veo sus pupilas dilatadas —be-bésame..

Con eso es suficiente para que estampe mis labios contra los suyos, en un beso nada delicado. Devoro sus deliciosos y carnosos labios, tienen un sabor dulce que me encanta. Aprieto mis dedos en su cintura, mientras ella me agarra del cabello acercándome más a su boca. Como si eso fuera posible.

Muerdo con ganas sus labios, sacándole uno que otro gemido bien recibidos por mí y ella repite mi acción. Introduzco mi lengua en su boca comenzando un juego con la suya. Bajo las manos a su trasero apretándolo con ansias sacándole unos deliciosos jadeos atrapados por mi boca. Cuando tengo intenciones de cargarla, tocan la puerta del vestidor haciendo que nos separemos con la respiración acelerada.

Acaricio su mejilla sonrojada y deslizo mi dedo hasta su labio inferior, el cual esta rojo e hinchado por el beso. Tiro de este hacia abajo mientras ella me mira. Subo mi mirada chocando con ese gris hermoso y le sonrío. Beso sus mejillas y cuando voy hablar, vuelven a tocar la maldita puerta.

—¡Está ocupado! —alzo la voz  rodando los ojos. Miro a Manu y la encuentro mirándome. Sonrío y doy un corto beso en sus labios. —¿Nos vamos pequeña? —ella asiente, tomo su mano y vamos hasta la puerta del vestidor.

Abro y al no ver a nadie cerca, Manu sale primero conmigo siguiéndola. Salimos de la tienda y montamos en la moto con dirección a la casa. En este viaje de regreso, hubo un momento que recostó su cabeza en mi espalda haciéndome sonreír.

Cuando llegamos, veo la camioneta de mi amigo parqueada afuera. Frunzo el seño confundido, ‹¿qué hace Ric aquí?›. Estaciono la moto y Manu se baja con cuidado. Entramos los dos juntos y al llegar, me encuentro a Ricardo jugando a las muñecas con Sara en el suelo del salón. La pequeña y yo reímos por la escena, llamando así la atención de “las princesas”.

—Santi, Manu —nos nombra Sara al vernos y viene hasta nosotros.

—Hola princesa —la cargo besando su mejilla.

—Hola nena, ¿qué hacías? —le pregunta Manu divertida.

—Estaba jugando a las princesas con Ric —explica nombrado a mi amigo.

—Hola Ricardo —se dirige a mi amigo.

—Hola chica bonita.

—Me gusta tu nuevo estilo —este ríe y Manu vuelve su atención a mi hermana. —¿Quieres seguir jugando conmigo?.

—Siii.

—Adiós chicos —carga a Sara y camina hasta las escaleras. Antes de subir me mira y me regala una sonrisa que me saca de onda haciendo que se la devuelva.

—Hellooo señor mandón. Por casualidad necesito sonreír así también para llamar su atención —dice mi amigo divertido haciendo que voltee riendo.

—No hace falta que sonrías “princeso”, esa flor de ahí llama toda la atención. El rosa te queda genial ¿sabías? —comento burlón viendo la flor rosa que tiene en la cabeza.

—Idiota —se quita el adorno y me lo lanza provocando una carcajada de mi parte.

—¿Qué haces aquí?.

Se encoge de hombros y me siento en uno de los sillones, mientras el sigue en el suelo.

—Nada, estaba solo y aburrido en casa y se me ocurrió: ¿Qué hay mejor que hacerle una visita a mi mejor amigo? —ruedo los ojos y me levanto.

—¿Quieres algo de tomar?.

—Me ofendes, esas preguntas no se hacen —dice haciéndose el indignado y río.

—Venga casanova.

Volvimos al salón luego de unos minutos, con unas bebidas y algo de comer, cortesía de Rita. Conversamos un buen rato de temas sin importancia hasta que sentimos el timbre y a los segundos los pasos de cierta chica de ojos grises bajando las escaleras. Esta va directo a la puerta y la abre mostrando a una chica rubia, que si mal no recuerdo, es su amiga. Esta viene con unas cuantas bolsas en las manos.

