Capítulo 8: ¿Te amo...?
El mural estaba casi terminado, sólo faltaban los últimos toques, el señor Solo estaba encantado con el trabajo, no podía creer que hubiera tenido la suerte de haberse encontrado con ese muchacho, tenía talento, eso nadie podía negarlo, era una de las cosas mejor hechas que hubiera visto en su vida, y eso que era apasionado del arte y había visto muchas pinturas antes, si algún día quería una pintura específica se encargaría de consultarle a él otra vez, porque enserio lo que sus ojos veían era irreal, si no lo hubiera visto pintar en persona no creería que realmente lo había hecho él.
Shun había estado buscando como maniático boletos para el concierto de Hikaru Utada, las personas estaban locas por ir también, y no es que Hades alguna vez hubiera escuchado de ella, pero lo siguiente en la lista era un concierto, así que el enfermero había escogido a una de sus cantantes favoritas para ir a ver, cabe mencionar que Hades no estaba nada entusiasmado con ir a un concierto, jamás había ido a uno, pero tampoco le llamaba la atención de todas formas, el final de su convivencia cada vez estaba más cerca y Hades se encontró a sí mismo deseando que ese día no llegara, no quería que se terminara, no quería.
Sus sentimientos estaban por todos lados, no los comprendía, no sabía lo que quería, Shun se había convertido en una persona muy especial para él, una persona especial de una manera distinta en la que lo eran Hypnos y Thanatos, con ellos era diferente, a ellos los amaba sí, pero no hasta el punto en el que quisiera permanecer en sus brazos todo el tiempo o estar con ellos siempre y en cada momento o verlos sonreír porque amaba su sonrisa o querer averiguar qué sería vivir juntos por siempre o querer saber cómo sería besar sus labios...
Una vez Shun le dijo que tal vez no se había enamorado de nadie todavía porque el destino le estaba guardando algo especial.
¿Y qué tal si Shun era esa persona especial?
Junto a él se sentía bien, sentía que valía algo, el enfermero le había demostrado más amor y comprensión en cinco meses que sus padres en toda su vida, junto a él era como si el tiempo se detuviera, como si todo y todos dejaran de existir a su alrededor y sólo quedaran ellos dos, como si el mundo dejara de girar y lo único que era capaz de ver era esa sonrisa tan amplia que Shun siempre le dedicaba, a él y sólo a él.
El impulso de correr los dedos por su cabello, el nerviosismo al estar cerca de él, la calidez en el tomar de sus manos, la delicadeza y cariño con que lo trataba, el apoyo que le mostraba, el esfuerzo que ponía para que siempre estuviera bien y se recuperara. Todo lo que habían pasado en cinco meses eran recuerdos que Hades guardaba en su memoria, sonriendo al recordarlos, era eso, esa sonrisa tonta que se le escapaba cuando pensaba en el enfermero de cabellos verdes, ese brillo encantador que le aparecía en los ojos cada vez que lo veía, ese gran terremoto de emociones que sentía crecer dentro de sí cada vez que estaban muy cerca.
Eran esas cosas las que le decían que se estaba enamorando.
Como todas las mañanas, Hades tomó su dosis de pastillas, se suponía que irían a un concierto ese día, el establecimiento abría a las seis y el concierto comenzaría a las siete, Hades no estaba emocionado, pero tampoco estaba nervioso, era un concierto tranquilo, nada de música rock ni nada por el estilo, era simple pop, estarían casi hasta adelante, y eso era suficiente para mantenerlo tranquilo.
Desayunaron un par de tostadas con un poco de aguacate y un acompañado de manzanas con miel y granola, algo simple, comieron en extraño silencio, nadie tenía nada que contar al parecer, eso era normal para Hades, pero sí le extrañó que su enfermero no le dijera nada. Cuando le preguntó acerca del doctor Shion, se le vio confundido, como si por un momento no supiera qué era de lo que Hades estaba hablando, después una expresión de asombro pasó por su rostro, seguido de algo parecido al miedo, terminando en una sonrisa nerviosa.
-Acabo de recordar que no le he mandado el reporte de ayer- se rió, rascando su nuca con culpabilidad- ¿Quieres que lleve tu plato al lavabo? Lo llevaré por ti, ¿por qué no dibujas algo bonito? Hoy no haremos nada a parte de ir al concierto, así que podrías ocupar tu tiempo en dibujar si quieres- dijo, llevándose el plato vacío de Hades y el suyo propio
Gracias al ángulo en el que estaba, Hades no notó las más que migas y trozos de pan en el plato del joven, los cuales terminaron bajo el triturador de basura.
Mientras el de cabellos negros subió por sus colores, porque realmente la idea de dibujar le entusiasmó, Shun se encargó de comenzar a lavar los trastes, se le ocurrió que podría hacer un poco de limpieza en la casa, Hades era obsesivamente limpio con todo en su apartamento, pero los últimos días Shun había tratado de evitar que limpiara cada hora, bueno, no era tan malo su caso, pero quería ayudarlo a que moderara sus hábitos.
Hades se quedó en la sala con todos sus materiales de dibujo desperdigados en la mesa del centro, Shun estaba acomodando los trastes en la rejilla para que se secaran, Hades estaba sacando sus plumones cuando escuchó el gran estruendo desde la cocina, saltó donde estaba sentado, tirando al suelo lo que tenía en la mano del susto, se levantó rápido y fue hasta la cocina, encontrando a Shun levantando los restos rotos de un plato.
-Todo está bien, se me resbaló- le dijo, botando los trozos en el bote de basura
Hades sólo asintió, viendo que el enfermero no estaba herido ni nada regresó tranquilamente a la sala, comenzando a pintar un atardecer en una playa que él conocía muy bien.
Más tarde, almorzaron rápidamente una pechuga de pollo con ensalada, después se vistieron, nada demasiado atrayente o elegante, Shun le había dicho que lo mejor era no llamar la atención, la mayoría de las personas iban a los conciertos con ropa de calle, muy casual, así que le hizo caso y se colocó sus prendas más casuales.
El teatro era bastante grande, no tanto como el Tokio Dome, pero era grande de todas formas, había muchas personas ya formadas, esperando a que las dejaran pasar, se formaron detrás de una chica con una camiseta rosada y jeans. Exactamente a las seis, las puertas se abrieron y los guardias comenzaron a tomar boletos para dejar pasar a la gente, cuando llegó su turno, ambos entregaron su boleto y entraron al lugar, viendo una mesa donde se estaban vendiendo posters, fotos, entre otras cosas de la cantante, cosas autografiadas y así.
En fila, las personas entraron al teatro, buscando sus lugares, Hades agradeció que había asientos porque realmente no sabría qué hacer si alguien se le acercaba como había escuchado que pasaba tan a menudo en los conciertos, tal vez era alto y todo, pero muchas veces le habían tirado la onda en la calle pensando que era una mujer, no podía escucharlos, pero las miradas eran bastante obvias hasta que se daban cuenta de su error, pero los que realmente sabían que era hombre y aun así lo seguían viendo... No quería ni imaginarse qué pasaría porque si no comenzaría a ponerse nervioso.
Después de media hora de espera, la cantante subió al escenario, el público instantáneamente se volvió loco con su presencia, Hades hizo una mueca ante semejante escándalo, agradeció a todos los dioses que ya no le daban dolores de cabeza porque si no hubiera sido un verdadero infierno.
La mujer se presentó ante el público e hizo su introducción a su tour, después de cinco minutos, comenzó la primera canción, al parecer era de su nuevo álbum, la melodía era pegadiza, la letra era hermosa, hacía mucho tiempo que Hades no había sentido la necesidad de bailar al ritmo de algo. Utada no cantaba mal, su voz era hermosa, eso debía aceptarlo, no comprendió para qué había asientos si de cualquier forma todos iban a estar parados, pero no lo cuestionó más.
La siguiente canción era del mismo estilo que la anterior, calmada, era como para pasar una noche escuchando la letra y sumergiéndose en la historia que contaba, hasta ese momento estaba disfrutando mucho todo, las personas no estaban gritando ni nada por el estilo, eso era una de las cosas que Hades más había temido, pero todos estaban disfrutando de la música que resonaba estruendosamente desde las bocinas hasta cada rincón del teatro.
Las suaves melodías acompañadas de piano y violín eran extraordinarias, era como si estuviera escuchando una combinación de música clásica y música moderna, jamás se imaginó que de esto se estaba perdiendo al no escuchar. Uno de los hombres en la fila de enfrente no paraba de verlo, Hades trataba por todos los medios de no prestarle atención, pero le estaba siendo difícil, el tipo era un descarado total, se volteaba completamente sólo para verlo y Hades se estaba poniendo incómodo.
Era un hombre en sus treinta años más o menos, casi de su misma altura, quizás un poco más alto que él, había algo en sus ojos que no le gustó en absoluto, era ese tipo de miradas que te ponen nervioso y te dicen que algo no está bien.
Utada cantó tres canciones más, el ambiente en el teatro era por demás ameno, las personas estaban encantadas y felices con tener la oportunidad de estar ahí, Hades no compartía el sentimiento tanto como ellos porque nunca había escuchado a la cantante, lo poco que la estaba escuchando le gustaba, era una artista talentosa, las canciones eran pegajosas, de esas que se te pegaban a la mente y no dejabas de pensar en ellas en todo el día.
Después de otras cinco canciones más, Hades se hartó de las miradas que le dedicaban y quiso salir de ahí un momento.
-Shun- le llamó, colocando su mano en su hombro
-¿Sí?- le preguntó el enfermero, como ausente
-Iré al baño un momento, ya vengo- le informó, agachándose un poco para no estorbar en la vista de las personas que veían el escenario
Subió las escaleras junto a la pared del teatro, en la puerta había un guardia que lo dejó pasar, había otro pasillo alfombrado y más adelante estaban los baños, así que entró al baño de hombres.
Hizo lo que tenía que hacer y salió de su cubículo, se acercó al lavabo, había otra persona dentro porque uno de los cubículos estaba cerrado, no le tomó importancia a ese hecho y tomó un poco del jabón líquido que había en la pared, abriendo la llave para comenzar a lavarse las manos. Como tenía la vista agachada, no se dio cuenta cuando la otra persona salía de su cubículo y se acercaba al lavabo.
Se sobresaltó cuando sintió unas manos en su cintura y cómo lo volteaban bruscamente.
El mismo hombre que lo había estado viendo desde hacía mucho tiempo en el palco estaba frente a él con una sonrisa que parecía ser un muy mal intento de seducir a alguien. Hades estaba paralizado en su lugar, no sabía qué hacer y ciertamente no sabía qué quería ese hombre de él.
-S-Suélteme, por favor- dijo, con la voz temblorosa
-Oh, vamos, dime ¿cómo estás, primor? Mi nombre es Kaysa da Silva, ¿qué dices? ¿quieres pasar un buen rato?- le dijo mientras lo veía de arriba abajo con ojos lascivos, bajando su mano por su pierna
-N-No quiero problemas, por favor, s-suélteme- le rogó, estaba atrapado entre el lavabo y el cuerpo de ese hombre y ciertamente no tenía la suficiente fuerza como para apartarlo, el hombre tenía un agarre de hierro en su cintura
-el tipo sólo se rió, un sonido que le pareció grotesco- No quieres problemas, qué lindo- dijo con una sonrisa burlesca- Eso es muy tierno, entonces ¿te dejarás hacer?- le preguntó, no realmente esperando a que le dieran permiso, comenzó a meter sus manos por debajo del suéter de Hades lentamente
-No... N-No, por favor, sólo déjeme ir, por favor- le suplicó Hades, estaba asustado, su corazón estaba latiendo a mil por hora
-Desde que te vi entrar me encantaste- le susurró en el oído, Hades colocó sus manos en su pecho, tratando de empujarlo, sin conseguirlo
-N-No soy una mujer- le dijo, ese era su último recurso para que lo dejara en paz
-¿Y crees que no sé eso?- se rió cruelmente, Hades se asustó todavía más, las manos del hombre bajaron a su pantalón y Hades las tomó, tratando de detenerlo
-¡Detente!- le ordenó, asustado, no quería que así acabara todo esto, no así, Kaysa comenzó a besar su mejilla y a bajar por su cuello- ¡No! ¡Basta!- le empujó con una mano, pero era inútil, no tenía la suficiente fuerza
-Lo vas a disfrutar...- le susurró
En ese momento, alguien entró al baño.
-¿Pero qué...? ¡Suéltalo de inmediato, maldito degenerado! ¡Guardia! ¡Guardia!- Shun había ido a buscar a Hades cuando notó que se estaba tardando demasiado, y cuando abrió la puerta, instantáneamente todo su mundo se volvió de color rojo, decir que estaba furioso era poco
Mientras seguía gritando por el guardia se acercó corriendo a Hades, el extraño que lo tenía atrapado entre su cuerpo y el lavabo había alzado la vista cuando lo escuchó y recibió el empujón de Shun de lleno, haciéndolo trastabillar hacia atrás y casi caer con el bote de basura, Hades estaba aliviado de que el enfermero hubiera llegado para ayudarlo.
El extraño soltó una mala palabra y se abalanzó sobre Shun, logrando asestarle un golpe en el rostro que el enfermero no logró devolver, dejándolo un poco desorientado, Hades gritó desde donde estaba al ver eso, asustado y por demás nervioso por lo que pudiera pasar, justo cuando Kaysa estaba a punto de golpearlo una vez más, dos guardias entraron por la puerta, ambos realmente altos e intimidantes.
-¡Hey! ¡Alto ahí, levanta las manos! ¡Levántalas!- le gritó un guardia de cabellos negros, el extraño se alejó de Shun, quien seguía en el suelo, con las manos al aire, luciendo asustado- No te muevas, aléjate, eso- le advirtió, frunciendo el ceño, el otro guardia, de cabellos castaños ayudó a Shun a levantarse, el enfermero veía con profunda rabia al extraño, se acercó a Hades y éste se aferró a él, el joven de cabellos verdes pudo sentir el corazón de su paciente latir descontrolado contra su mano
-Yo no he hecho nada, nada- dijo Kaysa, descaradamente
-Sí, eso dicen todos- dijo el guardia de cabellos negros
-¿Se encuentran bien?- preguntó el de cabellos castaños, en la tarjeta que tenía su traje se leía "Ban Matsuoka"
-Sí, por lo menos yo sí- dijo Shun, le sangraba el labio, pero aparte de eso, estaba bien- ¿No te hizo nada, cierto?- le preguntó a Hades, tratando de verlo a los ojos, el de cabellos negros lo abrazaba y tenía el rostro entre su cuello y su hombro
-N-No, sólo me besó el cuello- dijo, ya estaba más tranquilo ahora que Shun estaba con él
-Tranquilo, ya todo está bien- le aseguró Ban
-No hice nada, ¡nada! Se me ofreció, así son todos, ¡todos iguales!- berreaba Kaysa
-Eso cuéntaselo al juez que te encerrará por intento de violación, maldito degenerado, llévatelo de mi vista, Ban- dijo el guardia, quien no dejaba de apuntar al extraño con su macana, en caso de que intentara otra cosa, cuando estuvieron fuera del baño, el guardia se volvió a los dos muchachos- ¿Están bien, seguros? ¿No necesitan nada?- les preguntó
-Estamos bien, muchísimas gracias, enserio- suspiró Shun, ya la adrenalina del momento se le había pasado y podía sentir el dolor en su espalda gracias a su caída cuando el extraño lo golpeó, junto con la rabia que había sentido al ver a ese hombre encima de Hades, también había sentido un miedo terrible, el miedo de que alguien le pudiera hacer daño a la persona que amaba...
-¿Se sienten bien? ¿Nada de presión baja o ganas de desmayarse?- preguntó, sólo para asegurarse
-N-No, señor, enserio, muchas gracias- dijo Hades por primera vez después de toda la situación, sus ojos estaban un poco húmedos, pero ya estando más tranquilo, las lágrimas no habían alcanzado a caer
-Geki, Geki Hayashi- sonrió el guardia
-Gracias, señor Hayashi- dijo Hades, haciendo reverencia, Geki sonrió
-Es mi trabajo, no se preocupen, ese idiota ya había intentado seducir a otras cinco personas, pero resultó que todas de una forma u otra le pateaban la cara, esto será lo que definitivamente lo envíe a la cárcel por mucho tiempo, se los aseguro, ya no tendrá oportunidad de hacer nada como esto nunca más- dijo Geki, sonriendo
-Eso espero- habló con enojo Shun, abrazando a Hades más hacia él
-Bien, que estén bien, cuídense mucho, que pasen buena noche- se despidió el guardia, saliendo del baño, afuera, las sirenas de la policía se podían escuchar acercándose
-Es necesario que hablemos con ellos- le dijo el enfermero, Hades asintió, odiaba eso
Hablaron con la policía por varios minutos, el concierto se detuvo a la mitad y la cantante lució espantada de que algo así hubiera pasado, la muchacha que había estado delante de ellos en la fila lo reconoció inmediatamente, ella explicó lo que había tratado de hacerle y el guardia habló de las otras cuatro personas que habían sufrido lo mismo, y aunque el extraño lo negó todo, el oficial rodó los ojos y no le creyó nada. Lo metieron a la patrulla y se alejaron en la noche.
El staff mencionó que al día siguiente el concierto se reanudaría y que guardaran sus boletos porque podrían entrar con los mismos.
Hades y Shun volvieron a casa, y el enfermero se encargó de consentir a su paciente con su comida favorita y sus series preferidas, había tenido tanto miedo cuando lo vio ahí, acorralado contra el lavabo y a ese... animal encima de él, de sólo pensar en ello le hervía la sangre.
Se acurrucaron en el sofá uno junto a otro para ver la televisión, se quedaron así hasta que anocheció y fue hora de irse a dormir, Shun trató su herida en el labio, pero no quería dejar de sangrar, no era que se estuviera desangrando, era ligero, pero de todas formas.
El enfermero no fue capaz de dormir, así que se la pasó toda la noche velando el sueño de su paciente, por suerte Hades no se despertó en toda la noche, no parecía que el incidente hubiera dejado alguna secuela en él, como fuera, ya verían en la cita con Shaka, el rubio médico sería el único en poder determinar eso.
El día de la cita, Hades le contó todo a Shaka, le habló de sus sentimientos al respecto, el rubio médico estaba preocupado, no sabía si el incidente dejaría alguna especie de trauma en Hades dado su pobre estado mental, pero por lo que pudo hablar con él no notó nada como eso, su paciente sí estaba un poco agitado, pero más allá de eso no pudo detectar nada más. Shaka le hizo muchas preguntas más a las que Hades respondió con facilidad, sin trabarse o sin mostrar signos de miedo, eran cosas relacionadas a la actividad sexual, con el resultado que obtuvo, el médico llegó a la conclusión de que el de cabellos negros nunca en su vida había experimentado la actividad sexual, y por lo tanto, su cerebro no relacionó el incidente en los baños con el sexo, su paciente tenía la idea de que si una persona se acostaba con otra era porque se amaban y que el amor era dulce, complicado e incondicional. Para Hades, lo que le había pasado con ese hombre no tenía nada que ver con amor, entonces por eso no le tenía miedo a tal cosa.
Al doctor Nayak le pareció sorprendente la lógica que tomaba lugar en la mente de Hades, cómo fue capaz de diferenciar entre la violencia y la delicadeza tan rápidamente, en el cerebro de Hades, lo que Kaysa le hizo no era relevante porque no tenía cabida dentro de su idea de lo que eran las relaciones sexuales o el amor, eso sorprendió al rubio médico, Hades tenía una estructura mental muy peculiar, y su manera de ver las cosas era en igualdad perturbadora e impresionante.
Las pequeñas tareas que Shaka le mandaba a hacer y Hades le llevaba en la siguiente cita, el médico las encontraba impresionantes, pero no le gustaba el nerviosismo que veía en su paciente, recordaba lo que leyó acerca de sus padres golpeándolo si algo estaba mal, todo lo que le decía, Hades lo hacía sin protestar, al pie de la letra, y siendo sinceros, a Shaka no le gustaba tener esa clase de poder sobre las personas.
Ese sábado, Hades terminó el mural del acuario, Julián había quedado encantado con el trabajo, ya terminado se veía todavía mejor que antes, era precioso, el de cabellos azules estaba más que agradecido con Hades e incluso le dio un abrazo cuando vio el producto terminado, Hades lo llevó hasta la sala con los ojos cerrados y cuando Julián los abrió había gritado emocionado mientras Hades sonreía al ver su reacción. El enfermero estaba orgulloso de Hades, el trabajo que había hecho era impresionante, incluso había colocado su firma en la esquina inferior derecha, una estrella de cinco puntas con sus iniciales debajo.
Julián insistió en pagarle por su trabajo, se sorprendió cuando el muchacho le había dicho que no hacía falta, que estaba bien, así que aparte de buen pintor era súper humilde, eso le causó ternura, así que con más razón le insistió en pagarle y, aunque Hades le juró que estaba bien, el de mirada azulada no lo escuchó y puso en sus manos un cheque por una fuerte suma de dinero por su trabajo, Hades se había apenado bastante porque no esperaba nada a cambio, pero Julián le aseguró que se lo merecía, le pidió su número telefónico por si alguna vez necesitaba de sus servicios otra vez y sintiéndose honrado, el de ojos verdes se lo proporcionó. Kanon estaba sorprendido, por decir lo menos, jamás imaginó que ese mural terminaría así de bien, no se habían equivocado en dejar a cargo a ese tímido muchacho después de todo.
Hades volvió a casa sumamente feliz, habló todo el camino acerca de lo que había pintado, sacó muchas fotos del mural las cuales envió a Hypnos y Thanatos para que lo vieran, los gemelos, como las personas escandalosas que eran, hablaron con él por teléfono como por una hora, el enfermero simplemente se quedó en la sala con su teléfono y un batido que se había hecho, para al menos tener algo en el estómago después de tanto.
Esa semana tocaba un paseo en bote, Shun no tenía idea de a dónde podían ir para eso, conocía parques y cosas por el estilo, pero nada lo suficiente específico para que estuviera establecido que podían usar un bote en el lago.
Estaba pensando en eso mientras veía a la nada, cuando Hades se acercó a él.
-Umm, ¿Shun?- le llamó, sentándose en el sofá
-¿Sí?- volteó a verlo a los ojos, se veía apenado por alguna razón- ¿Todo bien?
-S-Sí, sí, todo está bien, es sólo que... bueno, estaba pensando acerca del paseo en bote y... Thanatos conoce este lugar que es muy hermoso y pues, me dio la dirección y... supongo que podemos irnos ya, me parece... una buena hora- dijo, jugando con las mangas de su camisa
-¿A Thanatos le gustan los paseos en bote?- preguntó el enfermero, desconcertado
-N-No... Lle-Llevó ahí a una de sus novias en... la primera cita- inmediatamente después de decirlo se sonrojó, Shun no supo qué decir ante eso
Primera cita...
-Er, ok, pues...- se aclaró la garganta- Entonces vístete, no queremos salir más tarde por si acaso el frío arrecia, ya sabes, con este cambio climático nunca sabes qué es lo que pasará, en Okinawa nunca sabes cuándo sucederá una tormenta, tienes que permanecer preparado todo el tiempo, después te contaré la vez que una tormenta rompió nuestra puerta, fue horrible...-dijo el enfermero, subiendo las escaleras
Hades rió ante el discurso de su enfermero y lo siguió escaleras arriba.
Las clases de conducción de Hades habían progresado, era bastante capaz ya de salir en las calles más tranquilas y dar unas vueltas, estaba obteniendo la ayuda de los gemelos para ello, pronto, estaban seguros que Hades podría obtener su licencia de conducir. Hades prestaba especial atención cuando Shun manejaba, para de alguna forma imitar lo que hacía y que fuera más fácil para él memorizar, condujeron hasta el parque donde se encontraba el lago mientras Hades hacía preguntas acerca de los semáforos, las líneas peatonales y otras cosas más.
Al llegar estacionaron enfrente del parque, las calles estaban tranquilas, sólo se podían ver alumnos con sus uniformes buscando despejar sus mentes de un día de escuela agotador, personas mayores alimentando palomas, mujeres con sus bebés haciendo caras graciosas o encargándose de darles de comer en alguna banca que había por ahí, el sonido de los pájaros resonaba en el ambiente, la brisa fresca corría entre los árboles y las hojas en el suelo creaban remolinos al ser levantadas por el viento.
Subieron los escalones disfrutando de las vistas, en un día por demás tranquilo era fantástico admirar a tu alrededor simplemente y darte cuenta de todas las cosas hermosas que existen y que se pasan por alto la mayoría de las veces.
Un señor estaba sentado en una banca cerca del lago, consultaron con él para poder tomar un bote, el señor muy amablemente accedió y les ayudó a subirse, los miró con una sonrisa todo el tiempo, Shun se imaginó que pensó que eran pareja o algo, el pensamiento lo hizo reír amargamente porque no era cierto, Hades no pareció darse cuenta de nada de eso, ni del guiño que el señor le lanzó a Shun ni del sonrojo en sus mejillas.
El bote estaba pintado de un verde descolorido, lucía viejo y destartalado, la pintura desapareciendo mientras más tiempo pasaba en el agua. El cielo estaba comenzando a cambiar sus colores, de un azul brillante a un amarillo pollo muy divertido, que gritaba sonrisa por todos lados. El bote tenía pequeños cojines que servían para evitar entrar en contacto con la dura madera, lo cual se agradecía bastante. Shun tomó ambos remos, llevándolos hasta el centro del lago, hacía mucho tiempo que no movía los brazos así y la pequeña acción lo cansó más de lo que hubiera debido.
Hades por su parte miraba a su alrededor, incluso en ese momento los patos seguían en el lago, nadando y tratando de buscar comida sumergiendo sus cabezas en el agua para atrapar algún pececito, cuando el bote paró, se quedaron flotando con un cómodo silencio entre ellos, Shun se recostó en los cojines y con su teléfono comenzó a tomar fotos del paisaje, Hades sólo recargó su barbilla en la palma de su mano, mirando los árboles y apreciando el espectáculo que el cielo brindaba.
El enfermero no lo pudo evitar y tomó unas fotos de Hades viendo a la nada, la cámara no le hacía justicia a su belleza, pero se conformó con ello, la manera en la que sus ojos brillaban frente a la luz del sol lo hizo sonreír. La ciudad estaba llena de cielos grises y smog, pero en la naturaleza todo era verde y tranquilo, hermoso, como Hades.
-¿Crees que la primavera llegue antes este año?- le preguntó Hades, dibujando patrones en la madera del bote
-Tal vez- contestó Shun- Tal vez llegué antes y se lleve la tristeza del cielo gris del invierno
Ambos cayeron en silencio, dejando que la suave brisa chocara contra sus rostros mientras el bote se mecía suavemente. Shun cerró los ojos, tratando de concentrarse en la brisa fresca y no en los recuerdos, tratando de pensar en todos los momentos hermosos que había pasado con Hades y no en su inminente realidad, tratando de aferrarse a las últimas gotas de invierno que todavía quedaban y no aceptar que la primavera estaba más cerca que nunca, tratando de no pensar en el hecho de que, pronto, los seis meses juntos se acabarían.
Quería imaginar el rostro de Hades sonriendo y quedarse con esa imagen por el resto de su vida, no olvidarla como todo lo que se le estaba olvidando últimamente, aferrándose a un futuro de fantasía que sabía nunca podría obtener.
Los minutos pasaban y Hades comenzó a tomar fotos también, del cielo, de los patos, de las flores danzando al compás del viento en el pasto, de las hojas y los pájaros. Vio a Shun con los ojos cerrados, disparó su cámara para tomar una foto, luego tomó otra, luego otra, y otra. Quiso capturar la belleza del momento, inmortalizarlo en su galería de fotos. Sonrió viendo al enfermero de esa manera, despreocupado, su rostro sereno lo enterneció, nunca se imaginó que le importaría tanto una persona, que alguien pudiera hacerlo sentir de esa manera tan especial con una sola mirada.
Las nubes en el cielo comenzaban a tapar el sol, los colores comenzaban a tornarse de amarillos a naranjas y rojos, la brisa arreciaba. La atmósfera era perfecta, sólo ellos dos, en un bote, flotando en cristalinas aguas, rodeados de naturaleza y sin ninguna persona o cosa que los molestara, Hades nunca antes había tenido un paseo en bote, le daba miedo que se volteara, pero con Shun, con él parecía que todo siempre estaría bien, parecía que nada en el mundo le podía hacer daño, junto a él se sentía fuerte, sentía que podía hacerlo todo, porque sabía que pasara lo que pasara el enfermero estaría ahí para ayudarlo, como siempre lo había estado.
El enfermero abrió los ojos, encontrándose con Hades tomado fotos suyas, el de cabellos verdes se rió, Hades soltó una risa también, en ese momento presionó para grabar video, el enfermero volvió a cerrar los ojos mientras se reía, viéndose cansado.
-¿Qué haces?- preguntó entre risas
-Di hola a la cámara- dijo Hades, sonriendo y recargando su cabeza en el borde del bote
-Noooo, hoy no me peiné- dijo el enfermero, burlón
-Hades rió, haciendo zoom- El nido de pájaros- dijo
-¿Me hiciste zoom?- preguntó Shun, abriendo los ojos, viendo a su paciente con una sonrisa burlona
-Tal vez- contestó Hades, quitándole el acercamiento a la cámara
-Ugh- se quejó Shun, burlonamente
Hades dejó de grabar con una sonrisa, cuando vio que Shun cerraba los ojos otra vez volvió a tomar fotos.
Pasaron varios minutos así, en silencio, no necesitaban palabras en ese momento, sólo con la presencia del otro era más que suficiente para hacer de toda la experiencia algo especial. El teléfono de Hades vibró en su bolsillo, era un mensaje de Thanatos preguntando si todo estaba bien, el de cabellos negros contestó con un pulgar arriba y una carita feliz.
Thanatos los había enviado ahí a propósito, a ese lago había llevado a una de sus novias en su primera cita, la muchacha había quedado encantada con el lugar porque era muy hermoso y sobre todo era muy romántico, él sabía que la relación de ellos dos estaba prohibida por el momento, pero después ya no lo estaría, así que, un pequeño acercamiento no le iba mal a nadie, lo que sea por el amor.
Hades vio a los patos pasar cerca del bote y sonrió, grabando a los animalitos paseando libremente en el agua. Miró al cielo, admirando los colores de nuevo, quería quedarse ahí para siempre, disfrutar de ese momento por el resto de su vida, volteó a ver a Shun otra vez, trazando cada perfecta línea de su rostro en su mente. El enfermero abrió los ojos, encontrándose con la mirada de Hades posada en él, el de cabellos negros se sonrojó al verse descubierto, pero no despegó la vista de los ojos verdes de Shun, que brillaban bajo los rayos del sol.
El enfermero se levantó de donde estaba, quedando sentado, ninguno había tomado en cuenta qué tan pequeño era el espacio en el bote, cuán cerca estaban el uno del otro si se quedaban sentados, Hades tenía el rostro recostado sobre su brazo izquierdo, viendo a Shun a los ojos. Se quedaron quietos, viéndose, un momento de ensueño, como pensar en un gran barco navegando por las aguas del cielo, recolectando polvo de estrellas a su paso, deseando y rezando porque la ilusión no se terminara.
Un sueño del que no querían despertar.
Shun se acercó un poco más a Hades, temeroso, con cautela, nunca rompiendo el contacto visual, Hades estaba muy quieto, casi podía jurar que ni respiraba, a la espera de lo que sea que Shun quería hacer. El joven enfermero se acercó más, las rodillas de ambos tocándose ligeramente, un escalofrío los recorrió a ambos, como una corriente eléctrica momentánea, pero mágica. Colocó una mano en el muslo de Hades, su vista se posó sobre sus labios, Hades hizo lo propio.
Casi el mundo a su alrededor se había detenido, suavemente la mano de Shun subió a su cintura, Hades no se había movido, pero una de sus manos había tomado el brazo de Shun, dudando, queriendo que se acercara más, pero al mismo tiempo no sabiendo qué hacer. El enfermero se acercó a su rostro, no más que unos centímetros apartados, sus alientos mezclándose.
Los labios de Shun estaban a punto de tocar los de Hades.
¡Splash!
¡Woof!
Ambos se separaron de golpe, en extremo sobresaltados, Shun se alejó de Hades, desviando la mirada y rascándose la nuca en nerviosismo, Hades se cubrió la boca con su mano, con las mejillas ardiendo. Voltearon a ver cuál era la fuente del ruido y se encontraron con un perro que nadaba alegremente en el lago, ladrando y salpicando agua, en contra de todas las instrucciones de su dueña que gritaba que saliera de ahí.
Hades agachó la mirada, no pudiendo ver a Shun a los ojos, el enfermero por su parte, se estaba maldiciendo mentalmente, porque por mucho que quisiera sentir los labios de Hades sobre los suyos, estaba mal, muy mal.
Shun tomó los remos de nuevo, conduciendo el bote hasta la orilla, se bajaron del bote sin decir nada, el atardecer era cien por ciento apreciable ya, agradecieron al señor que les había prestado el bote con una reverencia, el hombre los vio con una sonrisa pícara que decidieron ignorar y salieron del parque a paso lento.
Condujeron hasta el apartamento en silencio, no siendo capaces de verse a los ojos. Llegaron a casa a tiempo para la cena, comieron mientras veían una serie en la televisión. Hades se fue a dormir más temprano que Shun, tenía mucho en qué pensar, principalmente en ese beso que estuvieron a punto de compartir, no era que lamentara el hecho de que estuvieron a punto de besarse, era que lamentaba que ese perro se hubiera metido a arruinar el momento, se acostó a dormir, cayendo en un sueño profundo.
Shun en la sala, no pudo pegar el ojo en toda la noche.