—Marina por dios, te dije que no quería ir —le reclama Manu a la chica, la cual la mira con cara de aburrimiento.

—Lo sé, lo sé, pero igual vas a ir con nosotros —Manu se cruza de brazos, pero de un momento a otro la cara se le ilumina.

—Tengo que cuidar a Sara, sabes que estoy a cargo de ella y Rita no se puede quedar hoy —dice mintiendo en eso último y su amiga la mira como si no tuviera remedio.

—Yo la puedo cuidar —interrumpo y si las miradas mataran, ya yo estuviera bajo tierra a causa de la de Manuela.

—Vez querida, todo tiene solución, Santiago la pue… —Marina calla de inmediato al mirarme, o más bien, al mirar a mi amigo, que por cierto está algo serio de momento.

—Mari… Marina —la llama Manu captando su atención —¿estás bien? —esta asiente y sube las escaleras sin decir nada más.

La pequeña me mira extrañada. Me encojo de hombros y sigue los pasos de su amiga dejándome confundido a mí también. Observo a mi amigo, pero este sigue con la vista puesta donde antes estaban las chicas.

—Casanova —este voltea a verme —¿te pasa algo con esa chica?. —Mi amigo suspira y se pasa las manos por la cara.

—¿Recuerdas aquella historia que te conté hace unas semanas?, de la chica a la cual ayudé en una fiesta de que un tipo abusara de ella.

—Si, la recuerdo, pero que tiene que ver Mari… —me callo y entonces caigo. Lo miro y apunto las escaleras, lo que hace que él asienta.

—Es ella Santi, la amiga de Manuela es aquella chica de la fiesta.

—¿Estás seguro Rica?.

—Nunca podría sacarme esos ojos mieles y asustados de la cabeza —dice y mira las escaleras de nuevo.

—Wow, que pequeño es el mundo amigo —comento en un susurro y el asiente.

(…)

Ya era de noche. Mi amigo se fue hace un rato y aunque lo disimuló, estoy más que seguro de que quería volver a ver a la amiga de Manuela. Por cierto, estas dos no han vuelto a bajar...

Dejo mis pensamientos volar, cuando escucho sus pasos por la escalera. Volteo y me encuentro con ambas chicas, pero se puede decir que muy diferentes. Creo que me está empezando a gustar esto de Halloween.

Prácticamente dejo caer la baba al ver a mi pequeña de esa forma. Va disfrazada de gata negra. El traje que lleva es enterizo y es como si fuera una segunda piel delineando todas sus curvas. Tiene el pelo suelto y en su cabeza lleva puesta una diadema con orejas de gato, mientras luce un maquillaje acorde con el disfraz acompañado de sus labios rojos sangre. Dios quiero besarla.

Al parecer me quedo embobado mirándola, porque su amiga carraspea y al mirarla está sonriendo. Esta va disfrazada de doctora sexi, nada mal, para que mentir.

—Santi, ¿tu oferta de cuidar a Sara sigue en pie? —pregunta Manu.

—Eeh... Si claro.

—Gracias.

Empiezo a dar pasos hacia ella y veo como se tensa. Su amiga solo observa con una sonrisa traviesa. Cuando estoy justo frente a ella, acerco mi rostro a su oreja.

—Ningún gracias, esto no será gratis gatita —susurro y veo como se estremece. Sonrío y dejo un beso en su mejilla la cual está sonrojada, la miro a los ojos. —Diviértete pequeña... y tú también rubia —digo dirigiéndome a su amiga.

—Puedes estar seguro de eso —dice esta última y sigo mi camino hasta las escaleras sonriendo por la idea que acaba de surgir en mi cabeza.



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¡¡¡Hola a todos!!! Espero que estén bien. Aquí les dejo otro capitulito.

Ya apareció el lindo héroe de Mari Mari. 🤗🤗

Se que todavía no es Halloween, 😅 pero la segunda parte la publicaré mañana.

Espero que les guste.

*En multimedia el disfraz de Manuela.

Hasta mañana 😘

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