Hades le había mandado una foto del mural terminado a Alone Fallaci, el pintor estuvo más que sorprendido por el trabajo, él nunca había pintado murales porque no conocía la técnica correcta y nunca pudo ser capaz de seguir las proporciones correctas para pintar elementos tan grandes, sin embargo, parecía que Hades había logrado eso y más, no había un sólo elemento fuera de lugar o asimétrico en el mural, todo se veía impecable, Alone lo felicitó por su excelente trabajo e incluso, en la cena que tuvo con unos colegas, les mostró la pintura para presumir, los pintores habían quedado encantados, preguntando quién había hecho semejante cosa, Alone sacudió la cabeza y no les dijo el nombre, aclamando que el descubrimiento de ese talento era él y no quería que los demás se lo robaran, sus amigos protestaron inmensamente por eso, ellos querían saber quién era el autor desconocido y con mucho talento.
Hades no había podido dejar de pensar en el beso que no compartió con Shun, ¿significaba eso que Shun sentía algo por él? No lo comprendía sinceramente, Thanatos le había dicho que probablemente era amor eso que sentía, pero si era verdad, ¿entonces Shun acaso sentía lo mismo? Estuvo a punto de besarlo, y no precisamente en la mejilla, ese tipo de besos se daban entre amigos, familiares, nadie besaba a un amigo en la boca a menos que quisieran algo más, eso le quedaba claro, por eso tenía dudas, todo ese tema era muy confuso para él, simplemente no comprendía.
Como fuera, ese viernes tenían planeado ir al parque de diversiones, era el penúltimo lugar al que irían, su convivencia estaba llegando a su fin, Hades no quería que acabara, de verdad que disfrutaba estar cerca de su enfermero, le había tomado cariño y no quería que todos esos momentos se acabaran, Shun le había enseñado muchas cosas, si no fuera por él, en ese momento muy seguramente seguiría atascado entre sus paranoias y compulsiones.
Fueron al supermercado a comprar algunas cosas que hacían falta en la alacena, después de todo ese tiempo, Hades había ganado confianza al cuestionar a los dependientes, de devolver el saludo a la cajera o de sonreír espontáneamente, antes no hubiera sido capaz de hacer eso sin cohibirse.
También estaba dispuesto a presentar un examen de conducción dentro de dos meses, era algo que quería sacar de la lista de cosas que no sabía o no hacía, le pareció una buena idea porque de esa forma dejaría de tomar el metro y podría ahorrarse ese dinero para comprar sus medicamentos, para ese punto, Hades ya se había resignado a la idea de que tomaría esas pastillas por lo que le quedara de vida, y para él eso estaba bien, él no quería escuchar ya a las voces, lo tenían harto, no llevaba mucho tomando su medicina, pero podía jurar que ahora las voces no eran más que un débil susurro, que si bien todavía entendía lo que decían, no eran tan abrumadoras como antes, y si la medicina le ayudaba con eso, entonces no le molestaba tomarlas por siempre. Shun había sido de gran ayuda para comprender ese hecho, porque al principio Hades tenía miedo de lo que eso significaría para su vida, pero el enfermero se encargó de tranquilizarlo y explicarle muy bien.
Esa cita con Shaka salió mucho mejor que todas las anteriores, el médico se dio cuenta de un brillo muy especial en los ojos de su paciente, ese tipo de brillo que hace que todo tu rostro se ilumine y que una sonrisa aparezca sin que te des cuenta. El médico podía jurar que Hades estaba enamorado, de quién, no lo sabía, pero esperaba que fuera feliz, en el poco tiempo que llevaba de conocerlo le tomó un cariño muy especial, casi como si fuera su hijo, Hades merecía ser feliz, lo merecía.
Como era viernes había mucha gente por todos lados, era fin de semana y las personas salían de sus casas a pasear con sus hijos, los adolescentes estaban dispuestos a dejar de lado sus tareas por un día para dedicarse a jugar o pasar el tiempo con otras cosas que no fuera tener el rostro pegado a un libro de texto, aunque eso significara que después tendrían menos tiempo para hacer lo que sea que tenían que hacer. Las calles se llenaban del ruido de los automóviles y de los berridos de los bebés, las cafeterías se abarrotaban al igual que los centros comerciales y el parloteo se escuchaba por los rincones.
Llegaron al parque de diversiones y se acercaron a la taquilla para comprar dos boletos. Desde la entrada Hades podía escuchar los gritos de las personas y el ruido que hacía la montaña rusa, el metal contra el metal.
Shun no tenía mucha idea de por dónde empezar, no sabía si ir primero a los juegos fuertes para sacarlos del camino de una vez o irse a los juegos más tranquilos y retrasar lo inevitable. Al final se decidió por lo primero y tomó a Hades de la mano para ir a la montaña rusa, notaba a su paciente un poco nervioso así que esperaba que no le vomitara encima, ahora que lo pensaba, nunca le había preguntado a Hades si sufría de cinetosis, diablos.
Cuando tuvieron el juego enfrente Hades hizo una mueca, jamás en su vida había ido a un parque de diversiones, y cuando en su estado mental actual no le daba pánico subirse a un juego mecánico, sí le daba miedo el hecho de que pudiera caerse, eso no era producto de su paranoia, era una inquietud que probablemente nunca se le quitaría, era algo muy normal de hecho.
Pagaron para subirse, pero como había gente arriba tuvieron que esperar, para Hades los segundos pasaban demasiado lentos, fueron los peores cuarenta segundos de su vida, el nervio de estar esperando a subirte a un aparato que potencialmente te matará. Los carritos regresaron, las personas que habían estado arriba se bajaron, todas se veían bien, pero sus gritos estaban clavados en la mente de Hades, que casi deseaba estar sordo otra vez para no haberlos escuchado. Shun tomó su mano y se subió a una de las filas de en medio, no estaban ni tan adelante ni tan atrás, era el espacio perfecto. Un empleado les bajó los cinturones de seguridad, Hades de inmediato se aferró con las manos al metal amarillo, tan fuerte que sus nudillos se tornaron blancos.
El enfermero vio eso y tomó su mano izquierda en la suya, Hades sonrió débilmente ante el gesto.
Dieron las instrucciones en el altavoz y el carro arrancó. Al inicio fue muy tranquilo, el problema fue cuando llegaron a la clásica bajada que todas las montañas rusas tenían, el hecho de que fuera tan lento le ponía los nervios de punta.
Cuando llegaron a la cima, se paró por unos segundos, para después bajar a toda velocidad.
El grito que soltó Hades fue enmascarado por los gritos de las demás personas que iban con ellos, decir que estaba aterrado era poco, el carro se movía violentamente cada vez que doblaba una curva, el cabello de ambos volaba por todos lados, gracias al viento ni siquiera podía mantener bien abiertos los ojos, eso de alguna forma lo agradecía, el aire le azotaba en la cara de forma dolorosa y estaba casi seguro que le dolería la garganta al día siguiente de tanto gritar.
Hubo otras dos bajadas, Hades no paraba de gritar, es que era demasiada emoción para él, ni siquiera sabía por qué demonios había accedido a hacer esto, dieron vuelta en una curva que los hizo desacelerar un momento, sólo para llevarlos directo a otra bajada, pasaron por debajo de unos metales y Hades agachó la cabeza por instinto porque realmente no lo hubieran golpeado de todas formas, cerró los ojos en ese breve momento rezando no golpearse con algo, sólo para volverlos a abrir y encontrarse con otra bajada, más inclinada que la anterior.
Gritó más alto y realmente ya ni sabía por cuánto tiempo había estado gritando, dieron una vuelta en espiral donde la sangre se le fue al cerebro, luego vino otra subida y otra bajada, no sabía qué tan fuerte estaba apretando la mano de Shun, pero mientras el enfermero no le dijera nada, lo seguiría haciendo.
Los carros se alentaron y entraron de nuevo a la estación, por un momento Hades pensó que ya había terminado, pero cuando pasaron de largo soltó un sonido de fastidio y volvieron a subir por la misma subida sólo que del lado derecho.
A Hades le daba la impresión de que iban más rápido todavía, las cadenas y los rieles sonaban estruendosamente cuando pasaban, las personas estaban gritando, sonriendo, por lo visto nada aterradas de lo que estaba pasando, en una curva el carro se dobló de una manera que Hades creyó se iba a ir de lado, hizo eso dos veces, torciéndose de un lado a otro y bajando de esa manera a toda velocidad, cuando quedaban completamente de lado a Hades le daba un vuelco el corazón, y más cuando pasaron realmente cerca del piso.
Dio unos giros súper extraños que marearon a más de una persona a bordo, eran cmo espirales súper extrañas que hacían que el viento les golpeara el rostro y que el cabello volara por todas direcciones.
Finalmente, la tortura llegó a su fin y el juego se detuvo justo al llegar a la estación, Hades podía sentir su corazón latir con fuerza en su pecho, soltó la mano de Shun y volteó a verlo.
Soltó una carcajada al ver el estado en el que su enfermero se encontraba, sus cabellos daban para todos lados, parecía más un nido de pájaros que cabello.
-Ah, te parece gracioso- dijo el enfermero con voz burlona, empujando a Hades en el brazo una vez que los cinturones se levantaron- No te parecía gracioso cuando estabas allá arriba gritando- se mofó Shun con una sonrisa
Hades hizo pucheros y le golpeó el hombro amistosamente. Le extrañó no haberlo escuchado gritar, bien se pudo haber desmayado del susto o algo, y eso lo hizo más gracioso todavía.
El siguiente juego al que se subieron fue el barco pirata, Hades esta vez sí estaba asustado, las vueltas completas que hacía el juego le daban pánico, no quería que en una de esas quedara de cabeza y se saliera del juego.
Se sentaron en una de las filas de más enfrente, se agarraron con fuerza de la barra, al principio el juego se movía hacia atrás y hacia adelante suavemente, conforme pasaban los minutos se comenzó a mover más rápido, cada vez más alto y más alto. Hades en ese punto estaba paralizado en su asiento, ni siquiera quería abrir los ojos porque seguramente vería qué tan alto estaban y se asustaría todavía más.
Pero la curiosidad mató al gato y abrió los ojos, encontrándose de cabeza en el juego, el barco se alentó por un segundo para después regresar a gran velocidad, los gritos de la gente resonaron en sus oídos, Shun estaba apretando fuertemente la barra, gritando pero sonriendo, a ese juego se había subido miles de veces, ya estaba acostumbrado. El barco dio más vueltas completas, el aire frío calando los huesos.
Después de eso, el barco se fue alentando hasta que llegó a una parada, Hades colocó su cabeza entre sus manos, admitía que fue divertido, pero en ese punto estaba temblando, se rió con Shun cuando se voltearon a ver entre sí. Se bajaron del juego con las piernas hechas de gelatina, tambaleándose en su camino a otro juego.
Hades ya no quería, pero como sabía que no tenía otra opción pues seguía a Shun a donde sea que estaba yendo.
El péndulo era un juego que a Shun no le gustaba, daba demasiadas vueltas demasiado rápido, esa era una atracción que pensaba que podría caerse en cualquier momento, su hermano siempre lo obligaba a subirse con él a pesar de sus protestas, Ikki era fan de ese juego y le encantaba molestar a Shun de esa forma, pero aunque no le gustara se subiría, una última vez. Se sentaron una vez los dejaron pasar, ajustaron los cinturones y esperaron a que el juego comenzara, a Hades le temblaban las manos bastante, necesitaba tomar agua y con urgencia, parecía que su garganta era una lija de lo seca que estaba, aunque eso era de tanto gritar.
Y los gritos comenzaron de nuevo en poco tiempo. El juego comenzó a moverse hacia enfrente y hacia atrás, girando sobre su propio eje, cada vez llegaba más lejos y aunque los movimientos eran lentos, cada vez que se balanceaba las personas gritaban por estar de cara al suelo o demasiado alto para su gusto, la fuerza con la que el péndulo se movía era brutal. Los que peor la tenía eran los que, en cada vuelta, quedaban de cara al suelo.
El juego se elevó más alto que antes, y eventualmente comenzó a dar vueltas completas, Hades gritó muy fuerte cuando subieron hasta lo alto y después regresaron por donde habían venido, mientras se balanceaba, el círculo donde todos estaban sentados giraba sobre su eje constantemente, de forma que a todos les tocaba estar de frente al suelo aunque sea una vez, daba vueltas y vueltas y lo único que hacían Hades y Shun era gritar porque realmente era un juego bastante extremo. Shun había cerrado los ojos porque todo daba vueltas, no sólo su asiento.
Al lado de Hades había una muchacha que estaba gritando más alto que él, la pobre se veía en pánico existencial, porque el viento soplaba muy frío y las vueltas que daban realmente hacían que el corazón diera vuelcos horribles.
Cuando el péndulo comenzó a alentarse, Hades pudo por fin respirar tranquilo y Shun sintió que el alma le regresó al cuerpo, desde que era niño le había declarado la guerra a ese juego y esa subida no lo hizo cambiar de opinión en absoluto. Cuando se bajaron, se fueron a sentar en una banca que había ahí, porque de verdad que los juegos eran demasiado para ellos dos, Hades compró un agua para ambos, Shun tenía cerrados los ojos porque todo le daba vueltas, parecía que Shion al final no había sido de mucha ayuda, demonios.
Al regresar Hades, el enfermero se pegó una sonrisa en el rostro, obligando a su cuerpo a resistir, el de cabellos negros no se dio cuenta de lo que sucedía y sólo bebió de su agua tranquilamente.
Se subieron a una especie de disco que asemejaba a un reilete, las personas se subían a unos carros que estaban alineados al borde del círculo, no le gustó el hecho de que no hubiera cinturones de seguridad, sólo había una barra que se bajaba, impidiendo de alguna manera que las personas salieran volando. Hades miró a todos lados nerviosamente, esperando a que todos estuvieran listos para que el juego empezara.
El juego se fue levantando lentamente, después se quedó de lado un momento. Comenzó como algo tranquilo, el círculo daba vueltas sobre su eje y se movía de un lado a otro, fue en ese momento en el que comenzó a tomar velocidad, el juego tenía luces cegadoras por todos lados, y con cada segundo que pasaba la velocidad aumentaba.
De repente una alarma sonó, Hades pensó que se trataba de una emergencia, pero eso fue sólo el comienzo de algo peor.
El juego comenzó a dar violentas vueltas girando sobre su propio eje, las personas comenzaron a gritar muy alto, ninguna estaba soltando la barra de seguridad como en la montaña rusa, asustados de poder caerse si lo hacían, el juego comenzó a tambalearse irregularmente de arriba abajo, Shun gritaba a su lado casi abrazando la barra, Hades cerraba los ojos porque el cabello le azotaba en la cara, después de unas cuantas vueltas, volvió a girar, pero esta vez hacia atrás. El cambio de dirección no le sentó bien a nadie, Hades sentía que la sangre se le iba a la cabeza y que el estómago se le iba a salir por la boca, los gritos de las personas sonaban altísimos, era el juego más extremo en el que se habían subido hasta el momento.
Casi al final de la ronda, el juego dejó de estar inclinado para pasar a una posición completamente horizontal, ahí empezó a dar vueltas y vueltas a gran velocidad y Hades cerró los ojos gritando a todo pulmón, Shun a su lado estaba en un estado similar al suyo, no pudiendo creer que este tipo de juegos realmente existían.
Cuando se detuvo y los dejaron salir, ambos salieron casi corriendo de ahí, con el corazón latiendo a mil por hora en sus pechos. Tuvieron que hacer una parada en el baño porque... bueno...
Lo siguiente en la lista eran las sillas voladoras y si los demás juegos ya lo habían dejado agitado, este juego en específico sí lo ponía de nervios, estar despegado del suelo ya era de por sí horrible. Iban caminando en el frío rumbo al juego, Hades sacó su teléfono para grabar algo.
-Di hola, Shun- le dijo, haciendo zoom al rostro de su enfermero que estaba algo pálido, los juegos estaban demasiado intensos la verdad, Shun volteó el rostro, primero haciendo contacto con los ojos de Hades y después volteó a ver la cámara, riéndose por lo bajo, Hades se rió también detrás de la cámara
-Te encanta grabarme cuando estoy despeinado, ya me di cuenta- dijo el enfermero, viéndolo con ojos divertidos, Hades se burló de él- Me encanta que te rías de mí, enserio, wow, gracias, lo aprecio demasiado- dijo, con claro sarcasmo, aunque Hades no dejó de grabarlo de todas formas
Los empleados los dejaron subir al juego relativamente rápido, Hades no quería salir volando, literalmente, se sostuvo de la baranda de seguridad aunque eso no lo tranquilizó en absoluto, las sillas comenzaron a elevarse bastante alto, no sabían a qué altura, pero era muy alto. Comenzaron a girar sin previo aviso, sacándoles un susto, Hades se aferró más fuerte de la baranda, gritó mientras miraba hacia abajo, el viento era más frío que antes, la noche estaba cayendo ya.
El juego sólo daba vueltas y vueltas sin parar, desde abajo o externamente podría parecer algo muy tranquilo, pero cuando estabas arriba ya te dabas cuenta que realmente no era tan hermoso paseo y terminabas como Hades, asesinando tu garganta por tanto grito.
Para su suerte, el juego terminó más pronto de lo que esperó, y no supo si estaba agradecido por ello o decepcionado de que haya durado tan poco. Ahora que iban por los juegos más ligeros, Shun lo llevó hasta los carros chocones, Hades no veía la lógica en ello porque Shun ya le había dicho que evitara chocar cuando conduciera, el enfermero tuvo que explicarle que ese era el motivo del juego, pero que nunca lo intentara en la vida real. Se subieron cada uno a su cochesito, Hades pensó que se veía ridículo haciendo lo que estaba haciendo, pero no tenía otra opción.
Comenzaron a conducir por ahí sin ningún rumbo en particular. Cuando una persona en un coche verde le chocó por atrás, Hades se sobresaltó, soltando su volante, Shun lo vio y se burló de él, Hades soltó una risa ahogada contra sus manos, después volvió a tomar el volante para seguir conduciendo, básicamente su plan era perseguir a Shun por todos lados porque le daba pena chocar a otras personas, estaba convencido de que nunca en la vida dejaría de ser una persona penosa.
Se fue atrás de Shun, quien huía de él, para tratar de chocarlo, en su camino muchas personas lo chocaban a él, lo cual era un tanto violento, pero ah cómo se estaba divirtiendo, a Shun también lo chocaban todo el rato. Hades lo persiguió por el borde de la pista, no que realmente lo estuviera alcanzando porque no sabía conducir un coche mecánico, pero sus esfuerzos estaban rindiendo frutos al parecer. Lo chocó de frente cuando se cruzaron en el medio de la pista, el principal motivo porque no se vieron, en algún momento se perdieron de vista, meses atrás, eso le hubiera dado un ataque de pánico, pero ahora ya era lo suficientemente confiado como para estar solo...
Aunque sea por unos cuantos minutos.
Estuvieron varios minutos ahí metidos, persiguiéndose el uno al otro entre risas y carcajadas, hasta que tuvieron que bajarse, grabaron varios videos mientras se iban a comprar algo en los puestos.
Se subieron al UFO, que fue el peor juego de todos, muchas gracias, vueltas horribles, demasiado movimiento, nunca jamás en la vida. También se subieron a las tazas locas, el enfermero lo odió, pero Hades lo disfrutó como ningún otro juego.
Por último, se subieron a la rueda de la fortuna, Hades estaba entusiasmado, como nunca se había subido a una, estaba emocionado por ver las vistas desde la parte de arriba, no iba a mirar hacia abajo, pero igualmente lo iba a disfrutar. Se metieron a su cubículo y se sentaron, comenzaron a hablar de cosas triviales, de lo bien que la habían pasado ese día, de qué iban a cenar cuando llegaran a casa, la habían pasado todo el día en el parque de diversiones, Shun estaba cansado por decir lo menos, ya casi no podía con su alma, pero empujaría su cuerpo un poco más hasta llegar a la casa por Hades.
Por Hades se quedaría si pudiera.
La luna ya se veía en el cielo, las estrellas ya estaban saliendo y comenzaban a brillar, cuando llegaron a la cima de la rueda, el juego se alentó, Hades volteó a su izquierda y abrió la boca con sorpresa al ver el paisaje. Los árboles se mecían al compás del viento, las personas se veían muy pequeñas vistas desde arriba y, aunque juró que no miraría hacia abajo, no pudo evitarlo, encontrándose con que no era tan terrible como había pensado. Se cubrió la boca con la mano conteniendo sus lágrimas, todo era demasiado hermoso, una explosión de color entre las luces del parque y la oscuridad de la noche.
Shun sonrió a su lado, las siluetas se hacían borrosas en la oscuridad ante sus ojos, colocó su mano en el hombro de Hades, éste lo volteó a ver, y bajo la luz de la luna pudo observar las gotas que resbalaban por sus mejillas, el enfermero lo abrazó de mejor manera, sonriendo.
Se tomaron un video en la cima de la rueda de la fortuna, algo gracioso, en contraste con lo romántico de la situación, tomaron fotos del paisaje también, Shun deseaba inmortalizar el momento en su mente, recordar estos momentos, casi parecía que todo estaba bien, que todo iba a estar bien.
Cuando se bajaron Hades estaba más que contento, compraron una bolsa de palomitas en un puesto para aguantar a llegar a la casa para cenar, el único que las comió fue Hades porque al enfermero no le gustaban. Condujeron lentamente hasta el apartamento, Shun no quería arriesgarse a chocar en su estado, Hades ni cuenta se dio porque habló todo el camino acerca de que quería volver algún día cuando tuviera tiempo porque había sido divertido, le hizo una lista de los juegos a los que se quería volver a subir y le dio razones por las cuales la montaña rusa era el peor juego del mundo. Eso hizo reír a Shun, que desde hacía semanas no había soltado una risa con humor.
Shun cocinó, con ayuda de Hades, unos rollos de verduras y hongos, se sentaron a comer con una serie nueva que estaban pasando en la televisión, conversaron entre bocados hasta que se hizo bastante tarde.
Se fueron a dormir, Shun cayó como tronco, estaba exhausto y no sabía por qué. A la mitad de la noche, Hades no escuchó el sonido del grifo corriendo o el golpe en la sala.
Había llegado el día, el día que ninguno de los dos quería que llegara, era el penúltimo día de su convivencia, a la mañana siguiente Shun se iría y oficialmente el período de recuperación, o más bien, de reintegración social de Hades se acabaría. Hades no iba a mentir, estaba muy triste por eso, Shun estaba más triste todavía, se le notaba en la cara y en la forma de caminar, Hades lo veía desanimado, pero no sabía si era porque la noche anterior se habían acostado muy tarde viendo una película o porque no quería que su tiempo acabara.
La última parada era la feria, que era básicamente lo mismo que el parque de diversiones, pero habían cosas que no vieron ese día que sí estaban en la feria, así que eso emocionaba a Hades. Shun por su parte, aunque estuviera muriendo por dentro, se iba a encargar de hacer de ese día el mejor día en la vida de Hades, que lo recordara por siempre.
Hades tomó sus medicinas como todos los días antes de desayunar, Shun se la pasó acomodando la casa un poco, haciéndose cargo de sus plantas como ya se le había hecho costumbre, la mañana estaba tranquila, los pájaros se escuchaban en la lejanía, el sonido de los pasos de las personas contra el pavimento yendo una vez más al trabajo, los automóviles y sus claxon, la farmacia estaba siendo abierta como todas las mañanas y el gato de la vecina estaba maullando como siempre.
Los rayos del sol se colaban por las ventanas, el invierno se estaba acabando para deleite de algunos y disgusto de otros, a pesar de su insistencia de que su enfermero lo acompañara a desayunar, él se negó diciendo que tenía que empacar sus cosas para no atrasarse después en la noche, eso Hades no se lo reprochó, en su lugar bajó a la cocina a prepararse su propio desayuno. Cuando el enfermero bajaba se le cayó la maleta por las escaleras, se había tropezado aparentemente o algo, no dio muchas explicaciones, cuando Hades le dijo acerca de la feria el enfermero se vio muy confundido, casi desorientado, pero eventualmente asintió con la cabeza, asegurando que por eso quería apurarse, no lo convenció del todo, pero el de cabellos negros no dijo nada al respecto, era un día triste para ambos, se habían tomado cariño y lo que menos querían era pensar en que al final del día, no se verían más.
El día anterior habían ido a la consulta con Shaka como siempre, el rubio médico había visto que algo no estaba bien, sólo que no pudo poner su dedo en el qué, viendo a Shun de arriba abajo no consiguió que el enfermero le dijera nada y su paciente tampoco parecía querer decirle, un pensamiento cruzó por su mente, no queriendo creerlo se la pasó pensando en ello todo el día, ¿será...?
Mientras Hades comía una manzana, se vistieron para ir a la feria, el aire era fresco, una brisa pesada que aprisionaba el alma, Hades tenía un mal presentimiento sobre todo eso, estaba un poco nublado eso era cierto, pero todavía se podía ver el sol así que dejó sus pensamientos de lado, si llovía, pues ya se mojarían, un poco de agua no los iba a matar. Vio a su enfermero colocarse capas de ropa encima, no quiso cuestionarlo, pero algo en su mirada le decía que algo no estaba bien, el brillo juvenil que siempre estaba presente en ellos ya no estaba, en su lugar, una mirada gris y desenfocada estaba presente.
-¿Te encuentras bien?- le preguntó en un susurro, el silencio abrumador en la habitación se había vuelto muy pesado para manejar para él, que había vivido en silencio por tantos años
-Shun volteó a verlo, el de cabellos negros casi podía notar sus venas por debajo de su piel pálida y en extremo delgada- Oh... Sí, estoy bien- contestó simplemente, mientras comenzaba a meter su equipo en su mochila
-¿Seguro?- insistió timídamente, no quería parecer molesto
-Sí, enserio, sólo un poco de dolor de cabeza- justificó con una sonrisa que no se vio cien por ciento real
-Te dije que debías de desayunar en vez de ponerte a guardar tus cosas, ¿quién es el que no hace caso ahora?- Hades no pareció darse cuenta de ello y en cambio le reprochó, cruzándose de brazos y haciendo pucheros
-el enfermero rió- Ok, ok, lo admito, debí desayunar, pero si lo hacía no tendría espacio para lo que probaremos en la feria, hay muchos puestos ahí- aunque no sonó del todo entusiasmado, Hades no lo notó
-Bueno, si tú lo dices, aunque sea te traeré un vaso de agua, te ayudará- dijo, salió de la habitación rumbo a la cocina, dejando a Shun, quien se sentó en la cama con la cabeza entre las manos
Algo cayó al suelo. El color rojo mezclándose con el fino cristal en una danza de melancolía y confusión.
Llegaron a la feria, Hades pensaba que habría muchos niños por ahí o adolescentes, pero cuando entraron vieron a puros adultos, no había ni un sólo adolescente a sus alrededores, eso les pareció extraño, pero se encogieron de hombros dejándolo pasar, había mucha gente eso sí, por todos lados se encontraban con personas que estaban jugando en diferentes puestos o con filas largas para subirse a los juegos. Vieron un puesto de postres y dulces, se acercaron para ver qué había y como Hades quería inmortalizar ese día en su teléfono, lo sacó para documentar su ida a la feria, recientemente le había picado el bicho de tomar fotos para dibujar lo que sea que había capturado después, y los videos, eso era sólo porque quería escuchar la voz de Shun sin avergonzarse a sí mismo pidiéndole que le hablara.
-¿Qué vas a pedir?- le preguntó, grabando los dulces que el puesto ofrecía, había gomitas de colores, regaliz, cacahuates, chocolates, había palomitas, malvaviscos, entre otras cosas, estaba muy bonito todo, decorado con luces led de distintos colores y carteles gigantes
-Vooooy... a pedir fresas- miró a la cámara e hizo una cara chistosa, como saboreando la fruta
-¿Vas a pedir fresas? Entonces yo también voy a pedir fresas- dijo, Shun se rió
Hades no iba a mentir, todavía le daba bastante desconfianza comer en la calle porque esa parte de él que estaba obsesionado con la limpieza y los gérmenes no se había ido todavía, pero trataba de repetirse siempre que hacerlo una vez no le haría nada, que debía de tratar por sí mismo y por Shun, por sus amigos que querían verlo bien, y que si tenía la mala suerte de que a su estómago no le gustara, pues así era la vida, siempre hay riesgos, hasta en lo más sencillo, así que lo que debía hacer era vivir.
Se tomaron una foto con caras chistosas después de recibir su snack, Hades hizo un sonido de aprobación cuando mordió una de las fresas, sus mejillas estaban llenas y Shun decidió tomar una foto porque se veía exactamente igual a los hámsteres que vieron ese día en el refugio, caminaron un poco más observando los puestos de globos y diversos premios que podías comprar, se toparon un puesto que vendía carne en una brocheta, eran enormes y venían con un pan en forma de bola relleno de queso crema. Compraron uno solamente porque dos no se los iban a acabar, mientras a algunos la mostaza les parecía asquerosa, a Hades sí le gustaba, tuvo que agitar el bote para poder ponerle a su pincho, Shun lo miró súper raro, con una cara que gracias a todos los dioses Hades pudo capturar en video, le hizo zoom y se hechó a reír, se estaba carcajeando mientras su enfermero sonreía pero no dejaba su cara de lado.
-Estas cosas parecen armas- dijo Hades, observando su pincho de fresas de donde ya había comido y se veía la punta de la brocheta
-Lo que es un arma es la mostaza que le pusiste a esa cosa, eso sí es un arma de destrucción masiva- dijo Shun, sonando muy serio, Hades se rió, mordiendo su pincho de fresas otra vez mientras el enfermero tomaba uno de los trozos de carne que no tenía mostaza y se lo comía, de repente comenzó a toser fuertemente, Hades lo miró asustado no sabiendo qué hacer- Casi me ahogo- dijo Shun riéndose, Hades soltó una risa y negó con la cabeza, no alcanzando a ver el color rojo
Se pararon en otro puesto después de haberse acabado sus fresas y de haber comprado una brocheta de verduras en el camino que se acabaron rápidamente, en su paso ya habían comprado en como cuatro puestos diferentes, en el que estaban era de comida frita, vendían pollo, palitos de pescado y demás. Se pidieron palitos de pescado con mayonesa y salsa tártara, ya habían visto un puesto de takoyaki más adelante así que su siguiente destino era ese. Comieron tranquilamente sus palitos de pescado con su enorme brocheta de carne mientras veían a la gente pasar a su lado, el gran parloteo se escuchaba, había mucho ruido, tanto de los juegos como de las personas que estaban gritando en el paseo del terror. Hades estaba rezando que la comida no le cayera mal porque no estaba de ánimo para intoxicarse.
Cuando terminaron de comer se dirigieron a un juego, o más bien casa, muy extraño, era súper alto por lo que suponían que debía de tener muchos niveles o algo por el estilo. Pasaron después de pagar, les dieron fichas rojas como entrada para que al final las devolvieran al salir. En la entrada había una rueda de hámster que se movía relativamente rápido, Hades pasó primero, tropezando con sus propios pies, pero logrando pasar, después fue el turno de Shun, que casi se cae encima de su paciente. Más adelante para subir había una escalera inestable y una cuerda a un lado, Hades subió por la cuerda y Shun por la escalera, como el de cabellos negros llegó más rápido grabó a su enfermero que estaba teniendo problemas para subir, cuando al fin lo logró se rió porque estaba muy difícil subir por esa escalera, se había cansado con tan poco.
Después había un pasillo con tubos en el piso, cada vez que los pisabas rodaban y por ende te ibas de un lado a otro, Shun pasó primero, agradecía que había un barandal porque de otra forma ya se hubiera caído tres veces, Hades iba justo detrás de él, le estaba costando trabajo avanzar, al parecer fue buena idea ponerse tenis en vez de sus clásicos zapatos de vestir que le gustaba usar, estuvieron así un rato, Shun descubrió que la técnica era mantener los pies en el cilindro más alejado del centro porque así aunque rodara se podía mantener estable, ayudó a Hades a salir de ahí dándole la mano.
A lo lejos se escucharon fuegos artificiales y Hades sacó su teléfono para capturar el momento, eran de colores rojos, amarillos, verdes y azules, Shun estaba encantado de la vida por ver a Hades sonreír tan ampliamente.
Se veía mucha gente desde donde estaban, tal pareció que habían llegado más personas porque de repente la feria se veía abarrotada. Frente a ellos había un círculo gigante que daba vueltas, Hades se subió, iba tan rápido que pensó que saldría volando de ahí y se mareó fácil antes de bajarse, Shun lo pasó de un brinco antes de echarse a reír cuando Hades lo miró indignado porque podía saltarlo así y nadie me dijo.
Siguieron avanzando, se encontraron con un pasillo lleno de cuerdas tensadas, se metieron tratando de pasar, se quedaron atorados una que otra vez, estaba complicado tratar de abrirse paso a través de las cuerdas porque el espacio era angosto, Hades se llevó varios golpes al chocar contra ellas, Shun pasó primero ayudando a Hades a salir porque se atoró en algún punto, era de esperar, él era más alto que su enfermero por como diez centímetros más. Después habían unas peras de boxeo colgadas de una cosa que daba vueltas, Shun se puso a pegarles muy cómicamente, como si de verdad estuviera en alguna competencia o algo por el estilo mientras Hades se burlaba de él y de sus movimientos estúpidos.
Había un tubo de bomberos para subir al siguiente nivel, también había otra escalera y una red, las personas escogían la red principalmente porque era más fácil, y la verdad es que ninguno de los dos quería subir por el tubo, así que usaron la otra opción, ya Shun había aprendido su lección con las escaleras y tenía sus rodillas y sus brazos como recordatorio de que su cuerpo no estaba hecho para subir escaleras inestables. Se encontraron con unos espejos que deformaban el reflejo, uno los hizo ver más altos, otro más delgados y el último los hizo verse bajitos y gordos, ambos se estaban muriendo de risa al ver cómo se veía el otro.
El siguiente pasillo estaba lleno de inflables colgados del techo, Hades se hizo el valiente y pasó primero, lo pasó relativamente rápido, cuando fue el turno de Shun no tuvo tanta suerte como su paciente, tomó vuelo según él para empujar los inflables más rápido, pero no le funcionó y se chocó con ellos sin poder pasar, no fue un choque aparatoso, simplemente no logró pasar como tenía planeado. Hades se destornilló de la risa desde el otro lado y Shun sólo hizo una mueca inconforme. Lo volvió a intentar, pero esta vez corriendo, atravesó el pasillo rápidamente pero cuando estaba a punto de salir se tropezó con una cosa de metal que había en el suelo, trastabillando hasta que logró salir.
-¡Ay a yay!- gritó, riéndose con una mano en el pecho, Hades no paraba de reír junto a él, el enfermero podía jurar que incluso estaba llorando de la risa- No vi que estaba esa cosa, casi me caigo- dijo Shun, golpeando a Hades amistosamente en el brazo- No te burles- se rió
Justo enfrente había otro de esos círculos en los que Hades se había subido antes, esta vez lo saltó al igual que Shun para evitarse el mareo. Lo siguiente era una especie de tronco que se movía de atrás hacia adelante, Shun pasó primero, costándole un poco de trabajo porque se movía bastante, después pasó Hades, el enfermero tomó las cuerdas que sostenían al tronco y comenzó a agitarlas mientras se reía, el de cabellos negros se aferró a las cuerdas que servían como barandal fuertemente, dio un gritito fingido entre risas, luego Shun lo soltó y pudo pasar libremente. Subieron por otra red más adelante, encontrándose con el final del juego, había dos opciones, bajar por la resbaladilla o por unas sillas, eligieron la resbaladilla porque eran un par de niños en el interior, así que se formaron para bajar y se fueron uno detrás de otro, se medio tropezaron al final, pero aparte de eso estaban enteros.
Pasaron por un puesto de takoyaki y pidieron uno preparado, estuvo delicioso, a Shun le encantaba el takoyaki, a Hades también, se lo terminaron mientras pasaban a algunos puestos de juegos, jugaron el tiro al blanco, a aventar aros, de botar botellas, a las pistolas de agua, y por último, Shun jugó una partida de un juego donde se debía aplastar a cuantos castores se pudiera en un minuto, si eran más de treinta ganaban un premio y el enfermero le consiguió a Hades un pulpo lila que sacaba la lengua, el de cabellos negros estaba muy feliz.
Se subieron al paseo del terror para probar si realmente asustaba tanto como escuchaban, porque los gritos que venían de dentro debían ser por algo, Hades estaba nervioso, eso no lo iba a negar, para nada. Se subieron al carrito y cuando avanzó todo estaba completamente oscuro. Después empezaron a pasar sonidos grabados de gritos, chillidos y palabras que les sacaron el susto de su vida, personas salían de cubículos entre las paredes que les gritaban en la cara, muñecos saltaban por todos lados mientras las luces estroboscópicas danzaban en las paredes, Hades había escondido el rostro en la espalda de Shun, quien agarraba la barra con la fuerza de un alicate, el de cabellos negros estaba gritando con cada sonido que se escuchaba y el enfermero hacía caras cada vez que alguien le saltaba enfrente.
Los gritos de las personas detrás de ellos también los asustaban, el corazón de Shun latía con fuerza y no se quería imaginar cómo estaba el de Hades. Por fin vieron las luces de la feria al final del recorrido, se bajaron con las manos temblando, soltando el aire que no sabían que estaban conteniendo, Shun abrazó a Hades porque parecía que el pobre estaba en shock todavía, se rieron juntos porque vaya que el paseo del terror sí estaba de terror.
Se subieron a un juego que daba vueltas horizontales y verticales, se subieron y un empleado les bajó el cinturón de seguridad.
Fue lo peor del mundo, dieron vueltas para todos los lados habidos y por haber, Hades sentía que el corazón se le iba a salir, dieron vueltas de cabeza, los gritos que daban todos se escuchaban hasta Canadá seguramente, Hades había cerrado los ojos pero eso sólo lo hizo peor, Shun a su lado sentía que se iba a desmayar en cualquier momento y no sólo por culpa del juego. Cuando se bajaron, todo les daba vueltas, estaban tan mareados que parecía que se habían ido a tomar por unas buenas horas.
-Voy a vomitar, qué horror, te sangolotea horrible, ay no, es lo peor- dijo Shun mientras se aproximaban al bote de basura más cercano, no fue él quien devolvió su comida sino Hades, mientras el enfermero le palmeaba la espalda con empatía- Qué horror... ay no...- el enfermero sentía que le faltaba el aire, no podía respirar correctamente- Jamás me vuelvo a subir...- le dio una arcada- El peor juego del mundo, qué horror...
Pero eso no les bastó y se subieron a un juego que le decían "El martillo". Se sentaron junto a otras dos personas, estaban a la expectativa de qué tan intenso sería el juego, estaban temblando e incluso cuando se subieron Hades sintió sus piernas temblar, no sintiéndose estable en sus propios pies, tenían mucho miedo porque el juego era altísimo. Cuando empezó, gritaron como unos histéricos, el viento les volaba el cabello para todas direcciones y les azotaba en la cara como si fueran látigos, Shun gritaba más alto que él de alguna manera, Hades estaba apretando tan fuerte el cinturón de seguridad que ya le dolían las manos. Sentían que el alma se les salía del cuerpo y Hades más de una vez pensó que al estar de cabeza se iba a salir, que se iba a caer de cabeza o algo.
-¡Ahhhhh! ¡Por todos los dioses!- gritaba Shun porque iban a toda velocidad, cuando pasaban cerca del suelo por instinto levantaba los pies- ¡Ahh! ¡No, no!
-¡Ahhh! ¡Voy a llorar, voy a llorar! ¡Ahhh!- gritó Hades, estaba muerto de miedo
Cuando terminó, les regresó el alma al cuerpo, Hades recargó la cabeza en el respaldo cerrando los ojos un minuto, toda la sangre que se le había subido a la cabeza lo había dejado de repente, sentía que se iba a desmayar, estaba temblando, pero no porque hiciera frío, estaba temblando de miedo.
Shun por su parte estaba seguro que se había muerto ya y que su alma estaba vagando por la tierra con el susto aún encima.
Mientras se alejaban un poco de la fila para darle espacio a las personas que querían pasar, alguien a sus espaldas gritó porque había conseguido un premio, sonrieron un poco, Hades tenía el cabello todo desordenado, parecía una bruja o algo por el estilo y el enfermero no estaba en mejores condiciones, no sabía si por la luz o qué cosa, pero Hades juraba que el joven de cabellos verdes estaba más pálido que un fantasma y al mismo tiempo tan amarillo como una piña.
-Está súper fuerte, no, sentía que el alma se me iba... no, qué horror- dijo Hades, poniendo una mano en su corazón, el cual estaba latiendo demasiado rápido para su gusto -Estoy temblando, ve- levantó sus manos- No sé qué me pasa- dijo
-Sí, yo también estoy temblando- concordó Shun- Cuando nos bajamos me sentí alterado, así acelerado- explicó, la cabeza le daba vueltas
-Yo igual, como cuando tomas mucho café...- dijo Hades y el enfermero asintió
-No, se pasó, está fuertísimo, qué horror- el enfermero hizo una mueca y se comenzó a alejar, haciendo reír a Hades que lo siguió
Se subieron al carrusel y tomaron miles de videos, se veían probablemente ridículos ahí encima de los caballos, pero a ellos ya no les importaba en lo absoluto.
Jugaron un poco más, Shun ganó algunos premios para Hades, probaron un elote con queso de un puesto que no era japonés claramente y todo estaba increíble, era el mejor día de la vida de Hades realmente, todo fue hermoso.
Casi parecía una cita.
En el cielo se comenzaron a formar nubes grises, estaba claro que la lluvia iba a comenzar a caer en cualquier momento. Compraron un algodón de azúcar con un muy amable señor, Hades sonrió cuando su mirada se cruzó con la de Shun, el enfermero se la devolvió más ampliamente, las mejillas de Hades se sonrojaron, si estaba soñando, no quería despertar nunca.
Caminaron, alejándose de los juegos, ya era hora de volver a la calidez y comodidad de su casa, al día siguiente Shun tendría que irse, por lo menos querían pasar otra noche en compañía del otro, sólo un día más, sólo uno.
Cuando iban a cruzar la calle, sintieron gotas de agua caer encima de ellos, voltearon a ver al cielo, grandes nubes grises sobre sus cabezas, de repente, comenzó a llover fuertemente, Hades puso su mano sobre su cabeza en un intento fallido de cubrirse de las gotas que caían con intensidad y azotaban en el pavimento. Shun tomó su mano y comenzaron a correr en las calles, buscando dónde refugiarse de la tormenta, corrieron unas cuantas cuadras de esa forma, para ese momento ya estaban completamente empapados. Vieron a lo lejos una tienda que tenía un techo cubriendo la puerta de entrada y avanzaron hasta ahí a paso rápido, las personas que seguían en la calle también corrían, tratando de mojarse lo menos posible, otras llevaban su paraguas así que no estaban en apuros como ellos.
Se aproximaron a subir las escaleras, la tienda estaba cerrada y la única fuente de luz amarilla era la farola de la calle que estaba prendida, subieron los escalones, pero Hades tropezó en el último escalón y hubiera caído hacia atrás de no haber sido por Shun que se dio cuenta y lo atrapó antes de que se pudiera lastimar.
Hades volteó el rostro para ver a su enfermero muy cerca de él, en ese momento todo pareció detenerse, los dos habían dejado de respirar. El sonido de la lluvia repiqueteando contra el pavimento, el auto ocasional que pasaba a lo lejos, parecía que el sonido se había amplificado en el silencio de la noche. Su aliento tibio se mezclaba en el frío de la noche a tan corta distancia, el enfermero tenía sus manos en la cintura de Hades, aún sosteniéndolo incluso si ya no hacía falta, Hades lo estaba mirando a los ojos, perdido en el color verde tan intenso que poseían, no se estaba moviendo por miedo a que el momento terminara, ahí en sus brazos se sentía seguro.
Shun tenía la vista fija en su paciente, aquella persona que le atrajo como nadie nunca desde el primer día que lo vio, sus ojos verdes que brillaban incluso en la oscuridad más profunda, la timidez que veía en ellos era hechizante, sus labios estaban tan cerca de los suyos y sus manos en su pecho se sentían cálidas aun en el frío aplastante que los rodeaba.
El tiempo no estaba corriendo, se había detenido, detenido sólo para ellos, para darles este momento que recordarían para siempre, una última oportunidad para demostrar su amor antes de su inminente despedida.
Shun miró los labios de Hades, y éste se quedó quieto, esperando a que algo pasara, a que pasara lo que él quería que pasara. El enfermero se acercó lentamente, acortando la distancia entre los dos, hasta que sus labios se tocaron delicadamente.
En ese momento, una lluvia de fuegos artificiales resonó a lo lejos en la feria que habían dejado atrás. Hades cerró los ojos al sentir el contacto de los labios del enfermero sobre los suyos, apretujó con fuerza su camiseta, tratando de seguir el ritmo, nunca había besado a nadie antes y, aunque no sabía qué clase de experiencia Shun tenía, esto era lo mejor que le había pasado en la vida. Shun movía sus labios lentamente sobre los de Hades, saboreando el dulce sabor del algodón de azúcar sobre los labios de su paciente, un conjunto de sensaciones nunca antes sentidas se acumuló dentro de él, Hades le correspondió con el mismo entusiasmo y con la misma ternura con la que lo besaba, después de tanto tiempo, había besado a la persona que lo mantenía despierto por las noches, a la persona que había llegado a amar tanto o más que a su propia vida.
Los fuegos artificiales explotaban a sus espaldas, iluminando sus rostros en la oscuridad y por un momento pareció que todo estaría bien, que nadie más que ellos dos existía en ese preciso momento, ahí, completamente mojados por la lluvia y con el cabello pegándose a sus rostros, probando los labios del otro como tantas veces habían deseado sin poder hacerlo, el beso más dulce y más cargado de amor, lo profundizaron como si nunca quisieran separarse y buscaran desesperadamente unirse ahí mismo para jamás tener que hacerlo, en una danza que sólo ellos conocían, que sólo ellos podían hacer.
Era de esos besos que sabían a amor.
Se separaron cuando el último fuego artificial resonó en el cielo y la luz que brindaban se apagó, se quedaron viendo a los ojos intensamente, respirando rápidamente tratando de recuperar el aliento, Hades había comenzado a temblar por el frío, pero eso no le importaba, no ahora. Observaron sus labios, hinchados después de besarse y sus mejillas sonrojadas, ya fuera por la brisa helada o por lo que acababan de hacer.
Y en ese preciso momento, las palabras sobraban bastante, no las necesitaban para decirse lo que ya sabían.
A la mañana siguiente, Shun bajó sus cosas a la sala, Hades estaba parado cerca de las escaleras no sabiendo qué hacer realmente, la noche anterior no se dijeron nada después del beso, quizás se miraron a los ojos por más tiempo del necesario antes de caer dormidos, pero nadie podría decirlo con exactitud.
Hades acompañó a Shun hasta el frente del complejo de apartamentos donde ya estaba su auto para irse de vuelta a su casa. Hades jugó con las mangas de su suéter mientras Shun subía las cosas a la cajuela. El enfermero se acercó a él y se despidieron con un abrazo que duró más tiempo del que era normal, ninguno queriendo separarse.
Hades vio al auto alejarse por la calle, perdiéndose después de doblar una esquina. Entró a su apartamento de nuevo, tomando su dosis diaria como siempre, y de repente, se vio muy consciente de qué tan silenciosa su casa era realmente sin la vibra alegre del joven de cabellos verdes.
Tuvieron que pasar dos días más para que Hades recordara que nunca le había dado las gracias a Shun.
El primer día que se conocieron hicieron una apuesta, Shun le había dicho que si ganaba entonces tendría que darle las gracias y nunca olvidarlo (como si pudiera después de haberlo besado), el enfermero había ganado su confianza demasiado rápido, entonces debía de darle las gracias, no sólo porque ese había sido el trato, sino porque de verdad quería darle las gracias, se lo merecía, tenía tantas cosas que decirle que no sabía por dónde iba a empezar, todas esas ideas estaban circulando por su cabeza, ese día se había quedado completamente paralizado, nunca había besado a nadie en su vida, fue un momento mágico para él y estaba agradecido que hubiera sido Shun la persona con la que compartió ese momento.
Se vistió rápidamente para ir al hospital donde Shun trabajaba, debía de darle las gracias, estaba emocionado por decir lo menos, ese beso sólo podía haber significado que le gustaba, era muy obvio, le gustaba a Shun.
Fue en taxi hasta el hospital general Nozomi, no tenía ninguna prisa en realidad. No supo por qué, pero entre más se acercaba al hospital, un mal presentimiento se asentó en su corazón, que le decía que algo no estaba bien, se comenzó a poner nervioso, en ese punto las medicinas habían comenzado a hacer su efecto, pero aún podía escuchar a las voces de vez en cuando, en esos momentos cuando el sentimiento le ganaba, cuando recordaba que debería tomar sus medicinas por el resto de su vida, cuando recordaba que no era "normal". Ese nerviosismo que sentía cuando salía a la calle estaba presente de nuevo, miles de escenarios pasaron por su cabeza, pero ni una sola vez pensó en regresar a su casa, algo le decía que no debía ir al hospital, pero otra parte de él le decía que la razón debía descubrirla, así que se tragó el nudo que se había formado en su garganta y se hundió en su asiento hasta que vio el letrero del hospital a lo lejos.
El taxista se estacionó enfrente de la entrada, Hades se bajó después de pagarle, miró hacia arriba, el cielo era azul brillante, las nubes danzaban con tranquilidad unas al lado de otras, la brisa fresca se llevaba los susurros de las voces, helando sus manos sin deshacerse de esa opresión abrumadora que sentía en esos momentos. Subió las escaleras a paso lento, retrasando aquello que no sabía todavía, pero que su corazón temía sin razón alguna. Había mucha gente adentro, vio a pacientes con sus batas paseando por ahí, personas en silla de ruedas yendo a tomar sus pruebas, el olor a alcohol lo golpeó en la nariz repentinamente, los químicos volando en el aire, recordándole dónde estaba.
No sabía con quién hablar así que sólo se adentró más, un muchacho de cabellos naranjas con el uniforme de enfermería, al cual reconoció como el enfermero que lo atendió el día que fue chocado por la camioneta, estaba caminando hacia él con la cabeza gacha, revisando una ficha que asumió era de algún paciente. Se acercó a él para preguntarle acerca de Shun.
-¿Disculpa...?- le llamó en un susurro, el chico levantó la vista, viéndose sorprendido un segundo
-Oh, vaya, qué bueno verlo, ¿cómo ha estado?- le preguntó, en su tarjeta de identificación decía Mime Haraldsen
-B-Bien, gracias, umm... quería preguntarle... si sabe dónde puedo encontrar a, ¿Shun Kido? Una vez me dijo q-que eran compañeros aquí- le dijo, el rostro de Mime se oscureció
-¿Shun...?- preguntó, con la mirada perdida
-S-Sí, es que... nunca pude darle las gracias por... todo lo que me ayudó- algo estaba mal, muy mal, lo sentía
-Lo siento, joven, pero... Shun ya no trabaja aquí- dijo el joven enfermero, con la voz restringida
-¿C-Cómo?- preguntó, desconcertado
-el joven suspiró, viéndose triste- Shun... falleció ayer- terminó por decir
Hades se paralizó en su lugar, ¿había escuchado bien acaso? Shun... ¿estaba muerto?
Ellos mienten. Te mienten. Lo hacen, siempre. Mienten. Mienten. Somos reales, ellos no. Mienten. Te mienten.
-¿Q-Qué...?- preguntó, como si no lo hubiera escuchado perfectamente, no lo podía creer
-Él había estado enfermo durante mucho tiempo, yo no lo sabía, nunca le dijo a nadie, fue el doctor Fukui quien lo encontró en su apartamento- los ojos de Mime se llenaron de lágrimas que no derramó
-¿E-Enfermo?- Hades casi no podía ni articular palabras
-Algún cáncer según dijo el doctor, no recuerdo el nombre... ¿quiere pasar a hablar con el doctor Fukui? Está desocupado ahora- dijo el enfermero, tratando de no llorar frente a él
-S-Sí... claro- contestó Hades antes de comenzar a seguir a Mime
Ellos mienten. Mienten. Para, para, detente. No vayas. Alto. Ellos mienten. Mienten. Te mienten. Mienten. Te odiaba. Imbécil. Crédulo. Mienten. Ellos mienten, no nosotros.
Siguió a Mime hasta la puerta de una oficina que tenía en grandes letras el nombre del doctor Fukui y su especialidad. El enfermero tocó la puerta y una voz desde dentro dio permiso de que pasaran, Mime abrió la puerta y lo dejó pasar, yéndose después de cerrarla.
Shion estaba en su escritorio, tecleando algo en su computadora, cuando alzó la vista y vio a Hades su rostro se ensombreció, se retiró los lentes y mocionó para que se sentara en la silla frente a él. Hades caminó lentamente y se sentó. Ninguno de los dos dijo nada por varios minutos, el pesado silencio cayendo sobre ellos.
-¿Shun...?- empezó a decir Hades, sin poder terminar la frase, el nudo en su garganta y las lágrimas comenzando a formarse se lo impidieron
-Linfoma tipo 3- contestó Shion- ¿Quieres que te cuente todo?- le preguntó, Hades asintió, levantando la cabeza para verlo mejor- Shun era una persona muy activa desde siempre, fue en Junio de hace cuatro años que lo diagnosticaron con linfoma- comenzó a explicar, hablar de Shun le dolía, y por lo visto también a Hades- El linfoma es un tipo de cáncer que afecta los ganglios linfáticos, y cuando en otras situaciones Shun se hubiera salvado, para él ya no había esperanza- dijo con pesar, Hades cerró los ojos, las lágrimas comenzando a fluir- Le dijeron que sólo tenía unos cuantos años más, fui el primero en saberlo y el único, Shun siempre estaba sonriendo, nunca mostró ningún signo de que estuviera enfermo, fue un día que lo descubrí desmayándose varias veces que supe que algo no estaba bien, le hice varios exámenes y fue cuando me enteré, él se mostró muy optimista acerca de ello, ¿qué otra opción te queda, más que ser optimista cuando te dicen que morirás?- dijo Shion colocando su cabeza entre sus manos, Hades sollozó- Traté de convencerlo de que buscara tratamiento o algo, pero no quiso, dijo que no quería vivir su vida de esa manera, atascado con químicos y máquinas, él quería vivir lo que le quedaba de vida como una persona con energía, siempre tenía una sonrisa en el rostro, siempre ayudaba a todo mundo, si lo veías a lo lejos podías asegurar que todo estaba bien, que no estaba a unos años de morir- su voz salió temblorosa, Hades frente a él ya se había convertido en un desastre de lágrimas y sollozos- Dijo que si de todas formas hiciera lo que hiciera moriría, entonces que no había sentido en retrasar lo inevitable, que viviría lo que le quedara de vida, disfrutando de cada momento, sin perder un segundo en preocuparse por tonterías y admirando todo lo hermoso que tiene la vida. Incluso después de eso yo le insistí en un tratamiento, dijo que yo podía hacer lo que quisiera pero que nada cambiaría el hecho de que iba a morir, que era mejor que lo aceptara y ya, pero, ¿cómo iba yo a aceptarlo si era como mi hijo?- dijo entre lágrimas- Busqué a los mejores médicos y todos me decían lo mismo, que lo único que pasaría es que lo haría sufrir, que no había esperanza, que no había manera de salvarlo, y eso me lo dijo él también, que a veces la vida llega a su fin, que a veces es sólo nuestro destino y que lo mejor que podemos hacer es aceptarlo, que a veces la vida es injusta, pero que hay que vivirla, su frase favorita era "vive tu vida como si nunca la vivieras otra vez", un poco retórico, pero cierto, ponía eso en cada ficha de sus pacientes, para recordárselos, esos pacientes ahora son personas funcionales y felices, los ayudó a todos y cada uno sin esperar nada a cambio, él era ese rayo de luz que ves al final del túnel después de haber caminado en oscuridad por mucho tiempo- Hades estaba creando un río con sus lágrimas prácticamente, es que no lo podía creer, no podía
Te mienten, te mienten. Eres tonto. Crédulo. Ingenuo. Te dejaron, estás loco. Abandonado, solo, solo. Mienten, ¡ellos mienten! Ingenuo.
-Busqué y busqué y siempre le enviaba mensajes, pero nunca encontré nada que lo favoreciera, a veces pensaba que realmente lo que me decía era cierto y que lo mejor era dejar de buscar, pero me convencí a mí mismo de no hacerlo, era como si estuviera tratando a uno de mis pacientes, no me rendiría hasta que diera con el último recurso, y si nada funcionaba pues...- se limpió una lágrima que rodó por su mejilla- Pues entonces ya no había nada que hacer. Él había aceptado su destino con valentía, y todos los días luchaba contra el dolor y los síntomas que poco a poco estaban llevándose consigo su vida, y lo que más me sorprendía era que lo hacía con una sonrisa- sollozó quedamente, sin atreverse a ver el estado de Hades en ese momento- Nadie sabía que estaba enfermo aparte de mí, no le dijo ni siquiera a su hermano, Shun no quería que las personas sintieran lástima, él quería dejar el mensaje de que la vida es hermosa, que debes vivirla sin importar cuánto tiempo te quede, él quería ayudar a aquellos que tienen toda una vida por delante y que estaban desperdiciándola en sentir lástima por ellos mismos- explicó, Hades asintió para sí, ahora lo entendía, ahora todo tenía sentido- Salvó a muchas personas, le devolvió la alegría a los niños que cuidaba todos los días, todos lo amábamos, todo el personal del hospital lo queríamos, por eso te puse a su cargo- Hades levantó la cabeza, vio a los ojos al médico, confundido- Él quería un último caso antes de irse, quería ayudar a alguien más, pero estaba perdiendo la esperanza en ello porque no había llegado nadie que requiriera de sus servicios, deseaba terminar su vida con broche de oro, y después llegaste tú, en cuanto me asignaron tu caso me di cuenta de que algo no estaba bien, así que me puse manos a la obra y comencé a investigar, te dejé a su cargo, no sólo porque sabía que Shun deseaba un caso que tratar, sino también porque sabía que él te sería de ayuda, que él era la persona indicada para ayudarte- le dijo, con los ojos llenos de lágrimas que se rehusaban a salir- Quise ayudarte también porque sé que eres una persona hermosa, por dentro y por fuera, desde que te vi supe que tú necesitabas a alguien que te apoyara, porque sabía que merecías esa ayuda, que eras una buena persona- Hades sonrió tristemente- Shun pasó los mejores meses de su vida a tu lado, la forma en la que mandaba sus reportes de tu comportamiento, su manera de escribir acerca de ti me decía que se lo estaba pasando genial, que era la mejor experiencia que en su vida había tenido, tú lo hiciste feliz, esos últimos seis meses de su vida los convertiste en algo maravilloso, fuiste tú quien lo hizo feliz y quien le dio aquello que tanto él deseaba- Hades sollozó, agachando la mirada- Pero había algo más, algo que no sabía qué era pero sabía que ahí estaba- dijo, Hades levantó la vista otra vez- De repente quiso saber más acerca de los tratamientos que yo buscaba, se comenzó a interesar por ello, muy sutilmente, pero al final comprendí por qué, fue de un tiempo para acá, casi inmediatamente después que tu convivencia con él comenzó- Shion se secó otra lágrima, se hizo hacia atrás con su silla y abrió un cajón de su escritorio, sacando un sobre color verde pistache, Hades lo observó en confusión- Me llamó hace un día, en la noche, era la una de la mañana, cuando vi su contacto en la pantalla de mi teléfono supe que algo andaba mal, cuando colgué supe que ese día que tanto deseaba que no llegara, había llegado- el médico derramó dos finas lágrimas, Hades lo escuchaba atento, derramando sus propias lágrimas- Ayer fui a su apartamento, la puerta ni siquiera estaba bloqueada, y lo vi, ahí en su cama, con su teléfono en la mano- dijo, sollozando, Hades se talló los ojos, en un intento desesperado de hacer parar las lágrimas- Estaba viendo una foto tuya- Shion sonrió débilmente
Mentira. Mentira. Demente, psicópata. Es tu culpa. Mienten. Te mienten.
-Encontré este sobre en la mesa de noche, tiene tu nombre, así que no lo abrí, toma- se lo pasó a través del escritorio, Hades lo tomó con manos temblorosas, sollozando fuertemente, la vista nublada por las lágrimas
En el sobre estaba su nombre con grandes y mal trazadas letras "Hades Underwood", letras hechas por la mano de una persona moribunda, letras maltrechas que reflejaban el dolor de escribir con el último aliento de vida, letras de la mano temblorosa de alguien cuya llama se está apagando poco a poco.
Dentro del sobre había una hoja blanca, una carta, y otro sobre más pequeño, decidió empezar por la carta. La letra a mano temblorosa.
"Hades,
En este momento, te escribo con lo último que me queda, con los últimos segundos que me sobran.
Quiero que recuerdes estas palabras, y que en tu vida siempre las tengas presentes, al final te dejaré mis pensamientos finales, aquello que nunca te dije, pero que sentía en lo más profundo de mi alma.
Ten presente que cada día de tu vida es un regalo, que debes aprender a dejar tus miedos atrás, combatirlos y ganar, que los caminos no son fáciles de cruzar, que no es fácil avanzar, que están llenos de piedras, algunas más grandes otras más pequeñas, pero todas debes aprender a saltarlas, nunca buscar salidas fáciles, enfrentar aquello que temes para superarlo, tus problemas no se irán de la noche a la mañana, no se van a resolver solos, lo que hace la diferencia entre si puedes resolverlos o no, es si decides dar ese paso hacia adelante, tener el coraje de avanzar cuando todo lo demás a tu alrededor se está cayendo a pedazos.
Piensa todas las noches qué harías si hoy fuera tu último día, qué harías si mañana decidieras que quieres morir, piensa muy bien en tu respuesta, qué es eso que harías por última vez. Pero ahora piensa en qué pasaría si enserio mueres, qué dejarías atrás, considera a todas esas personas que te aman, todo eso que aprecias y quieres, puede ser material o no, piensa en el problema que te mantiene atascado y por el cual no quieres continuar, por el cual piensas que ya no puedes más, y pregúntate, ¿tiene solución? Sí, sí la tiene, ¿es difícil? Sí, lo es, ¿es imposible? No, no lo es. Piensa en lo que estás dejando, a quiénes.
Piensa en ellos cada vez que te vayas a dormir, piensa que pase lo que pase, que a pesar de que todo parece que no estará bien, que a pesar de que parece que no puedes más, siempre hay esperanza al final, siempre hay un rayo de luz al final del túnel. El suicidio no es la solución, nunca lo será, es algo permanente a algo que sólo es temporal, porque la vida es difícil, bastante, pero te la dieron porque eres lo suficientemente fuerte como para vivirla, porque alguien allá arriba sabe que puedes hacerlo, sabe que eres capaz de saltar esas piedras y sabe que eres capaz de continuar aun cuando sientes que no puedes.
Toma en cuenta que el pasado se queda en el pasado, que esas viejas fotografías y problemas los has dejado atrás, que los has resuelto, que has llegado hasta aquí por una razón, y esa razón es continuar, que has llegado hasta aquí porque eres fuerte, porque eres listo, porque sabes que puedes hacerlo, no dejes que esa voz que te intimida en la parte de atrás de tu cabeza te diga lo contrario, no dejes que te manipule, te mereces el universo, porque eres una buena persona, porque vales la pena, porque eres una persona maravillosa en todos los sentidos, esa voz te miente, esa voz no es real.
Recuerda que si el premio vale la pena, entonces la pelea también lo vale, que no hay una segunda oportunidad en este juego llamado vida, que cada segundo cuenta, porque no la volverás a vivir, evita el camino fácil, aférrate al tuyo con uñas y dientes, todo tiene su lado malo eso es cierto y todos tenemos el derecho de llorar, de un día dejar salir todo lo que nos molesta, de gritar y patalear, de llorar lo que tengamos que llorar, todos tenemos derecho de tener días malos, ¿qué alguien lo puede tener peor que yo? Patrañas, ¿porque alguien lo tiene peor quiere decir que no tengo derecho de llorar? Es una estupidez. Tenemos el derecho de sentir que no podemos más, pero tenemos la obligación de saber decir basta y levantarnos de nuevo, porque la lucha sigue, todos los días sigue al despertar, y si no nos levantamos, jamás sabremos quién ganó al final.
No guardes rencor, no guardes rabia, no te estoy diciendo que olvides, te estoy diciendo que perdones, que recuerdes cada día aquellos buenos momentos, que te quedes con aquello que te hizo feliz, no con lo que te hirió, no vale la pena ahogarse en lágrimas por algo que no las merece, deja ir a tus enemigos, sana tu corazón, piensa que las personas van y vienen todo el tiempo, que algunas llegan a darte lecciones o dejarte consejos para después irse y que los malos momentos son temporales, eres tú quien los prolonga la mayoría de las veces.
Da lo mejor de ti en cada momento, sé tú mismo, cambia porque quieres hacerlo tú, no por los demás, haz lo que es mejor para ti, no para los demás, piensa en ti antes que en nadie, ignora a aquellos que te miran con desdén, no valen la pena, las personas siempre hablarán de ti y nunca estarán todos contentos, recuerda que la reputación es lo que ellos creen que eres, no lo que realmente eres. Sigue tus sueños y persíguelos dando todo de ti, no te rindas nunca, sigue luchando, pon tus pies firmes en el suelo y avanza con confianza, porque tú puedes hacerlo.
Si hoy fuera tú último día, quiero que vivas, que admires el cielo, las nubes, el aire fresco que corre por tu rostro, quiero que no des por sentado el aroma de las flores o lo que posees, porque no sabes cuándo dejará de ser tuyo, que no pierdas el tiempo, que uses cada segundo para vivir y disfrutar con moderación y seguridad, que ames, que rías, que recuerdes, que llores, que grites de emoción o de rabia, pero que vivas.
Quiero que recuerdes lo mucho que te amo, y que tú hiciste de estos últimos seis meses lo mejor de mi vida, que sepas que eres la persona más amable y más hermosa, tanto por fuera como por dentro, que he conocido, que fuiste mi luz de esperanza al final de mi túnel.
Quiero que recuerdes que nunca voy a olvidarte y que te amé con toda mi alma, por ti no quería irme todavía, aun cuando sabía que no podía quedarme. Quiero que recuerdes que disfruté estos seis meses como nada más, que el toque de tus labios me lo llevo tatuado en la piel, que el brillo de tu mirada me lo llevo tatuado en la mente y que la calidez de tu alma me seguirá hasta el lugar de mi descanso eterno.
Te amo, como nunca amé a nadie más en el mundo entero, y quiero que vivas, Hades, quiero que vivas por Hypnos y Thanatos, por Alone Fallaci, por el perrito que te espera en el refugio para que lo lleves a casa, por Shion, por Shaka, por tu jefe, por tus compañeros de trabajo, quiero que vivas por mí.
Te dejo un regalo, lo último y lo único que puedo darte, a cambio de toda la felicidad que me otorgaste en mis últimos días. Tal vez algún día nos encontremos otra vez y podamos ser felices durante toda la eternidad.
Te dejo que llores hoy por mí, si me prometes que sonreirás mañana.
Con todo el amor de mi corazón,
Shun Kido."
Hades sacó el sobre pequeño que estaba dentro también, con lágrimas en los ojos y casi sin poder respirar por culpa de sus sollozos, con manos temblorosas lo abrió, dentro había una tarjeta de VISA y un pequeño papel.
"Para tus medicinas. Te amo."
En ese momento, Hades dejó caer todo en el escritorio y colocando su cabeza entre sus manos comenzó a llorar fuertemente.
Los sollozos recorrían su cuerpo haciéndolo temblar con descontrol, ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué ahora?
Te mienten. Incrédulo. Ingenuo. Torpe, torpe. Mienten, nosotros no. ¡Mienten!
Lo amaba, por todos los dioses, lo amaba con todo su corazón, con toda su alma, ahora lo sabía, ahora que su vida estaba comenzando a mejorar, ahora que todo estaba yendo por el camino correcto, él había sido su luz de esperanza también, él había sido quien lo sacó del hoyo en el que estaba, quien le tendió la mano cuando se estaba hundiendo. Shun había representado la más grande aventura de su vida, el amor y el cariño que nunca recibió de sus padres, y ahora estaba muerto.
Shion se levantó de su asiento con lágrimas en los ojos y se acercó a él, lo abrazó fuerte contra su cuerpo, las lágrimas de Hades mojando su bata blanca, sus sollozos resonando en el consultorio, lo abrazó fuerte, quería hacerle saber que estaba ahí, que no lo dejaría solo, compartir su dolor, porque él también había perdido a una persona muy importante, ambos habían perdido a la misma persona.
Basta, basta. Deja de llorar. Débil. Torpe, torpe. Mienten. Mienten. Mienten. Ingenuo. Estás solo. Ellos mienten, no nosotros.
Hades lloró y lloró, sin fijarse en los minutos, gritó y gritó, porque la vida era tan injusta, porque la vida le había dado a alguien especial y después se lo había quitado, porque la vida era cruel, pero había que vivirla. Nadie podía entender el dolor que estaba sintiendo en ese momento.
Cállate ya. Basta. Estás loco, estás loco. Es un sueño. No es real. Somos reales. Cierra la boca. Torpe, imbécil. Ridículo, patético.
-Cállense... cállense...- dijo Hades entre sollozos, aferrándose a la bata de Shion, la cabeza le daba vueltas, sus oídos como rellenos de algodón
-Ya, todo estará bien, tranquilo- susurró Shion, acariciando su espalda
Crédulo. Te mienten, mienten. Patético. Cierra la boca.
Cuando Hades comenzó a alterarse, Shion tuvo que llamar a una enfermera para que le aplicara un calmante, el médico quería evitar que alguna desgracia pasara, al final, no había sido él quien había convivido con Hades todos esos meses, había sido Shun. Instalaron a Hades en una habitación para que descansar propiamente, Shion lo observó dormir por varios minutos, siguiendo con la mirada los rastros de lágrimas que seguían en sus mejillas, Hades había pasado por tantas cosas, que verlo en aquel estado dolía, era un pesar que Shion no podía quitarse de encima, le había tomado cariño después de todo.
El médico de ojos rosas debía admitir que leyó la carta, ya se lo sospechaba, que Shun amaba a Hades, y sabía que el joven era una persona muy correcta, que siguió el protocolo del hospital al pie de la letra y que nunca tuvo una sola queja de él, y estaba seguro que trató de hacer sus sentimientos a un lado por cuanto tiempo pudo, pero al final, al ver que no le quedaba mucho, decidió darse un último placer, darse una última oportunidad de amar a alguien.
Guardó la carta y la tarjeta de crédito en el sobre original y lo metió en la chaqueta de Hades, para que no se le olvidara, y salió de la habitación, llamaría a sus amigos para que lo recogieran.
Despertó sintiéndose vacío por dentro, recordando los acontecimientos del día anterior, deseando que no fuera verdad, aun cuando su mente le gritaba que sí lo era, él no deseaba aceptar la realidad, no todavía. Se sentó en la cama, observando a su alrededor, al parecer lo habían sedado y lo habían llevado a una habitación, el electrocardiograma registraba sus estables latidos, estaba más calmado gracias al sedante, talló sus ojos con sus manos, estaban hinchados de tanto que había llorado y la cabeza le dolía como si miles de taladros hubieran sido usados dentro de ella, al menos las voces no estaban presentes, lo que era raro.
Cuando vio a su alrededor, se sorprendió de ver a Hypnos y a Thanatos ahí, durmiendo en el sofá y en el sillón respectivamente, el doctor Fukui debió haberlos llamado para que fueran por él, y a juzgar por los rastros de lágrimas en las mejillas de ambos, ya sabían las noticias. Había un suero en su brazo, probablemente para hidratarlo después de tantas lágrimas.
No quería saber nada de nadie, así que, en un arranque, desconectó el tubo de plástico de su punzocat, tuvo que dejar la aguja dentro porque no sabía cómo quitarla, se quitó todo lo que traía encima y se bajó de la cama, haciendo el menor ruido posible tomó su chaqueta y salió de la habitación. Nadie le prestó atención realmente al salir del hospital: "Hospital General Nozomi", la ironía.
Ni siquiera se molestó en pedir un taxi, comenzó a correr, corrió y corrió todo lo que las piernas le dieron, las lágrimas que rodaban por sus mejillas se perdían en el aire frío que le azotaba en el rostro, corrió sin detenerse hasta llegar al lugar en el que había compartido el momento más especial de su vida con la persona más especial. La feria. Entró sin prestarle atención a nadie, se sentó en una banca junto a la cual había unos arbustos con muchas flores, admirando el carrusel y cómo daba vueltas con esa canción tan alegre.
Dejó que las lágrimas corrieran libres, por varios minutos, incluso horas, podía sentir su celular vibrar dentro de su bolsillo, probablemente Hypnos y Thanatos preguntando dónde se había metido, no quería contestar, no estaba de ánimo. Maldijo y maldijo a todo lo que existía por habérselo llevado, se dio la oportunidad de quejarse de todo y de todos.
-Nunca me contaste la historia de tu hermano que me prometiste...- dijo para sí
Observó a las parejas en el carrusel, a aquellas que se divertían paseando por ahí y maldijo más al universo por llevarse al que posiblemente podía haber sido el amor de su vida. Lloró por lo injusta que era la vida, por no haberse dado cuenta.
Todos esos pañuelos que se encontraba, esas veces que se le caían las cosas a pesar de que le decía que era un accidente, su confusión, su mala memoria, el dolor que clamaba sentía, la falta de aire, la tos, la palidez de su piel, sus mareos, no verlo comer, aunque le juraba que sí lo hacía cuando no lo veía, la falta de brillo en su mirada...
Estaba muriendo frente a él, y Hades nunca se dio cuenta.
Sus sonrisas, sus caricias, el cariño que le mostraba, la calidez que le compartía, su personalidad, sus ojos, la manera en la que lo hacía sentir especial, que era alguien importante, que lo querían, que era amado, la manera en la que lo miraba con tanta ternura, la manera en la que le decía que estaba orgulloso de él, que tenía talento, que era bueno en lo que hacía, que él podía hacerlo todo, que era una buena persona, cómo lo apoyó y lo ayudó en sus peores momentos, cómo nunca lo dejó solo...
Lo amaba, y se dio cuenta demasiado tarde.
Sacó su teléfono, ignorando los mensajes, y comenzó a ver todos los videos y fotos de Shun que tenía, donde se le veía sonreír, donde parecía que todo estaba bien, su voz alegre, sus ojos que lo miraban con ternura.
"¿Me hiciste zoom?" "Voy a pedir fresas" "¡Ya basta! ¡Estoy despeinado!" "¡Pareces un niño! ¡Jaja!" "Te encanta burlarte de mí, ¿uh?"
No se lo merecía, no. Volvió a guardar el teléfono en su bolsillo, sollozando y mirando al cielo entre lágrimas.
Y ahí, frente al carrusel, escuchando la canción alegre de las bocinas, viendo el sol ocultarse tornando el cielo rojo y naranja, sintiendo su teléfono vibrar con miles de mensajes, con lágrimas corriendo por sus mejillas, maldijo por última vez.
-Nunca pude decirte que te amaba...- dijo, dejando caer sus últimas lágrimas- Te amo...- susurró al viento
Se levantó de la banca, las personas lo veían raro, tanto por verlo así de desaliñado y maltrecho como por la aguja del punzocat que seguía en su mano. Caminó hasta la salida, volteó a ver por última vez el carrusel y se limpió las lágrimas de las mejillas.
Como Shun le había hecho prometerle, sonrió, antes de darse la vuelta y comenzar su camino de regreso al hospital.
Ya había llorado por él, ahora iba a sonreír.
Y así, el sexto mes había terminado
Exactamente un mes después de la muerte de Shun, Hades decidió que era momento de enfrentar su realidad, con desgana se vistió, observando por la ventana el sol que se asomaba por detrás de los edificios, tomó sus llaves y bajó por el elevador.
Para ir al centro de la ciudad debía de tomar el autobús, así que con santa paciencia se sentó junto a unos ejecutivos que tenían el rostro pegado a su teléfono celular. El viaje fue bastante tranquilo, era como cualquier otro día normal, al menos lo era para todos aquellos que no habían conocido a Shun. Se bajó en la parada y comenzó a buscar entre las miles de tiendas la que quería encontrar. Después de caminar unas cuantas cuadras, dio con lo que estaba buscando, el local era de color rosa pálido, en la parte de afuera había muchas flores colocadas en macetas, en el cristal de la ventana se podía ver el nombre del local escrito en letras doradas, Hades se aproximó a la puerta y la abrió, escuchando el sonido característico de la campana que anunciaba que otro cliente había llegado.
Una anciana se asomó por detrás del mostrador, el cual estaba lleno de papeles y tarjetas de distintos colores. En cuanto la mujer lo reconoció, sonrió ampliamente.
-Oh, hijo, decidiste venir después de todo, ¿qué puedo ofrecerte?- le preguntó la ancianita con un tono de voz lleno de afecto, era la señora que le había entregado su tarjeta en el zoológico, la que le había dicho que tenía una florería
-Buenas tardes- dijo Hades, a pesar de que trató de sonreír, su tono de voz no fue alegre
-la sonrisa de la mujer se debilitó- ¿Pasa algo, cariño?- preguntó, con el ceño fruncido en preocupación
-N-No... Es...- ni siquiera era capaz de hablar sin que las lágrimas amenazaran con caer
-Oh, no llores, cariño, ¿qué sucede?- la mujer le extendió un pañuelo, el cual Hades aceptó con gusto
-Es que... mi amigo murió hace un mes- decir esas palabras dolía, dolía demasiado- No había tenido el valor de ir a ver su tumba, así que... pensé en comprar algunas flores para hacerle honor, le gustaban mucho las margaritas...- fue lo último que pudo decir antes de que un sollozo se le escapara
-Oh, cariño- dijo la señora, juntando sus manos sobre su pecho
-Lo siento...- dijo Hades, tratando de limpiar sus lágrimas- ¿Puede darme un ramo, por favor? Si es tan amable- le dijo, no queriendo verla a los ojos
-Por supuesto, cariño, enseguida- dijo la señora, comenzando a armar un ramo con margaritas y otras flores que le pareció combinaban bien, después se lo entregó- Aquí tienes- le sonrió, Hades hizo una reverencia, sacando su billetera para pagarle, cuando le estaba extendiendo el dinero, la anciana negó con la cabeza- No, hijo, está bien, déjalo así- le sonrió
-¿Q-Qué? P-Pero debo pagarle- dijo Hades, frunciendo el ceño
-No, cariño, no pasa nada, de verdad- dijo la señora, alejando su mano que todavía sostenía el dinero
-P-Pero es su trabajo, no puedo llevarme esto sin pagarle, n-no es correcto- los ojos de Hades se mostraban preocupados
-Eres adorable- dijo la anciana, sonriendo, Hades agachó la mirada- Y muy humilde también, gracias, pero puedes llevarte el ramo, enserio, tómalo como un regalo, lamento tu pérdida, sé lo difícil que es perder a una persona que amas, pero recuerda que la vida sigue y hay que vivirla, ¿ok?- le acarició la mejilla desde donde estaba, limpiando una lágrima con su pulgar, su toque era tan delicado como el de una madre, Hades sonrió
-Sí, lo sé- respondió- Muchas gracias, que tenga un buen día- hizo otra reverencia, la señora sonrió mientras lo veía salir por la puerta
Cuando caen, es una gran caída, es larga, la gravedad los jala hacia el duro y frío suelo, lo único que pueden hacer es dejarse llevar, porque el tiempo se les ha acabado, sus recuerdos y sus restos serán enterrados en la tierra mojada, por donde pasarán millones, por donde dejarán caer miles de lágrimas, donde el viento hará volar las hojas y se llevará el dolor, con la suave brisa las sonrisas poco a poco regresarán, algún día dejará de doler, tal vez la herida no sane, pero dejará de doler, algún día.
Y quizás algún día volverán a estar juntos, abrazados, bailando al ritmo de las luces de la ciudad, algún día podrán verse a los ojos y sentir esas mismas chispas, aun cuando estén en lo más profundo de la tierra, mezclándose con recuerdos, anhelos e ilusiones, algún día habrá un para siempre, algún día sus manos se volverán a juntar para nunca separarse, nunca más.
Susurrando al viento en medio de la noche, en el día, en la madrugada o cuando sea, se escucharán para siempre sus palabras de amor, sus suspiros de nostalgia y el dolor de su soledad. Nadie nunca les prometió nada, pero nadie nunca les dijo que sería tan cruel, se encargarían de crear un nuevo camino, uno que ambos puedan caminar juntos esta vez, donde sea que estén, algún día se encontrarán de nuevo, algún día volverán a escucharse, volverán a sonreír juntos y algún día podrán llorar juntos, pero en vez de tristeza, la felicidad llenará sus rostros.
Caminando por debajo de los árboles verdes, en el camino estrecho de piedras, después de tanto tiempo reunió el coraje para enfrentar la realidad, esa realidad que es aplastante y que carcome tu alma, de enfrentar a la persona que ya no estaba presente, pero que de alguna forma estaba seguro que lo iba a escuchar.
Llegó al frente de la tumba, con el nombre que no se había atrevido a pronunciar desde hacía un mes, con el nombre de la persona que había amado tanto y que la vida se la había arrebatado tan pronto, algún día aprendería a aceptarlo, pero por ahora, por ahora se permitiría llorar, por ahora se permitiría sufrir.
Dejó las flores amarillas y rosadas que cada mes se encargaría de cambiar, que con cada mes dejaría de doler menos el dejarlas en el mismo lugar, que con cada día lo haría con una canción en su corazón y no con lágrimas de sangre. Acarició la madera pulida delicadamente con sus dedos, la madera que con el tiempo se desgastaría, pero que nunca dejaría de representar la fuerza y el valor con la que su persona especial luchó hasta el final.
Miró al cielo, intentando encontrar entre las nubes, el calor del sol y el brillo de sus rayos algo que se comparara con lo resplandeciente de su mirada y su sonrisa, fallando en el intento, nada jamás se compararía con él, jamás. Trató de buscar algún indicio de que lo estaba escuchando, pero no encontró nada.
Comenzó a hablar.
Habló y habló, largas historias que habían vivido juntos, narró su primera salida, todas las veces que había estado para él, todas las veces que estuvo asustado y todas las veces que sintió rendirse, pero que él siempre estuvo ahí, como un árbol de roble.
Y cuando la brisa arreció y los pétalos de cerezo comenzaron a caer sobre él, entendió lo que le quería decir con ello.
Estaré contigo, donde sea que estés, a donde sea que vayas, prometo hacerte sonreír a pesar de estar tan lejos, prometo estar a tu lado incluso si estás volando, incluso si estás debajo del agua o incluso al lado de tu cama, prometo escuchar cualquier cosa que digas, prometo pensarte día, tarde y noche, prometo jamás dejarte ir a dormir triste o molesto, prometo abrazarte aun cuando no esté ahí, dejarte llorar en mi compañía, prometo que estaré ahí a tu lado aun cuando no puedas verme, jamás necesité una razón para quererte con locura, para amarte más que a mi propia vida, hasta el final me quedaré aquí, cuando el mundo respire su último aliento, cuando deje de girar y todo aquí arriba se pudra y deje de existir, te prometo que me quedaré y que nunca más me volveré a ir, y cuando eso pase, tú estarás conmigo, podremos disfrutar de todo lo que no pudimos, de todos los besos que no nos dimos, de todas las caricias que no pudimos darnos, de todo el amor que no pude darte cuando estaba vivo, porque esa llama que me quema por dentro sigue viva, porque aun cuando ese mismo corazón ya ha dejado de latir, nunca dejará de hacerlo para ti, te estaré esperando aquí, justo aquí, algún día seré capaz de tomar tu mano y no soltarla, algún día seré capaz de abrazarte y no dejarte ir, algún día seré capaz de amarte para toda la eternidad, donde sea que estés, yo estaré contigo, donde sea que estés, te acompañaré, y aun cuando en tu vida existan miles de personas, aun cuando tu corazón le pertenezca a alguien más después de esto, yo te esperaré, estaré esperando justo aquí, estaré esperando a que me des tu mano, yo siempre esperaré, por ti, esperaría toda la eternidad y más.
Te amo...
Las lágrimas cayeron al pasto, de donde crecieron flores infinitas así como su amor, pensando en el ángel que la vida le había mandado, pensando en la gran aventura que había sido su vida y la persona con la que había vivido todo eso, aquella persona que le había enseñado a vivir, y aunque nadie les prometió un para siempre, algún día lo sería, algún día sería para siempre para ellos, mientras los días pasaban, se encargaría de vivir, vivir, vivir, porque la vida era hermosa, porque ahora que veía el cielo azul, las nubes esponjosas, las hojas de los árboles meciéndose al compás del viento, la melodía tan agradable que representaba una risa, ahora que veía a su alrededor y veía las cosas a colores y no sólo en blanco y negro...
Ahora se daba cuenta que este era su aquí y ahora y debía vivirlo.
Ahora se daba cuenta que vivir valía la pena.
Y cuando las lágrimas dejaron de caer, cuando las palabras se le habían acabado y el corazón había dejado de dolerle, se levantó del suelo.
Una brisa se hizo sentir y cerró los ojos, un pétalo cayó en su nariz y supuso que esa era la manera de Shun de despedirse de él.
Salió del cementerio, sonriendo por última vez, con la promesa de un amor eterno.
Con la promesa de un "para siempre".
Dos años después
El sol brillaba en lo alto del cielo, el verano ya había llegado con el calor abrasante, adolescentes salían de la escuela con su uniforme, felices porque las vacaciones se aproximaban y por fin tendrían tiempo para ellos después de tantos exámenes y proyectos. Las cafeterías se llenaron con los grupos de chicos y madres que se juntaban todas las tardes para tomar el café, quizás degustar de algún pastelillo en el proceso. El carnicero reía estruendosamente como acostumbraba, el gato de la vecina maullaba, un sonido irritante para cualquiera. Los árboles se agitaban suavemente con la brisa que corría, sus rosadas hojas cayendo al suelo, cubriéndolo de color.
La ocasional persona que había salido a almorzar caminaba por las calles en busca de un buen restaurante, los automóviles abarrotaban las calles y los edificios con grandes ventanas reflejaban los rayos del sol con gran intensidad.
El frente de un edificio estaba lleno de personas, todas de traje por lo que se podía asumir que eran de alguna forma gente importante, los que pasaban por el lugar volteaban miradas curiosas por querer saber qué sucedía, pero sin el suficiente tiempo para desperdiciar. Hablaban en grupos, un revuelto de mujeres y hombres adinerados que bien podían comprar toda la ciudad si les apetecía. Alone Fallaci llegó en su BMW, atrayendo las miradas de algunos de sus colegas que lo vieron bajar, cuando ubicó a su amiga Pandora Heinstein que le saludaba con la mano, se acercó a ella.
Junto a ella estaba su grupo de amigos con los que siempre se juntaba, eran sus colegas en el trabajo también, tenían una copa en la mano de champaña, Pandora le ofreció una, la cual él aceptó con una suave sonrisa. Las puertas de la galería detrás suya todavía no eran abiertas, había gente que ya se estaba formando para entrar con sus boletos, tomando fotos con sus teléfonos de los pintores, esperando ansiosamente el momento en el que podrían ver las obras de arte.
Estaba riendo con sus amigos cuando otro auto llegó y se estacionó detrás del suyo, Alone volteó la vista para ver quién había llegado y cuando lo vio, una sonrisa se plantó en su rostro.
Hades había temido llegar tarde, pero al parecer lo había logrado a tiempo, había tenido que completar el papeleo en el trabajo y se había tardado más de lo que pensó, se bajó de su auto color plata, cerrando la puerta detrás de él y retirándose los lentes de sol, había escogido su mejor traje para ir a la exposición, quería verse presentable porque estaría rodeado de grandes artistas que poseían dinero suficiente para comprar una vida y no deseaba hacer una mala impresión. Vio a Alone a lo lejos y le saludó, el pintor le hizo una seña de que se acercara a ellos.
Cuando llegó con el grupo se cohibió un poco, estaba frente a un increíble grupo de pintores y se puso un poco nervioso, sonrió apenado cuando Alone lo presentó con sus amigos.
-Así que tú eres el descubrimiento de Alone, ¿uh?- dijo un hombre de cabellos azules con una sonrisa amable- Nos ha hablado tanto de ti que ya te conocíamos antes de este día, nunca nos quiso decir quién eras porque creyó que te robaríamos- se rió, Alone soltó una risa nerviosa y Hades sintió la sangre correr a sus mejillas
-Ignóralo, por favor- dijo Pandora- Siempre es así de imbécil- el hombre hizo una mueca de indignación bastante falsa- Es un gusto conocerte, cariño- le sonrió
-G-Gracias, el gusto es mío- hizo una reverencia
-Qué ternura, por todos los dioses, me muero- dijo el hombre, Alone le golpeó el hombro amistosamente, Hades se sonrojó
Después de la muerte de Shun, Hades la había pasado muy mal, siguió yendo a las citas con Shaka, el médico le ayudó a superar el dolor y la tristeza, al principio no pareció haber ninguna mejoría, era de esperarse, acababa de perder a la persona que amaba y el rubio médico también estaba muy triste, Shun había sido una persona especial para todos.
Tuvo que aumentarle la dosis de medicinas para ayudarlo con sus síntomas, iba al trabajo, pero no estaba realmente presente ahí. Con el paso del tiempo y con la ayuda de su psiquiatra, de Hypnos y Thanatos, todo comenzó a volver a la normalidad, todas las noches leía la carta de Shun para recordar lo que le había dicho, tratando de seguir sus consejos y vivir su vida, trató de seguir por sí mismo y por su enfermero, a quien tanto había querido. Iba a visitarlo a su tumba el tres de cada mes, dejándole flores y hablándole de su día, no sabía si podía oírlo o no, pero a Hades le gustaba pensar que sí, Shun había muerto el tres de marzo.
Al final volvió al refugio de animales, y para su suerte, el mismo perrito que había conocido esa vez seguía ahí, el animal inmediatamente se acercó él emocionado, saltando por todos lados, Juna lo había dirigido hasta la sala, la muchacha había estado muy emocionada por verlo de vuelta y por saber que adoptaría a ese perrito, "copito" se fue a casa con él ese día, después de haber llenado el papeleo, y ahora era un amado perrito maltés de nombre Cerbero.
En algún punto conoció al hermano de Shun, Ikki Kido, del que tantas cosas había escuchado, Ikki no le dijo mucho, pero le aseguró que estaba agradecido con él por haber hecho feliz a su hermano en sus últimos días.
La tarjeta que le había dejado la estaba utilizando sabiamente, había aprendido a dividir su dinero en partes iguales para evitar gastarlo en cosas innecesarias, esa tarjeta siempre tenía dinero, de una u otra forma, sus medicinas no eran baratas, pero se las había arreglado para administrarse, al fin y al cabo ese era su trabajo, había agradecido a Shun desde el fondo de su alma la ayuda, su regalo, aunque el enfermero no tenía que haberlo hecho, sabía que si estuviera ahí, le hubiera dicho que lo tomara y que no aceptaría un no por respuesta.
También había obtenido su licencia de conducir finalmente, se aprendió el reglamento completo y con un poco de ayuda de Hypnos y Thanatos, había pasado su examen y después de un tiempo se había comprado su propio auto.
Poco a poco, dejó de leer la carta por las noches, poco a poco, ver sus fotos y sus videos juntos dejó de doler, poco a poco su corazón estaba sanando, y poco a poco, estaba comenzando a vivir de nuevo.
Alone había estado ahí para juntar los pedazos de su alma. Cuando el pintor se enteró de la muerte de Shun, había estado destrozado también, no lo pudo creer en un principio, pero había estado ahí para Hades cuando más lo necesitó, le dio una mano para levantarse cuando cayó y un hombro donde llorar cuando el dolor le aprisionaba. Los gemelos también habían estado ahí, como siempre lo habían estado.
Alone se encargó de ser su confidente, lo invitaba a cenas de trabajo, a restaurantes caros, a noches de películas en su casa, también había hecho amistad con Hypnos y Thanatos, había estado pendiente de Hades, y en algún punto, Hades se sintió lo suficiente en confianza para contarle de su enfermedad, estaba nervioso, pero cuando vio que Alone no se asustaba ni lo juzgaba, se relajó por completo y se dio cuenta de que en él también podía confiar, el pintor lo había aceptado, cada pedazo de su personalidad lo había aceptado sin juzgarlo, y eso Hades lo agradeció.
No supo en qué momento pasó, pero de repente, esas salidas con Alone no eran suficientes, verlo dos veces a la semana no era suficiente, un abrazo de despedida o un apretón de manos no eran suficientes.
Mientras el tiempo pasaba, para Alone esas salidas no eran suficientes tampoco, ver la sonrisa de Hades lo torturaba, porque quería ser él quien pusiera esa sonrisa en sus labios, quería ser él quien estuviera a su lado día y noche, quien acariciara su mejilla cuando lágrimas rodaran por ella.
Entonces comenzó a cortejarlo, Hades era un romántico empedernido, así que Alone jugó sus cartas, le llevaba regalos, no sólo para conquistarlo, sino porque adoraba ver su sonrisa cuando descubría lo que era, le llevaba ramos de flores cuando salían, poemas muy cursis, pero a Alone no le importaba sonar cursi cuando se trataba de Hades, por las noches su rostro lo mantenía despierto, sus pinturas reflejaban esa llama de cariño que se había encendido en su interior, dibujaba el rostro de Hades en servilletas, en lienzos gigantes, el brillo de sus ojos verdes lo perseguía en sus sueños, a cada segundo.
Alone se encontró a si mismo sonriendo en el trabajo, pensando en Hades, se encontró a sí mismo cayendo por él, no había manera de negarlo ya.
Hades eventualmente se enamoró de él también, Alone había estado ahí para recoger todos los pedazos de su corazón que se habían caído al suelo, y se había encargado de pegarlos con cariño, afecto, tolerancia, paciencia y respeto. Ni una sola vez lo presionó para salir con él, el pintor esperó pacientemente hasta que Hades estuviera listo, y cuando lo estuvo, Hades no dudó un segundo en aceptar salir con él, el pintor no se había esperado que la propuesta de ser pareja viniera de Hades, pero decir que estaba feliz era poco.
Hades sonrió recordando la montaña rusa de emociones que había vivido en esos dos años, no había sido fácil, pero contaba con las mejores personas para ayudarlo.
-Oh, la galería ya abrió- dijo Pandora- Será mejor que entremos, la exposición ya va a comenzar, un gusto, Hades- le sonrió, antes de darse la vuelta y comenzar a caminar dentro de la galería
-Cuídalo, Fallaci, te lo advierto- le dijo su amigo, Alone lo empujó para que se fuera, escuchando las risas del hombre
-Así que, ¿no querías que me robaran de tus brazos?- preguntó Hades, levantando una ceja con una sonrisa divertida
-Yo había descubierto tu talento, no iba a dejar que ellos se llevaran el crédito de semejantes obras de arte- dijo el pintor, agachando la mirada y sonriendo, con un rubor en sus mejillas, Hades sonrió, Alone tomó sus manos- Así que, ¿estás listo para entrar?- le preguntó, viéndolo a los ojos
-No realmente- su mirada era nerviosa, revoloteando entre los pintores que entraban a la galería y la enorme cantidad de gente que estaba esperando
-No te preocupes, todo va a salir bien, a todos les va a gustar tu trabajo, después de todo al fin has salido a la luz después de haber sido ese artista misterioso "que se ocultaba en las sombras detrás de una estrella de cinco puntas"- citó lo que había dicho el periódico acerca del misterioso artista que había pintado la pared del museo de arte y el mural del acuario de la ciudad, ambos rieron, Hades agachó la mirada, apenado
-Supongo que tienes razón- sonrió con ternura
-¡Hades!
Ambos voltearon a ver de dónde venía ese grito, ubicaron a Hypnos y Thanatos, habían llegado justo a tiempo para ver el comienzo de la exposición, lo estaban saludando desde donde estaban parqueando el auto.
-Ve a saludarlos y me alcanzas adentro- Alone sonrió, se acercó más a él y le dio un beso en los labios, Hades sonrió cuando se separaron- Te espero allá- Alone se veía como que no quería separarse de él, pero el trabajo llamaba, se alejó para entrar en la galería sonriendo como un tonto
Hades lo vio alejarse con una sonrisa, había llegado a amar a ese hombre con toda su alma. Se giró para ir a saludar a sus amigos que lo esperaban.
-Hey- saludó
-¡Hades!- Hypnos lo envolvió en un gran abrazo- No sabes qué tan emocionado estoy, estoy tan orgulloso de ti, mi bebé ha crecido tanto, no puedo creerlo- fingió retirarse una lágrima
-Hypnos...- se sonrojó, lo estaba haciendo pasar vergüenza
-Ya déjalo, Hypnos, lo avergüenzas- dijo Thanatos, con una sonrisa divertida, no haciendo nada realmente por ayudarlo
-¿Qué yo lo avergüenzo? Ahora resulta- fingió molestarse
-¿Ya viste a Pandora Heinstein? Estará presente en la exposición- Hades decidió cambiar el tema, juntando sus manos detrás de su espalda, con una sonrisa inocente
-¿Qué cosa?- Hypnos abrió los ojos muy grande
Hades y Thanatos se echaron a reír al ver su cara.
Hades sonrió, estaba agradecido por lo que la vida le había dado, por lo que tenía y por lo que había sido suyo incluso si ya no lo era. Las voces habían desaparecido hace varios meses, debía admitir que incluso a veces llegó a ver a Shun en las esquinas de su casa, esas sombras extrañas que se aparecían de la nada, torturándolo, cosas que no estaban ahí realmente, pero que él las veía. Las medicinas estaban ayudando con eso, alucinaciones las había llamado Shaka, y cuando en su momento había estado asustado por ello, ya había aprendido a vivir con ello o, aunque sea, a no prestarles atención.
Se dirigieron a la entrada de la galería, entre las luces del flash de la cámara y los gritos emocionados de la gente, miró al cielo y dijo por última vez.
-Gracias, Shun- sonrió, entrando a la galería, su primera exposición como artista
Y aunque la vida le había arrebatado muchas cosas, se había encargado de recompensarlo por su esfuerzo y valentía, ahora tenía todo y más de lo que hubiera querido.
El recuerdo de Shun y su sonrisa siempre estaría con él, el retrato que alguna vez dibujó de él ahora estaba coloreado y colgado en la sala de su casa, con una vela debajo que encendía todas las noches, haciendo honor a su alma, a la persona que fue, nunca lo olvidaría, y nunca dejaría de amarlo, pero como le había prometido, era momento de sonreír.
Era momento de vivir.
THE END
"El tiempo es oro dicen, el tiempo corre dicen, el tiempo no te esperará, el tiempo seguirá avanzando y serás tú quien se quedará atascado en él, el tiempo no perdona a nada ni a nadie, el tiempo es cruel, el tiempo avanza, avanza, avanza, el tiempo es injusto.
Por eso debes vivir, debes admirar tu alrededor, debes saber que hay algo que está esperando a que lo descubras, muévete, comete errores, toma decisiones, eres humano, mereces vivir, mereces sentirte mal y que como que no puedes más, tienes el derecho de gritar y patalear, de correr y querer huir, pero también tienes la obligación de levantarte, cuando caigas, levántate y pruébales a todos los que te dijeron que no podías que sí puedes, pruébales que puedes hacerlo y deja que se pregunten cómo lo hiciste.
Levántate cuando todo a tu alrededor se esté haciendo pedazos, porque eres valiente, aunque no lo creas, porque si la recompensa vale la pena, entonces la lucha también lo vale, porque el tiempo está sonando y corriendo, porque no puedes permitir que te deje atrás, porque tienes muchas cosas por hacer.
El tiempo es cruel, a veces se lleva a los que no lo merecen, a lo que no lo merece, a veces se lleva a lo que no queremos que se vaya, pero rendirse no es una opción, jamás lo será, porque cuando no parece que haya una luz al final del camino, entonces eso significa que sólo nosotros podemos ser esa luz, que somos nosotros los que tenemos que avanzar por este camino rocoso y lleno de abismos, tenemos las herramientas, sólo debemos saber cómo usarlas, la búsqueda de respuestas es larga y complicada, pero nadie te dijo que la vida iba a ser fácil, sólo sabes que no es imposible.
Si hoy fuera tu último día y mañana fuera demasiado tarde, te arrepentirás de haberte quedado estancado, de no haber hecho esto o aquello, de no haber vivido.
Por eso entonces vive, vive como si nunca vivieras otra vez, porque jamás tendrás una segunda oportunidad, porque nunca podrás darle replay a ningún momento, porque las manos del tiempo nunca están a tu favor, porque en este juego llamado vida no tienes otra opción más que levantarte, porque en este juego llamado vida el tiempo no perdona a nadie.
Vive cada momento como si fuera el último, ama, llora, grita, sonríe, pero vive.
Por eso quiero hoy preguntarte: a Shun se le acabó el tiempo, ¿dejarás que se te acabe a ti también?"
Mu_Shaka
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